La Comisión de Emergencia Judicial resolvió intervenir al
Consejo de la Judicatura y su tribunal disciplinario. "Normarina Tuozzo sigue
siendo la presidenta, aunque sus funciones estén suspendidas", advertía el
constituyente Elías López Portillo (El Universal, 28/08/1999). Manuel
Quijada, a propósito de la acción, decía que ya todo el poder constituido estaba
subordinado a la Constituyente. "Si no priva la Constitución de 1961 sobre la
Asamblea, cómo puede privar una sala de la Corte Suprema de Justicia". En cuanto
al recurso de los abogados Blyde y Fernández, declaró: "nosotros no podemos
violar un estado de derecho que no existe, en un país en el que no funciona el
Poder Judicial. Los jueces no han perdido el derecho a la defensa, puesto que
los estatutos de la Asamblea indican que el funcionario afectado puede requerir
a los constituyentes la conformación de un tribunal de alzada".
Por su parte, la consejera Normarina Tuozzo anunciaba su
renuncia por estimar que la Comisión de Emergencia Judicial había anunciado la
suspensión de los primeros 48 jueces "de manera poco seria", es decir, sin que
los procedimientos establecidos fueran culminados (El Universal, 10/09/1999).
"Lo más triste" –dijo- "es que realmente se ameritan medidas muy fuertes en el
Poder Judicial, pero deben ser tomadas por líderes serios que las dirijan y que
respeten a los funcionarios honestos", acotó para agregar: "tengo información de
que un miembro de la Comisión de Justicia se reunió con la Asamblea Nacional
Constituyente, y el presidente de ésta (Luis Miquilena) le informó que era
política de Estado destituir a 300 jueces en 20 días".
Quijada desestimó la renuncia, tras un acuerdo de convivencia
con la Judicatura, pero la consejera hizo irrevocable su renuncia el 13 de
septiembre. "Se hace evidente la subrogación de las atribuciones disciplinarias
de este organismo, con la cual se cercenó la autonomía y la independencia del
Poder Judicial, y el derecho de las personas denunciadas a ser juzgadas y
sancionadas por los jueces naturales, conforme a los procedimientos legales,
tanto en el ámbito disciplinario como en el judicial... Se acogió una vía de
sancionamiento de los jueces contraria a la prudencia que reclama el
conocimiento de las denuncias formuladas en su contra".
Esther Franco La Riva, otra consejera, asumió
transitoriamente la conducción del Consejo de la Judicatura, no sin advertir que
"esta Comisión tiene que entender que Venezuela ha sido un país regido por la
democracia, y que la mejor forma de convivencia es la pacífica. Uno puede
colaborar siempre que estemos dentro del estado de Derecho, existan garantías y
derecho a la defensa en materia disciplinaria" (El Universal, 14/09/1999).
El punto que había marcado la reacción era la destitución del
primer grupo de 8 jueces y la suspensión de otros 48 por la Comisión de
Emergencia Judicial, por tener entre 6 y 15 denuncias en su contra.
Quijada anunció el 7 de septiembre la destitución de: Orlando
Peña Avendaño (Mérida, por actuar al margen del Código de Procedimiento Civil),
Reina Rangel de Medina (Mérida, por actuar a pesar de tener causales de
inhibición), Edison René Crespo (Caracas, por no determinar la propiedad de
bienes en litigio), Graciela Omaña de Suárez (Caracas, por detectársele borrones
y tachaduras en varios expedientes), Flor Ramos de Rojas ( Lara, por simulación
de hecho punible), Princesa Cedeño Bravo (Nueva Esparta, por declarar terminada
una averiguación días después de entregar un tribunal), Maura Meza Bresanutti
(Caracas, por dictar medidas que imposibilitaban el ejercicio profesional de
terceros y violar derechos constitucionales) y Ezequiel Monsalve Casado
(Bolívar, por decretar la ejecución de una sentencia ya ejecutada, un año
después que terminara el juicio).
En la lista de estos primeros ocho destituidos, iba el juez
Ezequiel Monsalve Casado, 1ro. en lo Civil, Mercantil, Agrario del estado
Bolívar, quien a su vez ya había sido previamente destituido por el director de
Inspección y Vigilancia del Consejo de la Judicatura, Tom López (El
Universal, 30/01/1999). Y, curiosamente, se había presentado una
equivocación con la juez Mildred Camero, quien había sido suspendida en los
anuncios de Manuel Quijada del 7 de septiembre: "aquí tiene que haber un error,
estos son procesos que estamos adelantando, tengo que informarme mejor porque no
tuvimos mucho tiempo para analizar esta lista", expresó Quijada (El
Universal, 08/09/1999).
