Situación de las prisiones
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Situación de las prisiones en 1999
Informe de Human Right Watch.

Prisioneros alrededor del mundo, gran parte de los cuales son procesados y aun no han sido declarados culpables, son frecuentemente confinados en condiciones crueles, inhumanas, y degradantes. Mientras las condiciones de detención varían significativamente de país en país y de establecimiento a establecimiento, el standard es en casi todas partes espantosamente bajo. Las prisiones y cárceles, inclusive en los países más ricos y desarrollados, se caracterizan por la superpoblación, una infraestructura física inadecuada, la falta de cuidado médico, el abuso de autoridad de los guardias, la corrupción, y la violencia. 

Al ser la preocupación principal del público en general el mantener a los prisioneros encerrados bajo llave, en lugar de las condiciones en que se confinan a los mismos, el progreso realizado para remediar estos abusos ha sido insignificante. De hecho, la población carcelaria continua aumentando, agravando los problemas existentes y creando algunos nuevos. 


En algunos estados, la tendencia del público a ignorar los abusos cometidos en las prisiones se ve reforzada por los altos niveles de reserva oficial. Al obstruir el acceso de grupos de derechos humanos, periodistas, y todo otro tipo de observadores externos a los establecimientos penales, las autoridades de la prisión buscan mantener ocultos del público los abusos que allí se cometen. Es más, varios países, se negaron inclusive a dar información sobre los más elementales datos sobre su estructura carcelaria tales como el número de internos prohibiendo todo tipo de observación externa. En los casos más extremos, entre los que se encuentran China y Cuba, al Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) fue fue negado proporcionar ayuda humanitaria básico a los prisioneros. Aun así, ha habído avances alentadores en 1999 en este aspecto. El más notable tuvo lugar en Birmania, donde delegados del ICRC inspeccionaron nueve lugares de detención, habiendo, entre mayo y en septiembre, visitando a más de 18.000 detenidos. 

El Tratamiento abusivo de Prisioneros 

Los presos en algunos establecimientos deben enfrentar la muerte a manos de guardias penitenciarios u de otros prisioneros. He aquí algunos trágicos ejemplos. Veintinueve presos fallecieron en Nigeria por sofocación al haber sido encerrado por las autoridades en una celda sin ventanas durante el mes de agosto del año pasado. Los presos que así encontraron la muerte eran los mismos se habían amotinado la semana anterior en la prisión de Niamey. Testigos informaron haber visto a los guardiacárceles responder a los lamentos de los prisioneros que se sofocaban disparando gas lacrimógeno dentro de la celda. 

Once prisioneros fueron muertos por gendarmes en septiembre en una prisión en Ankara, Turquía, en un incidente que los activistas de derechos humanos locales califican como una matanza. Los gendarmes atacaron el pabellón para sofocan un motín, mientras golpeando en forma tan severa a los prisioneros que el cuerpo de uno de ellos no pudo ser identificado. En Azerbaiyán en enero, se mataron once presos según informes recibidos en la prisión de Gobustan cuando los guardia cárceles sofocaron violentamente un motín. El mes anterior, en Venezuela, diez presos murieron y 104 fueron heridos en un incidente similar. 

Mientras que las matanzas en masa como las antes mencionadas suelen merecer una mención ocasional en la prensa (aunque más no sea en la sección de noticias policiales), la inmensa mayoría de las muertes los presos pasa inadvertida. En algunos países, entre los que destaca Venezuela como paradigma, el homicidio de prisioneros cobra al menos una víctima diaria. De hecho, durante los primeros dos días de 1999 murieron cuatro presos en una sola prisión venezolana, uno el 1º de enero y otros tres el día 2. Otros países con niveles de violencia crónicamente altos son Brasil, Kenya, y Africa Sur. Los presos frecuentemente encuentran la muerte como resultado de enfrentamiento entre otros presos en lugar de por guardias, pero dicha violencia de preso-a-preso es, normalmente, el resultado predecible de la negligencia oficial. Dirigir y controlando negligentemente a los presos dentro de sus medios, no respondiendo a los incidentes violentos, permitiendo mediante la corrupción la entrada de armas en las prisiones, y incitando la tiranía de los prisioneros más fuertes sobre los más débiles, las autoridades son directamente responsables por la violencia de los establecimientos a su cargo. 

Las tasas de muertes en la prisión estaban a menudo en un nivel superior que las correspondientes fuera de la prisión. Mientras violencia física es uno de los factores de muertes en muchos establecimientos penales, las enfermedades (a menudo el resultado predecible de la severa superpoblación, la desnutrición, las condiciones antihigiénicas, y falta de atención médica adecuada) se perfila como la causa más común de muerte dentro de las prisiones. La escasez de comida en las prisiones de Zambia y Malawi, por ejemplo, combinadas con la terrible superpoblación, constituyen las condiciones ideales creadas para el florecimiento de enfermedades contagiosas tales como la malaria, el cólera y la tuberculosis. Un prisionero de Malawi murió de hambre en febrero del 99 según informes recibidos, mientras que otros miles se encontrarían en similares circunstancia. Idénticos casos de desnutrición severa fueron reportados en las prisiones de Mongolia, Tajikistan, y Madagascar. 

