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La Samaritana

En Oaxaca y quizás en muchas otras partes hay alegría y aguas frescas. Desde temprano se notan los preparativos; en el templo, en lugar visible se colocan las imágenes y a las doce del día repican las campanas y los vecinos acuden, el sacerdote bendice el agua y se reparte, todos quedan satisfechos y aun hay quien lleva su jarrito para llevarlo a su hogar.

En las escuelas se coopera, se preparan y disfrutan tomándolas maestros y alumnos y esto a todo nivel:

Universidad, Normal, Secundarias y Primarias, también en algunas oficinas y hogares.

En la cárcel, la UFCM y "Casilda" reparten el agua fresca a los reclusos.

Y todos calman la sed del caliente mes de marzo con la horchata de arroz, de almendra o pepita de melón, el rico tamarindo, ]a Jamaica, el limón con chía, "la chilacayota". ¡ Qué sabrosas aguas frescas! Y hay alboroto y alegría contagiosa.

¿ Devoción? ¿ Religiosidad popular? ¿ Simbolismo? ¿Tradición? ¿Folklore? ¿O simplemente ocasión de esparcimiento? ¿O de romper agradablemente la diaria rutina? ¿ Costumbre?

Quizás habrá de todo esto, pero si hiciéramos una encuesta para encontrar él por qué, encontraríamos una sola respuesta: ¡ Es el día de la Samaritana! Tal vez la tradición arranque de muy atrás, de cuando los primeros misioneros tenían que representar objetivamente los grandes pasajes evangélicos para facilitar su comprensión, dada la dificultad de expresarlos en el idioma nativo del lugar.

De allí que en este día las imágenes en el atrio representen a Jesús y a una mujer: La Samaritana, cerca de un pozo. Simbolismo del hermoso Evangelio según 5. Juan (4, 1-42).

¿ No nos convendría recordarlo y adentramos en el contenido que para nosotros, hoy, puede tener?

Jesús se había sentado junto al pozo de Sikar. Sabe que a Él llegará una mujer y espera. Cuántas veces también a nosotros nos espera para que nos encontremos con Él. Este encuentro puede ser a través de un acontecimiento, de una palabra escuchada, de una página, leída, en algún lugar, en un determinado día, descubrimos la presencia de Jesús. La Samaritana es una mujer dedicada a sus propios quehaceres, va con su cántaro a traer agua; Jesús inicia el diálogo: "Dame de beber". Generalmente Él pide, bien sea la aceptación de algo o de alguien, bien sea un trabajo a realizar en su nombre, pero lo más natural es que nos pida agua para el necesitado, para el que tiene sed del agua natural o sed de cariño, de comprensión, o bien sed de la Palabra de Dios y nosotros podemos en su nombre calmarla y tal vez un día le oigamos decir:

"Tuve sed y me disteis de beber".

Sorpresa de la mujer: "¿Cómo tú siendo judío me pides de beber a mí, que soy samaritana?" es que los judíos no se tratan con los samaritanos. Para Jesús no hay diferencia, ha llegado y viene a enseñar que en adelante ya no debe haber diferencias entre los hombres, todos somos iguales a los ojos de Dios, todos hermanos que en adelante deberían vivir en paz. Dos mil años después, nuevamente el deseo de Jesús se deja oír en la voz de su Vicario: Vivid en un mundo en el cual la justicia y la paz estén juntas, aunque desgraciadamente en el mismo día hay cinco focos mundiales de guerra.

Seguimos sin querer entender las enseñanzas del Maestro. "Si conocieras el don de Dios (dice a la mujer) quien es el que te dice: dame de beber, tú misma le habrías pedido y El te habría dado agua viva..." "el que beba de agua que yo le daré ya no tendrá sed jamás, pues el agua que yo le daré se convertirá, dentro de él, en manantial de agua que brote para vida eterna".

Dichosos nosotros a quienes se nos ha dado esa agua en el bautismo, estamos comprometidos a dar fe de ese manantial de la Gracia, con el testimonio de nuestra vida.

"Señor", dice la samaritana, "dame de esa agua". "Anda llama a tu marido". "No tengo marido" sinceridad de la mujer, con el que vive no es su marido. Se confiesa pecadora. "Haz dicho la verdad". Al Señor desagrada la hipocresía. La confesión, primer paso a la conversión.

Continúa el diálogo y llega a su culminación: Dice la mujer: "Yo sé que el Mesías, el llamado Cristo, está para venir...

Respóndele Jesús: "Soy yo, el que está hablando contigo", y la mujer cree en Él.

Y en ese momento se realiza el acto más grande de justicia que nosotros podemos realizar: creer a Jesús. Encontramos respuesta a nuestra inquietud ¿qué es justicia? Justicia es creerle a Jesús, a la Palabra de Dios. La samaritana ha encontrado la Fe, ha encontrado al Mesías, al Salvador.

Pero su conversión la hace no guardar para silo que ha encontrado. Deja el cántaro y corre a su ciudad y comunica a los suyos su encuentro con Cristo v los hombres vinieron y narra el Evangelista, muchos Samaritanos de aquella ciudad creyeron en El por las palabras de ]a mujer.

La samaritana. Símbolo de "la mujer en la extensión del Reino: reino de verdad, de justicia, de amor y de paz".

En este día de la samaritana sea nuestro compromiso beber de esa agua que nos ofrece el Señor; el agua de su Palabra, de su Gracia y llevémosla a los nuestros, a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestra comunidad.

Tomemos el agua fresca de ricos sabores, gustemosla sabiendo que para nosotros es el símbolo del agua viva de Cristo.
 
 


 
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