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Porqu� soy un destino

1

Yo conozco mi destino. Un d�a mi nombre ir� unido a algo formidable: el recuerdo de una crisis como jam�s la ha habido en la tierra, el recuerdo de la m�s profunda colisi�n de conciencia, el recuerdo de un juicio pronunciado contra todo lo que hasta el presente se ha cre�do, se ha exigido, se ha santificado. Yo no soy un hombre: yo soy dinamita. Y a pesar de esto, estoy muy lejos de ser un fundador de religiones. Las religiones son cosa de la plebe. Tengo necesidad de lavarme las manos, despu�s de haber estado en contacto con hombres religiosos... Yo no quiero �creyentes�; creo que soy demasiado maligno para creer en m� mismo. Yo no hablo jam�s a las masas... Tengo un miedo espantoso de que alg�n d�a se me declare santo. Se adivinar� la raz�n por la que yo publico este libro antes, tiende a evitar que se cometan abusos conmigo. Yo no quiero ser tomado por un santo; preferir�a que se me tomara por un buf�n... Quiz� soy un buf�n... Y a pesar de esto �o mejor, no a pesar de esto, pues hasta ahora no hay nada m�s embustero que un santo�, a pesar de esto, la verdad habla en m�. Pero mi verdad es t e r r i b l e, pues hasta el presente, lo que ha sido llamado verdad es la mentira. -Transmutaci�n de todos los valores: he aqu� mi f�rmula para un acto de suprema autognosis de la humanidad, acto que en m� se ha hecho carne y genio. Mi destino ha querido que yo fuera el primer hombre decente; ha querido que yo me ponga en contradicci�n con miles de a�os. Yo fui el primero en descubrir la verdad, por el hecho de que yo fui el primero en sentir -en oler- la mentira como mentira... Mi genio se encuentra en mis narices. Yo contradigo como jam�s se ha contradicho, y, sin embargo, soy lo contrario de un esp�ritu que dice no. Yo soy un alegre mensajero como no lo ha habido nunca, y conozco tareas que son de tal altura, que el concepto ha faltado hasta el presente. S�lo a partir de m� existen de nuevo esperanzas. Con todo esto, yo soy tambi�n necesariamente el hombre de la fatalidad. Pues cuando la verdad entra en lucha con la mentira milenaria tendremos conmociones como jam�s las hubo, una convulsi�n de temblores de tierra, un desplazamiento de monta�as y de valles, tales como nunca se han so�ado. La idea pol�tica quedar� entonces completamente absorbida por la lucha de los esp�ritus. Todas las combinaciones de poderes de la vieja sociedad habr�n saltado por los aires, porque todas estaban basadas en la mentira. Habr� guerras como jam�s las hubo en la tierra. Solamente a partir de m� existe en el mundo la gran pol�tica.

 

2

�Se quiere una f�rmula de semejante destino hecho hombre? La encontraremos en mi Zaratustra.

-Y quien quiera ser un creador en el bien y en el mal en verdad, �se tiene que ser primero un aniquilador y quebrantador de valores.

Por eso el supremo mal forma parte de la bondad suma; pero �sta es la bondad creadora.

Yo soy, con mucho, el hombre m�s terrible que hubo jam�s; lo que no quita que llegue a ser el m�s ben�fico. Conozco la alegr�a de aniquilar en un grado que est� conforme con mi fuerza de aniquilar. En los dos casos obedezco a mi naturaleza dionis�aca, que no sabr�a separar el hacer no del decir s�. Yo soy el primer inmoralista. Por esto soy el aniquilador par excellence.-

 

