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Estragos e impunidad del Estado paternalista europeo

Ante el despilfarro de los gobiernos británico, español y griego, la resaca comienza a tambalear sus economías. ¿Pero adivine el lector a quien se culpa del desastre? Los acusadores están dispuestos a hacer todo lo posible para que no haya recortes al presupuesto y, con ello, dejen de recibir subsidio público

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SEPTIEMBRE, 2011. Hace más de tres décadas el ya fallecido Nóbel mexicano Octavio Paz publicó El Ogro Filantrópico, una serie de ensayos donde evidenciaba el terrible y doloroso fracaso que estaba teniendo en el mundo el Estado benefactor, o paternalista. Con su acostumbrada lucidez, Paz realizaba un repaso de todos los males de lo que llamó "el ogro filantrópico" se habían enquistado en nuestras naciones desde la época colonial, una herencia europea que al mezclarse con la costumbre local de que los gobernantes velarán por todos nosotros, escribió, "dieron como resultado una amalgama donde se aplaude al mantenido y se castiga al productivo".

Desafortunadamente y como refirió Jean Francois Ravel, los burócratas tienen la abierta convicción de que son capaces de derrotar hasta la ley de gravedad y han hecho del "ogro" un producto inamovible, imposible de derrotar y al que nunca se le echacan culpas. "Es un ogro impune al que nadie le pide rendir cuentas", se lamentaba Paz. Y desde que escribió ese libro el Estado no ha hecho más que crecer y crecer, convencido de que él solo será capaz de derrotar no nada más a la ley de gravedad sino de combatir la pobreza.

Los efectos del ogro filantrópico o "Estado de bienestar" no se dejan sentir de inmediato, de ahí que sea tan difícil detectarlo como el culpable, y únicamente se sabe de sus estragos cuando alguien repara en ellos e intenta corregirlos. Y es ahora en Europa donde el ogro brinca gustoso y donde, por supuesto, nadie lo responsabiliza por los estragos cometidos. Están los casos de España, Grecia y Gran Bretaña.

En el primer país son sobradamente conocidos los "indignados" un grupo de desempleados en su mayoría clasemedieros que realizaron un plantel en la Puerta de Alcalá que duró tres días. Las protestas fueron abiertas, incluso llenas de altisonantes, en contra del primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero, al que obligaron a adelantar las elecciones y donde es fácilmente predecible una catastrófica derrota del PSOE a manos del PP. Cualquiera pensaría que los "indignados" reprueban a Zapatero por su irresponsable política fiscal y el creciente endeudamiento del sector público y que su antecesor José María Aznar había dejado una deuda prácticamente de cero. ¡Sorpresa! La crítica más feroz contra el primer ministro radica en "haberse inclinado a la derecha" y de poner en marcha "políticas contrarias al pueblo español".

¿Ya olvidaron los "indignados" que Zapatero no solo les hizo caso sacando a las tropas españolas de Irak, que trató con abierta grosería al ex presidente Bush y que llamó "alquimistas de ilusiones" a los promotores del libre mercado? "No requerimos de una 'mano invisible' sino de una mano muy visible que nos indique claramente hacia donde vamos", dijo Zapatero en un discurso en el 2007, en clara refutación a Adam Smith y Milton Friedman. Asimismo, el jefe de gobierno español dejó atrás aumentó las tasas impositivas en electrodomésticos, uso de telefonía celular e Internet con el pretexto de quienes más tienen que más paguen. Es increíble que los "indignados" acusen a Zapatero por las cosas que hizo y no por las que dejó de hacer.

