PABLO VI Y SUS RESPONSABILIDADES 
EN EL CAOS ACTUAL DE LA IGLESIA
(*)
Pbro. Dr. Joaqu�n S�enz y Arriaga    

   -Habla ahora el Abb� Georges de Nantes. �ES PAULO UN AP�STATA?

   �Dios m�o, Dios m�o, dadme el valor que necesito para llegar hasta el fin, y dad a Vuestra Iglesia Santos Doctores y Pont�fices para comprender la necesidad y tener la decisi�n requerida a fin de llevar a cabo la destituci�n del Papa Paulo!

   �Por qu� la destituci�n del Papa es el �nico y urgente remedio de la crisis actual? Porque los buenos cat�licos -los hay en todos los grados de Jerarqu�a, como tambi�n entre los simples fieles, est�n en peligro de ser dominados por dos tentaciones a las cuales deben resistir. ACEPTAR TODO: el desorden y la corrupci�n del culto, de la fe, de las costumbres, todo aquello que manda o autoriza una jerarqu�a, al parecer un�nime, de la cual la cabeza y jefe es el Papa, por la cual son fuertemente impulsados y constre�idos... O REHUSAR TODO, en bloque, porque todo es verdaderamente inadmisible, muy triste, imp�dico y perverso, pero abandonando una Iglesia, que los provoca a la rebeli�n y que parece desear que la  abandonen. Estas dos soluciones f�ciles, muy f�ciles, son pecados. Por ning�n motivo debemos abandonar la Iglesia de Jesucristo. No debemos adherimos ni a la Reforma modernista, ni a la Revoluci�n integrista. Entonces, �cu�l es la soluci�n? la soluci�n est� en rehusar la "Reforma", pero permaneciendo en la Iglesia. Pero, no parece que haya medio de disociar la Iglesia, de la "reforma", ya que parece ser Ella la que nos la impone, sino se�alando la persona misma del actual Pont�fice, ya que �l y solamente �l es la uni�n de los dos mundos: el del orden y el del desorden, el de la Tradici�n y el de la subversi�n, el de la obra de Cristo y el de las maquinaciones de Belial. S�lo Paulo VI puede hacer subsistir en su persona estos dos esp�ritus, contrarios y antag�nicos, para imponemos uno en nombre del otro. No se quiere desobedecer a un cura progresista, que invoca no su propia fe, sino la fe de la Iglesia, que representa o se supone representar al obispo; pero hay obligaci�n de denunciar al cura hereje o ap�stata a su obispo. Pero, si el obispo defiende a su subordinado hereje, se debe resistir al obispo prevaricador, invocando la fe y la disciplina de la Iglesia Romana, que encarna en el Papa; y apelar a Roma. Pero, si es vana toda apelaci�n a Roma, si el Papa menosprecia nuestra inquietud y nuestra justa indignaci�n, si su voluntad absoluta, obstinada y aterradora sostiene la "demolici�n" de la Iglesia y a los asesinos de la fe, entonces la voluntad del Papa, del Vicario de Cristo estar�a en contra de la verdad. Como si Dios estuviera en contra del mismo Dios. Nuestra fe habr�a terminado.

   "La �nica manera de salir de esta duda espantosa, la sola posibilidad para descifrar el enigma est� en se�alar la persona del Papa. Su voluntad es la voluntad de un Papa ap�stata, al menos aparentemente. Que �l defina su posici�n, de una manera precisa y decisiva, y entonces y s�lo entonces saldremos de esta situaci�n angustiosa y grav�sima. Porque si el Papa es indigno, si queda comprobado que de un modo o de otro �l respalda la subversi�n, entonces nuestra condenaci�n quedar� justificada; nuestra fe, que descansa en la "inerrancia" de la Iglesia, que tiene todas las energ�as para confundir a los ap�statas que pretenden perderla, recobrar� al fin su certeza inconmovible.

   "Porque escrito est�: 'Auferte malum ex vobis ipsis' (arrancad el mal de entre vosotros) (1 Cor. V, 13) Y 'Episcopatum eius accipiat alter' (que otro reciba su episcopado). (Act. 1,  20).   

SI EL PAPA ES HEREJE, NO ES NECESARIO 
ABANDONAR LA IGLESIA, QUE NO ES SU OBRA, LA OBRA 
DE NING�N HOMBRE.  ES NECESARIO REMOVERLO

