Griego Bizantino
Nombre grecorromano: |
Graecus, Helleniké |
Designación autóctona: |
Helleniké [Dialectos] |
Ubicación |
Imperio Bizantino, S.
de Italia (s. V d.C., s. XVI d.C.) |
Historia
En el oriente romano
el griego fue la lengua administrativa indisputada e incluso pasó
a ser la lengua materna de los emperadores. Desde que Constantino trasladara
la capital administrativa del imperio a Constantinópolis (Byzantion),
el griego se convierte en la principal lengua de la administración
imperial. En el futuro los emperadores hablarán griego con el entorno
de Palacio llegando incluso a tener dificultades para hablar latín.
Por ejemplo el historiador Ammiano califica el latín del emperador
Juliano (gr. Ioulianos, lat. Flavius Claudius Iulianus) de
aceptablemente bueno, obviamente este comentario indica que Juliano no
hablaba tan fluidamente como uno podría esperar de un emperador
romano anterior.
Pero este griego
usado masivamente en occidente, no era el mismo griego clásico que
conocemos de otras fuentes. Durante los primeros siglos de nuestra era,
influyentes escuelas como la de los aticistas contempló la divergencia
gradual a partir del modelo de lengua utilizado por Platón o Demóstenes
fue visto como una especie de decadencia lingüística. Los aticistas
(defensores del modelo de lenga ática), por ejemplo, censuraban
el uso por parte de los escritores de formas propias de la koiné.
Pero a pesar de esa oposición de algunos intelectuales en la parte
oriental del imperio romano el griego helenístico (koiné)
se había convertido en la lengua administrativa indisputada, si
bien la tradición ática favoreció la permanencia en
la lengua administrativa de ciertos rasgos arcaizantes. La inmensa mayoría
de la población griega o helenizada usaba también este griego
helenístico y en ciertos casos, el griego clásico era usado
en textos cultos.
Como se ha dicho
la lengua administrativa se distinguió por su esfuerzo arcaizante
basado en la antigua tradición aticista que se remonta al período
clásico romano. Pero la lengua hablada en las calles de Constantinopla
y las demás ciudades del Imperio es una lengua claramente diferenciada
del griego clásico que denominamos griego bizantino, una forma de
griego similar al griego helenístico pero más evolucionada
en dirección a lo hoy en día es el griego moderno. Sin embargo
a diferencia de lo que pasó en Italia y en otras regiones del occidente
romano, Bizancio jamás produjo un escritor de la talla e influencia
Dante Alighieri, que escribiera influyentes obras en el griego vernáculo
de la época, razón por la cual el griego bizantino popular
nunca alcanzó el debido prestigio.
Alfabeto y
textos
El griego bizantino
continuó usando el alfabeto griego clásico, aunque debido
a cambios fonéticos algunos signos tenían una lectura ligeramente
diferente. La mayoría de textos bizantinos intentan imitar la lengua
arcaica, recomendada por los manuales y gramáticos de la escuela
aticistas. Sin embargo existen unas pocas crónicas, que muestran
un tipo de lengua muy influido por la lengua hablada como la Crónica
de Malalas (s. VI d.C.) o la Crónica de Morea (s. XIII
d.C.), esta última muestra muy pocas diferencias con el griego moderno
y es un excelente ejemplo de cómo debía ser griego bizantino
coloquial.
Descripción
lingüística
Fuentes.
Con respecto a la lengua popular de Bizancio podemos seguir su evolución
hasta cierto punto en los textos de algunos de los cronistas y hagiografos
menos cultos, como por ejemplo Malaquías (s. VI). Además
hacia los últimos siglos de existencia del imperio bizantino, debido
al clima de inestabilidad política y militar reinante que acompañó
a la crisis financiera del imperio, el nivel educativo descendió
y también las exigencias de la lengua escrita, eso nos permitió
el afloramiento de obras poco elaboradas, escritas en la lengua coloquial,
y alejadas de la tradición aticista. Para el lingüista o historiador
interesado en la lengua cotidiana hablada del imperio estos textos son
un verdadero tesoro lingüístico a pesar de que ocasionalmente
aparecen incluso dentro de estas obras cierto número de cultismos
ausentes del habla coloquial. A partir del s. XII empiezan a parecer textos
escritos en la lengua popular de Bizancio. Uno de estos textos es la Crónica
de Morea (s. XIII) escrita en un griego que difiere ya bastante poco del
griego moderno.
Fonología.
