A comienzos del segundo semestre de 1999, Caracas fue sede
del Seminario Internacional sobre Democracia y Corrupción. Con motivo de tan
particular ocasión, el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV),
monseñor Ovidio Pérez Morales, dirigió un mensaje a los participantes
advirtiendo "sobre las graves consecuencias que surgen cuando no prevalece la
ética y el comportamiento adecuado en algunos sectores de la sociedad".
— Lo que necesita Venezuela no son solamente buenas
costumbres –afirmó el prelado-, sino principalmente una voluntad implacable para
erradicar los altos niveles de corrupción que ponen en grave riesgo el proceso
democrático en el país.
Entre los asistentes a la jornada inaugural se encontraba el
presidente Hugo Chávez, con apenas pocos meses en el poder. También el cura
jesuita Luis Ugalde, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, dejó
claramente sentado en el evento que "a la hora de establecer la valoración moral
de las acciones públicas, la ley de la amistad es la que muchas veces prevalece
sobre la ley que es aplicable a todos los venezolanos".
Casi enseguida Pérez Morales entregó el mando a monseñor
Baltazar Porras, arzobispo de Mérida, como nuevo presidente de la CEV.
Las tensiones entre el gobierno y la iglesia se pudieron a la
orden del día y se fueron agudizando en la medida en que el verbo presidencial
se hacía cada vez más ácido y los representantes de la iglesia también
respondían. Nada diferente de lo que fue esta relación durante la campaña
electoral de 1998.
— El lenguaje de la iglesia no es monopolio de nadie –decía
Chávez en una de las alocuciones en vivo por la señal de Radio Nacional.
La iglesia no se quedaba atrás. Por ejemplo en la Semana
Santa de 2000, el padre Clemente Pérez González desde la tribuna de la iglesia
de Santa Teresa, se expresaba en los siguientes términos:
— Tengo sed de tí dice Cristo en la cruz, también al que
tiene poder y autoridad de gobierno para que entienda que el poder es una
oportunidad para servir, y cuanto más alto se está mayor debe ser la vocación de
servir, porque si no el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe
absolutamente. Ustedes entienden, ¿verdad? (El Universal, 22/04/2000).
Ni corto ni perezoso, Chávez, quien buscaba la
relegitimación, se desprendía en elogios:
— De manera bastante irresponsable, y así lo digo, desde aquí
(en rueda de prensa con motivo de la Cumbre del Grupo de los 77), han dicho que
el proceso no está garantizado porque supuestamente yo designé a los miembros
del Consejo Electoral... habría que preguntarles a esos obispos dónde estaban
ellos cuando verdaderamente los miembros del Consejo Supremo Electoral anterior,
que fue eliminado, sí eran designados por las cúpulas de los partidos
políticos... Lo que pasa es que especialmente uno de ellos (Baltazar Porras)
está compenetrado con el régimen anterior, pertenecen al régimen anterior. Ellos
estaban allí cuando los presidentes se daban abrazos y levantaban la copa de
vino y rezaban juntos. Sabían que esos presidentes estaban robando al pueblo, y
los bendecían, bendecían el robo (El Universal, 15/04/2000).
El domingo 7 de mayo dos funcionarios de la Disip grabaron y
tomaron fotografías en la misa que ofrecía monseñor Baltazar Porras en la
catedral de Mérida. Sobre la marcha el ministro de Relaciones Interiores, Luis
Alfonso Dávila, "negó enfáticamente que haya emitido esa orden a la Disip"
(El Universal, 09/05/2000). Agregó:
— Me parece extraña esa denuncia... Este es un régimen que no
tiene ningún periodista ni cura preso. No hay ningún perseguido político, pero
hay quienes tratan de lograr publicidad haciéndose los mártires.
Haciendo gala de su connotada característica contradictoria
entre sus funcionarios, al decir de sus múltiples críticos, el director de la
Disip, Eliézer Otaiza, en paralelo a Dávila, confirmaba que sí eran miembros de
la policía política los personajes que actuaron en la misa de solidaridad y
apoyo a monseñor Porras.
— Lamentable. Vergonzoso. No se volverá a repetir. El cargo
está a la orden. Yo asumo toda la responsabilidad de este cargo. Si por mi
mando, por mi conducción, hay errores yo lo asumo cediendo el cargo –dijo el
jefe policial (Unión Radio, 09/05/2000).
