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Rodolfo Valentino, lo que la arena se llevó

Símbolo del cine mudo, con un par de películas y una carrera de apenas un lustro, el sheik de Castellaneta dio inicio a la histeria colectiva de un Hollywood que vivía su infancia

FEBRERO, 2007. La estrella más cotizada de Hollywood en 1926 se encontraba en un hotel de Nueva York. Ahí consumía varios tónicos y remedios supuestamente milagrosos, así como unas sales aromáticas que no estaban produciendo efecto alguno. Lo que padecía esa figura del cine mudo podría ser fácilmente controlado con antibióticos actualmente, pero en ese entonces la suerte parecía dejar a Rodolfo Guglielmi, conocido como Rodolfo Valentino, leyenda que consolidaría al latin lover que persiste hasta hoy.

La ironía en ese momento era que Valentino agonizaba en una ciudad que lo había rechazado y donde no era visto con simpatía, incluso entre la comunidad itálica de esa urbe, pues Guglielmi era considerado un advenedizo. Finalmente y en la madrugada del 16 de agosto de 1926, el actor moría víctima de una úlcera gástrica que se le había complicado. La noticia causó conmoción inmediata; una joven mujer escribió una carta donde afirmaba "soy una flor que no puede vivir sin el sol" y se pegó un tiro. Otras más se ahorcaron o tomaron veneno, todo para seguir a ese actor originario de Castellaneta, Italia, y que en menos de cinco años había llegado a la cumbre del cine mudo en Hollywood.

Era la historia de alguien que, en apenas 20 años, saltó de una pequeña aldea italiana a las suites de lujo y a la fama mundial. Para siempre quedará en la especulación si Valentino no hubiera sucumbido a ese ataque de pleuresía: ¿habría logrado dar el salto del cine mudo al cine hablado, abismo del que no pudieron salir Harold Lloyd, Buster Keaton, Mary Pickford y Douglas Fairbanks, su rival? ¿O bien seguiría los pasos de Chaplin, quien para sobrevivir al nuevo medio sazonó sus cintas con sus convicciones políticas? ¿Se habría convertido en un sex symbol maduro a la Clark Gable o Humphrey Bogart?

Las respuestas son imposibles de encontrar. Lo que queda claro es que Valentino fue la primera estrella en causar histeria femenina y en abrir la veta del cine romántico con todo y que, como actor, aún estaba lejos de ser excelente.

Del despecho al Sheik

Es curioso cómo, con una pequeña diferencia de años, llegaron al mundo dos futuras figuras del cine con fuerte atractivo sexual tanto para hombres como para mujeres. Una de ellas es Marlene Dietrich. La otra es Valentino, nacido en 1895 en Castellaneta, Italia. Hijo de un veterinario, la figura frágil y un tanto afeminada de Guglielmi le trajo problemas con el sexo opuesto, aunque también con la ley y la escuela, de donde fue expulsado. Su miopía le costó ser rechazado en el ejército de modo que decidió ingresar a una escuela de agronomía de donde también luego fue dado de baja.

El futuro Valentino provocaba una fuerte atracción sexual entre las mujeres mayores, la mayoría de ellas casadas, para su mala suerte. Fue una de ellas la que intentó seducirlo aunque Guglielmi, horrorizado, rechazó la insinuación. En represalia, la mujer lo acusó de intentar propasarse con ella ante lo cual el furioso marido lo buscó para vengarse. No lo consiguió: para entonces el adolescente ya iba camino a Estados Unidos.

La llegada, como ocurrió a otros miles de inmigrantes, no fue fácil. Guglielmi tuvo que emplearse como lavaplatos, mesero, botones de hotel, taxista de autos y "taxista bailarín", esto es, bailar con damas maduras a cambio de unos cuantos dólares. Su facilidad para el baile lo hizo conseguir un trabajo en el Maxim's de Nueva York y un preferido de las crónicas sociales de entonces. Todo terminó cuando la prensa lo tachó de "gígolo", por otro lado, algo muy probable por la gran cantidad de mujeres que habrían pagado lo que fuera para llevarlo a la alcoba. Luego de un escándalo al actuar como testigo en un divorcio, Guglielmi emigró de nuevo, esta vez a Los Ángeles, o más precisamente, a Hollywood.

