SADELAS

Sociedad Amigos de la Salud

15_02_KK3

Popularidades de la Física

Manuel C. Martínez M.

Abstracción hecha del origen del alma, de la creación del primer hombre (completico,  como el Adán bíblico), en nuestro entorno espacial conocido y hasta más allá  del espacio ubicado  donde alcanzan los más poderosos telescopios y microscopios, podemos afirmar que todos los fenómenos , por intrincados que luzcan, se hallan gobernados por la Física. Sólo bastaría conocer el origen de tales leyes.

Y es que desde los sucesos más complejos hasta los + simples tienen una explicación de naturaleza fisicolegal. Así, en los circos contemporáneos es muy conocido el expectante acto  del equilibrista: Ya casi nadie desconoce que su truco reside en la barra, la cual maneja con raudos desplazamientos horizontales y precisos ora a la izquierda, ora a su derecha a fin de mantener su frágil balance sobre la tensa y vibrante cuerda.

Otra popularidad de esos circos consiste en los saltos interpersonales de dos atletas que se encuentran en el aire separadamente, para luego arribar juntos a uno de los dos sitios  de partida. Para ello, echan manos de la inercia newtoniana: Cuando ambos saltarines se lanzan al aire con sus piernas asidas a sus respectivos columpios, lo hacen con determinado desfasamiento temporal entre sí. De esa manera , justo en el momento y lugar donde termina la curva descrita en el aire por el primero de los saltarines, el otro   interrumpe su vuelo y se agarra firmemente a los antebrazos de aquél, de tal manera que ambos trapecistas vuelven al punto de partida, gracias al retorno pendular y gravitacional que forzosamente devuelve a ambos al columpio del primer trapecista.

Lo fascinante del último truco es que sólo la Física  puede dar cuenta del no desprendimiento de los brazos del trapecista cargador. Efectivamente, así como el beisbolista airea la pelota recibida   para evitar ser golpeado por ella, los trapecistas aprovechan la fuerza de gravedad que hace crisis en el retorno del primer saltarín, con lo cual el empuje del peso del otro se halla minimizado, y el acto pueda ser felizmente popularizado. 

Es dubitable que las trayectorias planetarias, y estelares en general, respondan a una <<elipse>> kepleriana, como tampoco a las descalificadas órbitas circulares  copernicanas. En mi concepto, iniciada una primera ronda, los astros volarían  y tendenciosamente describirían ora lo uno, ora lo otro, pero sin que ninguna de esas curvas se cierre. Se trataría de movimientos paracirculares espiralados en una interminable y apretada helicoide de nunca acabar.

Hemos inferido que las elipses de Kepler son los mismos círculos de Copérnico, sólo que mirados  en perspectiva, como cuando observamos  una circunferencia  cualquiera en posición inclinada, es decir: entre los 90° y 0°, salvedad hecha de una  bola perfectamente esférica la cual logra evadir esta pérdida de perspectiva, al mantenerse permanentemente circular, independientemente del ángulo de giro que le imprimamos.

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