3

Nunca se me ha preguntado, se me habr�a debido preguntar lo que significa, en boca del primer inmoralista, el nombre Zaratustra; pues lo que constituye la inmensa singularidad de este persa en la historia es precisamente lo contrario de esto. Zaratustra fue el primero en advertir, en la lucha entre el bien y el mal, el verdadero mecanismo en el juego de las cosas. La transposici�n de la moral en la metaf�sica, de la moral considerada como fuerza, como causa y como fin en s�, es obra suya. Pero esta cuesti�n podr�a en el fondo ser considerada ya como una respuesta. Zaratustra cre� ese error, el m�s fatal de todos, la moral; por consiguiente, debe tambi�n ser el primero en reconocer su error. No solamente posee aqu� una experiencia m�s larga y m�s profunda que otros pensadores �toda la historia no es otra cosa que la refutaci�n por la experiencia de las afirmaciones relativas al "orden moral"�; pero, y esto es lo m�s importante, Zaratustra es m�s ver�dico que cualquier otro pensador. Su doctrina, y s�lo su doctrina, presenta la veracidad como virtud suprema; -esto significa lo contrario de la cobard�a del idealista, que, frente a la realidad, huye; Zaratustra tiene en su cuerpo m�s valent�a que todos los dem�s pensadores juntos. Decir la verdad y disparar bien con flechas, es la virtud persa. �Se me comprende?... La autosuperaci�n de la moral por veracidad, la autosuperaci�n del moralista en su ant�tesis, es decir, -en m�-, es lo que significa en mi boca el nombre de Zaratustra.

 

4

En el fondo la palabra inmoralista encierra para m� dos negaciones. Yo soy todo lo contrario, por una parte, de un tipo de hombre que hab�a sido considerado hasta el presente como el tipo superior, el hombre bueno, ben�volo, caritativo; por otra parte, soy todo lo contrario de una especie moral que ha adquirido importancia, que ha llegado a ser poderosa como moral en s�: la moral de la d�cadence; para expresarme de una manera m�s precisa, la moral cristiana. L�cito me ser� considerar la segunda contradicci�n como la m�s decisiva, en vista de que la sobrestimaci�n de la bondad y de la benevolencia, vistas las cosas a grandes rasgos, aparece ya como un resultado de la d�cadence como s�ntoma de debilidad, como incompatible con una vida ascendente y que dice s�: negar y aniquilar son condiciones del decir s�. -Ante todo, me detengo en la psicolog�a del hombre bueno. Para evaluar lo que vale un tipo de hombre, es preciso calcular lo que cuesta su conservaci�n, hay que conocer sus condiciones de existencia. La condici�n de existencia del hombre bueno es la mentira. Para expresarme de otro modo, es el no-querer-ver, a ning�n precio, como est� constituida en el fondo la realidad. No est� hecha para invitar constantemente a obrar a los instintos ben�volos y a�n menos para permitir la intervenci�n de manos miopes y bonachonas. Considerar en general las situaciones de peligro de toda clase como una objeci�n, como algo que es preciso suprimir, es la niaiserie par excellence, una tonter�a que puede provocar verdaderas cat�strofes si se juzgan las cosas desde arriba, una fatalidad de reba�o, tan de reba�o como lo ser�a la voluntad de suprimir el mal tiempo, por ejemplo, por compasi�n hacia las pobres gentes. En la gran econom�a general, los elementos terribles de la realidad (en las pasiones, en los deseos, en la voluntad de poder) son necesarios en una medida incalculable, mucho m�s que esa forma de felicidad mezquina que se llama bondad. Hay que ser incluso indulgente para conceder un puesto a esta �ltima, en vista de que tiene por condici�n la mentira de los instintos. Ya tendr� ocasi�n de demostrar las inquietantes consecuencias m�s all� de toda medida que puede tener para la historia entera el optimismo, es creaci�n de los homines optimi. Zaratustra el primero en comprender que el optimista es tan d�cadent como el pesimista, y quiz� m�s da�ino, dice: Los hombres buenos no dicen nunca la verdad. Falsa costas y falsas seguridades os han ense�ado los buenos, en mentiras de los buenos hab�is nacido y hab�is sido cobijados. Todo est� falseado y deformado hasta el fondo por los buenos. Felizmente, el mundo no est� creado sobre instintos tales que cabalmente s�lo el bonach�n animal de reba�o encuentre en �l su estrecha felicidad; exigir que todo se convierta en �hombres buenos�, animal de reba�o, ojiazul, ben�volo, �alma bella� -o, como lo desea el se�or Herbert Spencer, altruista, significar�a privar al existir de su car�cter grande, significar�a castrar a la humanidad y reducirla a una m�sera chiner�a. �Y se ha intentado hacer esto!... Precisamente a esto se lo ha llamado moral... En este sentido, Zaratustra llama buenos unas veces �los �ltimos hombres�, otras el �comienzo del fin�; ante todo, los considera como la especie m�s nociva de hombres, en vista de que imponen su existencia, tanto al precio de la verdad como al precio del porvenir.

