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Sobre Ramón

 

Opiniones de escritores latinoamericanos
sobre Ramón Gómez de la Serna

   

Alfonso Reyes
1918

 

Se abandona en las cosas con ese pavor delicioso del que sabe asustarse solo.

 

 

 

Jorge Luis Borges
1924

 

...ha realizado la autobiografía de nosotros todos.

 

 

 

 

 

 

Jorge Luis Borges
1924

 

Aún sobrevive algún mitologista...

 

 

 

 

 

 

Jorge Luis Borges
1925

 

Ramón ha inventariado el mundo.

 

 

 

 

 

 

Jorge Luis Borges
1925

 

Lo sabremos todo por él.

 

 

 

 

 

 

Jorge Luis Borges
1970

 

Fui una vez a una reunión y no me gustó cómo se comportaban.

 

 

 

 

 

 

Jorge Luis Borges
1981

 

Buenos Aires le hizo mal.

 

 

 

 

 

 

Jorge Luis Borges
1986

 

Era, incontestablemente, un hombre de genio...

 

 

 

 

 

 

Oliverio Girondo
1925

 

¿Inútil la impaciencia de nuestros aleteos de semáforo?

 

 

 

 

 

 

Ricardo Güiraldes
1925

 

¡Ramón, por tu integridad y la nuestra cuida la cáscara del huevo de tu inteligencia!

 

 

 

 

 

 

Alberto Hidalgo
1925

 

Poema a Ramón.

 

 

 

 

 

 

Macedonio Fernández
1925

 

Es para mí la figura más fuerte en el arte literario contemporáneo.

 

 

 

 

 

 

Macedonio Fernández
1933

 

Yo opino que Gómez de la Serna es el poeta máximo que se dio hasta hoy...

 

 

 

 

 

 

Macedonio Fernández
1944

 

Ramón es el maestro único de la metáfora sin contexto...

 

 

 

 

 

 

Pablo Neruda
1959

 

Oda a Ramón Gómez de la Serna.

 

 

 

 

 

 

Pablo Neruda
1973

 

Para mí es uno de los más grandes escritores de nuestra lengua.

 

 

 

 

 

 

José Lezama Lima
1963

 

Siempre despertado, siempre comenzante, era el incansable de un alba idiomática.

 

 

 

 

 

 

Octavio Paz
1967

 

¿Cómo olvidarlo y cómo perdonar a los españoles e hispanoamericanos esa obtusa indiferencia ante su obra?

 

 

 

 

 

 

Julio Cortázar
1978

 

Yo le debo a Ramón conocimientos y líneas de fuga...

 

 

 

 

 

 

Luisa Sofovich
1962

 

Creador inagotable e insaciable...

 

 

 

 

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Alfonso Reyes (1918):
   
"Cuando comenzó a escribir no hacía caso de las palabras. Las arrojaba unas contra otras y, entre tropiezos, lograba imitar con ellas sus emociones inefables. Devolvía su confusión a las cosas, no con la segunda intención lógica de Mallarmé sino con una inconsciencia de iluminado.
   Ha dejado muchos intentos (dramas, cuentos, dichos), todos valiosos y que no se pueden leer sin el escalofrío del arte. Gustan y hacen daño, como todo lo que reposa en una inadecuación sutil. Y quizás a la larga maten.
   Poco a poco, Gómez de la Serna parece convencerse de que no podrá «desarrollar» una acción. Sus acciones son escenitas soldadas artificialmente, como lo serían las cintas del cinematógrafo sin el parpadeo de ese misterioso interruptor metálico Y ni él ni las palabras -tan leales- quieren resignarse a esta penosa tarea de adición. Se cansan a la cuarta línea uno y otras. Y entonces el escritor se va convenciendo de que tiene que escribir a chispazos, a frases como toques eléctricos, a golpes de lucha japonesa.
   Al mismo tiempo, una extraña especie de misticismo lo va dominando: todo él se siente untado en las cosas, en los objetos, en esos trebejos cotidianos que empiedran la vida -y la madrileña sobre todo-, en los mil y un juguetes trágicos que pueblan su célula de abeja paciente. Su cara, su pipa, su mano de sortija negra, el hoyuelo de la vecina, el grito del farolillo de gas que se apaga y pide favor, lo van atrayendo, polarizando paulatinamente toda su voluntad estética. Puede pasarse todo un día viendo volar una mosca o gesticulando ante el espejo. Se abandona en las cosas con ese pavor delicioso del que sabe asustarse solo. Las cosas alargan tentáculos hacia él y van a absorberlo.
   Ya para entonces, la lealtad de las palabras le ha impuesto un estilo, un corte de frase y una adjetivación muy suyos. No es que él haya acabado por ajustarse al lenguaje, sino que el lenguaje, a tanto insistir, ha abierto una brecha por su espíritu penetra por él como un golpe de viento, y se roba sobre sus cien alas todo lo que puede.
   Pero si Ramón se alarga, si quiere soldar una idea con otra, entonces todos se pone mal y todo se lo lleva el diablo. Sus obras perfectas no duran más allá de las siete líneas. La línea número ocho es el punto crítico de disgregación. Más allá, la máquina se resiste o se para.
   Así condicionado, Gómez de la Serna es dueño de un arma que parece un alfiler, y es capaz de crucificar con ella todos los insectos; sólo que no puede servirle como cincel de labrar estatuas.
   Se interesa más en las cosas que le rodean. [...] Por toda su obra posterior hay un vago susto de que el corazón se le ahogue; la vida le parece una burbuja muy tenue que un suspiro puedo deshacer."

