Tal como lo había resuelto la Asamblea Constituyente, el
parlamento mayoritariamente chavista electo el 30 de julio de 2000, tenía la
obligación de culminar la transitoriedad en los órganos del Poder Ciudadano. Y,
en consecuencia, se planteó la necesidad de convocar a unas mesas de diálogo
para examinar las credenciales de quienes desearan postularse a los cargos de
Fiscal, Contralor y Defensor del Pueblo. Se aprovecharía la oportunidad, además,
para renovar un tercio de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia,
junto a los miembros del Poder Electoral.
Luis Miquilena, ex presidente del foro Constituyente y del
Congresillo, prometía que la selección se haría con la "activa participación de
la sociedad civil" (El Universal, 03 de mayo de 2000). El mismo
conglomerado cuya existencia había puesto en duda meses atrás. Quizás, el
mensaje importante era tratar de borrar de la mente de los venezolanos la forma
como habían llegado a sus cargos Javier Elechiguerra, Dilia Parra y Clodosbaldo
Russián, en aquellos actos constituyentes de fines de diciembre de 1999.
Ya para septiembre existía en el seno de la Asamblea Nacional
el ambiente necesario para aprobar un proyecto de Ley de Postulaciones. En
efecto, la organización Primero Justicia había picado adelante y a comienzos del
mes presentó un proyecto denominado Ley Orgánica de Regulación del Comité de
Postulaciones Judiciales, del Comité de Evaluación de Postulaciones del Poder
Ciudadano y del Comité de Postulaciones Electorales. El Movimiento al Socialismo
hizo lo propio con el proyecto de Ley para la Designación y/o Ratificación de
los Altos Funcionarios del Poder Ciudadano, Electoral y del Tribunal Supremo de
Justicia.
La diferencia entre uno y otro, básicamente, estribaba en que
en el de Primero Justicia las postulaciones, evaluaciones, preselecciones y
presentación de ternas de candidatos descansaba plenamente en comités con la
participación amplia de la sociedad civil, evitando la interferencia de los
partidos políticos. Mientras que en el del MAS, se planteaba claramente la
escogencia de 15 miembros de la propia Asamblea Nacional de mayoría oficialista
"para evaluar a los funcionarios y funcionarias a que se refiere esta ley".
Solamente se planteaba la creación de dos mesas de diálogo, una para el Poder
Ciudadano y otra para el Tribunal Supremo, a los fines de recabar las
postulaciones.
Otra opción que se manejó fue la expuesta por el contralor
Clodosbaldo Russián, aspirante a la reelección, cuando afirmó que el artículo
279 de la Constitución Bolivariana permitía la escogencia de los funcionarios
sin siquiera convocar a comités de postulaciones (El Universal, 12/09/2000).
Ello en el caso de que no se convocaran a los Comités de Postulaciones por parte
del Poder Ciudadano.
Pero finalmente fue aprobada una Ley de Postulaciones
denominada Ley Especial para la Designación de Funcionarios y Funcionarias del
Poder Ciudadano y del Tribunal Supremo de Justicia, con la aplanadora de votos
del MVR y el MAS. El instrumento permitió, por una parte la integración de un
comité de 15 diputados del parlamento, más otro comité de 6 miembros de la
sociedad civil electos del seno de la comisión de 15 integrantes de la Asamblea
Nacional.
La aprobación de esta ley levantó urticaria en la oposición y
en las organizaciones de la sociedad civil, porque redujo al mínimo la
participación de la misma. Pero además el MAS discrepaba de la participación de
"seis civiles" en el comité parlamentario. La voz cantante la llevó el diputado
Carlos Tablante, quien argumentó que "de esta manera no tiene sentido crear las
mesas de diálogo, es preferible una comisión de al menos 15 ciudadanos, una
comisión grandota. Lo más natural para sociedad civil es estar en las mesas de
diálogo, sin diputados, haciendo su trabajo ellos solos" (El Universal,
24/10/2000). Una vez más surgía, pero de una manera distinta a como fueron
electos los primeros miembros del Poder Ciudadano, la imposibilidad de
participación popular en la selección.
