"O Ouro de Agricola" | ir a principal

Reportajes de arqueología

2004. Novela "O ouro de Agricola"

Zaragoza, 2004. Editorial Edelvives-Tambre (colección catavento). A partir de 14 anos. ISBN 84-263-5209-X. Autor: Enrique Vázquez Pita

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Reportajes
- Troya: el caballo que nunca existió (La Voz de Galicia)
 
 

14 de mayo de 2004 | La Voz de Galicia | suplemento Fugas| página 13

El caballo de Troya no existió

Fugas realiza un recorrido a través de los datos que los historiadores tienen de la mítica ciudad

E. Vázquez Pita

La película de estreno Troya recrea el asalto a la ciudad con una trampa de madera inspirada a Ulises por Palas Atenea. En realidad, la Ilíada no menciona el caballo de Troya. El texto atribuido al poeta Homero, si es que éste existió, ni siquiera llega a narrar la toma de la ciudad, ya que concluye con los funerales de Héctor. El mismo texto describe a Aquiles como una máquina de matar mientras que el personaje interpretado por Brat Pitt acaba como un guerrero enamorado y razonable. Estas son dos de las muchas licencias de la película, según indicó el profesor de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Quesada, quien tuvo a un visionado previo.

El profesor de griego de la Universidad de Santiago, Juan José Moralejo, confirma que dicho texto se limita a narrar 51 días en el décimo año de la guerra de Troya, la cólera de Aquiles y la lucha con Héctor. De la destrucción de la ciudad, nada de nada. Esta escena sólo aparece en otros poemas épicos sin conservar que se conocen por referencias. El equino de madera, gracias al cual se infiltraron los guerreros micénicos en la ciudad, sí figura descrito en el libro VIII de la Odisea, cuando Ulises llega a la corte del rey de los serafios y rememora la caída de la ciudad. “No quisiera fastidiar a Homero pero el caballo de Troya parece ser un mero recuerdo de una máquina de guerra que se utilizó en una ciudad asediada”, dice Moralejo. Para el profesor gallego, el caballo abandonado en la playa como un regalo a los troyanos no tiene sentido.

“En cambio, parece creíble que fuese una ofrenda a Poseidón, el dios del mar, que tiene una presencia muy activa en tierra y, además, el caballo es su animal emblemático”, dice.Pero ello tampoco propicia un regreso feliz pues Ulises vaga años por el Mediterráneo. No hay forma de reconstruir su viaje porque es fantástico. “En realidad, es la épica del hombre griego que empieza a comerciar, a enfrentarse al mar desconocido, a hacer frente a todos los peligros. Es un individuo en un territorio hostil”, añade Moralejo. “Esta película abunda en anacronismos e incoherencias pero se lo perdono porque ya aparecen en Homero, quien refundió una tradición plural y colectiva”, dice el profesor de la Universidad de Compostela. Y es que la Ilíada y la Odisea son el producto de una tradición oral que se transmitió de generación en generación durante 500 años, hasta que Homero la puso por escrito alrededor del año 750 antes de Cristo.

La guerra de Troya ¿fue mito o realidad?

El arqueólogo aficionado Schliemann descubrió en 1870 las ruinas de Troya, también llamada Ilión, en la colina de la ladera septentrional de la colina de Hisarlik, tal y donde la situó Homero. Estaba en una llanura del río Scamander, al otro lado del Helesponto, ahora denominada península de Gallipolli, en la actual Turquía. Estaría mucho más cerca del mar que en la actualidad. Ciento treinta años después, la Troya turca es la meca de la arqueología: allí pululan desde equipos de investigación a estudiantes que viajan en plan mochilero hasta allí en tren con Interrail. Los investigadores han localizado nueve aldeas superpuestas, no más grandes que dos campos de fútbol. Nada que ver con las imponentes murallas descritas en los textos homéricos. La novena villa sería la más reciente, de época romana, mientras que la sexta (Troya VI) y séptima (Troya VIIa) corresponderían al año 1.200 antes de Cristo, fecha en que se data la guerra entre la federación micénica y los troyanos. Los investigadores sospechan que los restos hallados corresponden a una acrópolis y que la ciudadela, efectivamente, abarcaría una mayor superficie, posiblemente con miles de casas de madera y chozas. “La película recoge esto bien”, afirma Quesada.

Para el profesor de la Autónoma, la Troya más espectacular es la VI y descarta la VIIa . Ambas sufrieron una destrucción por incendio, ya sea por terremoto o por la acción humana. “Es una realidad histórica que coincide con los poemas homéricos pues estas ruinas fueron tomadas e incendiadas. En la Ilíada o la Odisea hay un fondo histórico, pero siempre desfigurado porque es poesía”, dice Moralejo. Troya arrastró en su caída a Micenas La guerra de Troya se desarrolló entre 1.200 y 1.180, justo antes de la caída de Micenas, según argumenta Quesada. Esto se ve reflejado en la Odisea, cuando Ulises, tras largos años de ausencia, regresa a su palacio de Ítaca y se encuentra que los pretendientes extranjeros acosan a su esposa Penélope. Y el rey Agamenón vuelve a Micenas pero es asesinado por su mujer y el amante. Los héroes homéricos, al llegar a sus hogares tras años de ausencia, encuentran sus palacios amenazados y en decadencia. “La guerra de Troya se libró durante el apogeo del mundo micénico pero conllevó su inmediato colapso y el comienzo de una época oscura. Los micénicos toman Troya pero, al poco, los llamados pueblos del mar destruyen su civilización. La Iliada y la Odiesa describen ese mundo en crisis”, dice Quesada.

La guerra pudo producir una depresión en los reinos de los vencedores y su civilización se vuelve abajo de forma. Pero la guerra de Troya no fue la única causa. “Estas luchas reflejan la tragedia, las rivalidades entre ciudades y dinastías, y puede ser el eco de una situación de crisis. No hace falta acudir a la ficción: hay factores políticos suficientes para explicarlo. La épica de los griegos arcaicos añora el esplendor pasado”, afirma Moralejo.

¿Existió Agamenón?

Schliemann descubrió en Micenas un cementerio con 16 máscaras de oro que atribuyó al rey Agamenón. Pero los últimos estudios datan las piezas en el año 1.600 antes de Cristo, 400 años antes de la guerra. “Los esqueletos no tienen nada que ver con Agamenón”, dice Quesada. Tampoco parece haber referencias documentales a ninguno de los héroes homéricos.

La descripción en la Ilíada de las armas de bronce y hierro, pese a corresponder a distintos siglos, da credibilidad a la historia. Coexisten objetos arcaicos y más modernos porque los poetas cantaban la Ilíada en versos a los nobles, quienes querían sentirse identificados con los héroes, por lo que los literatos incorporaron nuevos objetos y desecharon armas arcaicas que su audiencia no entendía. Quesada cree posible que la conquista de Troya tuviese su origen en una disputa por una mujer. “La mentalidad de los micénicos era distinta a la nuestra; eran muy susceptibles”. Pero, también es cierto que Troya era un puerto estratégico, llave del paso entre Europa y Asia, que dominaba las corrientes del mar de Dardanelos. Los barcos debían hacer escala en su bahía de Besica a la espera de que cambiase el viento para poner rumbo al Mar negro, donde había abundantes cosechas de trigo.

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