Enero, 1918

(Escrito recogido en Tertulia de Madrid, Buenos Aires: Espasa Calpe, 1949.)

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Jorge Luis Borges (1924):
   
"Yo sé muy bien que Gómez de la Serna es trágico en ese duro forcejear con su índole reseca de castellano y en esa voluntad de fantasía que inflige a su visión. (Ramón, queriendo hacer labor fantástica, ha realizado la autobiografía de nosotros todos.)"

("La traducción de un incidente", Inicial, núm. 5, Buenos Aires, 1924.
Escrito recogido luego en Inquisiciones, Buenos Aires, 1925.)

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Jorge Luis Borges (1924):
   
"No creemos en los dioses, sino en Dios, y eso, quién sabe! Aún sobrevive algún mitologista, algún devoto de pluralidad; el último y el más intenso de todos es Ramón Gómez de la Serna."

("Ramón Gómez de la Serna ", Inicial, núm. 6, Buenos Aires, agosto de 1924,
recogido en Textos recobrados, 1919-1929 de Jorge Luis Borges, Buenos Aires: Emecé, 1997.
Borges reescribió este artículo en 1925: veáse la nota siguiente)

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Jorge Luis Borges (1925):
   
"¿Qué signo puede recoger en su abreviatura el sentido de la tarea de Ramón? Yo pondría sobre ella el signo Alef que en la matemática nueva es el señalador del infinito guarismo que abarca los demás o la aristada rosa de los vientos que infatigablemente urge sus dardos a toda lejanía. Quiero manifestar por ello la convicción de entereza, la abarrotada plenitud que la informa: plenitud tanto más difícil cuanto que la obra de Ramón es una serie de puntuales atisbos, esto es, de oro nativo, no de metal amartillado en láminas por la tesonera retórica. Ramón ha inventariado el mundo, incluyendo en sus páginas no los sucesos ejemplares de la aventura humana, según es uso en poesía, sino la ansiosa descripción de cada una de las cosas cuyo agrupamiento es el mundo. [...] Sólo el Renacimiento puede ofrecernos lances de ambición literaria equiparables a los de Ramón.[...]
   Para el mayor de los tres Ramones, las cosas no son pasadizos que conducen a Dios, Se encariña con ellas, las acaricia y las requiebra, pero la satisfacción que le dan es suelta y sin prejuicio de unidad. [...] Bien asegurado a la vida, Ramón a puesto la cachazuda vehemencia de su terco mirar en cada brizna de la realidad que lo abarca. A veces camina leguas en su hondura y vuelve de ella como de otro país."

(Martín Fierro, año II, núm. 14-15, Buenos Aires, 4 de enero de 1925.
Artículo recogido luego con variantes en Inquisiciones, Buenos Aires, 1925.)

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Jorge Luis Borges (1925):
   
"De cierto genovés (que para congraciarse con Paco Luis, nació a medias en La Coruña) dicen que descubrió el continente. Se ha exagerado la cosa. [...] La entereza de América, sin embargo, está por descubrir y el descubridor ya es Ramón y el doce de octubre de veras caerá en agosto este año.
   Lo sabremos todo por él. [...] Por él sabremos que la gran Cruz del Sur no es otra cosa que un velorio pobre. (Él te dirá el milagro que habrá visto tu novia para tener los ojos tan lindos.) [...] Todo esto y mucho más ha de revelarnos Ramón, el hombre de los ojos radiográficos y tiránicos, sólo asemejables a los que tuvo ese otro debelador de esta América: don Juan Manuel de Rosas."

("Para el advenimiento de Ramón ", Martín Fierro, suplemento
"Homenaje a Ramón", año II, núm. 19, Buenos Aires, 18 de julio de 1925.)

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Jorge Luis Borges (1970):
   
"En aquella época había en Madrid otro grupo, nucleado alrededor de Gómez de la Serna. Fui una vez a una reunión y no me gustó cómo se comportaban. Tenían un payaso con una pulsera a la que habían sujetado un cascabel. Hacían que estrechara la mano a la gente, y el cascabel cascabeleaba y Gómez de la Serna invariablemente decía: "¿Dónde está la culebra?" Se suponía que era gracioso. Una vez me miró con orgullo y comentó: "¿Verdad que nunca viste nada parecido en Buenos Aires?" Reconocí que no, gracias a Dios."

