Clavé la daga en mi pecho
la inercia as� lo dictaba
sent� el quemaz�n que quedó
en el centro de mi alma.
La disputa se encontr�
con dos serios contrincantes
con vituperios malsonantes
y un irremediable sopor.
Agotada ya en la lucha
decid� abandonarme maltrecha
sin tener en cuenta la fecha
en que deb� guardar la fusta.
Ha terminado la guerra
cicatrizo tambi�n la herida
apresurar� mi partida
hacia una nueva tierra.