Ibérico [íbero]
(descripción lingüística de: Jesús Rodríguez
Ramos)
Nombre
grecorromano: |
lat.
iberus, gr. iberos |
Designación
autóctona: |
(?) |
Ubicación |
(Litoral
mediterráneo de Hispania, W. y S. de España, s. VI a.C.,
s. I d.C. |
Historia
Geografía.
El uso de la lengua íbera se documenta por inscripciones en la franja
costera mediterránea española desde los Pirineos a Murcia,
se extiende también por la costa francesa al norte de los Pirineos
hasta el río Orb, mientras que se adentra hacia el interior en la
zona sudeste (Murcia, Alicante, Valencia, Albacete, probablemente Jaén
y tal vez Almería). De forma más esporádica puede
documentarse en Granada y en época tardía las zonas costeras
se expanden hacia el interior, cubriendo el valle del Ebro. De forma indirecta,
la documentación toponímica (básicamente el uso del
término ili- en nombres de ciudad) sugiere su influencia
en la práctica totalidad de Andalucía, salvo Huelva, si bien
muchos de estos topónimos no son puramente íberos.
Cronología.
La mayor parte de los testimonios sobre la lengua íbera son de época
de la ocupación romana (s. II a.C. - I d.C.), pero se encuentran
también de los s. IV y III a.C., mientras que es probable la existencia
de inscripciones ibéricas del s. V a.C. Probablemente el documento
más antiguo de la presencia de ibero-parlantes sea la presencia
de individuos con nombre claramente íbero en el plomo griego de
Pech-Maho (Aude, Francia), datado en el s. V, probablemente a mediados.
[JRR
& DS]
Alfabeto e Inscripciones
Número de inscripciones.
Los testimonios epigráficos en ibérico
no usan un alfabeto único, sino que se usaron diversos sistemas.
Además del alfabeto latino y griego, existen dos importantes alfabetos
autóctonos: el alfabeto ibérico levantino y el alfabeto meridional.
La siguiente figura muestra los signos (incluyendo algunas variantes) usadas
en el alfabeto ibérico levantino:
La escritura ibérica
levantina es un semisilabario con signos alfabéticos para las
vocales y consonantes no propiamente oclusivas y signos del tipo CV para
secuencias de consonante oclusiva seguida de cada una de las cinco vocales
principales (aquí transcribiremos los signos de este semisilabario
como: a e i o u m’ l m n r r’ s s’ ba be bi bo bu ta te ti to tu ka
ke ki ko ku). Cabe indicar que el signo m no es en absoluto
un sonido /m/, sino una variante de /n/. De forma totalmente excepcional
puede encontrarse algún signo o valor epicórico, como pudiera
ser el caso de un signo á que, según he propuesto,
notaría a un alófono de /a/.
Durante los siglos
IV y III a.C. la escritura levantina al norte del Ebro desdobla alguno
de los signos silábicos (te, ti, to, tu, ka, ke, ki, ko y
bo). Este fenómeno explicita la existencia de más
de tres fonemas oclusivos, de manera que un signo con una raya adicional
sería probablemente la oclusiva sorda, mientras que el sencillo
la sonora (con la excepción de bo, todavía sin explicar,
dada la no existencia de /p/ en íbero).
Muy similar
es la escritura ibérica meridional, que se diferencia básicamente
en la forma de los signos. Es un semisilabario con los mismos valores que
el levantino excepto los dos signos nasales m y m’. No se
aprecia en meridional ningún procedimiento para distinguir las oclusivas
sordas de las sonoras, pero, por el contrario, sí que en algunas
inscripciones se sigue un procedimiento para indicar la consonante oclusiva
sin vocal que le siga. De esta manera en dichas inscripciones la secuencia
ka-a y ti-i ha de ser leída simplemente /k-a/ y /t-i/,
mientras que los signos ka y ti solos se leerían /k/
y /t/ (como en las cecas de /ibolk/ y /kas’tlo/). Es posible que el signo
ba tuviese la misma función para /b/.
En escritura latina aparece de forma muy
esporádica. Más importante son las inscripciones llamdas
greco-ibéricas que usan una variante jonia
del alfabeto griego, la lengua de estas inscripciones es claramente ibérico.
Se conservan muy pocas inscripciones de este tipo. Esta escritura greco-ibérica
es interesante porque distinguie los siguientes valores fonéticos:
[a e i o u l n r r’ s s’ b t d k g].
Descripción
lingüística (por Jesús Rodríguez Ramos)
La lengua íbera
es una lengua que no se conoce, en el sentido de que los textos conservados
no se entienden y los detalles gramaticales son desconocidos. Sólo
se tiene un conocimiento aproximado del significado de unas poquísimas
palabras y el significado bastante aproximado de algunos sufijos y partículas.
Ello significa que es muy poco lo que se conoce con seguridad, mientras
que del resto hay que hablar de muy probable, probable o meramente verosímil.
De la lengua íbera lo que más se conoce es la fonología,
la antroponimia, la sufijación y la composición nominal.
Fonología.