La tuberculosis continuó asolando a las poblaciones de la prisiones alrededor del mundo. La difusión de la tuberculosis era especialmente importante en Rusia, a la luz de la enorme población carcelaria del país (estimada como superior al millón de prisioneros en mayo de 1999) y el incremento creciente de multi-droga resistente (MDR) las tensiones de la enfermedad. Uno de cada cien presos tiene tuberculosis activa, mientras que el 10 por ciento de los presos enfermos son afectado por las tensiones de MDR, constituyendo una seria amenaza para la salud pública. La epidemia de tuberculosis lejos de encuentrarse confinada a Rusia es corriente en todas las prisiones de la ex Unión Soviética. En marzo, el ICRC dio a conocer que entre los prisioneros de la Comunidad de Estados Independientes (CIS) la incidencia de esta enfermedad infecciosa era en promedio cincuenta veces mayor que entre la población general. 

La epidemia de HIV/AIDS también se desbordó a través de las poblaciones de las prisiones, con establecimientos alrededor del mundo reportando continuamente un crecimiento groseramente desproporcionado de tasas de infección de HIV y de casos confirmados de SIDA. Las NACIONES UNIDAS informaron en octubre de 1998 que el 18 por ciento del número total de casos informados de infección de HIV en Rusia se encontraba entre la población de las prisiones. Siendo que el HIV ataca el sistema inmunodefensivo de los prisioneros dejándolos más vulnerables a la tuberculosis, las dos enfermedades tienen lugar a menudo en forma conjunta. 

El abuso físico por parte de los guardias sigue siendo otro problema crónico. Algunos países continúan permitiendo el castigo corporal y el uso rutinario de hierros en las piernas, trabas, grilletes, y cadenas. Las trabas hechas con pesadas barras usadas en las prisiones paquistanís, convierten a movimientos simples, tales como caminar, en dolorosos ejercicios. En muchos sistemas carcelarios, las palizas injustificadas son tan comunes que se consideran una parte integral de la vida de la prisión. 

Las mujeres en prisión son particularmente vulnerables al abuso sexual por parte de sus custodios. En julio, un vigilante de una prisión alemana se declaró culpable de obligar a a dos mujeres presas a participar en una amplia gama de actividades sexuales. Estos hechos también son frecuentes en los Estados Unidos dónde el número de los guardias masculinos excede al número de los guardias femeninos en las prisiones de mujeres. El departamento correccional del estado de Arizona inició en marzo un juicio en el que se juzgaban treinta y cuatro casos de contacto sexual forzado entre prisioneros y personal de la prisión. 

En contravención de las normas internacionales vigentes, a menudo se encarcelaron a presos juveniles junto con los adultos. Esta práctica es común en las cárceles de Pakistán, Honduras, Kenya, y Zambia. Los niños en las tales circunstancias frecuentemente se convierten en víctimas de abuso físico, incluyendo violaciones, por parte de los presos adultos. 

La extorsión por el personal de la prisión, y su corolario menos agresivo, la corrupción del guardiacarcel, es común en las prisiones alrededor del mundo. Dado el poder sustancial que los guardias ejercen sobre los presos, estos problemas son predecibles, pero los bajos sueldos que generalmente se pagan a los guardias agrava la situación. En consecuencia, frecuentemente los presos acudieron a los sobornos a cambio de contrabando o de tratamiento especial. Los presos poderosos en algunos establecimientos de Colombia, India, y México, entre otros, disfrutan de teléfonos celulares, dietas diferenciales, y de alojamientos más cómodos, mientras que sus hermanos menos afortunado viven en la escualidez. Una muchacha adolescente murió según informes recibidos en diciembre de 1998 mientras asistía a una fiesta de Navidad, en la cual se consumió champaña, whisky, cocaína, y música en vivo, organizada en una celda de un narcotraficante colombiano de alto nivel. 

La superpoblación (existente en casi todos los países de los cuales se dispone de información) fue la raíz de muchos de los peores abusos. En Madagascar, por ejemplo, más de 20.000 prisioneros se apretujaban en establecimientos cuya capacidad total era para 12.000 personas. El problema es a menudo más severo en los medios de detención "temporales" más pequeños (tales como comisarías) dónde, en muchos países, los presos encuentran sin espacio para estirar las piernas o moverse. En algunos encierros policíacos brasileños dónde una gran proporción de los aproximadamente 180.000 se encuentra, el apiñamiento era tan agudo, y la falta de espacio en el suelo era tan escaso que los presos tenían que atarse a las barras de las celdas para dormir. En Brasil, como en muchos otros países, los presos sufrieron a menudo largas estancias largas en estas condiciones terribles. En algunos establecimientos de Colombia es común la realización diaria de un macabro sorteo entre los internos de acuerdo al cual el "ganador" es ejecutado por sus compañeros para liberar espacio. Dicha práctica es tácitamente aceptada por las autoridades quienes cuentan con dicho mecanismo para poder encarcelar a más criminales. 

