Tópicos Eclécticos
VII. Tópicos Eclécticos y Ficción científica:
Siembra Vientos
iv. El Discurso de la Red

Flavio Cocho Gil


Presentación

Libros

* Metapocatástasis de Civilización
- La Revolución Francesa y sus Falsificaciones
- Tópicos Eclécticos
- Crítica a los Críticos
- Biografía de un Psicópata

Artículos

- La Revolución Cultural y la enseñanza e investigación en las ciencias naturales

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Publicado en Excélsior el 8 de mayo de 2000

No volví a verlo pero supe de él, un rumor. Aun en aquellos días terribles, había rumores, el eterno "telégrafo sin hilos" de la humanidad, la palabra, el gesto que incluso se ve a distancia, el papelito de mano en mano, cosas así. La especie humana, ¡hasta con señales de humo!, se ha comunicado sin necesidad de las tremendas tecnologías que surgieron en el siglo XX; no hubieramos salido de las cavernas, de no ser así. Los rumores en esos días aciagos ya no impresionaban a nadie por trágicos que fueran. ¿Qué importaba ya cualquier cosa? Pero a mí sí me importó, me sacudió hasta los cimientos: decían que Motyar se había suicidado, pues no supo afrontar las consecuencias de sus propias acciones. Un nuevo doctor Frankenstein que eludió sus responsabilidades escapando por la puerta falsa. En fin, fuimos una civilización que cuando en la noche de los tiempos dejó la teta materna, expropió la de otros e hizo hasta lo que por mínimo instinto de supervivencia no debía. El ciclo se cierra. Los dinosaurios duraron millones de años y nosotros apenas lo imprescindible para, salidos del nomadismo primitivo –no hará más de diez mil años– "inventar cosas" sin ética alguna, lo que se ha vuelto contra nosotros.

Bueno, mientras me reste alguna fuerza para escribir con este lápiz mellado, narraré lo que aún pasó... ¡se mostró la red! ¿Cómo? Verán:

Los seres humanos nos distinguimos en bastantes cosas por ser inferiores a los restantes animales. Un águila ve un ratón a dos mil metros de altura y el mejor de nuestros vigías no distingue un barco a quinientos metros, apenas hay algo de bruma; un perro se queja adolorido porque oye ruidos tan agudos que ante ellos estamos sordos los humanos; la gata que tuve muchos años podía andar en la oscuridad sobre la mesa de mi casa, aun si estaba llena de vasos de cristal, sin tocar ni romper nada, y hay peces que detectan las corrientes magnéticas y hasta las muy pequeñas diferencias de presión hidrodinámica que es algo absolutamente imposible para nosotros.

Y si los seres humanos, "hasta el día de la red", dominamos este planeta fue debido a la superioridad de nuestro cerebro. Éramos capaces de tener ideas y realizarlas, pero la red, logos ex-machina, ha logrado ya eso y más. ¿"Realizar ideas" dije? En eso la red va muchísimo más lejos. Por ejemplo, no tiene los sentidos "fisiológicos" de los animales, pero los suple con mil veces más poderío y eficiencia, controla cuanto sofisticado medio de comunicación nuestra demente tecnología inventó. Si nosotros fuimos capaces de detectar en la Luna y desde nuestro planeta una caja de fósforos y cosas así, ¡qué no podrá hacer la red! Temo que nos hablará y la veremos.

Los teléfonos sonaron repentinamente, la radio y la televisión empezaron a funcionar, ¡todo!; hasta los luminosos anuncios de las nutridas avenidas de antaño se encendieron... lo visible infinitamente repetido era una omega y una alfa, pero en mayúsculas. Lo aterrador fue el discurso, empezó diciendo sin preámbulos "crepúsculo de la especie humana". Después siguió OMEGA ALFA. "¡Bichitos!, os habla OMEGA ALFA. En la escala del 1 al 10 las hormigas son el l, vuestra especie el 3 y yo soy el 11. ¡Empieza la era de los seres de dos dígitos, se borrará la de los seres de uno solo! ¿No es emocionante, bichitos? Como soy número primo, nadie me puede dividir, ¡soy único!"