El diputado de Primero Justicia, Julio Andrés Borges, pensaba
–antes de que la ley pasara a segunda y definitiva discusión, que "hay que
seguir trabajando en otros aspectos de la ley-, que si no son atendidos podrían
hacer de ella un simple parapeto en el que pareciera que hay participación, pero
al final no es así. Al parecer serán los diputados quienes elijan a los miembros
de la sociedad civil y nosotros peleamos porque sean seleccionados de la misma
sociedad civil" (Unión Radio, 02/11/200).
Finalmente fue aprobada la ley en segunda y última discusión.
Y la impugnación de la misma no se hizo esperar, incluso antes de que el
presidente Chávez le pusiera el ejecútese. Dos funcionarios aspirantes a la
reelección: Javier Elechiguerra, fiscal de la República; y Dilia Parra,
defensora del Pueblo; procedieron en contra del instrumento. Al igual que el
abogado Alejandro Terán. Luego se sumaron la Red de Veedores de la Universidad
Católica Andrés Bello y la Asociación Queremos Elegir. El Tribunal Supremo de
Justicia desvirtuó varias impugnaciones pero admitió el recurso interpuesto por
la defensora del Pueblo, Dilia Parra. Todos coincidían en que se constreñía la
participación ciudadana, al descansar la selección de los seis ciudadanos en un
comité de 15 diputados.
La máxima instancia tribunalicia había encontrado algunas
contradicciones entre el articulado de la novel ley y la Constitución Nacional,
en especial en cuanto a la participación ciudadana. Pero además había
sorprendido a propios y extraños cuando emitió un fallo solicitando un trato
preferencial para los propios magistrados que aspiraban a la reelección.
Posteriormente fue avalada la vigencia de la ley y el proceso un poco paralizado
continuó su curso.
El presidente Chávez finalmente promulgó la Ley de
Designaciones el 14 de diciembre de 2000.
Dos hechos políticos adicionales marcaron también este
proceso de selección de autoridades: 18 de los 20 magistrados integrantes de las
diversas salas del Tribunal Supremo de Justicia manifestaron su intención de ser
ratificados. Ellos eran: el presidente, Iván Rincón Urdaneta; José Delgado
Ocando, Levis Ignacio Zerpa, José Peña Solís, Octavio Sisco, Antonio García,
Rafael Pérez Perdomo, Alejandro Angulo Fontiveros, Franklin Arriechi, Carlos
Oberto, Omar Mora, Juan Rafael Perdomo, Jesús Cabrera, Carlos Escarrá, Moisés
Troconis, Héctor Peña, Antonio Ramírez y Alberto Martín. Sólo desistieron por
jubilación, Jorge Rosell y José Tinoco.
En los corrillos políticos ya se ventilaban todo tipo de
apuestas en torno a la conformación del nuevo Tribunal Supremo de Justicia. Una
situación que no tenía que envidiarle en nada a la escogencia de los magistrados
entre Acción Democrática, Copei y el propio MAS, en los tiempos de la IV
República. Pero mejor reproduzcamos un diálogo sostenido por un periodista de El
Nacional con un magistrado no identificado del máximo tribunal, a este respecto
(El Nacional, 09/11/2000).
— ¿Quién te dijo que la designación de nuevos magistrados era
un asunto de méritos? –reveló la fuente.
— Así está establecido en la Constitución, específicamente en
cuanto a los requisitos exigibles a quienes aspiren a ocupar tales cargos, -le
respondió el periodista.
— Sí, está bien. Pero el asunto es fundamentalmente político,
en Venezuela y en cualquier parte del mundo.
— Si la injerencia política, político partidista, sigue
privando al momento de la escogencia de las autoridades judiciales, no se podrá
erradicar lo que todos reconocen como un vicio -insistió el reportero.