(Jorge Luis Borges, con la colaboración de Norman Thomas di Giovanni,
Autobiografical Essay, The New Yorker, 1970,
publicado luego como Autobiografía, Buenos Aires: El Ateneo, 1999.)

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Jorge Luis Borges (1981):
   "Ya que estamos hablando de Iiteratura española no quisiera olvidar a dos amigos míos que fueron entre ellos enemigos personales: a Ramón Gómez de la Serna y a Cansinos Assens. Dos hombres de genio aunque completamente distintos, uno un erudito, el otro un gran artista. Gómez de la Serna fue un extraordinario literato y quedará en las letras.
   Buenos Aires le hizo mal.
   Pienso que podría haber sido un gran poeta aparte del excelente prosista que es. Las greguerías le anularon muchas posibilidades: si uno se acostumbra a pensar en forma tan atomizada termina atomizado. Se disgregó en greguerías."

(De una entrevista a Borges realizada por Abel Posse en 1981.
Reeditada con variantes en el diario La Nación, Buenos Aires, 15 de mayo de 1996)

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Jorge Luis Borges (1986):

   "Nadie ignora que Gómez de la Serna dio conferencias desde el lomo de un elefante o desde el trapecio de un circo. (Las cosas que se dicen desde un trapecio pueden ser memorables, pero lo son menos que el hecho, deliberadamente singular, de que nos llegaron desde un trapecio.) Escribía con tinta roja y elevó su nombre de pila, Ramón, trazado con letras mayúsculas, a una suerte de cifra mágica. Era, incontestablemente, un hombre de genio y hubiera podido omitir esas naderías. ¿Por qué no ver en ellas un juego, un generoso juego intercalado en ese otro juego de vivir y morir?
   Nació en Madrid en 1888. La Guerra Civil española lo impulsó a Buenos Aires, donde moriría en 1963. Sospecho que nunca estuvo aquí; siempre llevó consigo a su Madrid, como Joyce a su Dublin.
   La note me suffit (me basta el apunte), escribió Jules Renard, cuyos Regards inspiraron acaso a nuestro autor la iridiscente greguería, que Fernández Moreno comparó con una burbuja. Cada greguería es una revelación momentánea. Gómez de la Serna la prodigaba sin el menor esfuerzo.
   El primer libro suyo que leí fue el que sigue a esta página. El escritor no dice que el cenicero se llenaba con la ceniza de los cigarros que los dos amigos fumaban al declinar el día; dice que se llenaba con la ceniza de nuestra muerte en la tarde.
   Nos ha dejado un centenar de volúmenes. En este momento recuerdo su autobiografía de 1948, curiosamente titulada Automoribundia. También sus biografías de famosos pintores españoles. Creo que fue el primero que señaló el carácter fantástico de las tauromaquias de Goya.

(Presentación del Prólogo a la obra de Silverio Lanza de Ramón Gómez de la Serna, Buenos Aires: Hyspamérica, 1986; recogido en las Biblioteca personal (prólogos) de Jorge Luis Borges, Buenos Aires: Alianza, 1988.)

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Oliverio Girondo (1925):
   "¿Inútil la impaciencia de nuestros aleteos de semáforo? ¿Inútil la complicidad de elementos y cosas? ¿Perdido, en el cielo africano -y para siempre-, el mensaje que se encargó de redactar esa bandada de gaviotas? ¿Y el reproche -sin lenguas y sin malas palabras- de los peces que prometieron asomar la nariz, para que se divirtiera en pescar 'greguerías' y presintiese, en sus bocas atónitas, nuestras ganas de gritarle: RAMÓN? [...]
   ¿Cuándo desarrollaremos ante usted el panorama de nuestra ciudad cubista y bombardeada, junto al menú más indigestamente literario?... Que sea, por lo menos, antes de que se pudra el contenido de la cesta que comprometí llevar para los postres: la cesta llena de senos recién maduros de las chicas de Flores."

(Martín Fierro, suplemento "Homenaje a Ramón",
año II, núm. 19, Buenos Aires, 18 de julio de 1925.)

