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MAYO, 2019. Isabel Montoya (nombre que cambiamos a petición suya) comenzó a trabajar con una familia de clase media alta hace 17 años poco después de llegar a la ciudad procedente de un ejido cercano. "Se me ocurrió timbrar a esa casa, les dije que si necesitaban a alguien que les hiciera limpieza y ese mismo día empecé a trabajar ahí". Durante los siguientes años Isabel iba dos veces por semana a esa casa donde, dice "el trabajo era duro, sobre todo porque sus dos hijos dejaban sus cuartos de cabeza, pero siempre me trataron bien".

Sin embargo a principios de marzo sus patrones le dijeron que ya no requerirían de sus servicios, por lo que Isabel perdió esa fuente de ingreso. Al enterarse, su esposo le dijo que se debió a que por ley "iban a meter al Seguro a las empleadas domésticas y sus patrones decidieron adelantarse a los hechos". De ahí vino un breve litigio con sus ex empleadores quienes acordaron darle una gratificación por sus años de servicio.

Desde entonces Isabel no ha conseguido otro trabajo como empleada doméstica; ha ido un par de ocasiones con sus expatrones para que la contraten "siquiera un día", pero le dicen que no pueden hacerlo. "Sé que ellos sienten que traicioné su confianza", dice Isabel, quien es mamá de tres hijos adolescentes, uno de los cuales dentro de unos meses la convertirá en abuela. "Esa nueva ley a mí terminó perjudicándome".

"Los patrones de esta mujer decidieron darle las gracias; se enteraron que ahora tendrían que pagar más por contratarla y antes de hacer eso la despidieron, pero dado que no hay ningún contrato laboral firmado entre ambas partes, la indemnización que se le dio fue al tanteo. Esto es consecuencia de la desinformación que existe en torno al asunto", cuenta el abogado Claudio Aguilar.

Donde existe un consenso casi unánime es en la necesidad de que las empleadas domésticas tengan derecho al seguro social dado que se trata de un trabajo peligroso. Es verdad que la mayoría laboran en un hogar pero ahí también existen riesgos como los de una fábrica, ya sean electrocuciones, fugas de gas o lesiones por caídas o al levantar objetos pesados. "Su trabajo es tan desgastante a la larga como el de quien labora en una compañía", recalca el abogado Aguilar, "por ello me parece buena idea que se les asegure como a cualquier otro empleado".

Parte del problema, añade, es que quienes las contratan no necesariamente son familias, no patrones convencionales. "Cuando trabajas en una empresa o una fábrica los patrones no te comparten su comida ni te encargan que cuides a sus hijos ni permiten que traigas contigo a otros miembros de la familia, y creo que esa diferencia es importante. No es lo mismo trabajar en una fábrica que en una casa donde la familia te abre su intimidad y parte de su privacidad.

"Quiéralo uno o no--y estoy seguro que es un efecto que no se contempló a fondo-- cuando a una familia se le exige que asegure a sus empleada doméstica hay un vínculo de confianza que se rompe entre las partes; dado que la mayoría de esos acuerdos laborales fueron apalabrados, los empleadores sienten que esta ley les ha cambiado las reglas del juego en su prejuicio".

De acuerdo a lo aprobado por la Suprema Corte, toda persona que realice labores domésticas tiene derecho a recibir seguro social, lo cual incluye no solo a las mujeres sino a hombres (los llamados "mozos") o de cualquier otro género con el que quieran identificarse. Y dado que hay personas que realizan esas labores en diferentes sitios, cada empleador deberá cubrir su seguro por el tiempo que desempeñe ahí un trabajo. ¿Pero con cuántas horas laborales una empleada doméstica podría empezar a cotizar?

"En el caso de Isabel, lo que habría procedido sería haber fijado su sueldo con un tabulador de horas eventuales, esto es, que puede variar por días", dice el abogado Aguilar. "Lo que es obligatorio es que todo pago debe ser tasado de acuerdo al salario mínimo vigente".

Hay otro punto que a muchas empleadas domésticas hará poca gracia cuando lo descubran, según Aguilar: "Como en cualquier contrato laboral, una parte de las contribuciones al Seguro Social será hecha por el patrón y la otra parte por el empleado, lo que significa que en adelante su sueldo sufrirá deducciones, algo que hasta ahora no sucedía pues el pago se daba como ocurre en cualquier negociación informal. Pero si el trabajo es eventual o cubre una cantidad mínima de horas, el patrón deberá cubrir el costo total.