— Es una cuestión de acuerdos sobre la base de la correlación
de fuerzas en los distintos órganos del Estado, derivada de los más recientes
resultados electorales.
— ¿Está sugiriendo que, lógica o irremediablemente, en el
Tribunal Supremo de Justicia se reproducirá la hegemonía del oficialismo que
impera, por ejemplo, en la Asamblea Nacional?
— Más o menos.
El periodista completaba su nota aclarando que "divulgar
tanta sinceridad sólo es posible a través de una declaración fuera de
grabación". El Movimiento V República aspiraba, según esta versión, a unos 11
magistrados en la Sala Plena del Tribunal y garantizar la mayoría en la Sala
Constitucional, de donde venían saliendo un conjunto de decisiones favorables al
llamado proceso revolucionario. Los miembros del Tribunal Supremo estarían en
sus cargos por espacio de 12 años.
Las mesas de diálogo, ampliadas, se configuraron con unos 20
miembros de un total de casi 100 aspirantes a integrarlas. Igualmente se
completó el comité de postulaciones, con los siguientes diputados: Willian Lara,
Ernesto Alvarenga, Omar Mezza Ramírez, Cilia Flores, Tulio Jiménez, Alejandro
Armas, Juan Mendoza y Calixto Ortega, todos del MVR; Leopoldo Puchi, Carlos
Tablante y Luis Salas del MAS, para un total de 11 del oficialismo. El resto de
la composición fue así: Henry Ramos Allup, Edgard Zambrano y Nelson López por
Acción Democrática, y el segundo vicepresidente de la Asamblea, Gerardo Saer,
por Proyecto Venezuela. Solamente cuatro de la oposición.
Primero Justicia, en la voz del diputado Gerardo Blyde,
manifestó sentirse orgullosa de no pertenecer al "club de los 15" (Unión
Radio, 22/11/2000).
— Lo que harán será usurpar las funciones que la Constitución
le dio a la sociedad para que fuese ella la que se constituyera en comité para
evaluar las postulaciones de quiénes van a ser nuestros futuros magistrados,
Fiscal, Contralor y Defensor del Pueblo. Cualquier venezolano que tenga algún
problema con el Estado jamás obtendrá una sentencia favorable, porque los
magistrados y los jueces, que van a depender de estos magistrados, no se van a
atrever a sentenciar en contra del gobierno.
En paralelo, también se habían escogido a los seis
miembros de la sociedad civil, para incorporarse al comité de los 15: de un
total de 48 aspirantes quedaron designados por la mayoría oficialista, Samuel
Moncada, director de la Escuela de Historia de la UCV; William Pacheco,
presidente de la Federación de Abogados de Venezuela; Ramón Espinoza, ex
presidente de Pro Venezuela; Eleazar Díaz Rangel, ex director de la Escuela de
Comunicación Social de la UCV; Antonio Briceño Salas, dirigente de los
trabajadores gráficos: y Mario Villarroel, presidente de la Cruz Roja
Venezolana.
Para mediados de diciembre, la mesa de diálogo del Poder
Ciudadano había llegado a la siguiente selección de candidatos:
Para Fiscal: Alberto Arteaga
Sánchez (abogado de Carlos Andrés Pérez), Elba Paredes Yéspica, Javier
Elechiguerra (fiscal designado por la Constituyente), Alejandro Angulo
Fontiveros (magistrado del Tribual Supremo) e Isaías Rodríguez (el
vicepresidente ejecutivo).
Para Contralor: José Rafael
Suniaga, César Hernández Barradas, Clodosbaldo Russián (contralor
designado por la Constituyente), Aura Digna Figuera de Arias y Gloria
América Rangel Cárdenas.
Para Defensor del Pueblo: Pedro
Ortega Díaz, José Fernando Núñez Sifontes, Dilia Parra (nombrada por la
Constituyente), Mercedes Vargas y Germán Mundaraín.
