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I. OBJETIVO DEL RECUBRIMIENTO (ENTERICA Y NO ENTÉRICA)II.MÉTODOS DE RECUBRIMIENTO |
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III. CAPA ENTERICAIV. FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL TIEMPO DE DESINTEGRACIÓN |
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INTRODUCCIÓN
Las formas posológicas que se administran por la vía oral, presuponen su
aceptación por parte del paciente, lo cual no siempre es cierto. Con
frecuencia, los caracteres organolépticos son los que operan el rechazo. Ya en
la época en que la farmacia se estructura como un arte de perfil propio, se
intentó resolver este problema vehiculizando los fármacos en formas posológicas
dulces, y así los jarabes y elixires ocuparon un sitial de importancia. Con la
aparición de las formas sólidas, especialmente las píldoras, se buscó una
solución a la aceptabilidad por la misma vía de la edulcoración, pidiéndola
prestada al arte de la confitería que, de tiempo inmemorial preparaba golosinas
recubiertas con azúcar.
El comienzo y maduración de todo arte se desarrolla con cierto secreto; de ahí
que no existan referencias exactas sobre la época en que la farmacia comenzó a
emplear en forma sistemática, tales procedimientos. A fines del siglo XIV ya se
manufacturaban “grageas", y en Francia, en el siglo XVII, Derenou, para
compensar el sabor amargo de píldoras y pastillas, las revestía con metales
(oro, plata), y aún hoy queda en el lenguaje español, la expresión “dorar la
píldora". La historia pintoresca del recubrimiento la han relatado, en
forma documentada, Sonnedecker y Griffenhagen. Las coberturas con soluciones de
azúcar y gelatina (por medio de procedimientos semejantes a los que se
utilizaban para lograr almendras confitadas o peladillas) se hicieron comunes
hacia fines del siglo pasado. A comienzos del presente aparecen los
revestimientos capaces de conferir impermeabilización y resistencia al jugo
gástrico, de mayor o menor fortuna, con una base de tolú, queratina, laca, etc.
Hasta 1950, dichos métodos, perfeccionados en mayor o menor medida por
investigadores individuales, tuvieron su vigencia. Son incontables las
publicaciones que relatan variantes más o menos felices, del procedimiento
clásico que, pese a ello, estaba aún rodeado de un halo de secreto y maestría.
Es en ese entonces que se describen, en forma casi simultánea, varias técnicas
que aproximándose al problema desde ángulos totalmente nuevos, pusieron por fin
en movimiento, un renovado interés por esta tecnología para comprimidos y
formas relacionadas (píldoras, pastillas, granulados, cápsulas). Una de ellas fue
el recubrimiento por compresión; otro el que utiliza el método Wurster , que
aplica cubiertas por aspersión de soluciones a los comprimidos en un lecho
fluidizado.
Los adelantos más recientes se refieren a la automatización de las operaciones
llevadas a cabo por los procedimientos anteriores, y a la extensión de la
experiencia ganada en recubrir partículas sólidas -sean de polvos o granulados-
para lograr preparaciones de biodisponibilidad programada.
En el desarrollo de un nuevo fármaco, la decisión de proceder a su cobertura es de gran importancia, y está avalada por el peso de alguna de las siguientes consideraciones:
· Mejorar el aspecto del comprimido. Algunos colores propios de los fármacos o de algún adyuvante, no son gratos, o semejan material alterado. Esto sucede, por ejemplo, con los marrones o carmelitas del regaliz, opoterápicos, sales orgánicas de Fe+2, quiniofón, etc. Igualmente, al mezclar granulados de diverso color en las formulaciones complejas, queda un comprimido micropunteado en colores. Así, un polivitamínico lleva el amarillo de la riboflavina, el blanco de excipientes, tiamina y niacinamida, el marrón de extracto de hígado en polvo, etc. Semejante aspecto es juzgado en forma estulta por quienes no conocen lo que tienen en mano, y lo toman como expresión de una mala manufactura o de descomposición. Para prevenir los estragos de la estolidez se acude a un enmascaramiento por medio de una cobertura.
·
Identificar el
medicamento. Aunque, como ya señalamos en otros capítulos,
formato y color no son guías seguras de identificación, varias circunstancias
de identidad aconsejan el recubrimiento en color. Por ejemplo, toda vez que un
fármaco tiene varias presentaciones
de distinta concentración, todas con el mismo nombre comercial, (cosa común en
psicofármacos), el empleo de colores distintivos ayuda a evitar errores
posológicos que incluso pueden ser fatales. Idéntico criterio priva cuando hay
una presentación pediátrica y otra para adultos.
Existen en el mercado equipos que graban, con letras u otras marcas, la
superficie de los comprimidos recubiertos, agregando así un elemento más de
identificación.
· Facilitar la administración. La superficie suave y deslizante de una gragea permite que pase con facilidad por las gargantas rebeldes; un color atractivo predispone a la ingestión y, de hecho, las vitaminas pediátricas del mercado entre otras, están coloreadas cuando no multicoloreadas, por esta razón.
· Enmascarar un olor o un sabor desagradables. Las sulfonamidas, el cloranfenicol, la quinidina, las tetraciclinas, la metionina y muchos otros fármacos, son de sabor amargo, o bien desagradable en otra dirección (4). Como comprimidos “desnudos” algunas de esas medicaciones son inaceptables o bien, requieren un gran esfuerzo por parte del enfermo para ingerir una segunda dosis. En tales casos, se pesará -análisis por panel degustador- el grado de aceptación para decidir sobre el revestido. Ello importa tanto más, cuanto que como veremos, la cobertura puede Influir en forma desfavorable la biodisponibilidad.
·
Proteger los
componentes. Pese a que una forma sólida compactada como es el
comprimido, donde las incompatibilidades promovidas por el ambiente se reducen
al mínimo, en ocasiones, se deberá proteger en forma adicional contra humedad,
oxigeno, dióxido de carbono, contra la luz, etc. Las sales ferrosas, muchas
vitaminas y fármacos diversos, son oxilábiles, de modo que las cubiertas del
revestido son genuinas protectoras y no meramente decorativas. La clorpromazina,
y en general los fenotiazínicos relacionados, son un buen ejemplo de un fármaco
amargo, oxilábil y que además sufre descomposición actínica, de modo que su
recubrimiento está recomendado por tres razones.
El factor protección se tendrá muy en cuenta en la farmacia de los trópicos y
en la militar
· Prevenir incompatibilidades. En ocasiones, deben contener en una misma forma final, fármacos que son incompatibles entre sí. Es posible, en algunos de esos casos, separar los ingredientes interreaccionantes, ubicando uno en el núcleo o comprimido, y el otro en la cubierta (“laminados”).
