La génesis de la escritura se debe al intento de representar ideas (escritura ideográfica) y, posteriormente, sonidos (escritura fonética). El alfabeto, en el que cada signo representa un elemento fonético -recurso que permitió la escritura de las palabras por sus sonidos-, fue un gran avance en la evolución de la especie humana y una de las más grandes creaciones del genio humano.
Los primeros pueblos que lograron un determinado grado de cultura desarrollaron, independientemente unos de otros, sus propios sistemas para representar la voz humana. La escritura de los egipcios -en la que cada palabra está representada por su imagen- se generalizó por el uso de los "papyrus", dividiéndose su enseñanza en tres ramas: jeroglífica, empleada en las inscripciones de monumentos y lápidas; hierática, de uso exclusivo en libros y papiros escritos por los sacerdotes; y demótica o popular, que servía para los usos más comunes.
Si bien el verdadero origen de la Taquigrafía "se pierde en la ignorada y oscura noche de los tiempos", la escritura hierática de los egipcios, cuyo objetivo principal era ahorrar tiempo por medio de la supresión de signos, era una "verdadera Taquigrafía" -así lo afirmó Champollion en un estudio sobre la escritura jeroglífica-, al utilizar una pequeña parte de su correspondiente signo jeroglífico.
La escritura cuneiforme fue utilizada por los caldeos antes de nuestra era. Los persas también adoptaron este modo de escribir y de él conservaron 36 caracteres alfabéticos. El principio de esta escritura es similar al de la egipcia o la china: cada letra está formada por un número distinto de rayas verticales y horizontales en forma de cuña.
Estudios sobre las Notas Tironianas
Otras sistemas taquigráficos de la antigüedad