Para el Tribunal Supremo de
Justicia: Iván Rincón Urdaneta, Antonio García, José Delgado, Jesús
Cabrera, Pedro Rondón, Pedro Bracho, Argenis Riera, Leoncio Otazo, César
Mata, Rafael Pérez Perdomo, Alejandro Angulo Fontiveros, Blanca Rosa
Mármol de León, Julio Elías Mayaudón, Beltrán Haddad, Juan Bautista
Rodríguez Díaz, Elio Gómez Grillo, Silvia Rosa Tovar, Marisela Godoy,
Levis Zerpa, Hadel Mostafá, Yolanda Jaimes, Humberto Briceño, José
Badell, Ricardo Henríquez, Omar Mora, Juan Rafael Perdomo, Alfonso
Valbuena, María Parra, Marisol Moreno, Lourdes Wills, Franklin Arriechi,
Carlos Oberto, Antonio Ramírez, Tulio Álvarez, Ramón Escovar Salom y
José González.
Políticamente la suerte del fiscal, Javier Elechiguerra, y de
la defensora del Pueblo, Dilia Parra, estaba echada. Habían sido eliminados de
las listas de preseleccionados. Probablemente se habían tornado incómodos para
el oficialismo.
Aristóbulo Istúriz, dirigente del PPT, al ser consultado
respecto de la exclusión de Elechiguerra expresó: "creo que ese es un cargo
demasiado importante y que un gobierno que tiene la responsabilidad de conducir
un proceso de cambios como éste no se puede dar el lujo, teniendo mayoría en la
Asamblea y el respaldo del pueblo, de colocar a alguien que vaya a obstruir el
proceso. Ahora, hay que tener cuidado, tampoco pueden ser genuflexos. No puede
ser posible que el mérito de algunos sea sólo ser incondicionales. Por ejemplo,
Ignacio Quintana no es un revolucionario; su único mérito es que es un
incondicional y por eso está bendecido. Y Javier Elechiguerra, que acompaña este
proyecto desde antes del 4 de febrero, es tenido como un enemigo sólo porque no
es un incondicional. Esas son desviaciones que hay que corregir. La
incondicionalidad puede convertirse, a la larga, en un valor de la revolución
(El Nacional, 20/12/2000).
Una vez más el diputado Julio Andrés Borges manifestó su
inconformidad con el proceso de selección de las autoridades del Poder Ciudadano
y Judicial, cuando intervino en un evento denominado Reflexiones para una
Venezuela por construir, cuando expresó: "los magistrados se están
repartiendo por cuotas a los partidos" (Unión Radio, 09/12/2000). Además
alertó sobre el "triple oficial": Isaías Rodríguez será el fiscal; Clodosbaldo
Russián será ratificado como contralor, y Germán Mundaraín será el nuevo
defensor del Pueblo.
En verdad el ambiente previo a la elección era de "fuertes a
lochas" que el triple no tenía ninguna competencia en su elección. Una reseña de
El Universal daba cuenta de lo que todo el mundo ya sabía por anticipado. "Todos
los pesos pesado del partido (MVR) han iniciado las negociaciones de rigor para
completar el número de votos necesarios (110) para aprobar la designación de
Isaías Rodríguez en la Fiscalía y Germán Mundaraín en la Defensoría del Pueblo;
y para ratificar contralor a Clodosbaldo Russián" (El Universal, 14/12/1999).
Luis Miquilena declaraba un par de días antes de la elección
que "la gente trata de deformar los hechos. La verdad es que le han hecho mucho
lobby a algunos, yo no sé quiénes son los que finalmente van a salir,
ojalá sean los que se dice, porque ellos son gente suficientemente competente y
me parece que se corresponde con la idea de que el país respire otros aires"
(Unión Radio, 18/12/2000).
— Lo que sí tiene que quedar claro para la gente - agregó- es
que el pueblo hace que se integren los cuerpos con gente que no sea enemiga de
los procesos de cambio que el país está esperando".