· Lograr una biodisponibilidad programada. La cubierta entérica tiene primordialmente la función de proteger al fármaco, ya sea de la acción del jugo gástrico, o de una gran variedad de enzimas; permitiendo su liberación en una porción determinada del tracto digestivo. Cuando se requiere que un fármaco se libere y absorba en el intestino, el uso de revestimientos gastrorresistentes permite obviar la acción del jugo gástrico sobre el fármaco, que puede ser deletérea, o bien, en otros casos protegerá la mucosa gástrica de un medicamento agresivo. Del mismo modo, con el empleo de cubiertas, pueden lograrse preparados duales, de liberación inmediata y de acción prolongada. El uso de estas cubiertas en los gránulos permitirá una programación por un lapso prolongado.
· Incrementar el rendimiento del equipo de reposición. Por la envoltura final, lisa y con lustre, que deben exhibir los comprimidos cubiertos, se deslizan con gran facilidad en canaletas, guías y sistemas de alimentación y recuento necesarios para su envasado final. Cuando otras razones de más jerarquía, aconsejan el revestido, esta ventaja adicional no es desdeñable.
Los fundamentos de la aplicación de coberturas a los comprimidos no difieren
de los que rigen la tecnología de las pinturas y esmaltes que se aplican sobre
metal, madera y diversidad de otros materiales. En todos estos casos, las
coberturas protectoras están formadas de varias capas, de composición y
funciones diferentes. La primera aplicación es de una preparación que se
extiende bien sobre la superficie a cubrir y se adhiere de manera firme; es la
llamada imprimación, y está destinada a eliminar poros pequeños e
irregularidades menores de la superficie a tapar; además, por su composición,
debe representar una base más adecuada para que se realice una unión adhesiva
con las ulteriores capas de recubrimiento. A la imprimación sigue el encorpado,
con un fijador y una carga de pigmento, que, aplicado en varias capas (las
primeras diluidas) va cubriendo las grandes irregularidades y emparejando.
Sobre esta nueva superficie, uniforme y lisa, se aplican cubiertas de
terminación, con los colores seleccionados y que tienen como fin alisar totalmente
el área trabajada, colorearla y darle la impresión visual de ser continua. La
parte final de un trabajo de pintura incluye el pulido o lustrado, que
abrillanta la pieza tratada.
En su esencia, lo descrito se puede asimilar respecto a lo que debe hacerse con
un comprimido para revestirlo. Cambian algo los nombres -cada oficio tiene su
jerga- y la imprimación es el barnizado; el encorpado es el engrose; la
terminación es el afinado o alisado, y el pulido o lustre es el único con
denominación común a ambas operaciones.
Otra diferencia, y ésta es importante, radica en que por la naturaleza de las
piezas a tratar, las aplicaciones deben realizarse con los comprimidos en
movimiento rotatorio, dado lo pequeños que son y la necesidad de tapar toda su
superficie, que no es plana como en los trabajos de pintura, sino esferoide.
Tanto en uno como en el otro arte, las capas se aplican en forma líquida
(soluciones o suspensiones) y la porción solvente se elimina por secado natural
o forzado. La semejanza entre ambos es tal que en la tecnología de los
comprimidos se han intentado todos los métodos de la pintura industrial:
sumersión, flujo laminar, cubrimiento por prensado, adhesión en seco
-electroestática- y aplicación por medio de pistola de aspersión a presión.
Los procedimientos utilizados en farmacotecnia para cubrir son diversos, y cada
técnico, cada industria, aplica los sistemas que su experiencia, capacitación y
posibilidades señalan como los más adecuados. Los principales son:
Los dos primeros son los que, más se utilizan. Tienen variantes que, por la relevancia que han adquirido, se conocen con denominación propia:
Previo a la reseña somera de los procedimientos para recubrir, debemos
referirnos a los materiales y equipos especializados, en especial a los
comprimidos.
A. Comprimido-Núcleo
El comprimido de que se parte pierde su categoría propia para transformarse en el núcleo, como se le llama. Ello ya nos da una idea de que no sirve cualquier comprimido para la operación de cobertura. Las características geométricas, como forma y tamaño, y físicas, como densidad, superficie y resistencia mecánica, son de importancia, y fijan además, el procedimiento a seguir. |
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Las formas chatas comunes no pueden revestirse por los
métodos que emplean soluciones y núcleo en movimiento; en efecto, al mojarse
tienen tendencia a adherirse por tensión su-perficial por sus caras planas,
formando “pilas de monedas” Dichos comprimidos pueden revestirse por
operaciones vía seca, es decir, por compresión. |
La altura del comprimido y el radio de la curvatura influyen, como puede apreciarse, en la cantidad de material adicional a |
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incorporar para lograr la finalidad buscada, o sea cubrir.
En la figura de junto se trata de ilustrar la importancia que tiene un borde
corto, ya que el segmento de cubierta que lo rellene, cuanto más espeso sea,
más frágil resultará, y más dificultoso y lento el recubrimiento. |
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al jarabe de azúcar, es la dificultad de tapar en forma adecuada los bordes, tarea que exige muchas manos o capas. |
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Se ha intentado mejorar la zona crítica de curvatura utilizando punzones de doble radio de curvatura que rinden comprimidos de buen formato para el trabajo de cobertura. |
Dichos punzones tienen para un diámetro igual a los punzones comunes, un radio principal de curvatura mucho mayor, y el radio secundario del borde, muy pequeño, de modo que el comprimido resultante con una forma abollonada, es más fácil de recubrir: borde sin aristas, cómodo de rodar en la paila y redondeable con poca cantidad de material de cobertura. El único inconveniente que presentan semejantes punzones, y que se puede apreciar incluso en el esquema , es que tienen los bordes muy finos, y por tanto, frágiles. |
Todo punzón cóncavo, destinado a producir comprimidos para revestir debe cuidarse de manera especial. En primer término, sus bordes se perfilan con facilidad; el uso de tales punzones perfilados, fórja piezas defectuosas con un rodete periférico que engendra dos valles de dificultoso relleno. |
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Este engorro es fácil que se produzca, dado que los comprimidos
destinados a ser revestidos sufrirán un trato más rudo que lo común, se
preparan con una dureza mayor que en el caso de los desnudos, o sea, que la
presión a ejercer por los punzones es más grande, y el desgaste del material
más rápido. |
Condiciones que debe reunir el comprimido a revestir: |
- biconvexo, con el máximo diámetro que permita el peso,
cosa que el borde esté reducido al mínimo; |
B. Paila-Copón o Bombo
a. Función
De los diversos equipos necesarios para proceder a la cobertura, en los dos
primeros métodos reseñados -y que utilizan soluciones- el más importante es la
paíla (conocida también como copón, turbina, bombo, etc.). Se trata de un
recipiente en forma de elipsoide de revolución (geoide), capaz de girar sobre
su eje y en el que se colocan los comprimidos a recubrir. Al girar, por fuerza
centrífuga y por fricción, el lote adopta una posición de talud, y al rodar,
los comprimidos ascienden en el sentido del giro, hasta cierta altura para
luego caer -por gravedad- en cascada. Sobre esa masa móvil se vierten las
soluciones cubrientes, se remueve la masa para una distribución uniforme, y
luego se procede al secado o evaporación del líquido vehículo, por medios
térmicos (inyección de aire caliente).