El desastre del Estado paternalista también es evidente en Grecia, donde existe la peor burocracia europea, y la más consentida además. El primer ministro Andreas Papandreu es un keynesiano convencido en la cuasimisión divina que el Estado tiene para socorrer a los pobres, Su política benefactora le funcionó tan bien que logró reelegirse holgadamente en septiembre del año pasado. Pero la bomba le estalló a las pocas semanas tras lo cual gobiernos como el alemán tuvieron que enviar a Grecia un paquete de rescate ante el riesgo que el país empezara a despedazarse. El monto total del rescate, según The Economist, fue de 3 mil 500 millones de euros, los cuales, por cierto, fueron consumidos por el gobierno de Papandreu en cuestión de semanas tan solo para cubrir los sueldos de la burocracia y algunos pagos pendientes con sus proveedores. En febrero Grecia recibió otro préstamo de emergencia mientras en las principales ciudades brotaban manifestaciones y protestas que acusaban al primer ministro, sí, pero por la razones equivocadas. ¿Quién era el villano del desastre helénico? El capitalismo, faltaba más, como si el monstruoso déficit del gobierno griego fuera obra de la libre empresa y no de un Estado botarate irresponsable.

El caso más reciente se dio en Gran Bretaña, donde las protestas comenzaron en Londres y se extendieron a las principales ciudades inglesas en cuestión de horas; ningún cristal de los comercios en el centro de la capital quedó a salvo de un grupo de vándalos quienes protestaban (¿hace falta recalcarlo?) por las "políticas pro capitalistas" del primer ministro David Cameron. Supuestamente la indignación comenzó cuando la policía dio muerte a un niño de color pero lo cierto es que fue solo el pretexto: Cameron, quien pertenece al Partido Conservador, había anunciado una serie de recortes al descomunal déficit del gobierno. Es este punto el que enlaza, por cierto, los desmanes en Gran Bretaña con los "indignados" españoles y los revoltosos griegos.

Según The Economist, estos tres países han aumentado su gasto público en un promedio del 42 por ciento el último lustro. Y de acuerdo con la página electrónica spiked.com, por lo que toca a los ingleses el welfare o seguro del bienestar aumentó su cobertura la cual no ha bajado pese a que a mediados del 2010 se registró un repunte en la creación de empleos. "¿Y como se dio eso?", señala spike.com: "Bueno, a que muchos de quienes vuelven a engancharse logran engañar al Estado para seguir recibiendo mensualmente su cheque". En ello coincide la página española libertaddigital.com, la cual señala que más de una cuarta parte de los "indignados" tienen un trabajo fijo o cobran mensualmente su cheque por seguro de desempleo por lo que no puede decirse precisamente que naden en la indigencia. "Se trata en su mayoría de un sector clasemediero que ve peligrar muchas de las canonjías que el gobierno español podría recortar ante el déficit presupuestal", concluye Libertaddigital.

Se trata, más que exigencias democráticas idealistas, de una "medida de aviso" ante el retroceso del "ogro filantrópico" en estos países, una manera de expresarle a sus gobiernos que no aceptarán recortes presupuestales bajo circunstancia alguna, sobre todo el cheque del desempleo, que nació como una de las causas más nobles pero que ha sido aprovechado por vivales que se las arreglan para cobrarlo sin trabajar o aun cuando vuelven a conseguir empleo. Ello explica que se culpe de todos los males a un libre mercado que ha sido abiertamente vapuleado por Zapatero, Papandreau e incluso el mismo Cameron, quien pese a ello ha tratado de remediar el desastre en las finanzas públicas de su antecesor y que requiere, de manera indispensable, recortes en el gasto público. Pero la mera intención ya le costó una sensible baja en popularidad y la rabia de los comerciantes cuyos negocios fueron agredidos por una turba de descontentos.

Y en una situación similar se encuentran otros países como Francia y Alemania, donde en descontento por los recortes --de hecho ya hubo algunos desórdenes en Berlín-- podría detonar en cualquier momento. Es el abrazo del "ogro filantrópico", del que hablaba Paz, un ogro que ahoga con su abrazo a los políticos que solicitan sis servicios. Ante lo ocurrido en estos tres países, sería conveniente que Cristina Kirchner reconsiderara su amorosa devoción a semejante ogro. Peor no lo hará: al igual que Zapatero, Papandreu y Cameron, la señora de Kirchner piensa que siempre habrá a quien culpar por lo que haga el ogro. Empezando por quienes organizan las protestas callejeras.

 

 

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