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Capítulo 2/La corrupción en tiempo de Chávez  

 

 

 

Tras una visión compartida

La IV República tiene todo un historial en materia de corrupción (foto: El Nacional).

No fueron pocas las voces de distinto signo que se levantaron en nuestro país para advertir las diversas consecuencias que evidenciaba la creciente corrupción administrativa durante los años de la democracia puntofijista. Ello en paralelo a los cada vez más contundentes, alarmantes y gruesos informes presentados por los ocho contralores de la democracia antes de la llegada del actual. Veamos algunos de los razonamientos que nos parecen los más importantes.

Cuando José Vicente Rangel, actual Vicepresidente Ejecutivo, presentó nuestro anterior libro sobre el caso Recadi (15/05/1990) explicaba al auditorio que la lectura del manuscrito "conduce inevitablemente a las siguientes reflexiones sobre el poder. Una: todo poder sin control es, por naturaleza, corrupto. Otra: el funcionamiento de los controles casi nunca es eficiente. Y podría hablar de una tercera: la quiebra de los controles dentro del poder democrático asimila éste al poder autoritario".

Aquel mediodía, Rangel sentenciaba:

– Impedir el olvido se convierte en un acto de dignidad frente al poder, cualesquiera sean sus signos. Quiero hablar hoy de lo que considero la peor de las corrupciones, las más funesta por sus efectos desquiciantes sobre una nación: la corrupción en democracia".

De seguidas agregó: "ésta no es producto de la imposición de un autócrata, como sucede en la dictadura, sino de la quiebra de la institucionalidad. En una dictadura no se puede pedir que funcionen con eficacia las instituciones, que opere el estado de derecho, porque la dictadura es la negación misma de esos valores".

– Tampoco se le puede exigir a los gobernantes de la dictadura comportamientos éticos y morales. Por consiguiente, la democracia corrupta se nutre de perversiones absolutas. Una es la impunidad que significa el total colapso de las instancias para hacer justicia; y otra el desgaste de uno de los mecanismos clave de la libertad, la denuncia, apostando calculadamente a la fragilidad de la memoria colectiva.

En 1997, Gustavo Coronel, representante local de Transparencia Internacional, insertó en El Universal del 12 de junio de 1997 su conocido "Hit parade de la corrupción venezolana para el período 1980-1997".

Escribía que "durante los últimos 18 años nuestra sociedad ha estado chapoteando en la hipercorrupción, lo cual la ha empujado hacia los peldaños más inferiores de la escala del desarrollo. Como resultado, hoy estamos a la cola de los países del planeta en materia de educación, de competitividad y de honestidad colectiva".

Entre los miles de casos de corrupción acaecidos en Venezuela desde 1958 y que están suficientemente estudiados y comentados en El Diccionario de la Corrupción en Venezuela y otras publicaciones, Coronel mencionó los siguientes emblemas de la IV República:

1. EL COMPLEJO RECADI. La pesadilla llamada Recadi (1984-1989) fue una confabulación de los peores venezolanos para despojar a los venezolanos decentes. Tuvo lugar, esencialmente, durante la presidencia de Jaime Lusinchi e involucró a centenares o miles de políticos, empresarios, empleados públicos y grandes y pequeños comerciantes en una verdadera orgía de la indecencia. Los apellidos más ilustres de nuestro país estuvieron envueltos, con total impunidad, en ese inmenso fraude. No hay nada que se le compare a Recadi como evidencia de la baja calidad moral de nuestras clases políticas y empresariales.

2. EL INSTITUTO VENEZOLANO DE LOS SEGUROS SOCIALES. Durante este lapso, el IVSS ha tenido no menos de ocho presidentes y juntas directivas. De esos presidentes y directores no menos de 16 han sido indiciados por corrupción y dos de esos presidentes están buscados (no muy activamente) por la justicia ordinaria. Este organismo ha sido, sin dudas, el representante más execrable del bipartidismo AD-Copei. Allí se han conjugado la falta de escrúpulos de los políticos, la mediocridad de los médicos y la codicia de los sindicaleros para arruinar a la institución y para defraudar a millones de venezolanos. Este crimen se ha realizado bajo la mirada complaciente o impotente de todos los gobiernos de turno.

3. LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. La institución presidencial ha tenido un papel fundamental en el florecimiento de la hipercorrupción venezolana. En un país exageradamente presidencialista como el nuestro, los miembros de la sociedad ven al Presidente como el modelo por excelencia a ser imitado. El ejemplo que han dado nuestros presidentes durante los últimos 20 años ha sido aterrador, porque han sido, en su mayoría, seres muy ordinarios sometidos a tentaciones extraordinarias. Parecidos a los generales mexicanos de antaño, que no aguantaban un cañonazo de 10.000 pesos.

4. LA CORPORACION VENEZOLANA DE GUAYANA. En esta corporación, durante la década de los 80, se cumplió el dicho de lord Acton: 'El poder absoluto corrompe absolutamente'. Las empresas de Guayana se convirtieron en el botín de un grupo de funcionarios codiciosos y sin escrúpulos, bajo la sombra de un zar que fue la antítesis de la buena gerencia. Más de 20.000 millones de dólares de los venezolanos se fueron a pique en ese lapso.

5. LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA. Aunque el componente cuantitativo de la corrupción en la UCV es modesto (ver Diccionario de la Corrupción, tomo 3, páginas 682-690): Venta de cupos, robos de los fondos del seguro de profesores, alteración de notas, vagancia en el trabajo, encubrimiento de encapuchados y otros delincuentes, el componente cualitativo es inmenso porque estamos hablando del mayor centro de estudios superiores del país. Esta institución, que debería ser ejemplar y de total transparencia, ha resultado ser tenebrosa y de muy mediocre calidad ciudadana. Este funesto ejemplo ha contribuido a prostituir a miles de jóvenes venezolanos.

6. EL INSTITUTO NACIONAL DE HIPÓDROMOS. Esta vergüenza nacional ha resistido fácilmente los tímidos intentos oficiales de depuración. Durante la presidencia de Lusinchi se convirtió en una caja chica del entorno presidencial y del partido de gobierno. Este instituto tiene el triste récord mundial de más caballerizos por caballo (similar al de Viasa, de más pilotos por avión). Hoy continúa siendo un inmenso refugio de clientes, amigos y vagos.

7. EL SISTEMA JUDICIAL. Si debe existir una institución libre de toda sospecha en una sociedad civilizada, esa debería ser la Corte Suprema y todo el sistema de administración de justicia. Pero en Venezuela ha sucedido todo lo contrario. Esa institución está totalmente desacreditada y cuestionada por los venezolanos decentes. Es el principal obstáculo a las inversiones extranjeras en el país y es percibido por los venezolanos como uno de sus grandes enemigos. Lo último que leo sobre esta triste institución es que pide 20 millardos al Estado para 'limpiarse'. ¿Y por qué no tratan de cambiar sus actitudes? Eso no cuesta nada.

8. LA DIEX. Si hay un antro de alimañas que simboliza nuestro deterioro como sociedad, ese es la DIEX. Desde el sucio edificio en el cual ha estado históricamente situado (tengo tiempo que no paso por allí), con sus impúdicos gestores, ofreciendo a la venta lo que el funcionario debería darnos sin costo, hasta las ventas de pasaportes, fraudes en las adquisiciones de los equipos y con el control de la administración por parte de las mafias, esta institución ilustra la incapacidad y la indiferencia del Estado venezolano ante la necesidad de prestar un servicio decente a la comunidad. Con su tráfico ilegal de chinos y de árabes, este es el organismo 'donde converge el mayor número de delitos contra la cosa pública', al decir de Ernesto Santos Maldonado.

9. VIASA. Treinta pilotos por cada avión, sindicatos empeñados en recibir sin dar. Años de utilización indebida en los cuales los políticos y sus amigos y amigas viajaron sin pagar. La negación de lo que debe ser una empresa operando en un entorno fuertemente competido. El fracaso era esperable. Demasiado tiempo se mantuvo esta empresa a fuerza de subsidios y cobardías.