b. Características |
Estas instalaciones son de interés, dado que cada tipo de comprimido y cada volumen de lote requieren condiciones diferentes, y aun dentro de un lote uniforme, en las distintas etapas las velocidades óptimas son diferentes, siendo que para el proceso de coloración y brillado se reduce la velocidad del bombo a la mitad |
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Para ello, al comienzo de las operaciones, se pinta la
pared interna con una solución de laca o de plástico -dos o tres manos
alcanzan- secándose luego cuidadosamente por inyección de aire caliente y
rotación. Es práctica común el revestirlas de plástico.Es variable su forma,
y cada elaborador de coberturas favorece un tipo. Las hay como peras,
manzanas, cebollas, esféricas, poligonales, etc. La de la derecha ilustra un
esquema de los tipos más comunes, mientras que la de la izquierda es un
modelo comercial del tipo clásico. |
Estos distintos formatos de paila para producir un mezclado correcto, precisan siempre de la mano del operario que completa el efecto de vortex producido por el giro. |
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Este es el punto crítico de la habilidad que requiere el
arte de la confitería farmacéutica. Abandonada a la simple rotación de la
turbina, la masa de comprimidos, fluidizada por el movimiento, adopta un
comportamiento hidráulico, aparecen zonas de remoción y circulación de
comprimidos con direcciones definidas, pero también aparecen zonas muertas,
en que los compactos, buscando su ángulo de reposo con la pared de la paila,
crean un vórtice vicioso en la boca de la misma. La mano enguantada del
artesano debe eliminar, casi constantemente, y por desviación y remoción,
estas zonas estáticas. |
Sutaria perfeccionó el formato de estas pestañas
agitadoras, dos pirámides triangulares unidas por su base. Esta disposición, logra
la misma finalidad de remoción total del lecho (figura izquierda) y da un
tratamiento menos brusco a los comprimidos. En algunos laboratorios, estas
costillas o pestañas se confeccionan en neopreno o en teflón; la adherencia
se hace en forma mecánica o bien con resinas epoxi. |
Después de añadir y distribuir las soluciones cubrientes en los modelos que se describieron anteriormente, la entrada de aire seco y la salida del húmedo se hacen por la boca de la paila, requiriéndose por tanto, ductos individuales para cada uno de estos servicios. La circulación del aire, tanto seco como húmedo, se hace por permeabilidad del lecho de comprimidos hasta la pared y vuelta. En el modelo cilíndrico, paila horizontal, las paredes están perforadas de modo tal, que es posible armar un sistema en que una vez añadidas las soluciones cubrientes, el aire fluya por succión, a través de todo el lecho de comprimidos, evitándose así zonas de turbulencia, bolsones de aire muerto o ausencia zonal de flujo de aire, fenómenos que se presentan en los modelos clásicos de pailas. La descarga del aire húmedo se opera por la succión realizada en el múltiple de salida; en tales condiciones, la desecación es rápida y el procedimiento se acorta.
Obsérvese que la succión que se produce en la boca de la paila ayuda a
dispersar en toda la masa de comprimidos las soluciones de cobertura.
Al revisar los Procedimientos para Recubrir se describieron distintas partes
del trabajo, y se mencionó el pulido o lustrado, como la etapa final que
abrillanta las piezas tratadas. Por lo general, esta operación se realiza en
pailas diferentes a las anteriores; son recipientes cilíndricos recubiertos de
tejido en los cuales, por frotamiento contra la pared de tela, y con solución
de ceras, se logra dar brillo a los revestidos terminados.
Estas pailas no son esenciales, en un sentido estricto, ya que muchas de las
pailas clásicas son capaces de lustrar, pero es innegable que facilitan la
operación y dan una terminación óptima.
Un asunto final respecto a estas turbinas es la inclinación y la velocidad. Ya
se señaló algo antes. El ángulo de inclinación sobre la horizontal es de 25º
a 45º, hacia arriba. Los ángulos grandes acomodan cargas mayores, en
tanto que los bajos favorecen la remoción espontánea y permiten para las cargas
normales, prescindir de las costillas internas.
La velocidad es función del tipo de cobertura que se está aplicando, y no es la
misma para la etapa de barnizado que para el engrose o el afinado. Nazareth y
Bhatia encuentran que en el engrose -todas las otras condiciones iguales- la
rugosidad de los comprimidos resultantes es menor a medida que se aumenta la velocidad
de la paila. Hay una que es límite, ya que según el grado de humectación que
tenga la masa en un determinado momento, fuerza centrífuga + adhesión, serán
superiores a la fuerza de la gravedad, y los comprimidos se pegarán a la pared
de la paila, haciendo toda la travesía en redondo, inútilmente. La velocidad
promedio, según nuestra experiencia, se puede calcular:
velocidad promedio (rpm) = 900/r
donde r = radio de la paila, en centímetros
Las desviaciones de este promedio son en general hasta un 50% menos para las etapas finales (comprimido ya medio seco) del engrose y del afinado.
c. Equipos Accesorios e Instalaciones
De los equipos accesorios antes descritos, el principal es la fuente de aire
-frío y caliente- así como las instalaciones para la eliminación del aire
húmedo de adentro de las pailas. En general, las clásicas turbinas pueden
recibir en su boca dos ductos metálicos articulados, uno para inyección de aire
(frío-caliente) y el otro para succionar el polvo y el aire húmedo. Algunas
instalaciones tienen ducto triple, uno para frío, otro para caliente y un
tercero para succión. En otras se elimina el polvo y la humedad por medio de un
acondicionamiento del ambiente. En otros dispositivos, las pailas quedan
aisladas en casetas individuales. En todos los casos se controlarán los
sistemas para comprobar la ausencia de contaminación cruzada (polvo, color,
fármaco) entre pailas, y adicionalmente, se vigilará la instalación del aire,
el cual se filtrará previo a su ingreso a la paila. El aire sin filtrar motea
la superficie terminada con puntos negros.
Entre etapas, los comprimidos terminan de secarse en estufa. Se procede como
queda dicho, pero para la etapa final de alisado, se usará tejido de plástico
(dacrón, sarán) en vez de papel para las bandejas.
Instalaciones complementarias son: área de cocimiento de soluciones, jarabes y
suspensiones; instalaciones para filtración y molino coloidal para
dispersiones, todas ellas separadas de la sala de pailas. Igualmente estará
aparte la sala de lustrado, ya que el trabajo de ella se empaña con mínimas
cantidades de polvo o linters (fibra de residuo de algodón). La zona de estufas
tendrá los ductos de captación y salida fuera y lejos del lugar de cobertura y
sus accesos.
Hay equipos especiales para la aplicación automática de coberturas.
Existen 5 métodos para llevar a cabo el proceso de grageado:
· Recubrimiento por azúcar (método clásico)
· Por tubo sumergido
· Recubrimiento por cobertura pelicular (Fill-Coating)
· Recubrimiento por compresión.
· Recubrimiento por lecho fluido
El método clásico es el más utilizado consta de cinco pasos que son:
PROCEDIMIENTO:
Primero se colocan los núcleos dentro del Bombo, se ruedan cierto tiempo, para
eliminar aquellos que se desbaraten, o aquellos que tengan protuberancias o
imperfecciones.
