Mensaje
recibido en Talavera de la Reina, a través de
José-Luis
Manzano García
- el día 13 de Abril, de
1995.
-
Jueves Santo
-
El Hermano: La Paz del
Señor es con todos vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Hermano.
El Hermano: Ave
María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
El Hermano:
La noche también siente el dolor y la amargura, está
triste.
Jesús es entregado por amar al hombre, por perdonar al
hombre, por entregar todo su amor por todos. Por demostrar que Él es
el Hijo de Dios.
¿Acaso es un delito?
Pero Él se siente triste y
su llanto cae con fiereza sobre el suelo:
-
”Padre mío, si es de Tí, que pase de mí
este cáliz, pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya.”
- ”Tomad
y comed todos de él, porque éste es mi Cuerpo y mi Carne que
será
entregado por todos vosotros. Tomad y bebed todos, porque ésta
es mi Sangre, que será derramada por
todos vosotros.”
Grande es el misterio, y grande es el amor que guarda ese hombre que
ya ha terminado de orar en el huerto de los olivos y que se dispone
a ser entregado para redimir al hombre:
- ”¿Con
un beso entregas a tu Maestro?”
- ”Pedro, envaina tu espada, porque el que
a hierro mata a hierro muere.”
- ”Estoy
sólo, todos me han abandonado, el temor y el miedo se ha
apoderado de todos ellos y me
encuentro sólo, pero mi amor hacia
ellos hace mi fuerza inmensa”.
-
”¿Acaso
tú eres el Hijo de Dios?” ”Tú lo has
dicho”.
Palabras que vuelven a resonar una y otra vez y que para muchos ya
no tienen significado. El hombre bueno, el que todos los niños
quieren, el que los mayores respetan, aunque siempre haya burlas, está
dispuesto a entregar su propia vida por todos vosotros. He ahí su
grandeza. He ahí su amor.
Y a lo lejos,
muy cercano a Él, hay alguien que se prepara para recibir la triste
noticia: ”¡María, tu Hijo ha sido entregado!”
Ella ya sabía todo esto, pero su corazón no quería creerlo. Su amado Hijo ha sido entregado y el hombre se lo arrebata de sus
brazos.
Ella sabe que el dolor está presente y en esta noche es cuando
empieza. En estos momentos queridos hermanos, se vuelve a repetir la
triste noticia:
- ”¡Tu Hijo ha sido entregado!”
El llanto humano y la amargura
interior ya se hacen sentir en Ella. No hay ningún grito, solo dolor,
angustia y llanto.
Sale aprisa, se dirije para ver si puede ver a su
Hijo y prestarle toda su ayuda, todo su consuelo, darle su amor.
Pero el hombre, la maldad del hombre también querrá
arrebatar el amor de la Madre y en esta angustia y en este dolor les
tendrá apartado el uno del otro. Solo Él sentirá la Luz del Padre
Celestial, mientras Ella con paciencia y con dulzura sabe pedir perdón
por cada uno de ellos, por todos ellos en sí.
Esta
historia se repite una y otra vez, pero Él se siente triste, muy
triste.
Yo hoy he oido unas palabras que se han quedado muy dentro,
muy dentro de Mí. Quiero compartirlas con todos vosotros, porque son
unas palabras dichas con sabiduría que tampoco entenderéis:
"Hoy, porque es
JUEVES SANTO
habéis acudido
aquí, a escuchar
algo nuevo. También hay vigilias los viernes,
sábados y domingos.
¿Dónde estáis entonces pues?, porque Yo no os he
visto. Aquí he
estado esperándoos una y otra vez y solo han acudido
aquéllos que
aman de verdad".
El Maestro:
¿Qué os he hecho Yo hijos
míos...? ¿Qué os he hecho Yo hijos míos?
Hoy queréis venir a escuchar mi angustia. También los otos días son
especiales para Mí, y me tenéis abandonado y hoy por ser un día de
dolor, creéis que podéis consolarme.
¡Ay!, amados hijos, os engañáis a vosotros mismos. Os quisiera ver tantas veces en este mismo lugar a todos
presentes, como tantas veces vosotros me habéis escuchado a Mí. No querráis demostrar al hombre nada, demostrádmelo a Mí, porque en
este momento mi angustia se repite.
Creía hijos míos, que fuísteis amigos, tendísteis vuestros
brazos y cerrásteis vuestros puños. ¿Qué os he hecho Yo hijos míos, qué os he hecho Yo?
El hombre
quiere atrapar y tapar mi amor y mi dulzura, pero ni la muerte podrá
con ello, porque lo que es de DIOS siempre perdura, como mi nombre. Nadie, nadie sabe lo que tú sufres en estos días.