Los datos de las inscripciones indígenas, así como los onomásticos
transmitidos por los textos greco-romanos permiten establecer un esquema
fonológico prácticamente idéntico al de los signos
de la escritura greco-ibérica, puesto que los demás valores
identificables parecen poder considerarse como meras realizaciones alofónicas.
En cuanto a las
vocales tendríamos cinco vocales (breves) /a, e, i, o, u/
lo que nos da un sistema con tres grados de obertura y sin oposición
de cantidad aparente. A esto hay que añadir que posiblemente sí
que existirían diptongos decrecientes, pero no crecientes
El sistema consonántico
no es muy complejo tampoco. En las oclusivas todos los sistemas
diferencian claramente tres fonemas oclusivos /b, t, k/, aunque en greco-ibérico
tenemos también testimoniados los sonidos [b] y [g], es decir, tenemos
5 sonidos oclusivos diferentes [b, t, d, k, g] aunque no está claro
de si la oposición de sonoridad era fonológicamente relevante,
y por tanto [t] y [d] podrían ser solo variantes poscionales de
/t/ y [k] y [g] podrían ser variantes poscionales de /k/..
Además de
oclusivas, para las que vimos no existen signos independientes en el semisilabario
sino solo signos para los grupos de oclusiva + vocal, todas las variantes
de ibérico muestran dos sibilantes /s, s'/ y cuatro sonantes
/l, n, r y r’/. Obsérvese la existencia de una única consonante
nasal /n/. Como alófonos más probables tendríamos:
al menos una vocal nasalizada (notada por el signo m’ y tal vez
en otros casos por ir siguiendo a la vocal el signo m); un fonema
/m/ y otro producidos respectivamente por la nasalización y el ensordecimiento
de /b/ (fenómeno que no se detecta gráficamente en las inscripciones
ibéricas, sino principalmente latinas).
Respecto a
la pronunciación concreta los principales problemas los presentan
sendos signos de S y sendos de R. De ambas sibilantes, parece que el fonema
más afín a la /s/ normal es el signo s’ mientras que para
el signo s las hipótesis más verosímiles son que se
trate de una sibilante palatal o de una africada dental del tipo /ts/ (o
incluso de una africada dental palatalizada). De las erres, la normal
es la representada por el signo r’, mientras que la del signo r es más
complicada. Las hipótesis más plausibles es que se trate
de una vibrante retrofleja o de una fricativa uvular.
Parece que la sílaba
ibérica tenía como esquemas máximos estructuras
del tipo CV RS o CVYR / CVYS; siendo C cualquier consonante, V cualquier
vocal, Y cualquier semivocal, R cualquier sonante y S cualquier sibilante.
Podemos resumir el tipo de estructura silábica como (C)V'(R)(S),
donde el paréntesis indica que el elemento es opcional y V' denota
el núcleo silábico.
La sílaba
no podía acabar en ninguna de las oclusivas orales, pero, aunque
parece probable, deja sin explicar el hecho de que en la escritura greco-ibérica
sí podamos encontrar oclusivas velares y dentales en final de palabra;
fenómeno que no se sabe cómo podría haberse escrito
en las escrituras semisilábicas. Tampoco encontramos, ni siquiera
en greco-ibérico,grupos de muta cum liquida es decir grupos
como CRV- (como bra-, tra-, kla-, ...). Otros
condicionamientos de las palabras íberas es la imposibilidad de
inicios en r’ o r (restricción que también
existe en vasco), en contraste con el carácter excepcional de los
finales en l.
Morfología.
El ibérico es una lengua básicamente sufijante. Es
prácticamente segura (sobre todo dado el tipo de lengua, que parece
aglutinante) la formación de substantivos denominativos mediante
la adición de un sufijo a un término que sería al
menos un nombre o un adjetivo. Determinar cuándo un sufijo formativo
lo es realmente no es una cuestión fácil, pero ejemplos muy
probables serían -i, -e, -no, -ta. También suele considerarse
que un sufijo primario -k entre la base nominal y el sufijo casual
sería una marca de plural; probablemente este sufijo -k sería
también un sufijo temático. Por el contrario, los indicios
de prefijos formativos son muy escasos.
En ciertos elementos
léxicos ibéricos se detecta una cierta variabilidad que suele
seguir patrones reiterativos a modo de modelos paradigmáticos así:
iltu / iltun / iltur 'ciudad' frente a ete /
eten / eter o balke- / -balkar frente a
talsko / -talskar; o abar’ / abas’ frente a ekar’
/ ekas’ (no conocemos que función cumplían dichas
variaciones, especulativamente algunos han querido ver en ellas difrencias
debidas a la flexión). Entre las desinencias de caso identificadas
tentativamente tenemos:
(1) -en genitivo
posesivo con alguna función similar a la de dativo (al menos para
marcar a la persona destinataria de un documento); -k en sería
el genitivo plural.
(2) -ar idéntico
uso semántico que -en.
(3) -ka probablemente
una especie de alativo/dativo/prolativo, pero no el dativo principal (aparentemente
usado para indicar el destinatario de un pago o mercancía).
