Tópicos Eclécticos
I. Superconductividad

Flavio Cocho Gil


Presentación

Libros

* Metapocatástasis de Civilización
- La Revolución Francesa y sus Falsificaciones
- Tópicos Eclécticos
- Crítica a los Críticos
- Biografía de un Psicópata

Artículos

- La Revolución Cultural y la enseñanza e investigación en las ciencias naturales

en PDF 135 kb

Descarga el
artículo (135 kb)

-

Novedades anteriores

i.- ago-sept 03
ii- jul-ago 03
iii- jun-jul 03


Mensajes

i- 15.jul.05


Publicado en Excélsior el 18 de noviembre de 2000

Ante mí tengo un viejo libro de física, Theory of Superconductivity de Schrieffer de la Universidad de Pensilvania. Sofisticado conceptualmente y muy matematizado, poco accesible a los neófitos. ¿Por qué fui a dar hoy a su lectura? Bueno, lo tenía por ahí arrumbado en algún lugarde mi caótica biblioteca y por casualidad lo abrí, leí algunas frases de su introducción... Nada nuevo que no supiera desde hace años, pero esta vez me llamaron la atención ciertas frases: "En un material superconduciendo una fracción finita de los electrones, en un sentido real, se condensan en una 'macromolécula' que es capaz de moverse como un todo. Las propiedades de conjunto de los superconductores son, por ejemplo, diamagnetismo perfecto, cero resistencia eléctrica a corrientes directas ...El fluido (si este es el caso) superconductivo no puede soportar flujo rotacional" (esto es, actúa como un fluido ideal que no disipa energía, ¿cómo podría hacerlo si no ofrece resistencia alguna a corrientes eléctricas ni campo magnético alguno lo penetra?) Las tres frases anteriores no tienen fórmulas, pero conceptualmente se le atraviesan y vuelven incomprensibles a todo mortal que no tenga una adecuada formación en física, ¡vivimos en una civilización en donde cada uno habita en su rincón y parcela cultural, desconociendo todo lo demás! Voy pues a tratar de hacer claro lo anterior echando mano de analogías de la vida social cotidiana... Vamos para allá:

En la egoísta civilización que vivimos, cada uno de nosotros tira para su lado e intereses, somos como "electrones libres". Un buen día esa civilización que nos encuadra, por contradicciones internas que han ido creciendo en ella, pierde consistencia y así capacidad de dominarnos, "se entría", y entonces nosotros los "electrones libres" nos comunicamos bien entre sí y actuamos al unísono como una "macromolécula que actúa como un todo", como en una manifestación en donde la suma de individuos acoplados se transforma en un ente llamado masa en acción... La masa social se ha vuelto "superconductiva". ¡Eh, sí!, incluso porque una multitudinaria manifestación con todos unidos no la para nadie, "no encuentra resistencia eléctrica", actúa pues como un ideal por sí misma. Por supuesto, el medio externo, la civilización imperante, trata de penetrar y ejercer influencia -envía sobre la manifestación su "magnetismo social"- pero no logra penetrarla, es "diamagnética"...

Bueno, lo anterior es sólo una analogía social... ¿Sólo una analogía? ¡Quién sabe!

Pero, ya que estamos en esto de las analogías, soñemos a la manera de un Isaac Asimov con ficciones científicas y vayamos a la biología, a la vida y sus bemoles.

Hace 4,500 millones de años se formó nuestro planeta Tierra y durante muchísimos años, antes de enfriarse, permaneció a temperaturas tan terriblemente altas que impedían bioquímicamente todo intento de formación de vida... pero aun así sabemos que ya hace 3 mil millones de años existían bacterias e incluso células vegetales hará unos 3,500 millones de años. ¡Apenas enfriada la Tierra ya existían células, con su compleja pared celular y todos sus chirimbolos dentro!... No pudo haber habido tiempo, "tiempo con temperaturas moderadas", para su formación. La moraleja es obvia: "vino del espacio exterior ya parte de la vida organizada, una previda, y arrancó entonces el proceso de origen de la vida apenas poco antes de hace 3,800 millones de años. Esto resuelve el problema del "tiempo necesario en el origen de la vida"... Hasta aquí ideas que empiezan a ser ya no ficción científica sino opinión científica dominante, pero sigo: esa "previda ya bastante bien organizada" que vino a la Tierra, ¿cómo pudo viajar y sobrevivir en el espacio exterior que sabemos está a esa temperatura terriblemente baja que son los 2.7 grados Kelvin? Aquí viene la ficción científica: "¡Elemental, Mr. Watson!, a muy bajas temperaturas existe la superconductividad, la previda viajó en estado superconductivo, ello le permitió diamagnéticamente ser inmune a cualquier influencia electromagnética externa durante su periplo a la Tierra".

Pero, ¿cómo no se quemó todo ante el tremendo calentamiento que implica atravesar la atmósfera terrestre?... pues porque se queman los aerolitos que ingresan a alta velocidad, pero también una lluvia de polvo que cayó suavemente llegó, por ejemplo, al mar.