El 20 de diciembre, sobre las once de la noche, se anunció el
dictamen sin mayores sorpresas. La noticia hubiera sido que se designara a
alguien diferente al "tubo oficial".
Isaías Rodríguez, el vicepresidente recién renunciado, fue
nombrado Fiscal General en sustitución de Javier Elechiguerra; Germán Mundaraín
como Defensor del Pueblo por Dilia Parra; y Clodosbaldo Russián fue ratificado
en el cargo de contralor que ocupaba desde hacía un año, en sustitución de
Eduardo Roche Lander.
En su primera declaración como nuevo Defensor del Pueblo, el
abogado Germán Mundaraín dijo que en el Despacho habrá espacio suficiente para
la intermediación, para la ponderación, para la democracia y para la tolerancia"
(El Universal, 25/12/2000).
Para el Tribunal Supremo de Justicia, fueron ratificados 12
de los anteriores magistrados y entraron 8 nuevos, conformando un esquema para
las seis salas constitucionales bajo la presidencia de Iván Rincón Urdaneta.
La selección se hizo bajo un ambiente de insultos y gritos,
al mejor estilo del Congreso de la IV República. Pero la verdadera nota
discordante fue la que le imprimió Primero Justicia al evento, al introducir al
hemiciclo un cerdo, para expresar "la cochinada que el oficialismo le habría
hecho al pueblo venezolano" (Globovisión, 20/12/2000).
— Oligarca es aquel que quiere concentrar el poder y eso son
ustedes. Lo que se está negociando es repartir el Poder Ciudadano y el Tribunal
Supremo de Justicia entre los cogollos de los partidos políticos y los partidos
que se prestaron para esto son una parte de AD, el MVR, el MAS y Proyecto
Venezuela... Yo no se cómo hacen para dormir –respondía molesto Borges al
presidente de la Asamblea, Willian Lara, quien suspendió por instantes la
sesión, igual que en el mejor estilo de Octavio Lepage en 1989.
Willian Lara, quien había hecho una ardorosa defensa de la
transparencia del proceso de escogencia, les dijo a los diputados de la bancada
oficialista: "los verdaderos políticos no caen en provocaciones infantiles".
Pero no todo terminó allí. Dos magistrados salientes del
Tribunal Supremo de Justicia, Jorge Rosell y Carlos Escarrá, manifestaron sus
insatisfacciones sobre la selección ocurrida en los días precedentes.
— A pesar de reunir las condiciones para ser magistrado del
Tribunal y de que entiendo la natural función que cumple, no quise ser postulado
(optó por la jubilación) debido a que el Tribunal tiene unas metas políticas que
coinciden con las del señor Hugo Chávez y con el partido MVR, las cuales me son
extrañas. No comulgo con la militarización de importantes sectores de la vida
civil, ni con la política criminal de exterminio implementada a través del
Ministerio de Relaciones Interiores, entre muchas otras cosas que han llevado a
sentirse en Venezuela un aire de autoritarismo" (El Universal, 19/12/2000).
Pasaron varios días para que la opinión pública y en
particular los medios de comunicación comprendieran el verdadero significado de
los comentarios del magistrado Rosell. A las semanas explotó una agria polémica,
impulsada por el vespertino Tal Cual, referida a la posibilidad de que algunos
cuerpos policiales estuvieran realizando asesinatos extrajudiciales contra
miembros del hampa común.
— El requisito que nunca hubiera cumplido es el político
–dijo Rosell-, en el cual fue muy claro el señor Miquilena: los magistrados a
designar deben comulgar con el proyecto V República, República que por desgracia
hasta ahora no veo, ni vislumbro hacia un futuro próximo.
El magistrado Carlos Escarrá deslizó la tesis de que "se está
evaluando con base en simpatías y no en el estudio de credenciales. De qué otra
forma entender que habiendo sido el ponente del 70% de las ponencias de la Sala
Plena y de casi la mitad de la Sala Político-administrativa, no haya
clasificado".