Los buenos en efecto, -no pueden crear: son siempre el comienzo del final:-

crucifican a quien escribe nuevos valores sobre nuevas tablas, sacrifican el futuro a s� mismos, - �crucifican todo el futuro de los hombres!

Los buenos - han sido siempre el comienzo del final.

Y sea cuales sean los da�os que los calumniadores del mundo ocasionen: �el da�o de los buenos es el da�o m�s da�ino de todos!

 

5

Zaratustra, el primer psic�logo de los hombres buenos, es, por consiguiente, un amigo de los malvados. Cuando una especie decadente de hombres ha ascendido en categor�a al rango de la especie m�s alta, no ha podido elevarse de este modo sino en detrimento de la especie contraria, la especie fuerte y vitalmente segura de hombre. Cuando la bestia del reba�o irradia en la claridad de la virtud m�s pura, el hombre de excepci�n se siente forzosamente degradado a la categor�a de malvado. Cuando la mentira reclama a cualquier precio, para su �ptica, la palabra �verdad�, el hombre verdaderamente ver�dico se encuentra designado con los peores nombres, Zaratustra no deja aqu� ninguna duda: dice que lo que le ha inspirado el terror del hombre es el conocimiento de los hombres buenos, de los "mejores"; de esta repulsi�n le han nacido alas, �para volar lejos hacia porvenires lejanos�. No oculta que su tipo de hombre, un tipo relativamente sobrehumano, es sobrehumano precisamente con relaci�n a los hombres buenos; que los buenos y los justos llamar�an demonio a su superhombre....

Hombres superiores que mis ojos encuentran, esta es la duda que me inspir�is y mi secreta risa: adivino lo que llamar�is a mi superhombre: �demonio! Sois tan ajenos a la grandeza en vuestra alma que el superhombre os parecer� "terrible" en su bondad...

De este pasaje y no de otro hay que partir para comprender lo que  Zaratustra quiere: esa especie de hombres que �l concibe, ve la realidad tal como ella es: es bastante fuerte para ello. no es una especie de hombre extra�ada, alejada de la realidad, es la realidad misma, encierra todav�a en s� todo lo terrible y problem�tico de esta, s�lo as� puede tener el hombre grandeza...

 

6

Pero, tambi�n en otro sentido, yo he escogido la palabra inmoralista como insignia y emblema de m� mismo. Estoy orgulloso de tener esta palabra para distinguirme de la humanidad entera. Nadie ha sentido todav�a la moral cristiana como algo que se encuentra por debajo de �l; para esto hacia falta una altura, una perspectiva, una profundidad y una hondura psicol�gicas absolutamente inusitados hasta ahora. La moral cristiana ha sido hasta el presente la Circe de todos los pensadores; todos ellos se pusieron a su servicio. �Qui�n, pues, antes que yo ha descendido a las cavernas donde brota el aliento emponzo�ado de donde brota esta especie de ideal, �la difamaci�n del mundo!-? �Qui�n se atrevi� siquiera a sospechar que �stas eran cavernas? �Qui�n antes que yo fue entre los fil�sofos un psic�logo, y no lo contrario de un psic�logo, un �charlat�n superior�, un �idealista�? Antes de m� no ha habido psicolog�a. - Ser en este punto el primero puede constituir una maldici�n; pero en todo caso es un destino, pues se es tambi�n el primero en despreciar... La nausea por el  hombre: he ah� mi peligro...