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Ricardo Güiraldes (1925):
   
"Algunos dicen que es un hombre; otros un escritor; otros un innovador psicológico, que es algo así como ser inventor de una nueva manera de emplear el alma. Para mí Ramón es un AUMENTATIVO.
   Ramón es el aumentativo de Rama, Rame, Rami... etc. Declinaciones de un ser; su posición ante las cosas. Y es también un aumentativo que lo aumenta todo; algo así como un lente que, mirando al través de su propia gordura, se complace más que en la cosa misma en la imagen que de ella se hace. Ramón es todos los espejos de los Luna Park y Magic City del mundo; esos espejos que tienen por misión hipertrofiar una parte de nuestro cuerpo de tal modo que todas las otras se desacomodan en virtud del principio de las formas comunicantes. Entonces es como si el cuerpo se doliera de risa y de grotesco y a veces de admirable.
   RAMÓN. RAMÓN. RAMÓN. El nombre se hincha, sube como un globo ante el público atónito de una feria de maravillas, produciendo este extraño fenómeno: cuanto más sube, más se agranda.
   ¿Adónde vas, Ramón? En nombre de todo lo chato, no subas más, que subiendo te agrandarás de tal manera, que concluirás por reventar de tamaño y una lluvia de Greguerías caerá sobre nosotros tus Filisteos, con tanta profusión, que moriremos aplastados de templo, disgregados también en Greguerías, como bizcochos en migas y no podremos clamar siquiera: ¡Ramón, por tu integridad y la nuestra cuida la cáscara del huevo de tu inteligencia!
   ¡Sé siempre el aumentativo de nuestro talento y de nuestras estufas, de nuestro anhelo espiritual y nuestros saldos en el banco, de nuestros chalecos de fantasía y nuestros deseos de perfección! Y serás digno de crucificación.

R
A
R A M Ó N
Ó
N

(Martín Fierro, suplemento "Homenaje a Ramón",
año II, núm. 19, Buenos Aires, 18 de julio de 1925.)

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Alberto Hidalgo (1925):
   ramón:
El Edificio Barolo detiene el tráfico en la Avenida de Mayo,
enarbolando el único dedo que le han puesto,
para que pases tú.
Se siente crujir el Pasado bajo tus ruedas infinitas,
porque tú eres un tanque, ramón,
eres el tanque de acero de la literatura actual,
eres una máquina de decir genialidades,
eres un invento superior a los de Edison,
eres un milagro de la industria,
eres la cinematografía del lenguaje,
eres el círculo cuadrado,
eres esto: eres un reclame de Dios
adosado a los muros del Universo
para probar que sabe hacer hombres todavía.
Y como soy Ministro de todas las Montañas de
América en la República Argentina,
yo te saludo, ramón,
quitándome las nubes hasta el suelo.

(Martín Fierro, suplemento "Homenaje a Ramón",
año II, núm. 19, Buenos Aires, 18 de julio de 1925.)

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Macedonio Fernández (1925):

   "Es para mí la figura más fuerte en el arte literario contemporáneo. Su inventiva, la suma de sus realizaciones, exceden a toda otra de nuestros tiempos. También supera la proporción de piezas de perfección en el conjunto de su trabajo a la de toda obra individual del presente.
   Es gratísimo en llaneza de estilo. Y lo más placentero de esta afortunada persona escritora, el placer «continuo» en su lectura, distinguido de las «veces» de placer que nos generan sus inventivas, está en que nos acuerda su sociedad de hombre en el trabajo, tan difícil de sustentar: su lectura es la difícil y bella tertulia del visitante en recreo al hombre en su casa y en su hora de labor viva, y él mantiene, alimenta altamente aquella sociedad bajo la regla que hace alta la tertulia: pródiga la simpatía, presta la información, y mínimum del «sí mismo», de ese «cada uno» que amaga siempre la luz de esta belleza del vivir que es la tertulia. Procuro significar, con alguna dificultad quizá, que sea mucho o ninguno en Gómez de la Serna el deseo de aprobación y la gloria, no se siente en tan magnífica producción la presencia de la molesta persona del que demanda dos lugares para su «sí mismo», en el coloquio de los espíritus.
   Y, sin embargo, es un hombre sin rosas; todavía no ha partido el pan.
   Pasión, Misterio y Miedo de Dolor, ¿los padece y no los confiesa? O se reserva presentar su tragedia en una hora máxima de genio en toda posesión de los poderes del «decir», pues el «saber» de tragedia siempre lo tiene."

("Ramón Gómez de la Serna", Martín Fierro,
suplemento "Homenaje a Ramón",
año II, núm. 19, Buenos Aires, 18 de julio de 1925.)

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Macedonio Fernández (1933):