Allí consiguió pequeños papeles como extra, con un pago diario de cinco dólares. En aquel tiempo se decía que los actores latinos podrían ahuyentar al público o que lucirían muy "oscuros" en una pantalla de blanco y negro. Pero al final era claro que existía un racismo hacia los actores que no eran de origen sajón. En este ambiente no se le veía futuro a Guglielmi de no haber sido porque June Mathis, guionista y productora, consiguió que se le diera el papel principal en The Fifth Horseman of the Apocalypse, rodada en 1921. Ese fue apenas el principio: aquel muchacho italiano que un año antes ganaba lo mínimo para subsistir, se había convertido en un actor que vivía a todo lujo, y con buenos comentarios por parte de la crítica.

The Sheik terminó por consagrarlo. Pasó a ser un sex symbol al cual seguían miles de chicas y otras no tanto que le enviaban cartas perfumadas y que aun pagaban por probar el agua de la tina donde se había bañado quien para entonces ya era conocido mundialmente como Rudolph Valentino. (En Castellaneta, el otrora marido ofendido presumía que uno de sus hijos en realidad era del actor, engendrado con su mujer poco antes de emigrar al Nuevo Mundo).

"Me llaman el gran amante pero todas me aman excepto a quienes yo amo", confesó Valentino. Y es que su primer matrimonio con la actriz Jean Acker nunca fue consumado, según pudo comprobarse después: todo había sido un ardid publicitario ya que ella era lesbiana y se había ido a vivir con su amante al día siguiente de la boda.

Dos años después Valentino se casó, esta vez con Natasha Rambova, cuyo nombre real era L. Kimball Shaugnessy y era originaria de Utah. Durante un tiempo fueron felices, tanto que el actor deseaba tener hijos, sobre todo para acallar los constantes rumores sobre su homosexualidad. Sin embargo ella pensaba que ello truncaría sus aspiraciones como actriz. Para mayo de 1926 el matrimonio había naufragado.

Según algunos biógrafos, la úlcera de Valentino comenzó a manifestarse poco después de filmar The Sheik, pero la tensión de sus dos matrimonios, las exigencias de lo estudios y la tensión de encontrarse en un lugar para el cual no estaba emocionalmente preparado agudizaron al úlcera. El actor sufría de fuertes dolores abdominales que, como ya dijimos, quería controlar con remedios tan primitivos como ineficaces.

Finalmente fue hospitalizado durante una semana. En ocasiones estaba de ánimo para escribir misivas y para revisar algunos guiones que le enviaba su representante. Pero en cuanto se sentía mejor ordenaba a su valet platos condimentados pese a las órdenes de su médico para que sólo comiera frutas y verduras. Horas después de uno de esos banquetes Valentino quedó postrado por los dolores. La úlcera se le había infectado, con lo cual su vida estaba ya en verdadero riesgo.

Alguien supo de una medicina para atemperar los dolores aunque sólo estaba disponible en Canadá. Esa noche mandaron a un mensajero por ella; cuando volvió, Valentino ya había dejado de existir

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rafaela_3939 escribe 24.02.07

Rodolfo Valentino fue de las primeras figuras en causar la histeria pública con su muerte. Luego vendrían Marilyn, Elvis, Lennon. He visto las dos películas de Valentino y me parecen que nada tienen que ver con nuestro presente en lo relativo a técnica, pero al final todo se resume a lo mismo, que entonces como hoy hay gente más interesada en seguir la vida de los demás en vez de la propia y que son capaces de morir por alguien a quien nunca conocieron y que sólo representaba un papel. Qué triste...

 

 

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