Urdiain - Ermita de Santa Marina (1.059 m) - Bakedano

—Domingo,
27 de octubre de 1996—

 De la Sakana a las Améscoas

En la sierra de Urbasa, en los rasos de Ezkiza, se encuentra la llamada "Cruz del Valenciano". Probablemente se trata de un navarro de apodo "El Valenciano".

Los arrieros navarros, al igual que los arrieros levantinos, fueron unos extraordinarios conocedores de nuestros caminos. La "Cruz del Valenciano" es muy posiblemente el único monumento que en Euskal Herria recuerda a aquellos hombres que llegaban desde Levante llevando y trayendo a lomos de sus mulas, las más diversas mercancías, uniendo en su marcha el Cantábrico y el Mediterráneo.

URDIAIN (549 m).
Nueve y media de la mañana. En la Iglesia del pueblo descubrimos que la sierra de URBASA esta envuelta por la niebla. Hace viento frío.

Asier Azarola, en la ermita de Santa Marina

Desde las últimas casonas de piedra giramos a la izqda. para tomar un camino ancho que asciende en continuas curvas. A la media hora de marcha hay una bifurcación; cogeremos el camino de la izqda. marcado por un viejo castaño. Entre la hojarasca nos dirigiremos a un corto desfiladero y a través de una entalladura llegamos a un cierre para el ganado.

Lo cruzamos y seguimos un sendero a la dcha., paralelos a la alambrada.

Abundan las lampernas entre la hierba húmeda. Comenta Quevedo que las lampernas llevan cierta cantidad de sustancia tóxica que se disipa al cocinarlas. "Pero están buenas a la plancha, sobre todo la txapela" —dice Aitor.

La alambrada gira en ángulo recto y asciende al cordal de la sierra. La niebla aquí es más densa. Siguiendo la alambrada, sin camino, después de cruzar otro cierre, llegamos al buzón de SANTA MARINA (1. 059 m).

Poco más adelante se encuentra la ermita y la chabola-refugio. Nos encontramos con una excursión procedente del puerto de Lizarraga.

Tomamos un camino ancho que en S. se interna en la sierra. Al llegar a una zona de árboles talados giramos a la dcha. por una traza de calzada y encontramos unas marcas rojas. Un tronco retorcido de una forma extraña recuerda a Aitor las esculturas de Oteiza.

"Puede ser que, en último término, sólo tenga valor la firma del artista consagrado, pero antes de eso, han realizado obras indiscutiblemente buenas. Lo mismo ocurre con el surrealismo de Dalí o con ciertas obras de Picasso" —comenta Aitor.

"Los Girasoles" de Van Gogh, puede que sea un gran cuadro pero no le encuentro el valor que se le atribuye —dice Quevedo.

Posiblemente una obra de arte plasmada de forma poco realista siempre da margen para que se le atribuyan sentidos definidos según nuestro criterio personal, aunque algunas veces, sobre todo los críticos de arte, se excedan en sus apreciaciones.

Arco natural de Iruaitzeta, en Urbasa

Seguimos las señales rojas hasta llegar a un pequeño raso donde nos desviamos a la izqda. (S), sin camino, a través del monte en el que emerge la caliza; aparece un camino muy evidente que nos conduce a la pista procedente del puerto de Lizarraga. Ascendemos unos metros por ella y cuando vemos una entrada despejada en el bosque hacemos una parada.

Quevedo ha traído unos cacahuetes salados con miel que se dejan comer.

Nuevamente en S. nos dirigimos hacia el raso de EZKIZA. La ruta correcta no es nada clara y la niebla abundante, así que cuando vemos una borda y tras ella el amplio raso, intuimos que hemos logrado llegar a un punto importante de la travesía. Cruzamos el raso a la brújula y efectivamente allí estaba la famosa CRUZ DEL VALENCIANO, solitaria en la niebla.

Poco más adelante, la pista procedente de OTSOPORTILLO. La travesía esta casi conseguida.

Sacamos el mapa, lo orientamos. Quevedo dice: "Hay que seguir al Sur". Ciertamente hay un sendero que parte en esa componente una vez cruzada la carretera.

Los arces se adueñan del camino. Aitor nos comenta las propiedades medicinales del muérdago instalado en sus ramas.

Fijando nuevamente el mapa nos introducidos en el amplio RASO DE URBASA. Llegamos a una verja metálica y a un muro de piedras. Cruzamos la verja y seguimos un camino ancho que pasa junto a las bordas de ARRATONDO. La hiedra se ha apoderado completamente de un viejo espino.

Presentimos próximo el barranco de las AMÉSCOAS. Continuamos atravesando el raso a la brújula en S. , hasta que vemos las pistas procedentes del puerto de Urbasa.

Al llegar a la alambrada cercana al barranco la niebla es más densa.

Aparecen unas señales rojas que conducen al Dulantz. Esto quiere decir que tenemos que retroceder hasta encontrar un verja metálica verde que da paso al portillo de Bakedano. Se oye ladrar a un perro al fondo del barranco. "Ese perro es de Bakedano" —nos anuncia Quevedo con una sonrisa.

Iniciamos el dencenso por un nítido sendero entre grandes rocas que luego dan paso al bosque, al hayedo. Una bandada de palomas alza el vuelo desde las copas de unas hayas.

Al llegar a un cruce de caminos tomamos el de la izqda. Se oye el rumor de la cascada del UREDERRA. Probablemente el otro camino desciende hacia ella. Tenemos Bakedano a la vista. El sol comienza a salir tímidamente, pero en lo alto de la sierra la niebla lo envuelve todo.

Estamos en BAKEDANO (627 m), escalonado en la ladera, dominando uno de los pasos más antiguos de Tierra Estella y las Améscoas, hacia la SAKANA, de donde hemos salido hace cuatro horas.

Aitor TELLERIA
J. Antonio QUEVEDO
Luismi GLEZ.

12 de octubre de 1996

 Cartografía

• Estella, mapa catastral. Instituto Geográfico Nacional (España). Escala: 1:50.000.
• Urbasa-Entzia. Imanol Goikoetxea (1994). Eskala: 1:30.000.
• Urbasa-Andia. Mikel Nazabal.

 Bibliografía

• Euskal Herriko 100 Gailur eta Mila Txoko. 69º y 92º recorridos. L. P. Peña Santiago. Elkar (1990).
• Montañas del País Vasco. Tomo 3. L. P. Peña Santiago. Txertoa (1988).