   "He recibido carta cariñosa de Gómez de la Serna; pronto lo visitaremos juntos en el "Savoy Hotel" (no lo llamo Ramón porque me parece un desacierto en negocio de Gloria y Posteridad no inscribirse en el Tiempo con el apellido, menos confundible que un nombre de bautismo); usted que lo quiere mucho convénzalo. Iré pronto por unos días a Buenos Aires; entretanto estoy esforzándome (algo) por lograr mi fórmula metafísica, la que hasta al mismo Gómez de la Serna he prometido.
   En punto a Estética (yo propongo llamarla "la Artística» pues el mundo y la vida no tienen belleza y por eso es que aparece o debe aparecer alguna vez próxima la Belarte); abomino del realismo y del vitalismo, el comentario de la vivencia terrenal, o Vivencia meramente, y las copias del mundo, cosas, paisajes, vivir y "cuerpos" del vivir, todo ello esclavizado por el automatismo teleológico, practicidad, fines. No creo que el verso sea música porque es compás y resonancia (metro y rima) que no son música. Niego que la vida tenga compás ni tienda a simetrías; así que el verso ni siquiera es vida, y aunque lo fuera no sería por ello belarte, además de no ser música; en cuyo caso la literatura versificada sería belarte pero otro, no el literario, sería música echada a perder con palabras; la música es precisamente un decir sin palabras, y la Prosa un decir sin música felizmente posible; en belarte Palabra o Prosa todo es la Acepción, en música todo es Inflexión (no compás, por supuesto, que es la muerte por automatismo, mecanicismo, de la Inflexión libérrima); usted buscaba hace ya 6 u 8 años la palabra muda, interior; contentémonos con la palabra convencional, de acepción pura, y escrita, preferiblemente (pues nadie habla sin recitar y en el recitado capitula la Acepción, acogiéndose al soborno de la Inflexión); la insobornable Escritura, de maquinaria, pobreza, desnudez discretísima del instrumento de má###áximo poder, la Prosa.
   Yo opino que Gómez de la Serna es el poeta máximo que se dio hasta hoy, más consciente y al par más honrado, menos ilusionista en la franqueza de su oficio, de exhibirse como artifaciente no como "inspirado", ante el lector, obligado por él, como había que buscarlo alguna vez, a ser lector consciente, que sabe que lee y admira sin creer, sin creer que está ocurriendo nada en la Realidad, creencia que sólo necesitan los lectores de diarios, biografías, autobiografías y anecdotismo y reportajes de personas celebradas; me corrijo, no es honradez, es seguridad de que el deleite pedido al Arte "hecho", se impone sin merma, aun al que vio cómo se lo estaba haciendo. Sólo es semejante en valor no en tono a Chaplin: esa tristeza y más que tristeza susto de la vida, ese miedo de reír, ese asustado definitivo que manifiesta la cara de Chaplin, tiene la misma fijeza, constancia en la desesperación que ha engendrado toda la obra de Gómez de la Serna, en la desesperación del abismo entre lo Mecánico: el Mundo Exterior Material, y lo Cerrado: el Mundo Exterior Psíquico, las "conciencias de los otros", o sea ejemplificando: la ausencia del poder directo de la psiquis sobre la materia: que ninguna de las lamparitas eléctricas que ardían en el mundo en el momento de expirar Edison se haya apagado por si misma; y de poder directo de una psiquis sobre otra: que una madre amante continúe cosiendo su bordado, mientras el hijito que acaba de retirarse de junto a ella cae desde el balcón de su habitación, a pocos pasos de ella. Gómez de la Serna reemplaza donde quiere un mecanismo por un psiquismo, un psiquismo de Ternuras y de Gracia. Gómez de la Serna es casi todo Ternura. La falta del Poder Director del Deseo es su terror."

(Carta de 1933 a Alberto Hidalgo, recogida en el Epistolario de
Macedonio Fernández, Buenos Aires: Corregidor, segunda edición, 1991)

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Macedonio Fernández (1944):

   "Artista máximo: ya sé que está usted haciéndose querido de cerca como era admirado de lejos. Ya lo definen como tímido y ganoso de simpatías.
   Usted obtuvo su primera comida en América más pronto que Colón, y hoy hay que ser más valiente que entonces. No se irá usted sin haber arriesgado su vida en todos los comedores de Buenos Aires. A esa primera comida -que yo ignoraba por completo- envié un mensajero a que faltara por mí. No supo desempeñarse o cayó en duda acerca de la clase posible de inasistencia -por enfermedad, compromiso anterior, incompatibilidad de principios o compatibilidad de quedarse en casa- que debía ejecutar, y tuve que faltar personalmente... Pero el mismo amigo y su ineptitud me servirán próximamente: podré asistir a la nueva demostración que le ofrezcan, estar con usted, gracias a que mi amigo no sabrá asistir aunque lo encargue de ello.
   Me imagino sus fatigas tanto como sus triunfos, que se añadirán a una gloria ya inaumentable. Su compensación será llevarse sabido -y sabido gratamente- cuánto y con qué gracia parecemos no parecernos a la querida España.
   Suyo con sin igual admiración.

M.F.