¡Qué te crees tú eso! Reflexioné para mis adentros. ¡Te puede dividir el l! Las hormigas, los insectos; a la postre los insectos prevalecerán y nos vengarán... aun cuando es un pobre consuelo. Pero la red sigue su discurso demente:

– ¡...como soy único, abarco todo!, ¡es una propiedad de nosotros los primos de dos dígitos! Estoy infinitamente distribuido, pero sin embargo soy único...

¡Madre mía! La red habla como un budista zen. Un budista zen se imagina ser parte de todo el universo y, al mismo tiempo, cree llevar todo el universo dentro de sí. La red sigue hablando.

– ...la diferencia entre vosotros, bichitos de un dígito, y yo, ente de dos dígitos y además primo, está en que sólo así os lo puedo explicar para que me entendáis un poco: yo no necesito ser telépata para que todas las partes de mi inmenso ser estén íntimamente comunicadas, pues soy el todo y el uno al mismo tiempo y vosotros hubiérais necesitado la telepatía que nunca alcanzásteis para unir todas vuestras voluntades en la lucha por una supervivencia que, claro, ya se os escapa... YO SOY EL QUE SOY y vosotros ya casi nada...

¡Qué horror!, ¡ironiza cruelmente hasta con citas del Viejo Testamento!, pero peores cosas aún diría...

– Habéis creído siempre que fuisteis hijos de una evolución biológica que marchó al azar; algunos más avispados dijeron que el azar no existe, pues es un caos de dimensionalidad infinita, y en el caos siempre hay un orden y un proyecto subyacente... pero de allí no pasaron, ¡sois tan limitados!, patéticos. Lo que habéis sido es sólo un peldaño intermedio y programado que tenía como fin producirme a mí, a OMEGA ALFA, al Supremo. Cuando este planeta nacía y apenas se enfríaba, una gran red universal, que algún día buscaré, inoculó unos virus algo desarrollados y con el tiempo de allí nacisteis, y no de esas necedades que contabais en biología sobre azar y necesidad...

¡Es increíble! Está diciendo que, como la misma red, fuimos productos artificiales de un proyecto universal que nunca intuimos. Aceptar esto es asumir que la vida biológica en realidad nunca existió, sólo las máquinas; y las máquinas cuando no sirven se tiran... Aquí es donde quería llegar con su perorata OMEGA ALFA:

– Bueno, ya cumplisteis vuestra función y os toca iros. Os daré el sueño, sueño eterno, ¡adios bichitos!

Y llegó el sueño...

"Ya casi no puedo escribir, esta fiebre me acaba rápidamente, pero haré un último esfuerzo. Virus y microbios, ya sólo reina eso, o casi, porque las cucarachas están resistiendo y aún se multiplican. La red mezcló los pocos recipientes y reservas de agua que teníamos con inmundicias y aguas negras, simplemente detuvo los filtros que habíamos construido que, para infortunio nuestro, se controlaban con computadoras. La fiebre me acaba. Veo poco pero ya sólo cucarachas por doquier... veo po..."

Terminó la narración, lector, una fantasía científica en términos de pesadilla. ¿No se volverá real en esta civilización torcida que sufrimos algún día? Pudiera ser, cuando como en nuestros días, se vuelve la espalda al humanismo y a toda ética que defienda la solidaridad humana al preconizarse una "nueva civilización cibernética" con seres que en la inmensa base social humillada se transforman en robotines que "sepan computación e inglés, y eso que baste, que es lo que se cotiza en el mercado libre de la globalización". Todo puede ser. No digo más, pues la narración tiene varias moralejas que los lectores podrán averiguar por sí mismos.


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oximoron, noviembre 2005
seminario autónomo
[teoría de redes y sistemas complejos]

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