Jorge Debravo

 

 

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Salmo de las Maderas

No te ofrezco la paz hermano hombre

Nocturno sin patria

Hombre

Nosotros los hombres

 

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Salmo de las maderas


Hay maderas oscuras y profundas como tus ojos y tus cabellos.
Porque tus ojos y tus cabellos son como maderas profundas y charoladas.

Hay maderas suaves y livianas como tu piel y tu alegr�a.
Porque tu piel y tu alegr�a son como maderas suaves y livianas.

Hay maderas recias y macizas como tus piernas y tus espaldas.
Porque tus piernas y tus espaldas son como maderas recias y macizas.
Hay maderas h�medas y rojas como la piel de tus labios y de tu lengua.

Porque la piel de tus labios y de tu lengua es como una madera roja y empapada de savia.

Hay maderas olorosas y vivas como el olor de tu cuerpo.
Porque el olor de tu cuerpo es como el olor de las maderas cortadas en los tiempos de lluvias.

Hay maderas que al ser trabajadas dan notas musicales y perfectas.
Tu amor es una nota musical y perfecta como el sonido que dan ciertas maderas cuando son trabajadas.

Hay maderas que se quejan en las noches de lluvia y en las tardes de tormenta.

Porque eres triste, y esto te embellece y purifica, te pareces a esas maderas que se quejan en las noches de lluvia y en las tardes de tormenta.

Hay maderas que tienen un sabor y perfume tan propios que, cuando se las huele o se las besa, ya no son olvidadas nunca m�s en la vida.
Porque eres fatalmente inolvidable, te pareces a esas maderas que se recuerdan hasta la muerte cuando se las huele o se las besa.

 

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No te ofrezco la paz, hermano hombre

 

No te ofrezco la paz, hermano hombre,
porque la paz no es una medalla:
la paz es una tierra esclavizada
y tenemos que ir a libertarla.

Yo te pido el amor y la ternura,
el m�sculo, los gritos y las garras,
la agilidad del pie, el fuego del canto,
la hoguera del deseo y la mirada.

Pertrechado con luz, con alegr�a,
con sue�os, cuerpos y almas,
saldremos a tomar la paz a golpes
aunque tengamos que despedazarla.

�Salgamos al amor, hermano hombre!
Con arrojarnos al amor nos basta.

Que las doctrinas pierdan hueso y forma.
Con arrojarnos al amor nos basta.

Que los pa�ses rueden sin amarras.
Con arrojarnos al amor nos basta.

Que nadie vede el paso a los caminos.
Con arrojarnos al amor nos basta.

Que incineren la ley y las fronteras.
Con arrojarnos al amor nos basta.

Que los templos se doblen desangrados
Con arrojarnos al amor nos basta.

Que desamarren todas las ideas.
Con arrojarnos al amor nos basta.

Para que cada lengua tenga un canto,
Con arrojarnos al amor nos basta.

�Abre la puerta, hermano!
Abre tu soledad, tu amor, tu alma.

La que durante tantas navidades
tuvo pared cerrada
por donde descend�a el tedio, oscuro,
como una goma lenta, acongojada.

�Abreme el coraz�n, hermano hombre
y andaremos de pie sobre las aguas!

En el lomo del �ltimo horizonte
dejaremos la paz y la esperanza
como lunas inmensas, suspendidas
sobre odios, crep�sculos y almas...

�Abre tu soledad, hermano hombre!

Con arrojarnos al amor nos basta.


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Nocturno sin patria



Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria.
Ni un cuchillo ni un rifle para nadie:
la tierra es para todos,
como el aire.

Me gustar�a tener manos enormes,
violentas y salvajes,
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera solo el aire.

Que nadie tenga tierra
como se tiene traje:
que todos tengan tierra
como tienen el aire.

Coger�a las guerras de la punta
y no dejar�a una en el paisaje
y abrir�a la tierra para todos
como si fuera el aire...

Que el aire no es de nadie, nadie, nadie...
Y todos tienen su parcela de aire.

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Hombre


Soy hombre, he nacido,
tengo piel y esperanza.
Yo exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.
No soy dios: soy un hombre
(como decir un alga).
Pero exijo calor en mis ra�ces,
almuerzo en mis entra�as.

No pido eternidades
llenas de estrellas blancas.
Pido ternura, cena,
silencio, pan y casa...

Soy hombre, es decir,
animal con palabras.
Y exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.

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Nosotros los hombres



Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.
Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia ,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.

Traigo sue�os, tristezas, alegr�as, mansedumbres,
democracias quebradas como c�ntaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
�rboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.

Estamos sin amor, hermano m�o,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.

Traigo muertes para asustar a todos
los que juegan con muertes.
Vidas para alegrar a los mansos y tiernos,
esperanzas y uvas para los dolorosos.

Pero traigo ante todo
un deseo violento de abrazar,
atronador y grande
como tormenta oce�nica.

Quiero hacer con los brazos
un solo brazo dulce
que rodee la tierra.
Yo deseo que todo, que la vida sea nuestra
como el agua y el viento.
Que nadie tenga nunca m�s patria que el vecino.
Que nadie diga m�s la finca m�a, el barco…
sino la finca nuestra, de Nosotros los Hombres.

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