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Y DEMÁS/Otros tiempos

Sylvia Kristel, remembranza a mano

Considerada una bombshell holandesa  en busca de galanes ordinarios, la alguna-vez-diva acaba de lanzar sus Memorias. En este texto presentamos lo que hoy recordamos de ella

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AGOSTO, 2007. Si usted dio click para entrar a este artículo seguramente sabe quién es Sylvia Kristel y lo que llegó a representar en cierto momento de los años setenta. Pues bien, la señora Kristel acaba de sacar a la venta sus memorias, motivo o excusa suficiente para hablar de esta holandesa y de algunas anécdotas relacionadas con su "carrera cinematográfica", para denominarlo de alguna manera.

Las películas de Kristel salieron poco después del boom del cine porno en Estados Unidos. Y no era tanto que Europa estuviera muy atrás en tales producciones, pues ya desde los sesenta se distribuían, a nivel underground, películas suecas y danesas bastante explícitas. Sólo que cuando surgió este "Hollywood manco" --como lo denominó Al Goldstein cuya explicación dejamos al lector-- fue el momento en que la industria XXX comenzó a asomarse a la superficie. Las películas de Krystel fueron la respuesta europea a clásicos como Detrás de la Puerta Verde y, en la cima de todas, Garganta Profunda.

Pero la imitación siempre se intentó hacer con sentido europeo. Eran tiempos en que el cine XXX aún trataba de incluir cierto diálogo, mantener una hilación. Tampoco era necesario que las actrices fueran aspirantes a suceder a Ingrid Bergman, por supuesto. Fueron años en los que, como apunta magistralmente Paul Thomas Anderson en Boogie Nights, los directores XXX aún transpiraban un curioso idealismo donde, pensaban, cada rodaje era la respuesta a una sociedad cerrada y de doble moral.

Sylvia Kristel había nacido en Holanda, por entonces el país más liberal de Europa. No debemos olvidar que también de ahí proviene Xaviera Hollander, quien llevó aquello del sexo libre a sitios cuyo frenesí sólo detuvo la aparición del sida en los 80. Luego de irse a la cama con un "productor" que estuvo casado con Brigitte Bardot, la Kristel inició su ascenso. El año era 1974.

El personaje que la inmortalizó fue Emanuelle. Como tal realizó alrededor una docena de películas, muchas de las cuales empezaron a llegar a México dos años después. Claro que por acá ya se sabía algo del escándalo que Emanuelle había provocado en varias ciudades europeas, lo cual alimentó el morbo local una vez que sus cintas fueron anunciadas en la cartelera.

¿Pero por qué la Krystel logró tanto éxito con sus historias? Sin duda tuvo mucho que ver su tipo exótico y sus facciones (y formas) rayanas en lo perfecto, pero como actriz era, digamos, malita. En realidad eran dos los secretos: uno, que en cada película tenía un empleo distinto, ya fuera de azafata (la fantasía sexual de muchos caballeros allá en los 70, por cierto), de mujer solitaria pero envidiada, viuda con varios millones heredados, viajera despreocupada en sitios exóticos y, claro, empleada doméstica. La segunda parte de su alta recaudación en taquilla era que sus "galanes" no tenían cuerpos de Adonis ni rostros de Brad Pitt; eran personajes excesivamente ordinarios, en ocasiones gordos y malfajados, es decir, el reflejo de muchos fans que iban al cine a verla.

De vez en cuando la Krystel se acostaba con un sujeto bien parecido, bueno, de acuerdo al estándar setentero, pero éste solía resultar un maldito que, por supuesto, al final le iba mal. Las historias solían terminar con un mensaje vagamente feminista.

Debemos recordar que entonces las videocasetteras o DVDs no existían ni tampoco era posible bajar las películas por Internet o buscarlas en un tianguis pirata. El único modo de llenarse los ojos de Krystel era en una sala de cine, a donde se compraba el boleto cuando no había nadie cerca en las banquetas, se engolaba la voz para no delatar la edad y se elevaban plegarias para que el tipo de la entrada no exigiera la cartilla militar y así poder ingresar.

Naturalmente pronto surgieron las imitaciones. La más célebre fue Black Emanuelle quien nunca alcanzó el estándar de la original, no tanto por su físico, más delgada, sino porque como era actriz todavía más mala y porque, hay que decirlo, era mucho más recatada, todo lo contrario de Edwige Fenech, bastante más exuberante y más directa a la cama, no tanto al gramo. Con títulos como La Maestra Enseñante (¿cómo olvidar el anuncio de la cartelera donde la chica mostraba su desquiciante muslón?), Edwige Fenech desbancó a la Kristel y a las demás Emanuelles. El siguiente pasó fue el cine XXX sin historia, sin trama, sin nada, literalmente sin nada.

El descenso en el interés por Emanuelle hizo que Hollywood, el de dos manos, se fijara en ella y la invitara a participar en una cinta al lado de Matt Lattanzi, futuro esposo de Olivia Newton John. La Kristel era una especie de tutora que le enseñaba francés al hijo de una pareja adinerada y donde, lógico, el sujeto apenas y aprendió a decir oui madmasoille. El raquítico ingreso en taquilla hizo que Kristel saltara a películas tipo B con adolescentes calenturientos tan socorridas en los ochenta; su rol tampoco varió: era la profesora de francés.

Luego de tantos años el nombre Sylvia Kristel vuelve a asomarse, ahora en modo de autobiografía. Veremos si quienes la adoraron hace 30 años se interesan en leer lo que tiene que decir, igual que como lo hicieron como cuando tenía mucho que enseñar.

© copyright, Derechos Reservados, 2007 

 

 

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1  comentarios

mefisto331 escribe 27/07/07

...ALGO QUE ME GUSTA MUCHO DE SU SITIO ES LA FIJACIÓN QUE TIENEN CON ICONOS DEL PASADO DE LOS QUE YA NADIE SE ACUERDA. HACE AÑOS QUE NO ESCUCHABA ALGO SOBRE SYLVIA KRISTEL, CREO QUE DESDE LA PREPA CUANDO SE NOS ALBOROTA LA HORMONA. TAMBIÉN RECUERDO LA PELÍCULA ESA DE LA MAESTRA DE FRANCÉS DONDE SE VEÍA QUE LA DAMA TENÍA LO SUYO. Y QUE COSAS, QUE EL OTRO PROTAGONISTA, EL CHAVO CALENTURIENTO TERMINARA CASÁNDOSE CON OLIVIA NEWTON JOHN QUIEN ENTONCES ERA CONSIDERADA LO MÁS FRESA QUE PODÍA EXISTIR.

 

 

 

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