— ¿Y por qué anuncian nombres a la ligera?, le preguntó la
colega Irma Álvarez.
— Porque están prácticamente destituidos –respondió el
presidente de la Comisión.
Pidió excusas por haber mencionado a la juez Camero, quien
fue nombrada por el presidente Chávez como presidenta de la Comisión Nacional
Contra el Uso Indebido de las Drogas (Conacuid). En la rueda de prensa Rosalinda
Paiva, en representación de la Sala Disciplinaria de la Judicatura, reclamó al
constituyente Quijada el no tener cuidado con nombres y apellidos de jueces que
podrían luego resultar absueltos de toda sospecha.
El ex candidato a constituyente Juan Manuel Raffalli exponía
en un artículo titulado Se presumen culpables, que "bien merecidos
tendrán muchos jueces el chaparrón que les viene por estar incursos en hechos de
corrupción, pero ello no justifica producir sanciones o medidas preventivas
simplemente por el número de denuncias que haya contra su persona, sin ni
siquiera abrirles un procedimiento efectivo, sin notificarles y darles la
oportunidad de argumentar y probar, es decir sin brindarles la oportunidad de
defenderse efectivamente. El caso de Mildred Camero, quien indignada puso los
puntos sobre las íes rápidamente, y otras situaciones igualmente absurdas, como
por ejemplo la inclusión de jueces jubilados en la lista negra, da una idea de
lo injusta que puede resultar la falta de información, unida al exceso de
diligencia y el efectismo" (El Universal, 12/09/1999).
Se había incorporado un nuevo inspector nacional de
Tribunales, René Molina, en sustitución de Abreu Burelli. Tenía como misión,
entre otras, destituir jueces por oficio, mientras los investigaba la Comisión
de Emergencia Judicial. No pasó mucho tiempo antes de que Molina denunciara que
estaba recibiendo amenazas de muerte. "No me temblará el pulso para suspender a
quienes tengan más de siete denuncias, porque si el río suena es porque algo
debe estar sucediendo", diría el Inspector (El Universal, 09/10/1999).
Dijo esperar "agresiones de cualquier naturaleza. No me van a intimidar con
jueguitos malsanos ante los órganos competentes".
Una Asamblea Nacional de Jueces reunida en el Colegio de
Abogados del Distrito Federal y presidida por Evalina D’Apollo, ya cuando el
proceso se acercaba a los 200 agremiados suspendidos, denunció el 9 de octubre
"una conspiración contra el Poder Judicial". Consideraban como sumarias las
decisiones hasta ese entonces tomadas por el inspector Molina y en general por
los miembros de la Comisión de Emergencia Judicial. "El Inspector General de
Tribunales pidió más atribuciones que las que tiene en la ley y se opera así la
conspiración donde un grupo tiene la potestad de fabricar el supuesto de la
falta y el de la causa de la separación del cargo, fabricar la norma que quiere
aplicar y aplicarla. Esto es una sola asociación con plena concentración de
poderes" (El Universal, 10(10/1999).
Mientras, un grupo de jueces suspendidos anunciaba que
acudirían a instancias internacionales para denunciar la violación de garantías
básicas como el derecho a la defensa y el debido proceso. "Esta situación es muy
preocupante. Yo voté por Chávez porque creo en el cambio y considero que hay que
depurar el Poder Judicial, pero no de esta forma, porque muchos de los jueces
que estamos en esa lista no somos responsables de irregularidad alguna. Esto es
lo mismo que el holocausto judío y todos los jueces deberían preocuparse por lo
que hoy día pasa con nosotros". Era la voz de Sin Sun Ramírez, quien le
declaraba a la periodista María Yolanda García. Este juez de Control de Caracas
tenía más de quince denuncias en su contra. "Si hay que ir al cielo, tocaré las
puertas de Dios, porque yo soy un juez honesto", le decía a la periodista.
Los Integrantes del Tribunal Superior de Salvaguarda, cuya
titular encargada era la magistrada Dora Bracho Barreto, tampoco se salvaban de
la razzia. El inspector Molina había designado a Carlos López Soto y
Elina Marcano para revisar todos los expedientes enviados a tribunales de
transición, entre los cuales figuraban casos relacionados con Cavim, bonos Brady,
Van Dam, Aeropostal, Viasa, Fogade, auxilios financieros, y los prescritos casos
Recadi I, Recadi II, bonos cero cupón. El titular de Salvaguarda, Pedro Osman
Maldonado, había sido suspendido previamente.