Bien, vayamos a otra ficción, a la Asimov, coherente con la anterior:

Los estudiosos del origen de la vida se estrellan ante un problema mayor: "sin pared celular no hay células, ¿cómo se formó la pared celular?, y ya que estamos en esto yo añado de mi cosecha, ¿por qué sigue existiendo la pared celular?

¡Va la alucinada ficción!: "¡Elemental, Mr. Watson!, porque, como herencia del espacio exterior del que llegó, es superconductiva... resiste todo". ¿Superconductividad a la temperatura ambiente, digamos a 27 grados centígrados? ¡Qué absurdo!.. pero ya, fuera de la ficción, no tanto: hace más de tres décadas existían ya trabajos científicos mostrando que la pared celular de las neuronas es superconductiva, no se habla ya mucho de ello pero tampoco se ha desmentido su validez. Y a partir de lo anterior, sí iremos a la calenturienta analogía de ficción científica: "la memoria en el cerebro humano, que nos dura muchas décadas aun sí al envejecer se nos anquilosa y distorsiona, se sustenta en flujos (eléctricos, bioquímicos) de circuitos neuronales cerrados y superconductivos... por eso aguantan tanto y tanto tiempo duran", ¡la memoria es un fenomeno de superconductividad! Y, ya puestos a decir locuras, quizá en la evolución y bifurcación de las especies, por ejemplo, entre los primates al diferenciarse redes neuronales aparentemente "estructuralmente similares", la superconductividad jugó su papel...

En fin, dejemos los laberintos de la ciencia, ¡hay una infinidad!, y volvamos a las analogías con el humanismoy las ciencias sociales que bien nos hablan, en concreto, del mundo en el que vivimos y sufrimos a ras de tierra. Como seres humanos, "vivos y coleando", mucho nos importa eso.

Parto de una experiencia intelectual propia: durante más de dos años estudié en detalle, examinando documentos e incluso facsímiles originales, lo que en realidad fue la falsificada oficialmente Revolución Francesa. Infinidad de cosas influyeron en ella, pero hubo un motor fundamental, el cambio cultural. Durante la segunda mitad del siglo XVIII se clavó en la conciencia de los franceses de los centros urbanos, y ante todo y sobre todo en París, la concepción de Rousseau de que "el ser humano ha de ser ciudadano y entonces ser natural, esto es, tanto en su vida pública como privada íntegro, vertical y transparente, como los antiguos romanos". Era la antítesis de la artificial corte de Luis XVI y sus petimetres de Versalles. Esta ideología arraigó ante todo en los dirigentes revolucionarios y arrastró detrás, como una "macromolécula social" que actuaba como un todo, al pueblo de París... Hubo "cambio histórico, de fase", Revolución, que venció toda resistencia interna y fue impenetrable a la influencia extranjera (Inglaterra, Prusia, Austria e incluso España). Buen ejemplo, creo, de superconductividad social.

Voy ahora, como analogía, a una extraña experiencia ecléctica, pues echa mano de lo que viví y también de lo que no viví. Verás, lector:

En el centro universitario donde temporalmente estuve hace unos diez años un buen amigo mío, filósofo, me dijo un día: "el laboratorio de un filósofo es el lenguaje, pero el que necesitamos hoy, para que surja una nueva concepción del mundo, es la que nazca de las experiencias del pueblo". Pensé muchas veces en esas palabras, recordé a Herbert Marcuse y su hombre unidimensional, una feroz crítica no sólo contra la actual civilización sino ante todo contra el autoritarismo de no importa qué signo ideológico... Marcuse se hizo eco del rechazo de las nuevas generaciones al mundo actual. El mensaje incendió, unió estudiantes en toda Europa... En su nombre, actuando al unísono, el estudiantado francés se volvió "macromolécula superconductiva" y vino el mayo de 1968, ¡por poco allí termina la civilización capitalista! Mientras duró, venció toda resistencia interna en Francia y se hizo impermeable a las "voces conciliatorias" (socialdemocracias y 'socialismos reales') que venían de lo externo.

Casi tendríamos que decir, llegados aquí, que todo movimiento social que aspire a cambiar un mundo tiene que ser superconductivo, o no va a ninguna parte. Sin embargo, la moraleja de todo este muy ecléctico artículo se me antoja transparente: cambiar una civilización amerita como condición necesaria (la suficiente es el consecuente accionar concreto) unificar multi y superconductivamente todas las regiones culturales, sólo así puede nacer una conciencia social crítica que mire hacia el mañana. Una nueva cultura iconoclasta, que derribe tabúes y dogmas y separaciones intelectuales absurdas, en un accionar como en Fuente Ovejuna, todos a una.



[ << índice - - siguiente >>]



oximoron, noviembre 2005
seminario autónomo
[teoría de redes y sistemas complejos]

http://www.geocities.com/diesonne_2k/index.html

Hosted by www.Geocities.ws

1