De hecho, especificó que los dos funcionarios que actuaron no
lo hicieron por órdenes expresas emanadas de la institución. "En todo caso ya
han sido separados de sus cargos y se les abrió un procedimiento interno".
El afectado, monseñor Porras, señalado por Chávez como "un
adeco con sotana", se sintió satisfecho con las explicaciones de Otaiza.
Pero la ciudad de Mérida seguía siendo centro de importantes
acontecimientos. Tres días antes de las megaelecciones convocadas más no
celebradas el 28 de mayo, la Gobernación de Mérida fue allanada por unos 20
funcionarios de la misma Disip, al frente de los cuales iba el comisario Juan
Alvarez. La misión era realizar una auditoría para darle soporte a algunas
denuncias por corrupción contra el mandatario regional de Acción Democrática,
William Dávila, también presidente de la Asociación de Gobernadores de
Venezuela. El mismo día el presidente Chávez llegaba al aeropuerto para
respaldar al candidato del MVR a la gobernación, Florencio Porras, y declaraba a
la prensa local:
— El Ejecutivo no tiene nada que ver con esta intervención
(El Universal, 25/05/2000).
Por su parte, Dávila desmintió las versiones según las cuales
el Presidente habría dicho que se negó a entregar libros de contabilidad.
— Esto creo que pudo haberse evitado y perfectamente
solicitado de forma decente, pacífica y democrática, en el momento más indicado
–señaló en tono airado (El Universal, 25/05/2000).
Las noticias de Mérida se trasladaron a Caracas. "Un
enfrentamiento que por poco llega a las manos protagonizaron el vicepresidente
de la República, Isaías Rodríguez, y el presidente de la Conferencia Episcopal,
Baltazar Porras, cuando –bien tempranito- coincidieron en la antesala de un
canal de televisión" (Globovisión). Cuando leían el periódico, lado a lado, el
arzobispo quiso criticar la actuación que la Disip tuvo en la Gobernación de
Mérida... El Vicepresidente acusaba al arzobispo de no representar a la iglesia
ni al pueblo cristiano, y éste le devolvía el insulto agregando que él no
representaba ni al gobierno ni al pueblo (El Universal, 26/05/2000).
Ya para septiembre, realizadas las elecciones pospuestas para
el 30 de julio, el nuevo gobernador era el candidato de Chávez, Florencio
Porras. Éste anunció la intervención del hospital Sor Juana Inés de la Cruz,
cuya administración estaba en manos de la Arquidiócesis de Mérida, a cargo de
Baltazar Porras. La medida oficial era por presuntos actos de corrupción.
Con menos de tres meses en el cargo, el nuevo gobernador se
presentó en la Fiscalía y denunció simultáneamente a monseñor Baltazar Porras y
al ex gobernador derrotado, William Dávila.
Con respecto al prelado, un Porras solicitó que el otro
Porras fuera investigado por malversación al frente del hospital Sor Juana Inés
de la Cruz, "administrado por una fundación registrada por la Arquidiócesis de
Mérida, ambas gobernadas por el sacerdote" (El Universal,12/10/2000).
Florencio Porras señalaba los siguientes hechos irregulares,
encontrándose monseñor ausente en Roma:
Desvío de 298 millones de
bolívares provenientes del Fondo Intergubernamental de la
Descentralización (Fides) y de la gobernación para el equipamiento de un
quirófano y una sala de emergencia.
Venta ilegal de insumos
farmacéuticos provenientes de donaciones.
El hospital cobró a los
pacientes y los ingresos no están registrados en la contabilidad
Intentar las acciones penales,
civiles y administrativas contra Porras Cardozo y también contra el
obispo auxiliar, Juan Leonardi –quien actuaba como cuentadante del
patrimonio administrado por el hospital-, el ex director del centro
asistencial, Ovidio Rojas, y contra el responsable del proyecto de
equipamiento de insumos, Jorge Luis Sánchez. Todos son denunciados por
malversación de fondos, desvío de fondos públicos y venta de donaciones
internacionales.
