"Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro
delante de mi pueblo y ante esta moribunda Constitución, que cumpliré con las
transformaciones democráticas necesarias para que la República tenga una nueva
Constitución adecuada a los nuevos tiempos".
Tal fue el particular juramento que hizo Hugo Chávez al tomar
posesión de la Presidencia de la República el 2 de febrero de 1999, ante las
autoridades de los otros poderes del Estado y ante una veintena de presidentes y
primeros ministros de Iberoamérica.
Juramento y desprecio a la vez sobre un ejemplar de la
Constitución de 1961, que sostenía en sus manos el presidente del último
Congreso de la IV República, Luis Alfonso Dávila, del MVR, y ante el rostro
incrédulo del presidente saliente, Rafael Caldera.
Era la misma Constitución a la que los miembros del MBR-200
habían calificado siete años antes -desde las cárceles de la dignidad- como
"sabia y previsora", al menos en su artículo 132, el cual decía que "las Fuerzas
Armadas Nacionales forman una institución apolítica, obediente y no deliberante,
organizada por el Estado para asegurar la defensa nacional, la estabilidad de
las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y a las leyes,
cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación. Las
Fuerzas Armadas Nacionales estarán al servicio de la República, y en ningún caso
al de una persona o parcialidad política".
Este artículo contemplado en "la moribunda" fue clave para
darle sostén jurídico y valor anímico a la posición política de los golpistas
del 4F, "al obedecer la orden imperativa contenida en el artículo 132 de la
Constitución Nacional" (La rebelión de los ángeles, páginas 175 a 183).
La otra noticia de la toma de posesión, sin duda, la
constituyó el sorpresivo anuncio hecho por Chávez ese mismo 2 de febrero del
decreto convocando a referéndum constituyente y que firmó por la tarde de aquel
día en Consejo de Ministros.
Con un texto muy corto, apenas de un párrafo de entrada, seis
literales de argumentación, cuatro artículos de instrumentación y bajo la
premisa conceptual del impostergable "compromiso moral y político del pueblo",
Chávez firmó una de las primeros decretos de su gobierno, sorprendiendo a
propios y extraños.