10. EL INSTITUTO NACIONAL DE PUERTOS. Antro de reposeros, gestores, sindicaleros, clientes políticos y vendedores de chatarra, éste es un instituto donde nadie sabe cuántos trabajadores existen, dado que la nómina ha sido entregada, históricamente, al sindicato.

Fuente: Gustavo Coronel, El Universal.

El abogado Pablo Aure, de ingrata recordación para otro ministro de la Defensa de la revolución bolivariana, Eliézer Hurtado Soucre, por "el caso de los panfletos envueltos en pantaletas" que llegaban al Ministerio de la Defensa, publicó en la edición julio-agosto de 2000 en la revista Probidad –que circula libremente en Internet- un escrito corto, titulado La corrupción como fenómeno social en Venezuela.

Con respecto a la IV República, indicaba que en los años 60 "la corrupción era vista como actividad del Diablo, quiero decir, como algo excepcional... Después de cuarenta años, muchos de los venezolanos se han acostumbrado a vivir rodeados del estiércol de la corrupción. Esa corrupción a la que nos referimos no es solamente administrativa, sino que también ha alcanzado las instituciones de la moralidad familiar. Tenemos casos recientes donde los Presidentes de la República no hacían vida marital con las primeras damas y su lugar era ocupado, bien sea por una secretaria privada, mientras que otro convivía con su ‘socia de negocios’".

Dice Aure que los casos de corrupción florecieron a lo largo de la década de los años 80, "al punto de que fue necesaria la creación de una ley que supuestamente iba a castigar con mayor fuerza los delitos de salvaguarda... Esa ley a la que hacemos referencia, la Ley de Salvaguarda, fue promulgada durante el gobierno de un Presidente considerado honesto, pero rodeado de bandidos...".

Más recientemente, el politólogo Diego Bautista Urbaneja decía que en los cuarenta años del puntofijismo "la corrupción llegó a constituir todo un sistema que funcionaba con regularidad, como parte del sistema en su conjunto" (El Universal, 26/04/2001).

En su artículo La corrupción como cuestión de tiempo, decía que "después de un comienzo bastante aceptable, en la democracia puntofijista aparecieron y se consolidaron con mucha fuerza formas de corrupción que contaron con varios lustros más para ‘perfeccionarse’ y convertirse en rutina, con sus reglas y sobreentendidos. El sistema demostró ser eficaz, eficiente, impune. Protegido por el principio de la ‘solidaridad automática’ que hacía que los políticos honestos no pudieran hacer nada contra los deshonestos. Dio lugar a su sistema de denuncias, a su sistema de chivos expiatorios. Toda una redonda experiencia".

Al compararlo con la corrupción perezjimenista, Urbaneja concluye que "era aquella más bien una corrupción de camarillas, de las que se aprovechan muy pocos en los distintos niveles del gobierno".

Al volver a la corrupción de la IV República planteó que "tardó lo suyo en convertirse en un problema político, hasta llegar a ser un factor de primer orden en el desplazamiento del puntofijismo. Mientras el ingreso petrolero dio para todo y para todos, la corrupción era tema de crítica para comentaristas, intelectuales, ciudadanos y medios de comunicación, pero no un verdadero problema político que hiciera tambalear nada. Hubo que esperar que, ya para los años noventa, las vacas enflaquecieran para que la corrupción se convirtiera en un tema explosivo e indignante".

Para el abogado penalista José Alejandro Arzola, contratado por la Vicepresidencia Ejecutiva de la República con la finalidad de presentar un Proyecto de Ley Anticorrupción ante la Asamblea Nacional, "nuestro país ha asistido en las últimas décadas a un innegable relajamiento de sus valores, lo que ha traído como consecuencia una correlativa mutación de los conceptos éticos en la sociedad en general. Por ello, es necesario no sólo un esfuerzo institucional, sino de la ciudadanía en general para elevar sus niveles de integridad y responsabilidad".

 

   

 

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