— La acción es del conocimiento de Chávez –declaró el
Gobernador merideño-, desde el sábado pasado, cuando éste visitó la capital
merideña. Yo le hice un resumen de la investigación y de las pruebas
relacionadas con la iglesia. Me dijo que siguiera adelante... La acción no es
contra la institución eclesiástica, sino contra la persona de Baltazar Porras
como responsable directo. Asumo el riesgo de que se diga que lo acusamos porque
está en la oposición, pero esta no es una factura política. Lo que pedimos es
que se determinen responsabilidades (El Universal, 12/10/1999).
Con respecto al ex mandatario regional William Dávila, su
sustituto lo acusó ante el Ministerio Público por malversación de fondos
públicos, traslado de partidas y celebración de contratos por interpuestas
personas en los siguientes asuntos:
138 millones de bolívares de la
secretaría ejecutiva de programas estratégicos de inversiones, sin
determinar las funciones del programa pues carece de proyecto de
creación.
18 millones de bolívares de una
partida de política integral de seguridad fueron usados para cancelar el
sueldo de un asesor, donaciones y para el funcionamiento de una
dependencia por fuera del palacio de gobierno regional.
De los 170 millones de
bolívares de la partida de publicidad y propaganda presupuestados, sólo
quedaron 2,7 millones y una deuda por otros 48,5 millones de bolívares.
Fraccionamiento de contratos
con proveedores, para evitar licitaciones. Ejemplo: el doble pago el
mismo día a la empresa AOPC.
Firma de un contrato entre la
esposa de Dávila, Ivonne Carnevalli, representante de la empresa
Oturmérida C.A. y la Corporación Merideña de Turismo, dependiente de la
Gobernación.
Solicitaba pronunciamiento,
además de Dávila, contra su esposa, el ex director de Comunicación
Social, Rubén León; y el ex secretario de Gobierno, Isaac León.
— Esto tampoco tiene que ver –dijo el gobernador chavista-
con la solicitud de reconteo de votos que hiciera Dávila ante el Consejo
Nacional Electoral (El Universal, 12/10/2000).
En otras palabras, el gobernador Florencio Porras había
señalados irregularidades por más de 500 millones de bolívares, entre los dos
casos:
William Dávila picó adelante contra las denuncias, ante la
ausencia de Baltazar Porras, y precisó que se trataba "de una acción de
sicariato político" (El Universal, 13/10/2000).
Con respecto a las acusaciones en contra del presidente de la
CEV, señaló: "su delito es trabajar de buena fe por el país y por el estado (el
hospital había atendido 550 mil pacientes en tres años, con un sistema de
visitas domiciliarias)".
Mientras se le daba chance a Baltazar Porras de regresar al
país, otro prelado, Hernán Sánchez Porras, secretario de la Conferencia
Episcopal, asumía su defensa:
— Conocemos su integridad y por eso rechazamos cualesquiera
imputaciones que se hagan en su contra. Creo que se debe a la situación política
de Mérida. Es una prolongación de esa crisis y donde está involucrado
monseñor...(El Universal, 13/10/2000).
Baltazar Porras regresó a Caracas el propio 12 de octubre y
con la misma se defendió:
— Es un atropello jurídico y una cacería de brujas la forma
como la gobernación allanó el hospital y derogó un convenio por medio del cual
lo administraba una fundación eclesiástica del mismo nombre. Quieren montar un
show para descalificar la labor de la iglesia en ese hospital, que ha
sido modelo de gestión privada de salud pública. El centro beneficia al estado
Barinas, donde el presidente Chávez ha alabado su modelo de gestión.
— ¿Está dispuesto a ir preso? –le preguntó un periodista en
el aeropuerto.
— Yo sí. Yo le pediría a la Fiscalía que llegue hasta sus
últimas consecuencias, porque estas cosas no pueden quedar así. Y que también
haya responsabilidades por parte del Gobernador, porque es muy fácil sentirse
envalentonado y tener el poder para hacer lo que se quiera.
Porras volvió sobre sus fueros e insistió en "la cacería de
brujas".
— El gobierno está detrás de la cabeza de la iglesia. Es una
persecución política y un intento de difamación –respondió a una pregunta
difundida por la agencia española EFE, el 17 de octubre-. La iglesia católica
venezolana va a agotar todas las instancias legales para defender su
honorabilidad.
