Agua Bendita
Remolinos
demenciales oscurecen la tarde. El se�or�o de las aguas toma venganza,
recupera su lecho; su paso ancestral; su recuerdo cuaternario de locuras y
embriaguez, de la planicie en formaci�n.
Concierto
de las aguas chocolate, agua de lluvia, agua de r�o, desag�e. Agua en los ojos
de Tencha, cuando ve sus cosas huir con el agua.
Como
un fantasma, pasa un bombero. Su silueta se recorta contra la palidez del
momento que hace de ese jueves un d�a sin identidad, sin fecha, sin tarde ni ma�ana.
Rompe la uniformidad del caos y se yergue potente, contra el marco de la puerta.
Parece un ser de otro mundo, de un universo burl�n que se r�e de esta inefable
estupidez
humana.
Tencha
y el bombero cruzan una mirada. Es joven y viene llorando. Aportando de su
angustia, m�s agua a la inundaci�n Exploran en un instante su interior, su
dolor ajenamente compartido, su presteza para el sufrimiento. Actores dis�miles
de la misma comedia, de la triste comedia de la vida. La Tencha con sus ojos
anegados de nuevo, hastiados de impotencia, �l con su benevolencia novata e
inservible. La angustia le come por dentro, le mina la fortaleza aparente. Su
vida de rescatar mantiene impasible la racionalidad de la miseria. L�grimas
al un�sono, desencontradas y ubicuas. El r�o sirve de fondo, de m�sica,
escenario y de tel�n.
Un
diluvio de part�culas satura el instante, la realidad vuela en pedazos y se
pierde, rauda, por el cauce.
Luis
Rolando Dur�n
Marzo 2000