SELLADO:
Es el primer paso a seguir, tiene la finalidad que el principio activo quede
protegido, y los más importante es que la superficie sea continua, a fin de
ofrecer una base firme y continua (no porosa) a las cubiertas ulteriores, para
esto se va recubriendo las imperfecciones del núcleo si es que existen, también
se protege al fármaco de la humedad y la luz, entre otros.
El sellado se da por la adición de una solución sellante o de polvos de
sellado:
La composición de solución sellante dependerá, en parte, de la del comprimido.
Por lo común, se utilizan soluciones (en alcohol, acetona, cloroformo, acetato
de etilo, etc., o cortes de éstos) de impermeabilizantes diversos, tales como
goma laca, acetoftalato o butiroacetato de celulosa, zeína, acetato de
polivinilo, acrilicos tipo Eudragit ®, etc. Dichas soluciones llevan además pequeñas
cantidades de plastificante (aceite de ricino, ftalatos de alquilo, etc.), dado
que las capas que formen se someterán luego a dilatación y a contracción
térmicas durante muchas etapas del proceso, y deben por lo tanto, mantener una
elasticidad propia. La clásica solución de goma laca al 50% con ricino y
monooleato de sorbitán, disueltos en alcohol, es aún muy utilizada, debido a
que la laca tiene la singular propiedad de secar bien en ambiente húmedo.
Con los comprimidos, secos y fríos, rodando en la paila, se aplica la solución
en chorro fino, comenzando desde el fondo y avanzando hacia la boca de la
turbina. La cantidad debe ser la justa para impregnar la masa; ésta capta el
líquido y comienza a moverse como un conglomerado proteiforme de piezas más o
menos adheridas entre sí. En ese momento, la mano del operador ejercerá una
enérgica remoción, tratando de
deshacerlo y de redistribuir la capa.
Acto seguido se añadirá un conspergénte
aerófio (talco, estearatos o sus mezclas) con ayuda de un tamiz, y en la
cantidad justa para que los comprimidos comiencen a desprenderse de la masa. Se
deja rodar hasta que se muestren de nuevo libres, y no más, pues si giran
mucho, la cubierta se desgastará en el borde. Se detiene la paila y se inyecta
aire frío para terminar de evaporar el solvente. En esta etapa, algunos hacen
“trotar” los comprimidos: detienen el giro y cada 2-3 min. dan una media vuelta
a la paila, para así exponer todas las piezas a la acción desecante del aire.
Es obvio que tanto ésta como las otras disoluciones que siguen, pueden
aplicarse a pistola (véanse más adelante métodos automáticos).
La imprimación o barnizado se reiterará en varias capas, cuyo número estará
dado por la experiencia previa. Debe tenerse presente que estas cubiertas, y
las que siguen, conspiran contra una rápida disolución, y por tanto, existe una
relación de compromiso entre una impermeabilización absoluta y la
biodisponibilidad.
Cuando alguno de los componentes del núcleo es soluble en horno o semipolares,
o en el caso que el comprimido sea muy poroso, se variará algo la técnica. Se
acude a soluciones de impermeabilizantes bien concentradas, o con las
acrílicas, a la acción de la temperatura (comprimidos calientes, solución
tibia), o si no a dos o tres capas de solución de engrose, aplicando después el
barnizado para seguir luego con el engrose propiamente dicho.
Con esta operación, los núcleos aumentan de 1 a 3% en masa
Los polvos conspergentes, son polvos finos que se
agregan al núcleo con capa de sellado y tienen alto poder de absorción (polvos
de sellado).
ENGROSADO:
La finalidad de este paso, es que el núcleo alcance las características de
tamaño y tiempo de desintegración adecuado, además de cubrir todo el comprimido
y en especial los bordes, para lo cuál se emplean jarabes de engrosado que son
soluciones concentradas de jarabe de azúcar, ayudado con pegamento y filmógeno
Para formarse una idea, una formulación típica incluye 50% de azúcar, 5% de
gelatina y 3% de acacia o polivinilpirrolidón, en agua destilada. Los procedimientos
para preparar estas soluciones tienen importancia -en general no reconocida- ya
que, al secarse ulteriormente y formar capa, la sacarosa tiene tendencia a
cristalizar en monoclínico, dando a la cubierta un aspecto basto, irregular y
graneado visto a la lupa. Una ligera inversión térmica rinde el plastificante
adecuado. Ya se mencionó la zona de pH de incompatibilidad entre gelatina y
acacia a tener en cuenta en caso de usar ese filmógeno y este pegamento.
Dado lo concentradas que son las soluciones de engrose, se aplicarán tibias
para disminuir su viscosidad y aumentar así su flujo laminar sobre la
superficie y borde del comprimido. La adición se hace en la misma forma y con
la misma técnica que el barnizado. Cuando se comienzan a pegar en una masa, se
añadirá al tamiz, polvo conspergente. Cuando
se termine la adición de éste, no habrá comprimidos húmedos.
* Una fórmula tipo: CaCO3 35%; caolín 16%;
talco 25%; azúcar 20%; acacia 4%. Se mezcla y muele a una consistencia
impalpable. Pueden reemplazarse los insolubles en agua de esta fórmula por
dióxido de titanio.
No se añadirá polvo en exceso, ya que ello conduce a comprimidos arrugados. Se
dejan rodar durante cinco minutos y hasta entonces se aplica aire tibio. Cuando
aparentemente la superficie está seca, se insuflará aíre caliente; el aporte
precoz de aire caliente es otra inadvertencia que arruga el comprimido.
Ahora es el momento de importancia para el éxito de la operación total: los
comprimidos deben quedar totalmente secos antes de continuar. Una medida
empírica de esa circunstancia se hace rascando con cortaplumas la superficie,
si la cubierta sale fácil y en tallarincitos es que aún está húmeda.
Una vez seca la primera capa o mano de engrose, se suprime el aire caliente y
se reitera la adición de jarabe de engrose-conspergente en la misma forma,
hasta redondear bien la cubierta y llegar cerca del peso estipulado. En
general, se dan entre cuatro y diez manos, usando en cada una cantidades de
líquido algo menores que en la anterior, y dejando rodar algo más en cada
vuelta sucesiva. De esta forma se asegura la desecación y se permite el
“asentado” de las capas ya suministradas.
Durante el engrose, es común que al principiante se le formen -por exceso de
solución adherente- mellizos, o bien racimos de comprimidos pegados; también
puede aparecer exceso de conspergente en el fondo de la paila. Ambos engorros
deben eliminarse tan pronto se constatan.
Los comprimidos aparecen ahora blancos y bien cubiertos. De tener que
terminarse en color, es prudente comenzar la aplicación del colorante ya
diluido desde las capas de engrose.
Durante este proceso los núcleos aumentan de un 30 a un 50% de su masa
original.