El nuncio apostólico en Caracas, padre André Dupuy, asistió a
una reunión en la Cancillería el 23 de octubre, con José Vicente Rangel, el
titular; el vicepresidente Isaías Rodríguez, Luis Miquilena, director general
del MVR; y Luis Alfonso Dávila, ministro de Interiores y Justicia. Del encuentro
no fue mucho lo que pudieron obtener los periodistas. Nadie soltó prenda más
allá de haber sido "una reunión de cortesía". Sólo Dávila se atrevió a no decir
nada:
— Haremos todo lo necesario para que los nexos con la iglesia
permanezcan de la mejor forma por los siglos de los siglos, amén. El caso Porras
es una cosa puntual, local, que no tiene nada que ver con las relaciones con la
iglesia (El Universal, 24/12/2000).
Un artículo insertado al día siguiente por el escritor Manuel
Alfredo Rodríguez, titulado Monseñor Porras planteaba algunas hipótesis
al respecto de la crisis entre el gobierno y la iglesia (El Universal,
24/10/2000).
"Al leer las injurias del sedicente gobernador de Mérida
contra el presidente de la Conferencia Episcopal uno se pregunta qué pretende la
‘revolución pacífica’ de la iglesia católica y hasta dónde llegarán sus
agresiones contra ella. A la primera, pudiera responderse con la hipótesis de
que se busca amedrentarla para que guarde silencio ante una crisis económica y
social magnificada por la ineptitud, la corrupción y la demagogia populachera
del régimen cuartelario. A la segunda, no es fácil intentarle respuesta dado el
menestrón ideológico de la llamada V República y el silencio de su ‘proyecto’
sobre las relaciones del Estado con la iglesia mayoritaria... La averiguación
solicitada por el procónsul impuesto al estado Mérida no puede desvincularse de
las expresiones anticlericales proferidas por el Comandante en una o varias de
sus pavosas alocuciones".
Un par de fiscales del Ministerio Público, Oswaldo Domínguez
Florido y Reyna Rosa Trujillo Vilchez, solicitaron por oficio a la Asociación
Bancaria Nacional los movimientos y las cuentas bancarias de monseñor Porras, el
padre Leonardi Villasmil, el administrador del hospital Ovidio Rojas, del ex
gobernador de Mérida y su esposa, y del ex secretario de gobierno, Isaac León.
(El Nacional, 23/11/2000).
Esta vez desde Madrid, Baltazar Porras respondió que se
"sentía físicamente amenazado" (Agencia EFE, 23/11/2000).
— Son públicos los ataques del gobierno venezolano contra mi
persona y la iglesia. Tengo varias causas judiciales abiertas, donde se me acusa
de malversación de fondos y se acusa a la institución de haber colaborado y
callado la corrupción de gobiernos anteriores. Las últimas noticias que tengo es
que se está preparando otra causa judicial contra mí acusándome de corrupción de
menores... Es muy difícil catalogar a Chávez: es un soñador, un líder
carismático con un lenguaje que llega mucho a la gente y que maneja muy bien la
estrategia militar aplicada a la política y al campo mediático. De ahí a que sea
capaz de llevar a cabo el proceso de transformaciones que requiere el país, está
por verse –hablaba frente a la Asociación de Periodistas de Información
Religiosa (APIR), invitado por la Conferencia Episcopal Española.
Por el hilo telefónico desde Francia le respondió el
canciller Rangel: "como católico, apostólico y romano, sé que mentir es pecado y
eso vale tanto para seglares como para religiosos. Eso es falso, nadie en
Venezuela puede decir que peligren sus derechos. Las palabras del Presidente de
la Conferencia Episcopal sencillamente no se ajustan a la verdad" (El
Nacional, 24/11/2000).
Mientras aquí en Caracas, el vicepresidente Isaías Rodríguez,
solicitaba a la iglesia clarificar si Porras "hablaba a nombre propio o no".
El presidente Chávez intervino también desde la cúspide
declarativa, replicando a los periodistas, luego de ofrecer una clase magistral
en San Cristóbal ante 2.000 alumnos del Primer Congreso Nacional de Educación
Superior y Diversificada:
— No tengo nada que responder a esa pregunta. Cada quien es
libre de hacer lo que quiera y denunciar ante la corte celestial lo que quiera.
Que lleve pruebas. Cada quien es libre de decir lo que quiera y lo que piensa, y
no conozco los detalles sobre eso. Eso no requiere de ninguna posición oficial
de nada. Me parece algo insignificante. Es bueno recordar que aquí no hay nadie
invulnerable, ningún sector, ante los señalamientos de alguien. Busquen las
pruebas y denuncien (El Nacional, 25/11/2000).