Los signos de riqueza de unos 130 jueces suspendidos estaban
siendo investigados con el apoyo de la Contraloría, la Judicatura, el Seniat, la
Cancillería, la Superintendencia de Bancos, la Fiscalía, la DEA y el FBI, la
Conacuid y la Guardia Nacional. Las otras causales de suspensión inicial eran:
retardo procesal, nepotismo y poseer más de siete denuncias acumuladas.
El 6 de diciembre se realizó de acuerdo con las normas del
COPP un juicio contra la juez suspendida Mary Rodríguez Herrera. Supuestamente
había permitido el cobro de honorarios profesionales por 856 millones de
bolívares en detrimento de la administración del Instituto Nacional de
Hipódromos (INH). "Este es el caso paradigmático para empezar los juicios contra
los jueces, ya que todos sabemos que no soy la más corrupta" (El Universal,
07/12/1999). Fue acusada por el inspector Molina por negligencia,
imprudencia, ignorancia de la ley y atentado contra el Poder Judicial. Ganó el
caso y la colocó en la condición de ex juez. Molina expresó en la oportunidad:
"en ese banquillo no sólo está sentada una persona, sino la sociedad que no tomó
correctivos y las universidades que no formaron".
Fuente: Comisión de Emergencia Judicial, El Universal.
El periodista y constituyente William Ojeda, autor de la obra
que lo llevó y lo sacó de la cárcel: Cuánto vale un juez, proponía la
confiscación de los bienes de los jueces destituidos. Ello porque en la lista
anterior estaban involucradas fortunas por más de 3.000 millones de bolívares y
500 mil dólares, "cantidad con la que pueden construirse no menos de 700 casas",
decía (El Universal, 03/01/2000).
— ¿Por qué usted se adelantó a solicitar una acción que debe
estar prevista por el Fiscal para cuando finalicen los juicios? –le preguntaron
varios periodistas al secretario de la Comisión de Emergencia Judicial, Ojeda.
— Porque hay que darle un respaldo institucional a estas
medidas.
— ¿Eso no vulnera la defensa de quienes aún no han sido
juzgados como culpables?
— Ya existen expedientes suficientemente sustanciados y los
indicios ya están sólidos y robustecidos. Además, las posibilidades de defensa
que han sido vulneradas son las de personas a quienes se les negó este derecho
durante años. Estos jueces son una cuerda de bandidos y así lo sabe todo el
mundo.
No obstante lo dicho por Ojeda, a la juez María E. Oporto le
solicitaron disculpas posteriores porque logró demostrar bienes y dinero
producto de una herencia. Igual ocurrió con otros casos muy contados.
Las actividades de la Comisión de Emergencia Judicial,
conformada por el decreto del 16 de agosto de 1999, en realidad marcaron la
primera etapa del proceso. Ya para fines del mismo año se comenzaba a hablar del
nuevo perfil del juez venezolano que, según el inspector René Molina, tenía que
"ser un hombre bueno, porque detrás del legalismo y las formas, lo que se
esconde es la perversión, y contra eso lo que se necesita es un hombre con
conciencia, que sea capaz de entender la misión que tiene en su sociedad" (El
Universal, 30/11/1999).
Se proponía que los nuevos jueces no fueran mayores de 40
años ni menores de 27, ya que el desempeño personal comienza a decrecer después
de unos treinta años de ejercicio profesional. Se vislumbraba también la
posibilidad de redactar un Código de Ética del Juez Venezolano.
Dada la proximidad en la cesación de funciones de la Asamblea
Constituyente, la antigua Comisión de Emergencia fue sustituida por una nueva
Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Poder Judicial. Manuel Quijada
quedó como presidente; el constituyente Elio Gómez Grillo como vicepresidente;
junto a Laurence Quijada, Pedro Guevara, Isabel Fassano, Alfredo Arismendi y
Chilby Abouhamad Hobaica, todos principales. Los suplentes fueron: Juan José
Bocaranda, José Chacín Buaiz y Carmen Elvigia Porras. René Molina fue ratificado
como inspector de Tribunales, y el abogado Beltrán Hadad fue designado como
adjunto (El Nacional, 19/01/2000).