Diálogo post-mortem con George Grosz para Dadá 13-91 acerca de los orígenes del dadaísmo, de sus camaradas, de sí mismo y otros paralipómenos.

pasajes de las memorias de Grosz "Un SÍ menor y un NO mayor".

Sigue sus pasos a través de dadá 13-91!!!!

Desde el punto de vista artístico éramos dadaístas. Si algo quería expresar el término era una inquietud que había estado fermentando durante mucho tiempo, una insatisfacción y afán de burla. Toda derrota, todo cambio, todo nacimiento de una nueva época suele generar algún tipo de movimiento extremo. En otros tiempos podíamos haber sido flagelantes, por ejemplo.

Por lo que sé de la historia del movimiento dadá, este surgió en Zúrich. Durante la guerra, unos cuantos poetas, pintores y músicos fundaron allí el Cabaret Voltaire. Su director fue Hugo Ball, ayudado por Richard Hülsenbeck, Hans Arp, Emmy hennings y unos cuantos artistas internacionales más. El programa en realidad no era político, era moderno y futurista. El nombre de dadá fue elegido por Ball y Hülsenbeck, que a tal fin abrieron arbitrariamente una enciclopedia francesa, señalando a ciegas una palabra con el dedo. La palabra era por casualidad "dada", y se aplica para designar un caballito de juguete. Hülsenbeck llevó el movimiento a Berlín, donde adquirió de inmediato un tinte político.

(...) Nosotros, los dadístas, celebrábamos nuestros mítines y, por unos pocos marcos de entrada, no hacíamos otra cosa que decirles la verdad a la gente, es decir, insultábamos a los presentes. No había barreras para nosotros. Decíamos: -Usted, el de la primera fila, sí, el del paraguas,usted no es más que una mierda, un cabrón estúpido. O esto otro: - ¡No se ría, tonto de capirote! Y si alguien contestaba, cosa que algunos hacían, les gritábamos como hacían en el servicio militar: -¡Cierra el pico o te zurramos!

Etcétera, etcétera...

La novedad corrió rápidamente de boca en boca, y nuestros mítines y actos del domingo por la mañana siempre estaban abarrotados de un público que se divertía a la vez que se escandalizaba. Las cosas llegaron hasta el punto de que tenía que haber policías en la sala porque el espectáculo siempre acababa en bronca. Más adelante las cosas se complicaron tanto que teníamos que pedir cada vez un permiso especial en la comisaría correspondiente. Nos especializamos en burlarnos de todo, no había nada que escapara a nuestro sarcasmo, escupíamos a cuanto se nos pusiera por delante. Eso era el dadá. No se trataba de misticismo, comunismo ni anarquía. Todos esos movimientos tienen su programa; lo nuestro era nihilismo puro y absoluto, y nuestro símbolo era la nada, el vacío, el agujero.

Entretanto íbamos fabricando "arte". Pero la mayoría de las veces se interrumpía el "acto de creación". Apenas Walter Mehring había empezado a teclear en su máquina de escribir o había empezado a leer algo de sus obras, cuando salía Heartfield o Hausmann, o yo, de entre las bambalinas y gritaba:… ¡Basta ya! ¿No pretenderás ofrecerles un espectáculo a esos zoquetes deallá abajo?

(...) Hasta entonces no había existido nada que se pareciera al "arte dadaísta". Era el arte (o la filosofía) del cubo de basura.

(sigue la huella de Grosz en Kurt Schwitters)
(sigue la huella de Grosz en Johannes Baader)
 
(sigue la huella de Grosz en Franz Jung
(sigue la huella de Grosz en George Grosz
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