"En su última declaración señaló que estaba previsto, a
juicio de él, que se le acusara de otros delitos, incluso delitos contra las
buenas costumbres y efectivamente no conocemos nada de eso", insurgió de vuelta
el vicepresidente ejecutivo, Rodríguez (El Universal 25/11/2000).
Una vez más Porras iba por la réplica: "con la oración
podemos llegar ante la corte celestial, pero también necesitamos que los
organismos gubernamentales sean libes y autónomos, con el fin de que respondan a
los beneficios de la gente y no a los intereses de un grupo de poder" (El
Nacional, 27/11/2000).
El 5 de febrero de 2001 el presidente de la Conferencia
Episcopal Venezolana, Baltazar Porras, declaró a la agencia AP en Bolivia que
"Hugo Chávez está despilfarrando el dinero que Venezuela ha recibido en los
últimos dos años por el alza del precio del petróleo, en tanto que crece la
violencia, la pobreza y el narcotráfico".
— Muchas de las determinaciones del Presidente están hechas
al margen de la legalidad, al margen de la constitucionalidad, porque se está
viviendo lo que se ha llamado un proceso de revolución pacífica, pero el Jefe
del Estado descalifica a todo aquel que no comulgue plenamente con la línea que
marca su gestión (Agencia AP, 05/02/2001).
En línea con el pensamiento anterior, la Conferencia
Episcopal Venezolana presentó ante su equivalente latinoamericano, el 16 de mayo
de 2001, un documento crítico sobre el gobierno en los siguientes términos
(El Universal, 16/05/2001):
Acentuación del empobrecimiento
colectivo.
Crecimiento del desempleo.
Critica la creación del Banco
del Pueblo, de la Mujer y de la Fuerza Armada, porque abren las puertas
a tendencias inflacionarias y al despilfarro de recursos.
Hay una mayor centralización en
el Ejecutivo y un mayor contraste entre el discurso moralizante, que
recurre crecientemente al juego con las medias verdades y la mentira y
la realidad de la impunidad, la incapacidad administrativa y el
amiguismo, que plantean problemas de irresponsabilidad o delito.
En esta oportunidad le correspondió al ministro de la
Defensa, José Vicente Rangel, descalificar el informe y tildarlo de "falto de
densidad" (El Universal, 17/05/2001). Así seguía incólume el
enfrentamiento iglesia-gobierno. Baltazar Porras expresó que el gobierno tenía
"piel de quinceañera".
Un diputado de Acción Democrática en el Consejo Legislativo
del estado Mérida, Roger Vivas, acusó al gobernador Florencio Porras de no
notificar a tiempo y proceder en consecuencia con la recepción de 2.600 millones
de bolívares en diciembre de 2000 para enfrentar una emergencia ocasionada por
torrenciales aguaceros. "El decreto se elaboró tres meses después de haber
recibido el dinero, el 12 de febrero, después de la emergencia" (El
Universal, 07/03/2001).
A tal efecto fueron designados los fiscales Reina Trujillo
(fiscal V de Mérida), Evelyn Medina y Oswaldo Domínguez. Pero en Caracas,
concretamente el diputado emeverrista por Mérida, Luis Velásquez Alvaray,
sometía ante la mayoría oficialista de la Comisión de Contraloría de la Asamblea
Nacional un proyecto de acuerdo según el cual en la gestión del gobernador
Florencio Porras "sólo se cometieron errores procedimentales subsanables en el
uso y destino de los recursos asignados en los decretos 015 y 012" (El Mundo,
08/03/2001).
Esta propuesta irritó a la oposición conformada por AD,
Copei, Proyecto Venezuela y La Causa R, - sin embargo pasó- pues el bloque
consideró que la asociación entre el oficialista MVR y el MAS "había absuelto" a
Porras de una investigación en la que podía ser señalado al menos de
irresponsabilidad administrativa al violentar procedimientos convencionales,
luego de haber recibido el dinero en dos tramos: noviembre y diciembre de 2000,
asignados por el ministerio del Interior y Justicia.
Ante esta posición el diputado Velásquez Alvaray, contestó:
"la denuncia contra Florencio Porras (su correligionario de estado y partido),
fue formulada sin sustentación" (El Mundo, 08/03/2001).