ALISADO:
El comprimido está ahora listo para el alisado o afinado. Se hace en dos
etapas. En la primera se aplica jarabe simple oficinal -el cual contiene una
baja concentración de gomas-, caliente, en pequeños volúmenes sobre los
comprimidos tibios. Se deja que rueden, después de deshacer los aglomerados.
Cuando comienza la desecación espontánea y no antes, se aplican ráfagas
ocasionales de aire tibio, terminando con caliente. Es obvio que si se termina
en color, el jarabe ya llevará el colorante. La operación se repite hasta
llegar muy cerca del peso final estipulado. En la segunda etapa se aplican las
manos del mismo jarabe, ligeramente diluido, en rápida sucesión, sin dar
ocasión a que se seque en forma total la mano anterior. Las últimas capas se
dan “trotando” los comprimidos, tal como se indicó para el barnizado.
De tener que interrumpirse alguna operación por cualquier causa, el material
irá a estufa a 40-50ºC, sobre nylon o dacrón si se está en la etapa de alisado,
y de preferencia cubierto para protegerlo del polvo.
El secado lento y la eliminación del rodado en esta última parte, tiene por fin
dar una terminación suave. Los comprimidos, con el peso final alcanzado (25-50%
mayor que el del núcleo) están ahora listos para ser lustrados.
Hasta esta etapa se utiliza el mismo bombo.
COLOREADO:
Debe destacarse la importancia de los colorantes a usar, y la forma de
aplicarlos. Por tradición, muchos emplean los hidrosolubles, los que a menos
que se esté muy familiarizado con el arte de las coberturas, son difíciles de
dar exitosamente. Tienen tendencia a cromatografiarse durante el secado,
manchando así o moteando el comprimido terminado. Se deben preferir las lacas
(alumínicas) insolubles actualmente disponibles. Se incorporan al estado de
suspensión (micronizada en molino coloidal o de bolas), engendrando un color
uniforme y opaco con pocas manos. La selección de los colorantes y las lacas
depende de manera primordial de las legislaciones locales al respecto, y en
forma secundaria de los objetivos perseguidos en la. coloración de la
cobertura. Detalles sobre incompatibilidades de algunos de estos colorantes
pueden verse en Piccolo su interacción con plásticos en Bhatia y en Prihig.
Klaul y Münzel exploran nuevos tipos de colorantes,
BRILLADO O PULIDO:
Se realiza en un bombo especial de forma cilíndrica, con boca reducida, para
sacar brillo se recubre el interior del bombo con una capa de 2 cm de espesor
de ceras fundidas con algún solvente como el tetracloruro de carbono.
Colocando los núcleos en la paila de lustrar, secos y fríos, se hacen rodar y
se les añade solución de cera (por ejemplo carnauba 2%; de abejas 8%; nafta sin
Pb, c.s.) en pequeñas porciones. Se hacen dos o tres adiciones, siempre
rodando. No se insuflarán los comprimidos en esta etapa, ni se tocarán ya con
las manos, aun enguantadas.
Despues se colocan los nucleos en un bombo forrado interiormente con un
material resistente a fin de que los abrillante.
Con el grageado clásico se incrementa el peso de un 20 a un 50%
Ejemplo de Formulación de un grageado:
PREPARACIÓN DE CADA UNO DE
LOS PASOS:
SELLADO: Goma laca--------------------------------------------------------5 %
Agua destilada--------------------------------------------------50 ml
ENGROSADO: Jarabe de sub-cubierta
Azúcar-----------------------------------------------------------40 %
Goma arábiga-----------------------------------------------------5 %
Gelatina------------------------------------------------------------3 %
Agua destilada--------------------------------------------------50 ml
POLVOS CONSPERGENTES:
Talco-------------------------------------------------------------40 %
Kaolin-----------------------------------------------------------40 %
Carbonato de calcio-------------------------------------------10 %
Azúcar Glass---------------------------------------------------10 %
COLOREADO:
Jarabe Simple
Sacarosa--------------------------------------------------------50 %
Agua destilada-----------------------------------------------100 ml
Polvos de secado (conspergentes).
BRILLADO O PULIDO:
Cera carnauba-------------------------------------------------5-10 g
Cera de abeja-------------------------------------------------5-10 g
La semejanza entre pintura y revestido condujo al empleo en farmacotecnia de
los modernos polímeros, disueltos en solventes orgánicos. Wruble había ya propuesto
en 1930, el empleo exclusivo de goma laca para cumplir las funciones de
protección que es la primaria que se requiere. En la década de los 50, surge al
mercado el llamado Filmtab®,
que popularizó de inmediato la impermeabilización de los comprimidos por medio
de una película fina. Desde entonces al presente, son numerosísimas las
publicaciones que se ocupan de estos argumentos; excelentes revistas son las de
Banker y la de Hess y Janssen. Se utiliza en fármacos que tienen problemas de
humedad.
Estas películas tienen una gran versatilidad pueden hacerse transparentes u
opacas, gastrorresistentes o no, incoloras o coloreadas, y como todo lo nuevo
en una palestra, se les compara con las antiguas de azúcar para hablar de sus
ventajas. Entre éstas tenemos:
Entre los inconvenientes figura en primer término el empleo de solventes,
inflamables algunos, tóxicos todos, lo que compele a tomar precauciones
especiales. El uso de polímeros cuya elaboración y control adecuado de
toxicidad, uniformidad de lotes, etc., están localizados en centros
geográficamente distantes, contrastan con el azúcar y el agua que hay en todas
partes, y que además, merced a la moderna automatización han apurado la antigua
parsimonia del revestimiento.
La cobertura en película tiene su tecnología particular, y ya no se hablará de
pulido, alisado, etc., pues el recubrimiento es una capa única en varias manos
sí, pero de composición y aplicación uniforme. La naturaleza de las soluciones
a aplicar también difiere de modo considerable. En tanto que las soluciones de
sacarosa se hacían concentradas y, al secarse, abandonaban los cristales de
azúcar o los coprecipitados con gomas, PVP, etc., los altos polímeros de esta
otra técnica no dan las clásicas soluciones, sino que a medida que aumenta la
cantidad de polímero en el solvente, también lo hace la viscosidad de la
solución, llegando a un punto en que ya no fluye. Este hecho funciona en los
dos sentidos: las soluciones concentradas son difíciles de dar, y de la misma
manera al secarse, si lo hacen lentamente se formará una cubierta pastosa del
gel que se adherirá a las paredes de la turbina y pegará los comprimidos,
pelándose por fin; si se hace muy rápido quedará un comprimido arrugado. Un
ritmo correcto dejará siempre algo de solvente en la cubierta, el cual se deberá
eliminar por secado secundario (“curado”) en estufa.
a. Núcleo
Los comprimidos destinados a ser recubiertos en película, aparte de los
caracteres generales de forma, consistencia, ausencia de po1vo, etc., ya
señalados para el método al azúcar, deben poseer una superficie uniforme y
lisa, no porosa, ya que dado el espesor pequeño de la cubierta, todos los
defectos del núcleo se transmiten al exterior, pudiendo quedar una película
dispareja. El módico aumento de peso (menos de 1 %) comparado con el clásico de
azúcar (20-50% ) permite ubicar en la paila un lote mayor.
