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Despedida al foco, nuestro viejo y centenario amigo

En una decisión que inevitablemente pronto se repetirá en México, el gobierno norteamericano prohibió la venta del foco que Alva Edison alguna vez inventó. Se alegan razones ecológicas, aunque se antoja más bien un triunfo del cada vez más molesto y obeso Estado Niñera

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FEBRERO, 2014. Dondequiera que hoy se encuentre, el alma de don Thomas Alva Edison debe hallar irónico que General Electric, una compañía que fue una de sus tantas y tan fructíferas ideas, promoviera hasta lograr la prohibición de los focos de filamento para su venta en Estados Unidos. (Australia y Canadá habían tomado similares medidas un par de años antes). Quizá comprendería las razones para la desaparición del foco "convencional", quizá no. Pero igualmente estaría orgulloso: su invento tuvo una vigencia centenaria; durante más de diez décadas nadie pudo retar ni superar su revolucionario invento.

Pero como decía una línea en una canción de Foreigner: "Aquello fue ayer". En el 2007, con George W. Bush en el poder, se firmó la sentencia de muerte del foco de filamento que entraría en vigencia a partir del pasado primero de enero. Su lugar será tomado obligatoriamente por los focos de halógeno, casualmente más caros y, se nos asegura, de mucha mayor duración.

General Electric y Westinghouse llevaban tiempo realizando lobbys en el Congreso para lograr su propósito. En su opinión y respaldados por activistas ecológicos (¿pues no que las multinacionales eran el chamuco encarnado?) la base de los focos contiene mercurio, elemento altamente tóxico que puede contaminar la superficie terrestre por 10 mil años sin perder ninguna de sus propiedades. También el filamento, originalmente hecho de algodón, es contaminante, y mucho más frágil. Según un texto reciente de Scientific American, los fabricantes de los focos "alternos" sufrían pérdidas millonarias en su transpiración, en ocasiones de hasta un 20 por ciento del total de esos frágiles focos que quedaban inservibles en los trayectos, ya fuera por un bordo, un enfrenón o accidentes de tránsito. Aparentemente, el foco de halógeno es mucho más resistente a esas aventuras por carretera.

Esa pareciera ser una razón que pesa para promover su prohibición. ¿A quién le gusta que se arruine hasta una cuarta parte de su mercancía durante su transportación? Pero hay otro beneficio adicional para los fabricantes de los focos de halógeno. Los consumidores preferían el foco edisoniano a) Por costumbre generacional, por ser el bisabuelo, el abuelo, papá, el tío, el hermano, quienes por décadas habían comprado esos focos y b) El consumidor buscará siempre un producto más barato. Así pues, lo que hizo la ley fue violar un derecho inherente al comprador, esto es, adquirir un producto guiado por el precio. Todo sea en nombre de la ecología.

Como refería el cartón de un diario de Buenos Aires, al desaparecer el foco se acaban también las buenas ideas. Hace muchos años veíamos al Tío Lucas encender focos al colocárselos en la boca. Tal escena sería imposible presentarla hoy por televisión. La CFE tenía como personaje a un foco y hoy que lo recordamos, el consejero y amigo inseparable de Ciro Peraloca era también un foco.

Fueron muchas la memorias y muchos los momentos en los cuales el foco ha acompañado nuestra existencia. ¿Será políticamente incorrecto referirnos a partir de hoy a todos esas episodios?

En México el foco "alterno" aún se sigue vendiendo, aunque solo de 40 y 60 watts. Todavía no existe una disposición expresa para prohibirlos, pero como suele suceder, lo que ocurre en Estados Unidos pronto es imitado por acá de modo que si usted conserva esos prototipos de foco inventados por Alva Edison, vaya guardándolos si tienen su filamento sano pues pronto pasarán a ser piezas de museo.

Los promotores del foco de halógeno sostienen que son más seguros. Quizá su rendimiento sea mayor --aunque veremos, conforme el mercado quede acaparado, van a durar menos al transcurrir los meses-- y cuando finalmente terminan su vida útil hay que guarecerse pues estallan aparatosamente, algo de lo que se ha hablado muy poco.

Adiós, pues, al foco. Durante muchas décadas iluminó las alegrías y las penas de la humanidad. Los novios se alegraban cada vez que se apagaba un foco pero esta vez, el asunto nos merecerá un minuto a oscuras.

 

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