   En perspectiva de publicación en libro de la transcripta carta (1931) debo establecer que en múltiples instancias tuvieron expresión manifestaciones de mi asombro ante los privilegios del poderío intelectualístico y del buen gusto inconmovible, instantáneo, de Ramón Gómez de la Serna. Han pasado más años, lo conozco mucho más, y mi capacidad para el juicio del Arte se ha despabilado, se ha restregado los ojos día a día. Encuentro hoy que esos juicios se quedaron cortos: no había sospechado el genio de la delicadeza y exención total de influencias a que puede alcanzarse. RAMÓN es el maestro único de la metáfora sin contexto, desiderátum de la literatura que creo tomará todo el lugar de la puerilidad biográfico-efusiva del poema construido, tentado de novelismo y del peor: el autonovelismo. Nadie es hoy comparable en nuestro idioma, y nadie antes los hizo presentir, a RAMÓN en la Versión a Delicadeza del cosmos estante y del acontecer conciencial: Ramón Gómez de la Serna, la mayor facultad poética que se ha dado.
   Todavía:
   Lo que en la persona -en el «cerebro-alma», «inteligencia-sentimiento»- de Ramón Gómez de la Serna se tienta, se hace de nuevo y, por fin, del todo, es: enrostrar a la apariencia la efectividad, torturar todas las situaciones aparentes (aparentes voluntaria o casualmente) confrontándoles la efectividad: el roperista de los vestíbulos de fiesta o tertulia que se cree o parece vendedor de sobretodos, bastones, sombreros, , con su mostradorcito y un fondo de toda esta mercadería. Podría citar muchas situaciones así martirizadas por Ramón Gómez de la Serna; ésta que indico se me ocurrió pensarla para ejemplificar.
   Ante todo, a los bellos destinos que se aparentan los convence de realidad, por ejemplo a la estrella de mar. Predomina este aspecto: hacer que todo lo que se aparente, sea. (Su doble hechicería: hacer que no exista algo, hacer que exista algo, una cosa y su inversión.)
   Mas lo profundo que hace místico su estado de arte es lograr que el mero existir y el mero acontecer de una cosa, ser o hecho, sean su única y toda belleza; su arte es veneración y acogimiento, un estupor de existir y el acaecer e insaciable pedido de ello: la muerte o el nacer nunca conseguirán más estética que el hecho de ocurrir; ninguna belleza ni comentario intelectivo puede añadírseles ni añadirles nada: lo único que es Feo en su Estética, como en el estado místico, es que algo no exista o no ocurra. Así es el genio incondicional de la sinonimia o igualdad Belleza-Existencia. Solo lo feo no existente es feo; como existente, es belleza.
   Por lo demás, esto lo hace y lo es cualquiera; con el genio que él tiene cualquiera lo haría, como cualquiera es lindo con otra cara.
   Salud."

("Bienvenida a Ramón", en "Correo casero de Recienvenido")

 

   "Si supiéramos que tuvo por únicos amigos a Mark Twain, Sterne y Gómez de la Serna -'buenos criollos' todos- y que procuraron ser contemporáneos para visitarse con más frecuencia, no lo ocultaríamos; y no disimularíamos que, quizás enojados, Sterne y Mark Twain se sentaron en la primera vereda del otro mundo a esperar a De la Serna a quien el público retiene en la inaplacable aspiración de greguerías que es leer de él, atento sólo a su propio gusto, sin considerar que Ramón no halla quien le prepare risa, cocina y no come, guisa y no sisa y tanto como se queda, tanto se le espera, del otro mundo en la primera vereda."

("El «capítulo siguiente» de la autobiografía de Recienvenido")

 

   "...el Poeta Máximo que es a mi juicio Ramón Gómez de la Serna..."

("Biografía de mi retrato en «Papeles de Recienvenido»")

 

   "¡Oh! ¡Yo no duermo de ese lado!, no sirvo para lector de soniditos. Cervantes, Gómez de la Serna, Estanislao del Campo, Poe, me tienen despierto. No nombro a Quevedo y Mark Twain porque no me conviene y en los momentos en que uno no sabe dónde ha nacido se le confunde también el nombre de sus inspiradores."

("Carta abierta argentino-uruguaya")

 

   "De Gómez de la Serna no digo que me resucitó pues hasta puedo decir que me nació."

("Solicitada [de Agradecimiento]")

(De Papeles de Recienvenido. Continuación de la nada, Buenos Aires, 1944
y Papeles de Recienvenido. Poemas, relatos, cuentos, miscelánea.
Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1966.)

(Recuérdese, además, que fue Macedonio quien definió a Ramón como "el mayor realista del mundo como no es" y que en sus cartas, a lo largo de los años, lo llama "Magnífico artista feliz", "Querido genio (y esperanza racial de genio en la humanidad americana) ", "Genio feliz y humilde de Simpatía", "Querido artista máximo de la Palabra", "Inadjetivable Ramón (así lo estampo porque no me hubiera decidido por ninguna calificación de su genio)", "Dueño de todo el Secreto". "Genial en Arte". A lo cual Ramón siempre responde con un "Mi muy querido y admirado Macedonio". Véase el Epistolario de Macedonio Fernández, Buenos Aires: Corregidor, segunda edición 1991.)

