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Medios/Televisión
Señor Ozzy, si
piensa regresar, mejor quédese en casa
The Osbournes
son como la adolescencia: con haber estado una vez ahí basta.
Ojalá el autoproclamado Príncipe de las Tinieblas siga
dedicándose a lo suyo. También un comentario sobre la inminente
quiebra de la dupla XM-Sirius
MARZO, 2009. Hace un par de semanas se soltó el rumor: ¡The Osbournes regresan a la TV! Puede ser cierto dado que al cantante lo han tentado con millones de dólares, y si en la anterior se embolsó casi 40 millones con la efigie de Washington es porque cuando el río suena es que agua verde lleva. La disfuncional familia Osbourne barrió con los
ratings de la TV por cable del 2001 al 2005, y nos dio oportunidad de conocer más de ceca a una leyenda del rock, una
y peculiar por tener el cerebro atrofiado tras haber consumido una farmacia entera de drogas y medicamentos.
Y es que ante una sociedad disfuncional como la norteamericana, el éxito de
The Osbournes era una apuesta segura, como afirmar que Heath Ledger habría de ganar el Óscar póstumo. De las carcajadas por ver al ex Black Sabbath proferir "fuck" más seguido que su ritmo respiratorio pesábamos a momentos más dramáticos como la lucha de Sharon contra el cáncer. El indudable la aportación que
The Osbournes hizo a la cultura pop pero también es un hecho que se trata de un ciclo cuyo regreso se ve abiertamente innecesario.
Recuerdo cómo un conocido entró en shock al ver el programa por primera vez. Durante los años de secundaria había sido un devoto tanto de Black Sabbath como The Blizzard of Oz, el primer grupo que Osbourne tuvo por su cuenta. Su colección incluía colaboraciones con Lita Ford --"cuando grabaron juntos una balada empecé a sentirme incómodo", dijo-- hasta el infaltable disco con Randy Rhoads, hasta donde su reemplazo Zakk Wylde entró al
team. "¿Cómo era posible que ese cantante a quien veíamos como símbolo de rebelión, de ser considerado rebelde, desmadroso y méndigo haya terminado en un papanatas que apenas sabe completar una frase?",
se preguntó mi amigo, exasperado.
Lo que quedaba claro, antes de The Osbournes --propuesta que nació, pocos lo saben, a raíz de un artículo sobre tan extraña familia aparecieron en
Rolling Stone-- en que Ozzy Osbourne llegó a ser un gran cantante que todavía en 1992 nos ofreció obras estupendas como "No More Tears", tanto así que sin Black Sabbath, el Heavy Metal no habría pasado de ser un paréntesis del rock. Pero las drogas junto con otras insensateces como morder un murciélago rabioso o respirar hormigas con un popote, le cobraron su factura a Ozzy Osburne. Lo que vimos en la serie es una muestra impecable de lo que le ocurre al cerebro cuando se abusa de las drogas; se corre el riesgo de
creer que "fuck" es la única palabra existente en el diccionario.
Con todo, ya conocimos a Ozzy, a su esposa Sharon, a sus hijos Jack y Kelly, así como supimos de otra hija quien prudentemente optó por no ser parte de la serie, e incluso llegamos a encariñarnos con ellos. Pero la situación es igual a vivir la adolescencia: mientras duró fue buena pero difícilmente quisiéramos pasar por lo mismo otra vez.
The Osbournes terminó cuando sus gags y sus recursos ya se habían agotado. "Somos la moda del día y sé que pronto otra cosa nos reemplazará en el gusto de los televidentes", dijo Osbourne en una entrevista. Si recuerda esas palabras sabe perfectamente cómo se juega este juego. La primera vez fue una farsa: la segunda sería un ridículo.
XM-Sirius, a punto de acogerse al Capítulo 11
Cuando la radio digital vía satélite entró en actividades la hizo a través de dos compañías, XM y Sirius. La primera era desplazar, o al menos arrancarle parte del rating, a los medios convencionales como el FM y la radio de Alta Definición. La apuesta era sumamente riesgosa y de la cual XM no pudo sobrevivir y en el 2007 se fusionó con su rival,
que tampoco andaba muy bien. Pero al menos ese matrimonio serviría para torear mejor los vendavales económicos.
Sólo que en vendaval se ha convertido en tormenta y ahora XM-Sirius se encuentra al borde de la bancarrota. De hecho ésta hubiera ocurrido hace unas semanas a no ser por un bailout --ahora que la palabra está de moda-- por parte de Liberty Media. Pero la ayuda es a muy corto plazo y difícilmente salvará a esta empresa. Pero sus problemas no se deben exclusivamente a la crisis económica; desde su salida en el 2003 ninguna empresa ha abandonado sus números rojos. Cuando XM contrató a Howard Stern se pensó que este controvertido locutor traería un raudal de nuevos suscriptores, y sí los hubo, aunque buena parte de esos nuevos ingresos se fueron a cubrir el abultado sueldo del señor Stern.
El principal problema de estas compañías es esencialmente burocrático. Desde 1991 el gobierno norteamericano aprobó la explotación de la radio satelital con fines comerciales pero la otorgación de los permisos se atascó en el Senado ¡por ocho años! De esa manera se pedió la ventaja ante el Internet, que en aquellos años aún se encontraba en etapa embrionaria y que luego ofrecería una infinita variedad de opciones musicales, la mayoría gratuitas. Durante los primeros años tanto XM como Sirius ofrecieron su señal en la red a la cual los suscriptores podían acceder con un password sin costo adicional, para luego solicitar un pago de 4.50 dólares mensuales. Si asumimos que cada suscriptor paga mensualmente 12 dólares por el servicio, no se
necesita ser un genio en marketing para concluir que con ello se orillaba a los clientes a buscar nuevas opciones (gratis o a mucho menor costo) en la red.
Pero también es cierto que en la red no abundan las opciones que igualen a XM-Sirius, con más de 100 canales de audio de envidiable calidad digital y que incluyen programación que la radio convencional excluyó hace muchos años o jamás ha transmitido, como
rarities, versiones análogas y canciones que las grandes disqueras no tienen interés en reeditar por carecer de valor comercial. Aparte de Stern, gente como Bob Dylan y Cousin Brucie --una leyenda en el terreno de las
oldies-- tienen sus propios programas y, además, no existen los convencionalismos donde si algo
no huele a hit o no fue hit, difícilmente será transmitido.
Por supuesto que una de las mayores virtudes de XM-Syrius es que se trata de una señal que nunca se pierde de modo que un automovilista puede viajar por carretera sin dejar de escuchar su música favorita, además es posible revisar la programación para saber cuándo y a qué hora se transmitirá nuestra canción favorita con 72 horas de anticipación.
En conclusión, buena parte de los problemas de XM-Syrius se deben a lo que los gringos llaman
timing. Se ve difícil su supervivencia a largo plazo, algo que debiera doler a quienes hemos siempre buscado una programación musical de alta calidad.
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