Noche de sábado en Buenos Aires, 1937

"El ocaso del sábado tiene bandoneones. Tiene un alba a rayas, a franjas. Reaparece su condición albada a las diez de la mañana, hasta las dos de la tarde. Nos quedamos otra vez in albis. Es ciudad para ojos despiertos y por eso no cubre los agujeros del suelo. Desde luego, no está preparada para los ciegos.
Al que entra por su arco que da a un gran mundo dice; "Ahora sí te quedas solo, con todos los caminos por tuyos y allá tú con lo que puedas hacer."

El puerto sobre el Riachuelo, en 1937

"Mientras meditábamos en los diversos acabóses, el 'Cabo de Buena Esperanza', y el otro y el otro barco han vuelto, es decir, «han vuelto a volver», porque no hace nada habían venido, y mientras nosotros no nos dábamos cuenta del tiempo, mientras creíamos que las cosas iban a paralizarse, han vuelto de nuevo.
Esa es la persistente lección del puerto, con sus sombreros de copa asomando sobre 'docks' y galpones, sus sombreros de antiguos viajeros."

Buenos Aires en 1937

"Selva sin árboles y sin ecos en la que sólo está brotado y en pie el guardia de la circulación.
Buenos Aires es donde hay mejores muebles Chipendale y mejores biombos de la época china de los Ming.
Se despacha tanta leche aquí que parece que la ciudad está en la lactancia.
Muchos españoles de Buenos Aires parecen coristas de zarzuela."

Buenos Aires, 1950/51

"Lo peor de la emigración es que fuera de la hora de entrada no tiene apenas leyes preconizantes y todo es según cómo se caiga, con quién se hable, según salga cara o cruz."

Buenos Aires, 1950/51

"Internacional, con aires universales de hogar nuevo, del otro lado de los horizontes europeos, accedida por barcos, por aviones y por trenes panamericanos, Buenos Aires es el gran balcón de la perspectiva, el sitio desde el que se en todos los panoramas. Y no sólo los panoramas, sino los acontecimientos. [...]
Nosotros ganamos la posición envidiable de estar «en otro mundo» y de poder orientar el telescopio desde ese otro mundo. Por eso no tiene perdón de Dios el que aquí oblitera su visión con parcialidades sin grandeza, notándose entonces que perdura en sus ojos la oftalmía que trajo de su lugar de origen y que no se ha adaptado a esta grandeza de miras, a esta capacidad tranquila de ver a lo lejos que tiene el Balcón de Buenos Aires."

Página en inconstante actualización,
hecha en Buenos Aires por Martín Greco.