(4) -te ablativo
de origen con funciones de ablativo agente (en este caso puede aparecer
segmentado como prefijo del núcleo verbal que sigue al sujeto
).
La morfología
del verbo es muy mal conocida. Se suele considerar que algunas palabras
ibéricas largas y complejas serían verbos, pero el análisis
exacto de los mismos todavía se resiste y desconocemos, por ejemplo,
si todo el segmento es un verbo o si admite elementos conglomerados. Sí
se han detectado algunos elementos sencillos que semánticamente
son traducibles como verbos, es decir, que son núcleos de predicado
verbal pero que no sabemos si morfológicamente son propiamente verbos
o de qué tipo. Los dos casos principales son:
ekiar
ekien tekiar
eban
ebanen tebanen teban
Como se ha indicado,
parece que hay que entender que los inicios en te- corresponden
a una segmentación alternativa del sufijo abaltivo agente -te.
Por lo demás, la coincidencia entre ekien y ebanen
sugiere que las respectivas raíces verbales serían
ki- y ban-, mientras que e- sería un prefijo
y -en un sufijo. Por el contexto de uso estas formas serían
en su mayoría equivalentes a una tercera persona singular del pretérito,
sin saber si presentan concordancia o no con el objeto directo y el indirecto.
Semánticamente las formas de ekiar equivaldrían a
'él ha hecho', mientras que ebanen 'él ha erigido
/ construido'.
En ocasiones también
se ha sugerido que -m’i / -nai fuese un verbo copulativo
(JRR) aunque alguna otra propuesta (AT) sugiere que podría tratarse
de un posesivo. Podría serlo, pero esta función puede ser
llevada a cabo también por una partícula cópulativa
y no puede descartarse siquiera que se trate de un deíctico.
Sintaxis.
Aunque los datos sobre el orden de los elementos gramaticales en la oración
íbera son provisionales, puede proponerse un esquema como el que
sigue:
(1) Es una lengua
GN, es decir, en la que el sintagma de Genitivo precede al nombre poseedor.
(2) Se trataría
de una lengua postposicional con un amplio predominio de la sufijación.
(3) Sería
posiblemente una lengua OV, es decir, con el objeto directo precediendo
al verbo.
(4) Parece predominar
el orden NA, en el que el nombre precede al adjetivo que lo califica.
(5) Parece predominar
el orden DN, es decir, en un sintagama determiando los demostrativos preceden
al nombre.
Todas estas características
sugieren que se trataría de una lengua bastante consistente de nucleo
final (excepto por el hecho mencionado del orden NA). Además los
prefijos morfológicos podrían estar limitados sólo
a la morfología verbal (así e- y tal vez se-
y ba-).
Parentesco y Origen.
Aunque los dislates de muchos de sus postuladores habían relegado
al descrédito a la hipótesis vascoiberista, actualmente vuelve
a tomarse en serio el parentesco entre la lengua íbera y la lengua
vasca. Los datos actuales sugieren un parentesco lejano pero posible. Algunas
de las coincidencias que parecen relevantes son:
ibérico
-en sufijo
de genitivo
-k
elemento pluralizante
-te
sufijo de ablativo y agente
ars
ciudadela
iltir’ /
iltur 'ciudad, poblado'
s’alir unidad
monetaria
ekiar / ekien
él ha hecho
ebanen él
ha erigido |
vasco
-en sufijo
genitivo posesivo
-k
uno de los pluralizantes
-tik sufijo
ablativo (pero no agente)
ertsi 'cerrado,
recinto'
iri (<
*ili) 'ciudad'
sari (<*sali)
'valor, precio'
egin
'hacer' / egian 'él lo hizo'
ibeni 'colocar,
erigir' |
En todo caso, la
lengua íbera no es una forma antigua de vasco, sino que el vasco
contemporáneo al íbero está documentado en forma de
los antropónimos y teónimos aquitanos y los datos indican
que aunque el aquitano
es una lengua similar al íbero (como de hecho ya escribió
Estrabón a inicios del s. I d.C.) pero no la misma lengua. Una posibilidad
que he argumentado recientemente es que el proto-vasco y el proto-íbero
llegasen a la zona pirenaica y a la península con los movimientos
de la cultura de los campos de urnas, lo que indicaría un momento
de separación hace por lo menos unos tres mil años. Ello,
es conveniente recordarlo, sugiere una distancia mayor que la existente
entre las primeras inscripciones latinas y el castellano actual, inscripciones
latinas que los propios especialistas en latín clásico tienen
problemas para traducir, no digamos ya lo que le costaría a cualquier
hablante de cualquier lengua románica.
[JRR]
Fuentes
Epigrafía
Ibérica (por Jesús Rodríguez Ramos)
Rodríguez Ramos, Jesús
(2002): "La hipótesis del vascoiberismo desde el punto de vista
de la epigrafía íbera" en Fontes Linguae Vasconum
90 (2002), pp. 197-217 (incluye una síntesis sobre la lengua
íbera y amplia bibliografía).
Untermann, Jürgen (1990):
Monumenta Linguarum Hispanicarum. Band III. Die iberischen Inschriften
aus Spanien, (2 volúmenes), Wiesbaden.