   "Flagrante delito de Paulo VI. Toda acusaci�n contra Paulo VI empezar�, desde luego, sobre un delito p�blico, innegable, permanente: este Papa no s�lo no ha sancionado, sino que reh�sa obstinadamente el combatir la herej�a, el cisma, el sacrilegio descaradamente cometido, perpetrado, profesado por numerosos y considerables miembros de la jerarqu�a. Simult�neamente, �l permite que �l o sus subordinados directos sean tratados como herejes, sin hacer otra cosa que levantar los brazos al cielo, buscando solamente que sus acusadores abandonen desesperados una Iglesia, que los pone en trance angustioso. Ninguno de los principios modernos de la nueva teolog�a, que �l invoca o podr�a invocar, le puede excusar de sustraerse a los deberes esenciales de su autoridad soberana. El hecho de que Paulo VI jam�s pronuncie el "anatema" sobre las m�s monstruosas herej�as, que no haya puesto el "entre dicho" sobre los templos donde se celebran misas inv�lidas o sacr�legas, el que no haya excomulgado a los sacerdotes y laicos, que han participado en esos cultos "ecum�nicos" (12) y en las "intercomuniones" escandalosas, basta para justificar la acusaci�n de traici�n contra el actual Papa. No puede haber una fe inmutable, un culto seguro, una verdadera justicia en la Iglesia, cuando el Romano Pont�fice reh�sa ejercitar su triple Magistratura, que abarca a todo Prelado en el ejercicio de su cargo. Que tal "huelguista" siga ocupando la Sede Apost�lica es un desorden, que la Iglesia tiene el derecho y la obligaci�n de remediar. La Sede de Pedro no est� vacante; lo peor es que est� ocupada por un individuo que reh�sa cumplir sus funciones. El remedio a esta inadmisible inercia del poder es la intimidaci�n por el clero romano a Paulo VI de que act�e como Papa o de ser declarado por la Iglesia un Papa inactivo y depuesto.

   Tres puntos principales de acusaci�n de orden pastoral: simon�a, usurpaci�n, perjurio. La religi�n pura, yo me atrever�a a llamarla abstracta, de Paulo VI no est� en tela de juicio. Su religi�n, en todo el dominio de la fe, en los misterios trascendentes y del culto privado, es la misma que la nuestra (13). A pesar de sus turiferarios, no parece que Paulo VI tenga una verdadera piedad, o, en todo caso, �l la esconde muy bien. Por que lo cierto, lo demostrable es que, en todo lo que se refiere a esta religi�n pura, en la vida cotidiana y universal de la Iglesia, �l la encubre en una mortal indiferencia. Sus calenturientas preocupaciones, su pasi�n, sus proyectos grandiosos van por otro lado. As�, en este dominio, se le ve pronunciar discursos muy tradicionales, aunque inexpresivos, se le oyen lamentaciones de un tenor totalmente integrista, aun promulgar enc�clicas de buena doctrina... si se le demanda o se le constri�e. Aunque inmediatamente despu�s �l autorizar� y elogiar� lo contrario, llegando hasta mentir para salvar el Partido de la Reforma, que est� en peligro; como lo hizo, a prop�sito del lat�n y de la Misa en noviembre de 1969. Esta caracter�stica, para nosotros la m�s grave, es para �l la menos importante. �Misa Cat�lica o Cena Protestante? El celebra la Misa Cat�lica -�l cree, sin duda, rectamente- pero se asocia a las falsas misas, que se celebran por su negligencia, con su responsabilidad, con su complicidad en Holanda y, algunas veces hasta en la misma Roma, su di�cesis. As� toda la liturgia se encuentra sistem�ticamente modificada por la sustituci�n de Dios por el hombre, sin que �l ponga atenci�n aparentemente, sino a acrecentar su gloria de Reformador Universal. Del mismo modo, le vemos absolutamente indiferente ante la subversi�n de la fe, que va, por lo tanto, en contra de sus convicciones �ntimas, cuando las novedades se introducen revestidas con el ropaje del "aggiornamento" y con las ambig�edades del Concilio. Las almas se pierden... �l no parece preocuparse; s�lo cree en el infierno te�rica, no pr�cticamente.

   Este descuido sobre lo ESENCIAL podr�a substanciar, en el vocabulario antiguo, tres puntos principales de acusaci�n:

   LA SIMON�A: porque es el precio que tiene que pagar para conservar su popularidad en todos los medios progresistas y hasta entre los grupos enemigos de la Iglesia. Por ejemplo, cuando �l se atreve a proclamar delante de la O.N.U. la libertad religiosa como un dogma universalmente reconocido, antes que el Concilio la discutiese todav�a como una novedad inconcebible. En ese d�a, la fe del Papa sirvi� de moneda de cambio, para su admisi�n en esa asamblea judeo-mas�nica de Manhattan: este fue en verdad un contrato simoniaco.

   LA USURPACI�N O INACCI�N: porque el dominio inviolable de la religi�n se encuentra invadido, devastado de d�a en d�a m�s gravemente por las preocupaciones del diplom�tico, por las razones pol�ticas, totalmente humanas, hasta el punto de que se ha cambiado el PATER NOSTER y las PALABRAS DE LA CONSAGRACI�N eucar�stica, para complacer a los herejes y a los cism�ticos y todo lo dem�s... 