 

7

�Se me ha entendido? Lo que me delimita, lo que me pone aparte del resto de la humanidad, es haber descubierto la moral cristiana. Por esto yo ten�a necesidad de una palabra que poseyese el sentido de un reto lanzado a todo el mundo. No haber abierto antes los ojos en este punto es para m� la m�s grande suciedad que la humanidad tiene sobre su conciencia, el enga�o de s� mismo hecho instinto, la voluntad de no ver por principio ning�n acontecimiento, ninguna causalidad, ninguna realidad, un fraude in psychologicis que llega hasta el crimen. La ceguera ante el cristianismo es el crimen par excellence: el crimen contra la vida. Los milenios, los pueblos, tanto los primeros como los �ltimos, los fil�sofos y las viejas �exceptuados cinco o seis instantes de la historia, yo como el s�ptimo� son en este punto dignos los unos de los otros. El cristianismo ha sido hasta al presente el �ser moral� por excelencia, una curiosidad sin ejemplo, y, en cuanto �ser moral�, ha sido m�s absurdo, m�s mendaz, m�s vano, m�s ligero, m�s perjudicial a s� mismo que lo que podr�a imaginar en sus sue�os el m�s grande despreciador de la humanidad. La moral cristiana �la forma m�s maligna de la voluntad de mentira� es la aut�ntica Circe de la humanidad, es la que la ha corrompido. No es el error en cuanto error, lo que me espanta ante este espect�culo; ni la milenaria ausencia de �buena voluntad�, de disciplina, de decencia, de valent�a en las cosas del esp�ritu que se deja adivinar en la victoria de esta moral; - �es la falta de naturaleza, es el hecho espantoso de que la contranaturaleza misma ha recibido los honores supremos bajo el nombre de moral, y haya estado suspendida, sobre la humanidad como su ley, como su imperativo categ�rico!... �Equivocarse hasta este punto, no en cuanto individuos, no en cuanto pueblos, sino en cuanto humanidad!... Que se ense�ase a despreciar los instintos primer�simos de la vida; que se fingiese mentirosamente la existencia de un �alma�, de un �esp�ritu�, para arruinar el cuerpo; que se aprendiese a ver una cosa impura en el presupuesto de la vida, en la sexualidad, que se buscase el principio del mal en la m�s honda necesidad de desarrollarse, en el ego�smo riguroso -( - ya la palabra misma es una calumnia! - )-; que por el contrario, en el signo t�pico de la degeneraci�n y de la contradicci�n de los instintos, en el �desinter�s�, en la p�rdida del centro de gravedad, en la �despersonalisaci�n�  y en el �amor al pr�jimo� (vicio del pr�jimo), se quiere ver el valor superior, �qu� digo?, el valor en s�... �C�mo? �La humanidad misma estar� en d�cadence? �Lo estuvo siempre? Lo que es cierto es que jam�s le han presentado m�s que valores de d�cadence bajo el nombre de valores superiores. La moral de la renuncia a s� mismo es por excelencia la moral de decadencia par excellence, el hecho �yo perezco�, traducido en el imperativo: �todos vosotros deb�is perecer�, �y no solamente en el imperativo!... Esta �nica moral que se ha ense�ado hasta el presente, la moral de la renuncia a s� mismo, delata una voluntad de final, niega en su �ltimo fundamento la vida. -Aqu� subsiste una posibilidad: no es la humanidad lo que est� en degeneraci�n; es �nicamente esta especie parasitaria de hombres, la especie de los sacerdotes que por el mundo, vali�ndose de la mentira, han llegado a elevarse a la calidad de �rbitros para la determinaci�n de los valores, han encontrado en la moral cristiana un medio de apoderarse del poder. Y, de hecho, m� visi�n es �sta: los maestros, los conductores de la humanidad fueron todos ellos te�logos, fueron tambi�n todos ellos d�cadents: de aqu� nace la transmutaci�n de todos los valores en una enemistad contra la vida, de aqu� nace la moral... Definici�n de la moral: la moral es la idiosincrasia de los d�cadents con la intenci�n oculta de vengarse de la vida, y esta intenci�n ha sido coronada por el �xito. Yo atribuyo mucho valor a esta definici�n.