b. Agentes Filmógenos
Ganz y Chavkin han detallado en sus obras las cualidades que debe poseer un
filmógeno ideal. Adaptadas y ampliadas, serían:
Los agentes filmógenos deben estudiarse no sólo en su cualidad de tales, sino también en lo que cuenta como toxicidad aguda y crónica. Un modelo de los estudios químicos y mecánicos, así como de la metódica a seguir para la selección de nuevos preparados, puede verse en Munden y cols. Los principales materiales que se emplean son:
Los más populares son el HPMC, el APC y los polímeros metacrilicos. A veces se usan mezclas con el fin de modificar, sea el tiempo -HPMC + etilcelulosa-, sea el sitio de disolución (Eudragit L + S, disuelve en función del pH; véase más adelante).
c. Plastíficantes
Modifican tanto las propiedades mecánicas de la película de filmógeno, como
su permeabilidad al vapor de agua así como el tiempo de desintegración del
comprimido terminado. Se distinguen los plastificantes “externos”, que se
agregan a la solución del pinstico principal, y los “internos” en que la misma
función se cumple intramolecularmente por copolimerización. Ejemplos de
plastificantes externos son el glicerol, propilenglicol, polioxietilenglicoles
200 y 400, aceite de ricino, espermaceti, alquilftalatos, triacetina, alcohol
cetflico, etc. Ejemplos de internos son los Eudragit L y 5, copolímeros de
ácido metacrílico y ésteres del mismo ácido: variando las proporciones de ácido
y ésteres se obtienen copolímeros más o menos solubles en medios de pH
definidos.
Debe tenerse presente que un plastificante se emplea a concentraciones entre 1
y 30% de la cantidad de filmógeno; por tanto, muchas de las cualidades exigidas
para éste valen para él. Además no debe reaccionar o ser adsorbido por otros
aditivos, ni debe comprometer por interferencia intercatenaria la rigidez del
filmógeno, pero sí debe darle a éste la plasticidad adecuada a los fines de
buena resistencia mecánica y térmica.Con frecuencia el plastificante, en
general molécula de tamaño medio o pequeño, tiene sabor -desagradable o extraño-
lo cual obliga la adición a las formulaciones de un correctivo geusioléptico,
casi siempre etilvainillina-cumarina o combinaciones semejantes.
d. Solventes
Serán seleccionados en forma cuidadosa. Deben ser capaces de disolver filmógeno
y plastificante, serán de buena tensión de vapor para poder eliminarse
fácilmente por insuflación de aire sin necesidad de temperaturas muy altas. Es
común acudir a cosolvencia, como es el caso, por ejemplo, del HPMC que dispersa
mal en derivados clorados alquílicos, pero que es soluble en la mezcla cloruro
de metileno-isopropanol. Los más utilizados, amén de éstos, son el etanol,
metanol, cloroformo, acetona, metiletilcetona, dioxano, etc. El agua, que
resulta atractiva por la atoxicidad de sus vapores, no es un buen dispersante,
y las emulsiones de filmógenos contenidos en ella, descritos en patentes, aún
no han alcanzado gran difusión, dado que no hay variedad para seleccionar. En
época más reciente, el método al tubo sumergido (véase más adelante) ha
reivindicado el agua para el recubrimiento pelicular rápido.
e. Aplicación de la Película
Se confeccionan las soluciones adecuadas a la finalidad. Llevan: filmógeno,
carga (fijadora de color y formadora de cuerpo), color (laca alumínica),
plastificante, corrector eventual de sabor-olor. Para tener idea del asunto
transcribimos formulaciones de los cuatro filmógenos más empleados:
Las aplicaciones pueden hacerse en paila común, cilíndrica o en lecho
fluidizado. Las formulaciones 3 y 4 se pueden incorporar por los mismos métodos
que en el clásico revestido con jarabe, en tanto que las dos primeras quedan
mejor con pistola rociadora a presión.
Puede operarse de manera continua o intermitente. La primera, muy expeditiva,
nebuliza las cubiertas sin interrupción, y como al mismo tiempo se está
inyectando aire, esta modalidad de trabajo requiere un cuidadoso balance de
humectación de los comprimidos, ya que un exceso de solución se adherirá a las
paredes de la paila, engorro temible en este método de recubrimiento que se
producirá también si la pared de la paila se calienta más que el lecho.
Obsérvese el detalle que en la espita de salida de las pistolas pulverizadoras
puede producirse una evaporación de solvente si no sirve de ayuda el aire
inyectado, que al provocar enfriamiento condensará sobre la espita gel de
filmógeno-plastificante, que presentará “telas de araña” en la nebulización,
etc. Se remedia esto ya sea cortando la solución con un solvente menos volátil,
usando pistola sin aire, regulando cuidadosamente presión y aporte de solución
y de aire, calentando la solución filmógena, etc.
En el trabajo en paila se insuflará del modo usual, sea concomitante con la
solución o bien en los intervalos. Las últimas capas se darán sin aporte de
aire. En general no se requiere lustre. Una vez finalizada la operación, los
comprimidos recibirán, en estufa, un curado térmico de la cubierta. Este se
realiza de manera gradual, ya que de otro modo la película puede cuartearse o
motearse. Para ello se dejan a temperatura ambiente durante 6 a 8 h (estufa
apagada), con circulación de aire filtrado, y luego 24 h a 50ºC para eliminar
así el resto del solvente.
En todo trabajo de cubierta pelicular no debe soslayarse el problema de
contaminación ambiental y las medidas aconsejables para eliminarla, así como el
peligro potencial de explosión de los vapores de solvente. Existen normas bien
conocidas de seguridad industrial que deberán aplicarse en forma rigurosa.
Ya desde fines del siglo pasado varias patentes jugaron con la idea de
revestir usando la máquina compresora para prensar la cubierta sobre el
comprimido. Detalles sobre la historia de esta técnica muestran una vez más,
que no todas las ideas que parecen revolucionarias, lo son en realidad.
El procedimiento ofrece un comprimido dentro de otro, y como se utiliza la
misma máquina (con aditamentos menores) y no se emplean soluciones, es que se
le denomina también recubrimiento “en seco - Como se verá, varias
consideraciones generales hacen atractivo el procedimiento de coberturas por
presión.
Son numerosos los fármacos que no sólo no toleran ni trazas de agua, sino que
tampoco de solventes ni de calor discreto. Tal el caso de la aspirina,
permanente dolor de cabeza para el farmacéutico manufacturero, por su gran
labilidad. En caso semejante se hallan diversos antibióticos, vitaminas, etc.
Con la cubierta por presión se resuelve el problema, así como también sucede en
los casos que siguen. En ocasiones, deben incorporarse en un comprimido,
materiales o fármacos con incompatibilidades físicas o químicas entre sí.
Ubicando uno de ellos en el núcleo central y el otro en la capa de
revestimiento se resuelve la dificultad. Es evidente que el procedimiento se puede
iterar volviendo a pasar por máquina la pieza recubierta, con lo que estamos ya
en el triple comprimido (Fig. inferior), teniendo cada capa un material
incompatible con los de la otra, o bien, oficiando la capa del medio como
aislante adicional entre el núcleo y la cubierta exterior.
