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LITERATURA

Como profeta, Bill Gates se vuelve a equivocar

Al tachar de inepto al sistema económico que lo convirtió en el hombre más rico del planeta, el exitoso ex nerd desaprovechó una oportunidad para guardarse su hipocresía. Afortunadamente, los libros impresos recientemente han logrado silenciar sus peroratas al sobrevivir a un veredicto suyo que pronosticaba su desaparición

OCTUBRE, 2015. Hace unos días Bill Gates dijo en una entrevista con el diario The Independent algo que evidencia desagradecimiento o hipocresía total al atribuir a la libre empresa el fracaso en el combate al "cambio climático". Esta es la joya del texto: ""Desde la Segunda Guerra Mundial ha sido el gobierno norteamericano el que ha diseñado las políticas de desarrollo en casi cualquier área. En términos generales, el sector privado suele ser inepto".

El desarrollo de la tecnología virtual los últimos 30 años no fue política de desarrollo de Washington. Desde fines de los sesenta, el gobierno norteamericano ya contaba con un sistema de comunicación interna mediante computadoras conectadas entre sí pero durante casi tres lustros esa tecnología no pasó de estarse enviarse mensajitos de texto. Fue la política de desarrollo de gente como Tim Barnes Lee, Steve Jobs y sí, el señor Bill Gates, quienes hicieron que el Internet se convirtiera en lo que es hoy y de paso colocara a este criticón de las gafas en la posición del hombre más rico del planeta. Y hasta donde sabemos, Microsoft es una empresa privada. ¿Se atreverá el otrora nerd a decir que también ésta es "inepta"?

Asimismo y es el gobierno norteamericano el que hace las cosas mejor ¿por qué a nuestro anteojudo amigo no se le ocurrió entregar su megaempresa a manos públicas? La hipocresía de Bill Gates asombra... bueno, no tanto, es igual o peor de aquellos políticos (Barack Obama incluido) que defienden ferozmente a la educación pública pero inscriben a sus hijos en institutos privados.

Lo bueno para el mundo es que Bill Gates jamás alcanzó el estatus de gurú de un Steve Jobs. Y no que el primero jamás lo haya intentado, por cierto. Pero esta insensatez de Bill Gates tampoco debiera extrañarnos. ¿No fue él quien frente a un auditorio repleto, dijo en 1997 que los libros virtuales terminarían desplazando a los libros impresos? Mejor reproduzcamos parte de ese discurso: "El ritmo de la tecnología ha sido tan rápido que podemos avizorar, dentro de los siguientes 20 años, que los libros virtuales podrán ser llevados a cualquier lado y consultados a través de un lector de texto virtual (...) esto hará que paulatinamente vayan desapareciendo los libros impresos". En otra entrevista con la revista TIME en el 2002, Gates aseguró que "los libros impresos en papel como los conocemos hoy serán historia dentro de unos años".

Reconocemos la filantropía de Bill Gates, quien diariamente entrega millones de dólares para la investigación en contra del SIDA del mismo modo que de su bolsillo mantiene medio centenar de escuelas en África. También ha erogado una millonada para combatir el cambio climático y para apoyar las uniones gay, algo a lo que tiene derecho; a fin de cuentas es su dinero. El punto ya lo hemos dicho anteriormente por qué los millonariazos de este planeta se asumen como "progresistas", y es para que no los critiquen ni los ataquen por ser millonarios.

¿Es este el mismo Bill Gates, por cierto, que en 1995 prometía que el Internet era, además de la entonces llamada supercarretera de la información, "un elemento clave para la promoción del libre mercado en el mundo"? (algo que recientemente apuntó el diario español ABC?) Sí. Pero entonces se comparabaa a Gates con el mismo chamuco y hoy, autonombrado progre, se le toma como todo un filantrópico, y amigote de Obama, además.

Pero regresemos al asunto del fallido vaticinio de Gates, quien al lanzar semejante comentario nos quedó en claro que está lejos de ser un lector habitual. Una tablet jamás superará el olor que emana de un libro, ni su textura, ni el gusto de repasar sus paginas sin necesidad de andar apretando botoncitos o moviendo cursores. Los libros, asimismo, no requieren estar conectándolos a cada rato porque se les acaba la batería; si les cae un poquito de arena cuando los llevamos en esas vacaciones a la playa basta con sacudirlos un poco y listo. Una amiga mía vio arruinada su laptop durante un reciente viaje a Cancún cuando por descuido le cayó arena húmeda al teclado. Son detallitos que el anteojudo ex nerd jamás tomó a consideración.

Un libro es mucho más ligero, con la sola luz solar se disfruta enormemente, sus páginas no se "congelan", no les entran virus y, sobre todo, al leerlos el autor entabla contacto directo con el lector, sin intermediarios electrónicos. Y en vez de andar comprando un Kindle, ese artilugio para leer libros virtuales y que Bill Gates pensaba serían los enterradores del libro, puede uno adquirir hasta 5 ó seis libros de calidad envidiable por el mismo precio.

Por esa razón el humorista Art Buchwald escribió: "Hay tres inventos que estarán con nosotros hasta el fin de los tiempos: la rueda, un buen chef y los libros".

El reciente anuncio de Amazon --que, no lo olvidemos, es quien promueve Kindle-- que abrirá una biblioteca con libros-libros, echa por tierra el vaticinio de Bill Gates. Y a diferencia de los periódicos y las revistas, golpeados fuertemente por las páginas electrónicas al punto que los tiene al borde de la desaparición, el mismo carácter imperecedero del libro (un matutino ya es inservible a las 12 del día, por ejemplo) y sus infinitas cualidades han hecho ver que Bill Gates también se equivoca garrafalmente.

Un loor pues, al libro impreso que ha sido capaz de derrotar el empeñoso embate hecho con bytes de Bill Gates quien, lamentablemente, en estos días ha empeorado su fama de no saber lo que dice, ni lo que hizo.

 

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