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Internacional
Si Obama exhuma a Keynes,
inhumará a Estados Unidos
Décadas después de haber caído en el descrédito, las teorías keynesianas son desenterradas por el gobierno de Barack
Obama, quien quizá
desconoce cuáles fueron sus efectos reales en los años 30. Peor aún si lo
sabe
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FEBRERO, 2009. Si hubiera que referir un regreso en lo que va de la década, Lord Keynes ha ocupado la primera posición gracias a Barack
Obama, lo cual inevitablemente marcará la tendencia para buena parte del mundo. Se trata de un retorno que apenas
un decenio antes de veía impensable, Pro el presidente Obama se ha encargado de convocarlo nuevamente convencido que la manera de estimular a la economía norteamericana será mediante más gasto público en el entendido que, al igual que el
New Deal de los años treinta, se podrá superar la actual crisis.
En caso contrario, advirtió Obama, "estaremos frente a una catástrofe de consecuencias inimaginables", lo cual presenta cierta ironía histórica pues el
New Deal antecedió a la Segunda Guerra Mundial.
El descrédito de las políticas keynesianas ya quedaba en claro desde los 70 y 80 cuando produjeron
inflaciones de vértigo en los países que las aplicaron. ¿Por qué entonces hoy las vemos desempolvadas y presentadas como alternativa nueva? En primer lugar, el equipo de Obama considera que el
New Deal reactivó a la economía y la llevó a un sitio de
preponderancia mundial. Pero se trata de una conclusión falsa; el New Deal retrasó la reactivación y la creación de nuevos empleos; fue la Segunda Guerra Mundial la que detonó el crecimiento cuando decenas de empresas necesitaron de más personal para construir armamento, y ya activada la maquinaria económica al terminar la guerra los rubros de producción se diversificaron. Otro factor importantísimo, por lo menos hasta la mitad de los sesenta, fue que este crecimiento se compensó con una reducción en la injerencia del Estado en la economía.
No es la primera vez desde el New Deal en que Estados Unidos se ha metido en las intrínguilis keynesianas. Otro paréntesis notorio se dio durante el gobierno de Jimmy Carter (1977-1980) que aplicó políticas de impulso mediante el gasto público y terminó con inflaciones cercanas al 9 por ciento. Ciertamente es una situación que no se puede comparar con la actual pero no ofrece señales alentadoras como
para que Obama las enarbole hoy como solución.
Lo insólito es que hoy se proponga el keynesianismo, lo que
equivale a meter más regulaciones a un mercado que ya se encontraba excesivamente regulado. Como consigna David
Henderson, profesor del Hoover Institute, la crisis actual fue cocinada por el exceso y no la carencia de regulaciones: "Entre 1977 y 1980 las regulaciones anuales promediaban en 72.884 páginas, se redujeron a 54.335 durante
Reagan, aumentaron a 71.590 con Clinton y aumentaron a 75.525 durante el segundo periodo de George W.
Bush. Debido a estas regulaciones, los gastos en el sector financiero se triplicaron en este lapso, de 725 millones a 2.070 millones de dólares", es decir, en los años previos a la caída el mercado estaba fuertemente atado a reglamentos que alteraban su libre funcionamiento. ¿Cuál
laissez-faire?
Buena parte del caos actual comenzó a gestarse en 1977 --durante el gobierno de
Carter, algo que no es casualidad-- cuando fue aprobada una emienda que obligaba a los bancos a prestar dinero a quienes tuvieran poca solvencia financiera. Casi 30 años después. una iniciativa de los demócratas impulsada por el líder del Senado Harry
Reid, obligaba a las instituciones a otorgar crédito hipotecarios de alto riesgo a personas de escasa solvencia, todod entro del llamado
"affirmative action", que da prioridad a las minorías raciales. Todo esto, acota
Henderson, distorsionó las leyes del mercado. Dicho de otro modo, lo que viene en el paquete obamaniano es otra restricción a la libertad en Estados Unidos, así como un keynesianismo que acercará a ese país a una esfera de país más regulado, como Francia o Alemania.
Pero si de antemano sabemos que el keynesianismo sufre de tantas fallas ¿por qué entonces es aplaudido y exhumado por el gobierno de
Obama? Sencillo: es mucho más viable, en términos políticos, aducir que el Estado "sacará" a todos de la crisis; en cambio, promover la creación de más empleos particulares --situación que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial-- sería visto como "ayuda para unos cuantos". Los planes de rescate (bailouts) están muy lejos de cumplir ese prometido; se trata de mantener esquemas que ya no se adoptan a los términos económicos actuales, lo que de paso ayuda a sus sindicatos pese a ser responsables, en mucho, de la pérdida de dinamismo de esas empresas.
Así, y aun antes que se ponga en marcha en plan de Obama, el bailout a la Banca ha estatizado casi al 80 por ciento de las instituciones lo que, de acuerdo con
Henderson, "equivale a decir que un 30 por ciento de la economía depende del Estado norteamericano, algo muy lejano a lo que los próceres tenían en mente al declarar su independencia de Inglaterra".
A Estados Unidos le tomó 12 años salir de la Gran Depresión, y aunque George Soros afirme que la actual crisis "es peor", lo cierto es que falta mucho para igualar aquella disyuntiva. Pro la exhumación de Keynes podría agravar la situación: si Barack Obama cree que al aplicar nuevamente esos planteamientos hallará la clave para la recuperación, quizá le tocará exhumar a los Estados
Unidos.
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