    PERJURIO: porque lo mismo los cardenales que lo eligieron, el clero y el pueblo romano que lo aclam�, la Iglesia entera, que lo recibi� como Papa leg�timo, han escuchado de �l, en privado y en p�blico, sus protestas y sus juramentos de fidelidad a la disciplina constante y a la fe tradicional de la Iglesia, promesas jam�s cumplidas. Todos sabemos que el Papa Paulo, en la introducci�n de su CREDO, hab�a declarado que �l pondr�a todas las energ�as en la defensa de esa fe cat�lica, que �l proclamaba ante la faz del mundo, y no solamente no la ha defendido, sino, en cientos de veces, pr�cticamente ha negada lo que hab�a dicho, ha pasado sobre s� mismo.

   Este ADULTERIO, para usar la antigua imagen b�blica, seg�n la cual toda traici�n a la fe divina es un adulterio y una prostituci�n a los �dolos. Este adulterio se siente en la vida cotidiana de la Iglesia, en especial en Roma. Son los herejes de dentro y de fuera los que pasan, mientras los cat�licos fieles quedan afuera; son los budistas de Vietnam del Norte los que tienen concili�bulos secretos con las altas jerarqu�as del Vaticano, no los cristianos del Sur. Que, por lo que toca a los jud�os, su poder es inmensamente superior al nuestro. Los terroristas asesinos son recibidos por el Papa con gran benevolencia, mientras se cierran las puertas a los defensores suplicantes de la Misa de San P�o V y del verdadero Catecismo. Este pontificado ha sido y es el reino del Extranjero y de lo extranjero y la exclusi�n de los hijos leg�timos, que no s�lo han sido olvidados, sino detestados.

           La principal acusaci�n es LA APOSTAS�A. La raz�n de todo este desorden, y, para tomar el tema central de la ense�anza prof�tica, la idolatr�a que provoca este adulterio espiritual, no ha de buscarse en la religi�n pura, especulativa, de Paulo VI, sino en su religi�n aplicada: su Mesianismo pol�tico, su MASDU. Aparte de su fe y de su devoci�n �ntima, que hipot�ticamente suponemos en �l, en el dominio m�s tangible de la vida temporal de la humanidad moderna, el Papa se ha construido una ideolog�a, una "m�stica" extraordinariamente estructurada, poderosa, devoradora. Es un proyecto de renovaci�n total de la condici�n humana, como un estado de salvaci�n nuevo y definitivo, como una liberaci�n, cien veces m�s real y radical que la Redenci�n de Cristo realizada por la Iglesia en dos mil a�os. "Paulus extra muros" (Paulo fuera de los muros), como con fuerza innegable lo ha llamado el P. Congar, se ha ido poco a poco encerrando m�s y m�s en este sue�o, en esta UTOP�A, fuera de los muros de la antigua cristiandad. A esta Torre de Babel, que �l coloca en Manhattan, en Jerusal�n o en Pek�n, �l lo sacrifica todo, todo, todo, de una manera implacable, salvo las veces en que el Esp�ritu Santo ha intervenido decisivamente. La fe, la moral, el culto cat�lico deben adaptarse a esta "m�stica" humanitaria, cosmopolita, futurista, como medios a su fin, de la misma manera que la Iglesia debe ponerse al servicio de este mundo, cuyo desenvolvimiento material y cultural procurar� a los hombres la PAZ, que es el bien supremo.

   Es evidente que no se puede admitir que el Papa, el Vicario de Cristo, est� completamente absorbido, devorado, por una quim�rica POL�TICA, a la que sacrifica todos sus pensamientos, todos sus discursos, todas sus decisiones mayores, abandonando por meses y por a�os la RELIGI�N de Dios, de la que �l es en la tierra el representante supremo y absoluto. Porque hemos llegado ya al momento en que esta "m�stica" pol�tica parece haber sustituido ya a la otra, la "m�stica de la Verdad Eterna"; hemos llegado ya al momento en que esta herej�a desaloja y profana apasionadamente todo el lugar vital y soberano, que corresponde a la FE DIVINA. He aqu� compendiada, he aqu� demostrada en breve la APOSTAS�A DEL PAPA PAULO VI.

   Cuando ma�ana se haga el proceso de herej�a de Paulo VI, su mensaje en el XXV aniversario de la O.N.U., que reitera y agrava hasta la blasfemia los errores de su discurso a la O.N.U., de sus enc�clicas ECCLESIAM SUAM y POPULORUM PROGRESSIO, constituir� una acusaci�n suficiente. Si es verdadero y sincero el CREDO de Paulo VI, la Iglesia no podr� menos de pronunciar el anatema. Para m�, -quiero estar libre de la Maldici�n Divina- ese Mensaje Masdu es una obra del Anticristo.

   �Os asombra mi audacia? Es porque no os hab�is dado cuenta del peligro tremendo que tenemos de que todos los miembros de la Iglesia (todos no, porque no podr�a ser; pero casi todos, como la experiencia del pasado y la misma experiencia que estamos viviendo lo demuestran) pueden seguir a su cabeza en esta "MARCHA HACIA MAO", con la mirada fija en una quimera. Si la mayor�a de los miembros de la Iglesia sigue al ap�stata, �ste ser�a el peor castigo del mundo".

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