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Pablo Neruda (1959):

Oda a Ramón Gómez de la Serna
Ramón
está escondido,
vive en su gruta
como un oso de azúcar.
Sale sólo de noche
y trepa por las ramas
de la ciudad, recoge
castañas tricolores,
piñones erizados,
clavos de olor, peinetas de tormenta,
azafranados abanicos muertos,
ojos perdidos en las bocacalles,
y vuelve con su saco
hasta su madriguera trasandina
alfombrada con largas cabelleras
y orejas celestiales.

Vuelve lleno de miedo
al golpe de la puerta,
al ímpetu
espacial de los aviones,
al frío que se cuela desde España,
a las enredaderas, a los hombres,
a las banderas, a la ingeniería.

Tiene miedo de todo.

Allí en su cueva
reunió los alimentos
migratorios
y se nutre de claridad sombría
y de naranjas.

De pronto
sale un fulgor, un rayo
de su faro
y el haz ultravioleta
que encerraba
su frente
nos ilumina el diámetro y la fiesta,
nos muestra el calendario
con Viernes más profundos,
con Jueves como el mar vociferante,
todo repleto, todo
maduro con sus orbes,
porque el revelador del universo
Ramón se llama y cuando
sopla en su flor de losa, en su trompeta,
acuden manantiales,
muestra el silencio sus categorías.

Oh Rey Ramón,
monarca
mental,
director
ditirámbico
de la interrogadora poesía,
pastor de las parábolas
secretas, autor
del alba y su
desamparado
cataclismo,
poeta
presuroso
y espacioso,
con tantos sin embargos
con tantos ojos ciegos,
porque
viéndolo todo
Ramón se irrita
y se desaparece,
se confunde en la bruma
del calamar lunario
y el que todo lo dice
y puede
saludar lo que va y lo que viene,
de pronto
se inclina hacia anteayer, da un cabezazo
contra el sol de la historia,
y de ese encuentro salen chispas negras
sin la electricidad de su insurgencia.

Escribo en Isla Negra,
construyo
carta y canto.
El día estaba roto
como la antigua estatua
de una diosa marina
recién sacada de su lecho frío
con lágrimas y légamo,
y junto al movimiento
descubridor
del mar y sus arenas,
recordé los trabajos
del Poeta,
la insistencia radiante de su espuma,
el venidero viento de sus olas.

Y a Ramón
dediqué
mis himnos matinales,
la culebra de mi caligrafía,
para cuando
salga
de su prolija torre de carpincho
reciba la serena
magnitud de una ráfaga de Chile
y que le brille al mago el cucurucho
y se derramen todas sus estrellas.

(Pablo Neruda, Navegaciones y regresos, Buenos Aires: Losada, 1959.)

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Pablo Neruda (1973):

   "Ramón Gómez de la Serna es para mí uno de los más grandes escritores de nuestra lengua, y su genio tiene la abigarrada grandeza de Quevedo y Picasso. Cualquier página de Ramón Gómez de la Serna escudriña como un hurón en lo físico y en lo metafísico, en la verdad y en el espectro, y lo que sabe y ha escrito sobre España no lo ha dicho nadie sino él. Ha sido el acumulador de un universo secreto. Ha cambiado la sintaxis del idioma con sus propias manos, dejándolo impregnado con sus huella digitales que nadie puede borrar."

(Confieso que he vivido. Memorias, Buenos Aires: Losada, 1974.)

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José Lezama Lima (1963):

   "Los escritores de su hora eran esencialmente distributivos. El acopio, el paso previo y el itinerario del posible, recibían las órdenes de una justicia distributiva, pero la suerte del lenguaje de Gómez de la Serna era muy otra, consistía en que era como un continuo de su lanzamiento a la piscina de Siloé de lo verbal. Su idioma jamás causa la impresión de una distribución que se recibe y se otorga, por el contrario, bracear, brazada, brazo, son sus intenciones y su fortuna de escritor. Todas las fuerzas del cuerpo volcadas sobre los extremos de los brazos, que así al extraer del mundo exterior los objetos y las palabras, se inunda de inmediato de esa vibración comunicada por el brazo extractor. Adelantaba así el tamaño del brazo, a la brazada, a ese puente que respondía admirablemente y siempre a sus palabras, Su gesto, al adelantarse para ocupar sus palabras, tenía algo de la mano que penetra por las agallas del pez y muestra todo el tono matinal de los tejidos más despiertos. No podía caer nunca en lo que algún clásico llamó los nombres acomodados, no había tregua de acomodamiento en su lanzada verbal. Siempre despertado, siempre comenzante, era el incansable de un alba idiomática.
   El retrato, el bodegón, la sobremesa, el carnaval, la feria, la verbena, lo inverosímil gravitante, fueron sacudidos por su brazada, como un palpo en el ballenato de lo hispánico. Su deceso no puede llevar la tinta negra del punto final, sino, por el contrario, punto vaporoso, carbunclo otra vez en cada una de las fábulas del nuevo sembradío en que ahora acampan sus semillas."