El griego bizantino va un paso más allá que el griego helenístico
y se dan nuevas evoluciones fonéticas hasta llegar al griego moderno:
(1) En grupos de
dos oclusivas la primera se frivativiza: hepta > eftá
‘siete’,
oktô
>
oxtó
‘ocho’, ophtalmos > ftarmós ‘mal de ojo’.
(2) En las consonantes
precedidas de nasal esta se asimila a la consonante siguiente: nymphê
> níffi > nífi ‘novia’.
(3) El resto de
grupos de dos consonantes se simplifican (excepto en Rodas, Khios y Chipre):
thalassa
> thálasa ‘mar’.
(4) El sonido /l/
cambia a /r/ ante consonante: adelphos > adherfós
‘hermano’, ophtalmos > ftarmós ‘mal de ojo’.
(5) Ante vocal /i/
y /e/ cambian a /y/: paidia > pedhyá ‘chicos’, mêlea
>
milya
‘manzano’.
(6) Algunas vocales
pretónicas desaparecen: opsaria > psárya ‘pez’,
ophtalmos
>
ftarmós
‘mal
de ojo’.
Además el
griego bizantino tienen un acento de intensidad y no musical como el del
griego clásico, esto unido a la pérdida distinción
entre vocales largas y breves (fenómenos estos dos que también
se dan en latín clásico) se reflejan por ejemplo en que ya
en tiempos bizantinos poesía en métrica clásica (en
hexámetros, en yambos, etc) basada en el ritmo y se pase a escribir
como sucede en las lenguas romances y el griego moderno basadas o bien
en la rima o en el acento de intensidad.
Morfología.
La mayor parte de las características que separan el griego helenístico
del moderno griego tuvieron lugar durante el período bizantino,
así por ejemplo en los textos bizantinos observamos frecuentemente
el uso incorrecto del dativo (precisamente porque de hecho había
empezado a desaparecer de la lengua hablada). Así mismo el infinitivo
es substituido por diversas formas perifrásticas. A pesar de esto
la mayoría de la inflexión nominal y verbal de griego clásico
se mantiene en griego bizantino. Aunque en el nombre desaparece el número
dual, el dativo (que pasa a expresarse con preposición o mediante
el genitivo), quedando así un sistema de tres casos nominativo,
acusativo y genitivo (en los dialectos el norte de Grecia también
desaparece el genitivo que pasa a expresarse mediante preposición).
Por lo demás se mantienen inalterados los géneros: masculino,
femenino y neutro y los adjetivos siguen concordando con el nombre al que
acompañan.
En el verbo el futuro
pasa a ser expresado por una forma perifrástica (al igual que sucede
en latín), la mayoría de dialectos usan la partícula
tha.
Léxico.
También la influencia del latín es apreciable en los primeros
tiempos y en época muy temprana encontramos numerosos préstamos
latinos (que se conservan aún en griego moderno). Por ejemplo:
porta 'puerta'
saíta
(<
sagita)
'flecha'
palati (<
palatium)
'palacio'
spiti (<
hospitium)
'casa'
Aunque también
aparecen otros centenares préstamos latinos que no han sobrevivido
en griego moderno. Las cercanas, y muchas veces, poco amistosas relaciones
a partir del s. XI de los bizantinos con venecianos, genoveses y pisanos
también dejaron su influjo en la lengua hablada así el griego
moderno presenta un buen número de italianismos (se calcula q unos
600) que se introdujeron durante esta época, por ejemplo: síghuros
‘seguro’,
servitóros
‘sirviente’,
etc. Más tarde se introdujo en griego una cantidad similar de préstamos
del turco y recientemente otros cuantos neologismos de lenguas como el
francés o el inglés, pero es importante notar q en época
bizantina la inmensa mayoría de los préstamos de lenguas
extranjeras en griego bizantino estaban tomadas de los diversos dialectos
italianos.
En el último
período también encontramos palabras compuestas nuevas, con
subordinación según antiguos patrones como: thalass.o.vrakhi
'roca
marina', vun.ó.pulo 'muchacho de montaña' (-o-
une el modificador al núcleo), o con coordinación según
patrones como los del griego moderno como: andróyino
'hombre
y mujer' o makheropíruna 'cuchillos y tenedores'.
Finalmente también
observamos cambios semánticos (como también encontramos en
el paso del latín a las lenguas romances): álogho 'caballo'
(originalmente: álogos 'irracional'), skiázome
'tengo
miedo' (originalmente: 'estoy en la oscuridad') o udhén
'no'
(originalmente: oudén 'nada')