Puede acaecer que se requiera una biodisponibilidad diferencial; tal es el caso
de un fármaco que debe actuar en el estómago (pepsina, por ejemplo),
incompatible con otros que deben hacerlo en el intestino (tripsina, pancreatina).
Haciendo el núcleo gastrorresistente y ubicando la pepsina en la capa externa y
la pancreatina en el núcleo, se logra una solución farmacéutica elegante y
correcta al problema, sin que intervenga el agua o soluciones diversas para
nada.
Hay dos clases fundamentales de máquinas. Una consiste en dos rotativas
acopiadas, la primera prensa el núcleo y lo transfiere a la segunda, que lo
cubre de inmediato. En la otra clase de equipo, la rotativa es una sola; los
comprimidos-núcleo ya se han elaborado previamente en una máquina corriente,
rotativa o excéntrica. En la recubridora hay tres tolvas: una para cargar los
comprimidos-núcleos y dos con el granulado de cubrimiento. Hay un solo cabezal
de compresión. La máquina única es más ventajosa, los núcleos pueden prepararse
de antemano y experimentar todas las comprobaciones requeridas con tiempo,
incluso seleccionarse por peso y dimensión, en forma mecánica y automática. En
caso de rechazo, la partida puede recuperarse.
El funcionamiento se esquematiza de abajo. La matriz se llena con el granulado
de la capa externa (1) ,un dispositivo ad hoc (mecánico o por vacío), libera
comprimidos de su tolva, los que de uno en uno, son centrados en el granulado
(2) el conjunto desciende (3) desfila ante la segunda tolva de granulado
cubriente (4) es comprimido (5) y expulsado (6) ya terminado. La matriz (7)
queda lista para la carga en la primera tolva revestidora (reciclado a 1).
La variante que tienen algunos equipos es que después de la etapa 3, el punzón
superior desciende un instante y muy suavemente, hunde el núcleo dentro de la
porción inferior de revestido.
Un esquema del trabajo final resultante es el que ilustra la Fig. superior.
Pueden recubrirse comprimidos biconvexos, de un radio o de dos, y planos
(simples o biselados); este último formato sólo puede recubrirse por el
procedimiento en seco.
En general, los núcleos entre 5 y 15 mm, con cubierta de 2-3 mm, son los que
marchan mejor. Esta confección tiene varios problemas, entre los que es capital
el centrado correcto del núcleo en las etapas 2 a 5, y el cual ha dado origen a
varias publicaciones. Puede producirse una ubicación descentrada sea en sentido
horizontal o vertical, muy próximo a un borde, e incluso núcleo “inclinado”
dentro del lecho cobertor. Ello, unido al tamaño grande del comprimido en
relación al núcleo, y a que los problemas de toda compresión (pegado, laminado,
decapado, peso errático) están duplicados, ha restringido la difusión de este
procedimiento.
2.d. Recubrimiento por lecho fluidoSe colocan los núcleos en una cámara aislada a la cual se le inyecta aire caliente
a presión, pasando el aire a través de un lecho de sólidos divididos, en un
régimen de flujo y velocidad adecuados, se le eleva en bloque, y en el caso
de los comprimidos dentro de un recinto, se crea la impresión que la masa
“hierve” o se halla fluida; de ahí la denominación. La operación se hace en
un cilindro, en general metálico, y el aire se insufla desde abajo. Los
comprimidos ascienden hasta cierta altura, alcanzada la cual caen por
gravedad para reiniciar el ascenso. |
Diversas circunstancias hacen necesario que la cubierta aplicada a los
comprimidos por alguno de los métodos anteriores, sea de una naturaleza tal,
que no se abra en su estancia o pasaje por el estómago, pero en cambio se
deslía, más o menos rápidamente en los jugos intestinales, liberando así el
núcleo y el fármaco en el contenido. Dicho tipo de cubierta se denomina, por lo
mismo, gastrorresistente ( g.r.) o “entérica”.
Tales circunstancias pueden ser:
La idea tiene muchos años, y las primeras cubiertas con intención de ser
entéricas, fueron elaboradas por Jozeau hace ya 130 años, utilizando caseinato
de amonio. De entonces acá, se han ensayado multitud de materiales y técnicas,
y es éste uno de los campos farmacéuticos de más copiosas referencias.
El fundamento sobre el cual se puede apoyar un logro de este tipo, es decir,
una cobertura que sea insoluble e impermeable en el estómago, pero soluble y
permeable en el intestino, tiene que estar por necesidad, relacionado con
aspectos fisiológicos del tracto digestivo
En las referencias de tipo general pueden hallarse multitud de formulaciones, a
las cuales es posible aplicar una cobertura por cualquiera de los
procedimientos estudiados: paila, lecho fluido, por goteo, a pistola, etc. Por
lo general, los revestimientos entéricos son los primeros que se aplican sobre
los núcleos desnudos, es decir, se hace una extensión del barnizado.
De utiizarse conspergentes, serán hidrófobos (talco, estearatos de Ca, Mg, Al,
etc.). Pueden emplearse mezclas de filmógenos para lograr la finalidad buscada.
A título de ilustración se dan a continuación, algunas formulaciones extractadas de la práctica y de las referencias:
APC y laca son, por mucho, los más usados. En Europa son favorecidos los metacrílicos; se expenden ya en solución isopropanol-acetona, con el plastificante ftálico añadido. La goma laca no es uniforme de lote a lote, y debe ensayarse experimentalmente para conocer el número adecuado de manos a dar. El APC presenta el inconveniente de su higroscopicidad, que le hace perder acético y menoscaba sus cualidades de cobertura entérica. Es la norma que cada laboratorio elaborador tenga su formulación propia, avalada con ensayos in vivo, siendo ésta la causa del apego a formulaciones tradicionales que es clásico en este campo.
. Examinaremos algunos de gran interés para el farmacéutico: el pH y el
tiempo de vaciamiento gástrico.
En primer término, se destaca la diversa composición de los jugos gástrico e
intestinal. Ella es notoria en cuanto al contenido enzimático y mineral. Se
debe señalar que tales composiciones no son uniformes, y tienen variaciones,
tanto individuales normales como durante el curso de distintas enfermedades.
Del mismo modo, el tiempo de vaciamiento estomacal es variable, dependiendo de
factores fisiológicos, patológicos, psíquicos, naturaleza y frecuencia de la
dieta, etc.