Lo que es importantísimo, añade Aguilar, "es que ahora sí se firme un contrato entre empleada doméstica y patrón si éste será menor a cuatro semanas pues si no se firma nada se considera que el contrato es indefinido y con jornada completa. El seguro deberá aplicarse aun si la empleada doméstica trabaja una sola hora a la semana".

¿Qué sigue?

En el caso de Isabel, el asunto no le ha beneficiado gran cosa: "Dado que en este momento no tengo empleo por tanto no puedo darme de alta en el IMSS para empezar a cotizar. Esta ley me estáe perjudicando... antes me pagaban quizá poco menos del mínimo pero ahora ni eso... muchas familias no nos están contratando porque no quieren pagar más impuestos".

Aguilar coincide en ello y señala que esta ley "no tomó en cuenta que tenemos millones de casos en México que se complicarán con la aplicación de esta ley que, repito, no niego que es benéfica ¿pero qué hacer con las empleadas que llevan décadas trabajando en una casa, se firmará un contrato con ellas donde se le aplicarán nuevas reglas?" Por otro lado, agrega, "me pregunto porqué el gobierno lopezobradorista no hace lo mismo con todos los empleados informales que hay en este país, porqué nada más se le da trato preferencial a las trabajadoras domésticas ¿acaso las mujeres que realizan otras labores, que preparan comida o trabajan en los tianguis no tienen esos mismos derechos?

Lo que ocurrirá, añade, "es que habrá un boom en el outsourcing para contratar empleadas domésticas del mismo modo que muchas empresas se ahorran los dolores de cabeza sindicales y optan por contratar su personal de limpieza mediante esa modalidad". Lo que pronto comenzaremos a ver, concluye, "es cómo muchas empleadas domésticas serán despedidas o se les contratará para trabajos eventuales como ocurre con el maistro que te construye un clóset, te instala el bóiler o te arregla los aparatos de refrigeración".

Y ni modo, agrega: "Al haber derechos también habrá obligaciones, el patrón podría exigir puntualidad a la empleada doméstica o que use un uniforme reglamentario como hacen muchas empresas, que trabaje el número exacto de horas y que pague por el costo de una plancha o una lavadora que se llegue a descomponer... estas empleadas --y empleados-- sin saberlo han dejado de ser de confianza. Este es uno de tantos casos donde una buena intención desemboca en muchas repercusiones negativas.

Otra posibilidad es que las cosas sigan igual, que el patrón y la empleada doméstica se "desentiendan" del asunto y el patrón haga como que está cubriendo el seguro y la empleada doméstica haga como que lo está recibiendo, es decir, que continúen como hasta ahora. "Después de todo", alega Aguilar, "las familias no son empresas sujetas a una auditoría del IMSS. ¿Cómo va a proceder una multa si una familia es persona física, no moral, como una empresa? ¿Cómo se va a llevar la contabilidad de horas? porque una cosa es que es firma el contrato y otra que se cumpla a nivel doméstico. ¿Cómo se van a manejar las ausencias, las horas extras, el mínimo contará por horas o por día?"

Aguilar lamenta que la ley no haya dado otras alternativas como, por ejemplo, "que en caso de accidente o enfermedad se comprometan los patrones a brindar servicio médico a la empleada doméstica en un hospital particular, que le estipulen una póliza de seguro privada o que si éstos tienen acceso al servicio AR (paramédicos privados) la incluyan el tiempo que esté laborando con ellos. Me parece increíble que con una dependencia tan hiperburocratizada, ineficiente y con alarmante escasez de medicinas, el Estado obligue a una familia a meter al IMSS a alguien que presta un servicio doméstico. Deben buscarse otras alternativas.

Finaliza: "Por lo pronto espero (aunque me parece inevitable) que el asunto se politice, que agremien a   las empleadas domésticas y las hagan marchar por las calles o las obliguen a votar por determinado candidato. Si eso llega a pasar, muchas familias optarán por dar las gracias as sus empleadas domésticas. ¿Quién quisiera tener intrigas políticas dentro de su propia casa?"

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