Mensaje
de la Santísima Virgen María, recibido
a través de José-Luis Manzano García,
en Talavera de la Reina (Toledo).
El día 20 de Mayo de 1990.
LA MADRE: La Paz del
Señor está con todos vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Madre.
LA MADRE: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
EL MAESTRO:
«Una vez más hijo mío, la PRINCESA de
vestiduras blancas y cabello rubio se postró de
rodillas en aquel lugar señalado por el Angel, nadie
creía lo que ella hablaba, pues era lo mismo que alguien ya
había hablado. Invocó a Dios y Dios
hizo su presencia. Nadie lo vió, todos oyeron
un gran rugido, era su Ira.»
«En aquel momento Dios
solo dijo un nombre, el nombre de alguien que EL
había querido tanto en este mundo y que ya estaba a su lado:
El nombre de alguien que había luchado con amor, con sabiduría y
verdad, por levantar el Nombre de ese Dios: el
Dios Yahvé.»
El mundo hijo mío, no sabe entender nuestras palabras. Nuestro tiempo es
diferente al vuestro hijos míos...,
muy diferente.
Hay muchas veces, como esta profecía, en la cual el
hombre piensa que ya ha ocurrido, y no ha
ocurrido aún, pero ocurrirá. En la
cual hijo mío, Nosotros hablamos como si hubiese
pasado, porque para Nosotros ya ha pasado, pero para ellos no.
El hombre no sabe comprendernos, se deja guiar por lo
que ellos llaman su sabiduría, que no es nada hijo
mío.
No hay rey en la tierra que haya sido rey hasta el
final; y al principio, como lo ha sido y lo es el
DIOS YAHVÉ. Escrito está:
«Dichosos aquéllos que me llaman en silencio y
aclaman mi Nombre, porque ellos demuestran que en su
interior está la llama que nunca se apaga. Pobres de
aquéllos que me aclamen en voz viva, porque ellos
piensan que mi Padre escucha, y se escuchan ellos
sólos.»
«Benditos aquéllos que caminan sin
miedo, porque el miedo debilita el alma. Dichosos de
aquéllos que caminan sin mirar lo que han dejado,
porque ellos demuestran que solo miran dónde llegarán.Dichosos
aquéllos que me quieren, porque ellos sepan que
Yo también les quiero.»
«Dichosos aquéllos que se arrepienten de corazón, porque
ellos demuestran que en verdad son mis hijos.»
¡Cuántas veces he visitado a mis hijos en el mundo hijo mío, y me han negado
una palabra! ¡Cuántas veces he llegado a
tantas casas y ellos me han negado su pan y su agua!
- ¿Qué sería de ellos hijo mío, si
cuando llegaran hasta el Padre, Yo les
negara las MORADAS CELESTIALES, y les cerrase las puertas del Paraiso
como lo han hecho conmigo?
¡Cuántas veces he visitado a mis hijos pidiéndoles que así me vistieran, y
me han negado sus vestiduras!
¿Qué sería de ellos si algún día ellos
dijeran: "Yo soy hijo de Jesús", y Yo dijese:
"No te conozco,
márchate?"
Que ellos sepan que nunca lo haré hijo mío, pero...,
lo que ellos hagan con cada uno de éstos,
también lo hacen conmigo:
- «"Dad de comer al
hambriento, y dad de beber al sediento", "vestid al
desnudo", y "encaminad a aquél
que duda". Nadie cumple hijo
mío.»
Aunque Yo me marche, siempre he estado aquí en el
mundo y aún estoy. Mi Espíritu mora junto a
ellos, nunca les he abandonado y
a tí tampoco hijo mío. Tú tienes un recuerdo; ellos no pueden recordar
porque no vienen de otro lugar.
Tú sabes que viviste junto a Mí, ellos que sepan que
también viven junto a Mí, pero son ellos los que no quieren
mirarme:
- «¡Qué alegre me sentiría hijo mío,
si todos ellos se acercasen al Saagrario, donde
estoy encerrado, y con amor me hablasen y me contasen de su alma y su
espíritu!» Pero no, hijo mío:
¡Cuántos de ellos llegan al Sagrario, y no
saben que estoy dentro! Ayúdame tú hijo mío!, tú que sólo me
comprendes. Acércate a mí, y cuéntame como siempre me
has contado.
Dios te ha ayudado y te ayudará siempre hijo mío,
porque lo que tú haces por Dios,
nadie sería capaz de hacerlo.
Por eso Dios te premia, y Dios
tiene su plan para tí, pero nadie..., ¡recuerda!,
nadie podrá cambiar el PLAN que el Padre tenga sobre
tí. Nadie puede con Dios, sólo Dios
puede con ellos.
Ya ha llegado la hora. Adiós
hijos.
PUBLICO: Adiós Maestro.
LA MADRE: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Madre.
EL HERMANO:
Recuerda tú hermano, las palabras del Angel Luchdor:
"Aunque tú te marches de aquí y no estés, estaré
Yo, y nada ocurrirá. Tú cumple, cumple con Dios
y marcha donde EL te diga. Yo estaré aquí y la Reina
también". Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
EL HERMANO: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
PADRE ETERNO: Adiós hijos.
PUBLICO: Adiós Padre.
EL HERMANO: Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
EL HERMANO:
Que la Paz del Señor Yahvé y la fuerza del
príncipe de las almas
quede con vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Hermano.
EL HERMANO: Ave María Purísima.
PUBLICO: Sin pecado concebida.
EL HERMANO:
«Y fué entonces, cuando después de que la PRINCESA
invocase a Dios, y Dios llegase y pronunciase aquel Nombre, la Tierra
entera volvió a recordar el Nombre de aquel soldado y
Guerrero amado por Dios, el
cual ya no estaba en el mundo entre ellos, ya había marchado, y la PAZ que
él había dejado aún permanecía en la
Tierra. Y aquéllos que le descendieron iban
levantando el Nombre por el bien, el cual luchó.»
Ya sabes tú quién amado príncipe. Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano. _
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