El jugo gástrico en ayunas tiene una acidez promedio que, expresada en pH es de
1.92 para los individuos normales. Después de la ingestión de alimentos, este
pH se eleva, por combinación del ácido clorhídrico con las proteínas, tanto de
los alimentos como del jugo gástrico mismo, llegando hasta pH 3.0 en comidas de
prueba. Para ponderar estos datos, y los que da la literatura, debe tenerse
presente que siendo el pH función de la temperatura, y siendo la temperatura del
jugo gástrico 36.5-39ºC, el pH que corresponde a la neutralidad es de 6.7. La
acidez normal varía con la edad y sexo, por un lado, y por otro según la hora
del día, siendo máxima a las 18 horas. Un 4% de personas sanas acusan
hipoclorhidria y un 10% hiperclorhidria. En la úlcera duodenal es consistente
la hiperacidez, en tanto que la hipoclorhidria, e incluso la aquilia, se da en
pacientes cancerosos, en anémicos de perniciosa, enfermos crónicos (nefritis,
alcoholismo, tuberculosis, hipertiroidismo, parasitosis varias, etc). La
aclorhidria no es rara en pacientes normales de más de 50 años de edad. Todos
estos datos son de importancia en la confección de formas entéricas.
En cuanto al jugo intestinal, más difícil de extraerlo inalterado para
comprobar sus datos; se acepta que su pH postprandial es: duodeno: 4.7-6.5;
yeyuno superior: 6.2- 6.7; yeyuno inferior 6.2-7.3, e ileon: 6.1-7.3. Su
temperatura es de 36.6-37.8ºC.
Respecto al tiempo de evacuación del estómago, se acepta que es mayor con una
dieta proteica (ca. 3 h) que con una glucídica o vegetal (circa 2 h). La
evacuación a nivel del intestino delgado dura un lapso variable; Chaumeil y
Piton dan de 0.25-0.30 h en el duodeno; 0.75 h para yeyuno y más de 3 h para
íleon.
Con todos estos datos presentes se está en condiciones de sopesar las
posibilidades para lograr cubiertas gastrorresistentes. Se utilizarán
materiales de revestimiento que deben tener varias cualidades primarias,
independientes de su mecanismo de actuación. Ellas, según el Hellman en su Farmacotecnia
teórica y práctica, son:
Es obvio que aún no se ha encontrado el filmógeno que cumpla con todos estos
requisitos. Las sustancias que pueden servir y el mecanismo por el cual pueden
actuar para cumplir su misión de gastrorresistencia, pueden ser variados:
a) Polímeros con grupos ácidos -COOH, capaces de permanecer insolubles en medio
ácido, protonizados, y susceptibles de dar polianiones polarizados solubles por
encima de un determinado pH, en general 6.7, que a la temperatura del cuerpo,
es el punto de neutralidad;
b) sustancias, en general lipídicas, capaces de desintegrarse (solvotropizadas
e hidrolizadas) por la acción conjunta de las lipasas y la bilis;
c) sustancias, o mezclas de ellas, que independientes del pH del medio, tienen
capacidad de absorción de agua que es función del tiempo de contacto,
permeabilizándose por encima de un cierto porcentaje de contenido en agua.
Como se deja ver, los dos primeros tipos de cubierta se fundamentan en la
distinta composición de los jugos, en tanto que la tercera alternativa cuenta
con el tiempo de vaciamiento estomacal.
Los más utilizados son los polímeros ácidos, de elevado peso molecular, que en
su forma no disociada -pH del medio dos unidades menos que su pKa- son
insolubles, en tanto que en su forma disociada -pH dos unidades más que su PKa-
son hidrosolubles. Este tipo de material es preferible para las coberturas
entéricas. Los más utilizados son la clásica “goma” laca (ácido aleurítico
polímero), el acetoftalato de celulosa (APC o CAP), copolímeros de ácido
metacrilico, (Eudragit), ácidos grasos superiores (miístico, esteárico),
acetoestearato de celulosa, acetoftalatos o estearatos de almidón o de amiosa,
etc.
De los lípidos, grasas y ceras diversas, combinadas con ácidos grasos, se han
utilizado y se describen en la literatura. Su empleo se ha restringido mucho
debido a que, como se dijo, requieren la presencia de bilis y lipasas para su
apertura, componentes orgánicos que no se presentan de modo uniforme en todas
las personas.
En cuanto a los materiales que obran por el tercer mecanismo, el de captación
de agua, se han ensayado numerosos hidrocoloides, tipo ácido algínico,
carboxunetilcelulosa, agar, carragán, y derivados químicos de ellos que, por su
poder de hinchamiento (hidrosintasia) en presencia de agua, en forma progresiva
van separando las cadenas de polímero y permeabilizándolas al agua o líquidos
orgánicos que llegan así hasta el núcleo. Lo impredecible del tiempo de
vaciamiento compartimental de los comprimidos ha hecho que pierdan difusión
estos procedimientos.
Independientemente de los estudios sobre vaciamiento gástrico reseñados, se han
hecho estudios al respecto con comprimidos.
De tales indagaciones se sacan algunas conclusiones útiles:
Balanceando los datos de Bukey con los de Crane, podemos decir que, como
orientación, el promedio de tiempo de estancia en el estómago de un comprimido
entérico bien revestido, es de 3 a 6 horas, aunque en algunos casos puede ser
mas.
En cuanto al punto capital, el tiempo de desintegración en el intestino, son
difíciles de comparar los innumerables datos publicados, debido a que no se han
hecho ensayos en condiciones tipificadas comparables. Varios factores
intervienen en la fijación de ese tiempo de desintegración intestinal:
a) naturaleza del filmógeno y
porcentaje de grupos carboxílicos libres;
b) espesor de la cubierta gastrorresistente;
c) peso de la misma;
d) presencia de plastificantes y modificadores de fragilidad de película;
e) presencia o ausencia de polvos conspergentes durante la operación de
revestimiento entérico.
Por lo corriente, los ensayos se realizan recubriendo los comprimidos y
luego sometiéndolos a ensayos in vitro, que deben correlacionarse en una etapa
ulterior, con datos in vivo.
Por ejemplo, se ha podido observar que para el APC influye en el tiempo de
desintegración -todas las otras condiciones permaneciendo iguales- el
porcentaje de grupos carboxiicos -óptimo: 9-15% de peso-, confirmado para el
acetoftalato de almidón, en que el pH de disolución es función del número de
-COOH. Zatz y Knowles han estudiado para el caso del APC, el mecanismo de
desintegración con cierto detalle, A pH 2 a 4, las monocapas de APC se hallan
distribuidas en forma compacta y coherente, siendo insolubles. Al aumentar el
pH, aumenta la repulsión por cargas, y se incrementa la solvatación con
expansión de las monocapas que dejan así penetrar el agua o los jugos;
cualquier ruptura de la capa es suficiente para que por ese “hueco” los
líquidos intestinales produzcan un rápido lixiviado del resto de la cubierta.
Otro factor influyente, según se anotó, es el espesor total de las capas, o sea
el número de cubiertas o manos aplicadas. De este argumento se han ocupado
extensamente Wagner y Rasmussen . Este último autor da incluso los
procedimientos viables para calcular el espesor y densidad de las cubiertas. El
punto tiene gran importancia práctica: las soluciones de barnizado estudiadas
previamente con pocas manos son simples protectoras de humedad, pero no dan gastrorresistencia,
en tanto que pasando un número de cubiertas aplicadas, variable con el
filmógeno y su formulación, aparece esa cualidad.
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