 

8

�Se me ha entendido? Yo no he dicho aqu� ni una palabra que no haya sido dicha, cinco a�os antes, por boca de Zaratustra. La invenci�n de la moral cristiana fue un acontecimiento sin precedente, una verdadera cat�strofe. Quien hace luz sobre ella es una force majeure, un destino, - divide la historia de la humanidad en dos pedazos. Se vive antes de �l, se vive despu�s de �l ... El rayo de la verdad ha ca�do sobre lo que hasta ahora hab�a estado en m�s alto lugar. Que el que comprenda lo que ha sido destruido por �l, mire si le queda a�n algo entre las manos. Todo lo que hasta el presente ha sido llamado verdad est� hoy desenmascarado como la mentira m�s peligrosa, la m�s p�rfida, la m�s subterr�nea; el pretexto sagrado de hacer a los hombres �mejores� aparece como un ardid para agotar la vida misma, para hacerla an�mica chupandole la sangre. La moral como vampirismo... El que descubre la moral ha descubierto, al mismo tiempo, el no-valor de todos los valores en los cuales se cree o en los cuales se cre�a. No ve nada ya de venerable en los tipos m�s venerados de la humanidad, en los que han sido canonizados; ve all� la forma m�s fatal especie de engendros, fatales porque han fascinado... �El concepto de �Dios� ha sido inventado como antinomia de la vida; en �l se resume, en una unidad espantosa, todo lo que es da�ino, venenoso, calumniador, la entera hostilidad a muerte contra la vida! El concepto del �m�s all�, del �mundo verdadero�, no ha sido inventado m�s que para despreciar el �nico mundo que existe, para no conservar ya a nuestra realidad terrenal ninguna meta, ninguna raz�n, ninguna tarea. �El concepto de �alma�, de �esp�ritu�, y, en fin de cuentas, tambi�n el de �alma inmortal�, ha sido inventado para despreciar el cuerpo, para hacerlo enfermar -hacerle �santo�-, para contraponer una ligereza horrible a todas las cosas que merecen ser tomadas en serio en la vida: las cuestiones de alimentaci�n, de alojamiento, de r�gimen intelectual, los cuidados a los enfermos, la limpieza, el clima! �En vez de la salud, la �salud del alma�, quiero decir una folie circulaire que va desde las convulsiones de la penitencia hasta la histeria de la redenci�n! �El concepto de �pecado� ha sido inventado al mismo tiempo que el instrumento de tortura que la completa, el �libre arbitrio�, para extraviar los instintos, para hacer de la desconfianza para con los instintos una segunda naturaleza! En el concepto de �desinteresado�, de �negador de s� mismo�, encontramos el verdadero emblema de d�cadence, el quedar seducido por lo nocivo, el ser-incap�z-ya-de-encontrar-el-propio-provecho, la destrucci�n de nosotros mismos, han llegado a ser cualidades, son el �deber�, la �santidad�, la �divinidad� en el hombre. Por �ltimo �y esto es lo m�s horrible�, en el concepto de hombre bueno, nos declaramos a favor de todo lo que es d�bil, enfermo, malogrado; a favor de todo lo que sufre de s� mismo, de todo lo que debe perecer -, invertida la ley de la selecci�n, convertida en un ideal la contradicci�n del hombre orgulloso y bien constituido, del que dice s�, del que est� seguro del futuro, del que garantiza el futuro - hombre que ahora es llamado el malvado... �Y todo esto fue cre�do como moral! - Escrasez l'infame!

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