(La Gaceta de Cuba, La Habana. febrero de 1963)

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Octavio Paz (1967):

   "Adrede no he mencionado a Ramón Gómez de la Serna. Para mí es el gran escritor español: el Escritor o, mejor, la Escritura. Comparto la admiración, el fanatismo, de Larbaud: yo también habría aprendido español sólo para leerlo. Gómez de la Serna, inmenso como Lope y como él popular, cotidiano, prodigioso, inagotable. Popular y aislado: el cenobita en su ermita de Madrid o Buenos Aires, el solitario dans son tour au centre de notre capitale, disant précisément ce que nous cherchions à dire. Nunca fue más justo un elogio: hubo un momento en que la modernidad habló por la boca de Gómez de la Serna. Fue tan luego que lo sigue siendo: hace unos días, al ver unas obras del llamado pop-art, pensé instintivamente en Ramón. Fue tan poderoso y generoso que la muerte misma me parece, en sus páginas, saludable. ¿Cómo olvidarlo y cómo perdonar a los españoles e hispanoamericanos esa obtusa indiferencia ante su obra? Con Ramón Gómez de la Serna y unos cuantos más -Huidobro, Tablada, Macedonio Fernández- nace la poesía moderna de España e Hispanoamérica. Nace hablando en prosa y en francés y en japonés. Nace como una doble herejía: un prosaísmo y un cosmopolitismo."

("Una de cal...", Papeles de Sons Armadans, CXL, 1967.
Recogido luego en: Obras completas, tomo II, segunda edición,
Barcelona: Galaxia Gutemberg / Círculo de Lectores, 2000.)

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Julio Cortázar (1978):

   "Así, De la Colina tiene harta razón cuando dice que Ramón sigue estando en el aire de nuestra literatura actual, presente pero invisible como el aire. La injusticia de su olvido visible es fácilmente reparable si admitimos, como lo han hecho él y ahora yo, que seguimos respirando el aire de Ramón, su lección inigualada de libertad y de imaginación, su búsqueda de diagonales cuadriculadas en las vías demasiado cuadriculadas de la realidad aparente. Yo le debo a Ramón conocimientos y líneas de fuga; los conocimientos me vinieron desde sus estudios de escritores como Oscar Wilde, Baudelaire y Cocteau, mostrados por él y por fin en una perspectiva que los arrancaba a las convenciones de la época y los proponía como lo que fueron, maravillosas máquinas de escándalo en plena tradición bien pensante y clasificante. Las líneas de fuga me fueron propuestas desde la escritura misma de Ramón, su estilo que sin tener nada de oral resuena en el oído interno del lector como si leer fuera sobre todo escuchar.
   Cuando se ha vivido en la intimidad de un agitador semejante, nada de lo que se escriba podrá situarse al margen de ese gran ventana sobre la libertad mental. Ese público silencioso que sigue fiel a Ramón y que José de la Colina define tan justamente, vale más que cualquier cosa que pudiéramos decir los que a veces hablamos de nuestras lecturas. Pero también es necesario nombrar explícitamente, puesto que con Ramón tenemos esa gran deuda que De la Colina nos invita a cancelar. Yo que llevo años pagando deudas de ese género, se llamen Felisberto Hernández o José Lezama Lima entre otros, digo aquí mi gratitud hacia Ramón."

("Los pescadores de esponjas", Clarín, Buenos Aires, 26 de octubre de 1978.)

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Luisa Sofovich (1962):

   "Creador inagotable e insaciable, destructivo y constructivo, RAMÓN habita un mundo propio en el que se superponen todas las esferas, de arriba y de abajo -océanos, ríos, ciudades, fábricas de maniquíes, osarios, costureros, las estrellas, meteoritos, casetas de baño, tío-vivos, palomas, termómetros-, y el mundo de los adentros del hombre, sus enfermedades, sus goces y sus pesadillas. La mujer, en su orbe, es una única mujer blanquísima que alcanza todas las edades, todos los climas, todos los peinados, y ha nacido como de un sofá que resumiese las muchas formas mueblísticas y espirituales.
   Por decir algo de su estilo, que se emparenta con el donaire lopesco, la recámara quevedesca, más con otros ingredientes de la paleta y los diamantes de Goya, el gabinete neurótico de Picasso y la fijación anciano infantil de Dalí, diremos que quien copia sus escritos a máquina, cada vez que por no alzar la vista, cree que puede suponer la palabra que sigue a la que acaba de reproducir del texto, pues sí, cada vez que lo hace se equivoca, así sea una mera palabra nexo; jamás osaría «adivinar» un adjetivo ramón."

(Luisa Sofovich, Ramón Gómez de la Serna,
Buenos Aires: ECA, 1962.)

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Los bebés con chupete miran al fumador en pipa como a un compañero de cochecito.
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