Otro problema común las prisiones es la decadencia de viejos y anticuados establecimientos. Prisiones construidas a principio del siglo XIX que necesitan constantes y urgentes reformas continúan en uso en varios países, incluyendo los Estados Unidos, México, Rusia, y el Reino Unido. Incluso muchos establecimientos modernos están en decadencia severa debido a la falta de mantenimiento. En algunas prisiones falta, un sistema funcional de cloacas, obligando a los prisioneros a dejar "el lodo blando fuera" de sus celdas, es decir, defecar en baldes que ellos vacían periódicamente. 

Un conjunto diferente de preocupaciones existe en relación con la difusión de las ultra modernas llamadas prisiones de súper máxima seguridad. Originalmente establecidas en los Estados Unidos dónde los políticos y las autoridades de los correccionales estatales persisten en hacer lugar a demandas políticamente populares de prisiones más "austeras", el modelo de prisiones "supermax" se difundió en otros países. Los prisioneros confinados en tales prisiones pasan un promedio de veintitrés horas por día en sus celdas, soportando aislamiento social extremo, ociosidad forzada, y con oportunidades recreativas y educativas extremadamente limitadas o inexistentes. Mientras las autoridades de la prisión defienden el uso estos modelos de prisiones "supermax" afirmando que ellas están pobladas sólo por los presos más peligrosos, pocos resguardos se han tomado para impedir que otros prisioneros sean arbitraria o discriminadoramente transferidos a los tales establecimientos. 

Limitaciones presupuestarias y las prioridades del presupuesto son algunos de los motivos de las deficiencias de las prisiones en algunos países, pero como el modelo de las prisiones "supermax" sugiere, las condiciones más severas se imponen aun en los países mas desarrollados. 

Resumiendo, las condiciones en muchas prisiones constituyen tratamiento cruel, inhumano, o degradante, en violación del artículo 7 del Convenio Internacional en los Derechos Civiles y Políticos. Sus fracasos específicos también podrían enumerarse bajo las más detalladas previsiones de las Normas Mínimas para el Tratamiento de Prisioneros de las NACIONES UNIDAS. Un conjunto extensamente conocido de normas que prescribe "las condiciones mínimas que se aceptan como conveniente por las Naciones Unidas". Aunque las Normas Mínimas para el Tratamiento de Prisioneros han sido integradas en las leyes penitenciarias y regulaciones de muchos países, pocos, si es que alguno, observan todas sus prescripciones en la práctica. 
Prisioneros procesados no sentenciados

Incluso aquellos poco proclives a sentenciar a delincuentes declarados culpables y completamente escépticos de la idea de la rehabilitación tienen razones para preocuparse sobre el tratamiento inhumano que sufren los prisioneros. Aunque datos exhaustivos son muchas veces imposibles de obtener, las estadísticas disponibles muestran que una grn proporción de los prisioneros del mundo no había sido declarado culpable de ningún delito, pero estaba detenido preventivamente en alguna fase del proceso judicial. En países tan diferentes como Argentina, Bangladesh, Burundi, Brasil, Chad, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, India, Malí, Nigeria, Pakistán, Perú, Ruanda, Uganda, y Venezuela, los prisioneros procesados constituyen la mayoría de la población carcelaria. De hecho, el 90 por ciento de la población de las prisiones hondureñas, paraguayas y uruguayas son procesados. 

Peor aun, tales detenidos son en muchos casos encerrados durante años antes de que se los declare inocentes del delito del que fueron acusados. En Nigeria dónde el 60 por ciento de los prisioneros eran los detenidos preventivamente, muchos de ellos pasaron arriba de cuatro años en prisión antes de ser liberados. En algunos países, los prisioneros continuaron privados de su libertad aun después de haber cumplido sus sentencias. En Mozambique, por ejemplo, un reportero local en mayo de 1999 al visitar la cárcel provincial Inhambane descubrió a diez presos que habían completado sus sentencias, incluyendo a algunos que deberían haber sido liberados hacía seis meses. 

Con pocos medios para atraer la atención pública sobre las violaciones de sus derechos, los prisioneros alrededor del mundo frecuentemente acudieron a las huelgas de hambre, la automutilacíon, motines y otras formas de protesta. Los incidentes más dramáticas tuvieron lugar en 1999 en Kazakstan y Venezuela. En marzo, y de nuevo en mayo, docenas de presos de las prisiones de Kazak se inflinjueron cuchilladas en sus propios estómagos para protestar por las condiciones abusivas del encierro. En abril, 135 presos venezolanos encerrados en un establecimiento remoto en plena selva remota tomaron parte en lo que ellos el denominaron una "huelga de sangre," rebanando sus piernas y brazos para llamar la atención a sus demandas para lograr traslados a prisiones más cercanas a sus familias. Otras erupciones de inquietud fueron informadas en penales de Brasil, Colombia, el República Dominicana, El Salvador, México, Níger, Turquía, y Venezuela.

 

 


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