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CINE
Llamarle James Bean habría sonado más original
Las parodias funcionan bien cuando se cuenta con
comediantes talentosos, y eso sin duda ocurre con
Rowan Atkinson. Aun con eso, los gags que se
presentan aquí ya los hemos visto tantas veces que
reflejan un mínimo de originalidad en ésta, la
enésima, sátira de James Bond. Solo para fans; el
resto ya habremos olvidado a Johnny English antes de
regresar al estacionamiento del cine
Versión impresión
Johnny English Strikes Again
Emma Thompson, Olga Kurylenko, Rowan Atkinson, Jake
Lacy
Dirigida por David Kerr
Perfect World-Studio Canal/2018
SEPTIEMBRE,
2018. El evitar reírse en
películas como Johnny English Strikes Back
es, aparte de muy difícil, equivale a emular a esos
amargados que solo van al cine a quejarse, hartos de
aburrirse en casa. En tan sentido lo que aquí
tenemos es una cinta que provoca varias carcajadas
en su poco menos de hora y media hora de duración.
En efecto: Johnny English llega, reparte risas, nos
entretiene un rato y se despide entre los créditos
cuando ya no tiene otra cosa más que decirnos, al
contrario de como
ocurrió, por ejemplo, en las últimas, patéticas
producciones de Austin Powers, alargadas en
tiempo sin haber necesidad alguna para ello.
Desde la primeras Johnny English (2003) la
fórmula del chacoteo a las películas de
James Bond
quedaba bastante clara. Esa cinta funcionó por tener
a Rowan Atkinson en un rol distinto al de Mr. Bean
(bueno, relativamente, la diferencia es que aquí sí
habla más). También tuvo un efecto sensacional la
inclusión de John Malkovich como un exquisito
villano francés. En el 2001 Johnny English regresó
con una cinta malísima que, esperábamos, habría de
ser la última, pero ya vemos cómo la escasez de
ideas frescas es dramática, aunado todo a que
recientemente el protagonista ha enfrentado
problemas financieros. Así pues, Johnny English está
de vuelta por tercera ocasión.
Después de su última aventura, Johnny English ha
optado por el retiro y se dedica a impartir clases
de técnicas de espionaje en una escuela secundaria.
Sin embargo el M17 le comunica que necesita
urgentemente se reintegre al servicio dado que se ha
presentado una serie de ataques cibernéticos por
toda Gran Bretaña y que, entre otras cosas, ha
resultado en que se revele la identidad de cientos
de agentes secretos de esa organización. English es
la última baraja que le queda al M17, ¿pero
realmente será la mejor si el ex agente está tan
desconectado de la tecnología que ni siquiera sabe
como utilizar un Smartphone? Es ahí donde regresa a
escena Bough (Ben Miller, su comparsa en la primera
aventura).
Los primeros indicios llevan al par al sur de
Francia donde se reunirán a bordo de un yate con
Ophelia (Olga Kurylenko, quien a menos que se nos
haya olvidado, aparece en la película
Quantum of
Solace de James Bond), una bella espía rusa
aunque de ello English no tiene la mínima idea. Todo
eso al tiempo que la primera ministro (Emma
Thompson) le ha andado coqueteando en la cumbre del
G8 a Jason (Jake Lacy) un joven multimillonario
norteamericano que ha hecho su fortuna en Sylicon
Valley.
Lo que viene a continuación es una incesante cadena
de gags que en otros comediantes sin el talento de
Atkinson habrían convertido al personaje en una
patética caricatura. Algunos de estos gags son
bastante efectivos, como por ejemplo, el recorrido
que English realiza por Londres mientras lleva
puestos unos anteojos de realidad virtual, sus
"artes" como mesero en un restaurante o cuando se
deshace de su celular "para que esa manera el
enemigo no pueda encontrarnos".
Sin embargo la mofa y la sátira llegan a un punto de
saturación y se empantanan en el infierno de la
parodia hecha parodia: ¿cuánta necesidad tiene el
mundo de ver otra burla a la pose de John Travolta
en
Saturday Night Fever
enfundado en su traje de poliéster? La verdad,
ninguna.
El final es
totalmente predecible, lo mismo que el villano de la
historia y sus nefandos propósitos. De hecho toda la
historia está construida en torno a mofas de James
Bond: el ataque cibernético y la identidad revelada
de los agentes secretos ya la vimos en
Skyfall, un platillo en llamas en
Diamonds are Forever,
la realidad virtual en Die Another Day. Lo
que hace efectivos el emplear esos gags
trillados, lo repetimos, es la presencia de
Atkinson. Pero al final ese hecho reemplaza a los
efectos especiales cuando no se cuenta con un
argumento sólido y una historia interesante qué
contar; en tal sentido Johnny English Strikes
Back (que fue el título de un disco ochentero de
Elton John, por
cierto) entretiene, nos hace reír y ya, como esos
payasos de circo que nos divierten mientras se
prepara el siguiente acto, lo que en este caso
vendría a ser una nueva película de James Bond.
Quizá porque las cintas del superagente inglés sean
en sí mismas fórmulas y patrones, es que parodias
como Austin Powers y Johnny English encuentran su
nicho de mercado. Pero eso no quiere decir que aquí
tengamos una producción buena, tanto así que a la
media hora de haberla visto se acordará más de dónde
dejó estacionado el auto antes de entrar al cine que
del argumento central de Johnny English Strikes
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