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NetFlix mató a la estrella del videoclub

El avance de los negocios en la red ha afectado a los establecimientos comerciales tradicionales. En este juego del grande-se-come-al-chico. éstos últimos no encuentran cómo responder al reto. El caso del dueño de una minicadena de videoclubes viene a ser una constante de este fenómeno 

Dedicado a Vicente, obligado a inhumar su videoclub

SEPTIEMBRE, 2015. Lo confieso: jamás he sido suscriptor de NetFlix. Tener como amigo a Vicente, dueño de una pequeña cadena de videoclubes, lo hacía innecesario. Dos o tres veces al mes iba a su establecimiento y a precio módico rentaba un par de películas o series televisivas que hoy ya ha olvidado la televisión convencional (Emergencia, por ejemplo, un clásico de los años setenta). Y lo mejor de todo, sus películas no eran piratas, cumplían totalmente con la costosa tramitería pues, me dijo alguna vez, "yo quiero hacer las cosas derechas en este país aunque me salga más caro".

Vicente abrió su primer videoclub en el 2004 y tuvo un éxito inmediato. Dado que él solo solicitaba comprar el DVD sin carátula y sin la caja que suelen encarecer el precio, el costo de renta bajaba considerablemente en comparación con Blockbuster Video. De hecho, Vicente había sido suscriptor de esa cadena hasta que se hartó de las "multas y recargos" y el trato despótico, casi siempre, de sus empleados. Y algo que lo enfurecía más, según me contó: "Quienes ahí trabajaban no sabían nada de cine. Le preguntó a un empleado si tiene en existencia la película Chaplin, la de Robert Downey Jr., me dice que no pero que la semana que entra le llegaba 'ese estreno' y que le respondo 'esa película es de 1992 y en segundo lugar, la tienes atrás de ti'. Así de ignorantes eran".

Vicente capacitó a sus empleados para "al menos" tener un conocimiento similar al de cualquier aficionado al cine, "no quería críticos ni eruditos de cine, simplemente gente que también amara las películas, como eran sus clientes".

Para el 2008 Vicente ya tenía tres sucursales. La primera había abierto con apenas 76 títulos pero al año ya tenía en existencia más de 300 por cada establecimiento. Al tiempo que los videoclubes tradicionales se debilitaban "por careros y abusivos", a él le iba muy bien. "Conmigo la gente tenía películas legítimas, y me preferían sobre los videoclubes piratas. Eso demuestra que la gente compra cosas legales cuando ven calidad y no les sale tan caro".

Vicente no aplicaba multas ni recargos, los miércoles tenía una promoción del 3 x 1 y siempre procuraba conseguir los títulos que pedían sus clientes. "Muchos pasaron a ser amigos, entre ellos tu", me dijo. "Yo no tenía el videoclub solo porque me produjera lana ni veía a los suscriptores como billetes. Cierto que perdí algunos DVDS que ya jamás me regresaron pero al final se creó un lazo de confianza entre todos nosotros, unidos por nuestro amor al cine".

La primera vez que el mundo supo de NetFlix fue que se trataba de una cadena que ofrecía venta de mini DVDs con películas que podían verse por 48 horas. Enseguida su código caducaba y ya no podían ser vistas nuevamente. Poco después, y dado que a muchos suscriptores no agradaba mucho la idea de llenar sus casas con DVDs inservibles, la cadena entró a la distribución streaming de películas en la red. Esa decisión fue, según BusinessWeek, "el equivalente a ser local en la parte baja de la novena entrada, con dos outs, tres bolas, dos strikes, perdiendo por tres carreras, pegas un jonrón y ganas la Serie Mundial".

Fue un movimiento afortunadísimo pero los del otro equipo eran gente como Vicente. Cuando NetfFlix México entró en actividad, en apenas unas semanas nuestro amigo comenzó a experimentar una baja en sus ingresos:

"Llegó un momento en que solo me resultaba rentable el alquilar videojuegos pero después ya ni con eso sacaba para la renta de los locales". El "videoclub virtual", como le llama Vicente, "escapa a todos esos gastos como son predial, agua, electricidad y empleados de 8 horas con seguro social, Infonavit y demás". Recuerda que alguien le digo que pronto los videoclubes seguirían el mismo destino de las tiendas de discos, hoy semiextinguidas con la aparición de I Tunes y demás. "No le creí, pensé que el éxodo hacia las películas en línea no sería tan fuerte como para tumbarnos".

Hay otras ventajas de NetFlix que noquearon a videoclubes como el de Vicente. Las películas son streaming, se puede empezar a ver un filme y si no convence, se interrumpe y se busca otro, no hay que preocuparse porque pasen los tres días de renta y, lo más importante, recalca Vicente: "Un pago mensual de 100 pesos por suscriptor; necesitaría tener 240 suscriptores mensuales para apenas sacar todos los gastos de mis sucursales, porque aparte ya no estarían pagando por rentar películas". Y como última estocada: NetFlix ahora ofrece series exclusivas.

El descenso es de vértigo: en el 2009 Vicente tenía 420 suscriptores, en el 2010, "cuando la inseguridad hizo que mucha gente prefiriera quedarse en sus casas a ver películas", dio el brinco a 522 pero desde entonces NetFlix le propinó interminables trompadas: para el 2011 eran 476, 334 el 2012, 243 el 2013 y 108 suscriptores en el 2014. Cuando quebró su videoclub el pasado agosto apenas y tenía 34 miembros (sus sucursales ya habían cerrado). Yo soy uno de quienes se mantuvo fiel hasta el final.

"Alguien ofrece prestarme 150 mil para mantener vivo al videoclub pero no tiene caso cuando el negocio ya no es rentable. Y competir con NetFlix, ni pensarlo: necesitas una inversión inicial de 2 millones de pesos, y siempre compitiendo con puros gigantes. Misión imposible, como el título de la película..."

Vicente no culpa tanto a NetFlix y otros servicios similares pero sí "al hecho que se nos cierran todas las alternativas a quienes no tenemos la capacidad de competir con su infraestructura". Por lo pronto y tras un sabático mes, Vicente tiene pensado abrir un pequeño restaurante. "Todavía no sé que se haya inventado la comida virtual hecha con bytes", dice medio en broma, "pero mañana, quién sabe... a buscar otro modo de supervivencia..."

 

 

 

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