RODRIGO CARO

Antigüedades y principado
de la
ilustríssima ciudad de Sevilla
y
Chorographía
de su convento jurídico
o antigua chancillería

Sevilla, Andrés Grande, 1634

       Salve, ciudad ilustre, honor de España,
que entre todas al cielo te levantas
como el ciprés entre menudas plantas;
del Libio Osiris la mayor hazaña,
ejemplar de valor y de grandeza,
teatro de la ciencia y hermosura,
de una y otra nación perfección pura,
y de todas primer naturaleza...
Silva a Sevilla, versos 1-8

          En este libro estudia Caro los restos antiguos de Sevilla y de las poblaciones de su antiguo Convento Jurídico, que incluye aproximadamente las actuales provincias de Sevilla, Huelva y Badajoz. Cita y traduce las inscripciones aparecidas en las distintas poblaciones, así como las citas de historiadores greco-latinos que aduce, lo que hace en versos castellanos cuando se trata de poemas. También incluye interesantes reflexiones sobre la religión antigua en estas tierras, pues no en vano empezó a escribir esta obra en cuanto concluyó en 1629 su tratado en latín sobre los Dioses Antiguos de Hispania.

          El libro está encabezado por una Silva a Sevilla antigua y moderna de 145 versos. La primera parte contiene una detallada descripción de Sevilla, tanto de sus restos de la Antigüedad como de los edificios de su época. La disposición del discurso referido a cada lugar suele ser muy parecida, y es la que encontramos también en sus poemas sobre ciudades (Sevilla, Carmona, Utrera, Itálica y hasta en el romance de la Torre de La Membrilla): comienza tratando del nombre y fundación de la ciudad, y acaba mencionando sus hijos ilustres y sus mártires, además de referir generalmente las ventajas de su situación y la fertilidad de sus tierras.

          Este libro ha pasado por ser la principal obra histórica de Caro. Es sin duda su obra más ambiciosa, si bien está contaminada por algunas noticias de los falsos cronicones, que no afectan sin embargo a sus obras anteriores sobre Utrera, especialmente el Memorial de Utrera, que permaneció inédito hasta 1883, y en menor medida la Relación de las inscripciones y Antigüedad de la villa de Utrera, obra impresa en 1620 en Osuna y en 1622 en Sevilla. No es difícil reconocer las noticias procedentes de esas falsificaciones, que sin embargo suelen ser las más citadas en las historias locales de estos pueblos y ciudades, a partir de una supuesta autoridad de Caro que nada vale en esos casos.

          También yerra Caro al querer localizar en la banda izquierda del Guadalquivir todos los topónimos hispalenses de supuesto origen celta según el texto de Plinio, como Arunci, Turobriga y Lastigi, a pesar de que Antonio Bohórquez Villalón le había advertido de que la localización de Arunci en Morón se debía a una confusión con Moura y Mouraô por parte de Abraham Ortelius, Gerardo Mercator y otros humanistas y eruditos europeos. Con todo, valga en descargo de Caro, que sólo es historiador por afición, el que aún hoy día el texto de Plinio sigue sujeto a muy diversas interpretaciones, que llevan en algunos casos a localizar por contra en la banda derecha del Betis todos esos pueblos, como los Siarenses Fortunales de Searo, situados junto al embalse de Torre del Águila (entre Utrera y El Palmar de Troya); o los Callenses Aeneanici de la antigua Callet, que vivieron entre Morón y Montellano, en el lugar donde Caro situó la Saepona que recientemente ha podido ser ubicada sólo unos kilómetros más al sur entre Algodonales y Olvera. Tampoco erró mucho Caro al situar en Los Molares la ciudad de Serippo, que probablemente corresponda a la Irippo de las monedas, que debió de estar en la cuenca del río Ira o Guadaíra, probablemente en la Mesa de Gandul.

          Sí continúan siendo válidas las numerosas noticias e hipótesis históricas sobre la Antigüedad del Conventus Hispalensis que aporta Caro a partir de su examen de los textos antiguos y de su reconocimiento de los lugares que trata. Entonces, tanto en la localización de lugares antiguos “como en el manejo de los textos, el método de Caro es impecable y vigente aún en la actualidad”, en palabras de Blanco Freijeiro. Caro hizo acertadas correcciones a Plinio, Ausonio y otros autores, localizando con acierto el emplazamiento de varias ciudades antiguas.

          La obra ya estaba concluida en 1631, fecha del borrador de la portada y de la censura; la aprobación está firmada en Madrid el 7 de noviembre de 1633. Caro la dedicó al famoso valido Gaspar de Guzmán, duque de Sanlúcar y conde de Olivares, “Gran Chanciller de los Consejos de Estado y Guerra de Su Magestad, Comendador Mayor de la Orden de Alcántara y Alcayde perpetuo de los Alcáçares de Sevilla, [...] favorecedor de la buenas letras y Mecenas de todos los estudiosos, y por esta parte amador de la Antigüedad”, al que promete “otros partos que ocupan el secreto de mi escritorio”. No se colmaron sin embargo las ambiciones cortesanas que Caro esperaba alcanzar gracias al favor del Conde-Duque.

          Hasta el final de sus días siguió Caro escribiendo Adiciones a estas Antigüedades, que fueron editadas en el primer tomo del Memorial histórico español (Madrid, 1851) y a partir del original autógrafo por L. Toro Buiza: Adiciones al libro de las Antigüedades y Principado de Sevilla, Sevilla, 1932-33. El libro de las Antigüedades fue reimpreso en 1895, y el original editado en facsímil en 1982 y 1998.

Joaquin Pascual Barea


Enlaces:

Canción a las ruinas de Itálica

Dioses antiguos de Hispania

Índice del libro de Poesía latina y castellana de Rodrigo Caro

Rodrigo Caro: Poesía

CALLET y Callenses Aeneanici

Poemas e inscripciones en latín de Rodrigo Caro

Dos poemas a Triana de 1635 atribuidos a Caro

El poema Cupido Pendulus de Rodrigo Caro

Libro de Poesías de Rodrigo Caro en Utrera

La poesía latina del historiador sevillano Luis de Peraza

Los Anales de Morón de Antonio Bohórquez Villalón

Poetas de Sevilla

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