Y digo nadie,
porque tú también estás en esta historia. Solo he venido a despedirme
de vosotros y de tí. He venido a deciros que al tercer día volveré
con GLORIA para llenaros de amor y que aunque vuestro miedo y vuestro
temor haya hecho que me encuentre sólo, Yo he sido capaz de volver de
mi propia historia para despedirme con una oración de mis hijos:
«Padre,
ya que Tú todo lo ves, y todo lo oyes, quisiera entregarte
a éstos,
tus hijos, para fortalecer su espíritu en Gloria tuya. Quisiera
entregar sus corazones para que ellos comprendieran cada palabra,
cada
gesto, cada dolor, cada sonrisa. Te entrego a éstos,
tus hijos,
porque ellos han querido escuchar una agonía que en Mí se
repite,
y en Tí a la vez Padre mío.
Y
aquel llanto ha comenzado, y mis manos están atadas con dureza y la
sangre ya comienza a gotear por mis muñecas. Ya que todo se repite y
Yo me
encuentro sólo, dales a ellos fuerzas y que no se entristezcan.
Que
sientan alegría al saber que de nuevo otra vez, el hombre bueno
vuelve
a morir para que el pecado se borre de vosotros. Tuyos son
Padre mío.
Que así sea.»
¡Ay hijos míos! Es algo, lo que vosotros esperábais.
No es bueno
esperar, no hijos míos, en ciertos momentos, solo habéis llegado al
lugar para escuchar la palabra y vuelvo a repetir:
"¿Dónde estáis los demás días.., dónde?"
No os encuentro en este lugar y me encuentro
sólo. Vosotros, cuando os encontráis sólos, ¿no tenéis compañía? ¿Qué os he hecho Yo hijos míos,
qué os he hecho Yo? Padre mío, el dolor comienza a surgir.
El Hermano:
Queridos hermanos: Me gustaría que cada uno de
vosotros pensárais una y otra vez todo lo que Él os ha dicho. Yo
sentiría miedo y vergüenza, porque ha tenido que ser Él, el que os
diga lo que no habéis visto o lo que vísteis y no quisísteis
reconocer.
Sus Apóstoles le han abandonado, y los hombres también. Ahí está ante todos ellos
respondiendo una y otra vez a todas sus preguntas:
- ”Tú lo has
dicho..., tú lo has dicho”.
Sentid
conmigo esa tristeza y también la alegría, porque al tercer día Él
volverá a la misma hora, como de costumbre, para estar con sus hijos.
Amadle, porque ha venido a deciros ”Adiós”.
Es amor lo que Él
tiene hacia vosotros, y Él vuelve a decir:
”¿Qué os he hecho Yo
hijos míos..., qué os he hecho Yo?”
La Madre:
Hijos míos, nadie sabrá nunca el dolor
y la margura que en esta noche comienza para mi amado Hijo y para Mí.
Nunca llegué a correr tanto en esa noche..., en esta noche. Mi alma
iba partida y nunca, nunca había corrido tanto para llegar a dar, a mi
amado Hijo, el consuelo esperado.
Aunque fué poco lo que le llegué a
ver en esta noche. Sus ojos, cuando me miraron, dibujaron el dolor y
dibujaron un amor. Dibujaron un «hasta pronto Madre». Nadie
sabrá nunca el dolor.
¡Ay hijos míos...! He de
marchar a dar el consuelo a Aquél que se siente sólo ante los sumos
sacerdotes. La Iglesia de aquel tiempo fué quien prendió al amado
Maestro, y los hombres fueron quien le arrebataron su propia vida. Meditadlo una y otra vez.
Nadie, digo nadie, hijo mío, sabrá lo que tú sufres en estos
días, porque tú también estás en esta historia, muy lejos..., pero muy
cerca.
Tú sabes muy bien los Misterios, los pensamientos, el
dolor, las palabras, pero para qué contar de nuevo, si todo se volverá a
olvidar. Y esas palabras que Yo quiero repetir: También es noche
de vigilia viernes, sábados y domingos. ¿Dónde estáis entonces? Solo vinísteis a escuchar.
¡Ay hijos míos!, estáis muy
ciegos, por eso el enemigo siempre os engaña. Acompáñame en mi
dolor, acompáñame en mi dolor..., acompáñame en mi dolor hijo mío,
porque tú estarás a mi lado en esta amarga noche.
Adiós hijos
míos.
PUBLICO: Adiós Madre.
El Hermano:
Amados
hermanos, la noche ya comienza a avanzar y la tristeza inunda nuestro
ser; el Cielo, el Paraiso, el Edén está triste, el Gran Maestro va a
morir de nuevo:
”Padre, en tus
manos encomiendo mi Espíritu.”
Palabras que no se olvidarán, como
vosotros no deberíais de olvidar lo escuchado. Sois almas de
conveniencia, no seáis así con Él, porque Él nunca fué así con vosotros,
ni lo ha sido.
Que la Paz del Señor llegue hasta vosotros y que os de
Luz para que sepáis escuchar todo lo que Él esparce para vosotros. Que la Paz quede con vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu
Hermano.
El Hermano: Ave
María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado Concebida.
El Hermano: El Angel
de la Paz se despide de vostros. Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado Concebida.
El Hermano: Adiós
hermano.
PUBLICO: Adiós Hermano.__
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