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Y DEMÁS/Música

Ray Conniff y las memorias de supermercado

Quizá las tiendas de autoservicio algún día erigirán una estatua a este representante kitsch de la música instrumental. Un repaso a este trombonista que, por raro que se vea hoy, tuvo multitud de admiradores, algunos de ellos bastante escondidos

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ENERO, 2007. La primera imagen que rebota en la mente de muchos cuando escuchan el nombre de Ray Conniff es la de estar en un supermercado, con una de sus canciones de fondo prestos a escuchar el "oferta de cinco minutos" mientras se arrastra un carrito por uno de los pasillos. Para otros, Ray Conniff es el estandarte mayor de esa música ultra light que quiere pasar por sofisticada y a donde también pertenecen Richard Clayderman y Raúl DiBlasio. Francamente, la reputación con que carga no es lo que llamaríamos buena.

Sin embargo poca gente relacionaría a Ray Conniff como uno de los primeros artistas norteamericanos en presentarse en la desaparecida Unión Soviética, esto en 1974. Resulta que mientras muchos críticos de Coniff (simultáneamente fans de todo lo que profería Moscú) escribían acerca de la "estupidización" de su música, Leonid Brezhnev, por entonces mandamás de ese país, lo invitó a presentarse allí, pues le gustaban mucho sus discos. A los conciertos, claro, acudieron sólo altos funcionarios, y muchos de ellos aplaudieron más cuando Conniff interpretó "Bésame Mucho" de Consuelo Velázquez. Nomás para darnos una idea.

Si eso parece un misterio, también lo es el hecho de que la música de Ray Conniff haya adquirido tanta popularidad. Quienes fuimos niños en los sesenta o setenta seguramente vimos a nuestros papás colocar un disco de Ray Conniff en eso que entonces se llamaba tocadiscos. De hecho, escuchar sus álbumes entrañaba cierto estatus, algo que también alcanzaron por acá dos mexicanos, Juan Torres y Juan García Esquivel. El primero era conocido como "el órgano melódico" y el segundo era reverenciado en Estados Unidos pero en México se le conocía muy poco... ah sí, quizá por ser el autor del tema de la serie de TV Odisea Burbujas. Una credencial con poco para presumir, la verdad.

Torres y Esquivel eran hijos artísticos, para decirlo de alguna manera, de Ray Conniff. Otra rareza es que se trató de alguien cuyo primer instrumento que aprendió a tocar fue el trombón, gracias a un curso por correspondencia. Ello puede certificarse en su estilo indiscutible; los coros de sus canciones no llevaban letra, eran meros "pa-pa-pa-paaa", en clara alusión a los instrumentos de viento. Y algo tenía ese estilo que gustaba a los fans pues sus últimas grabaciones sí incluían letras cantadas y se vendieron pobremente.

Y, claro, si Conniff le hubiera cobrado regalías a los supermercados, habría triplicado su fortuna. Y éste es, a propósito, otro misterio: ¿a quién se le ocurriría poner sus canciones como música de fondo de los centros comerciales? De ahí surge la memoria en la primera vez que escuchamos sus interpretaciones de "El Continental", "Así Hablaba Zaratustra", "Sobre las Olas" -la que aún hoy nos toca oír/soportar en muchas bodas y quinceaños-- y la infaltable y ya referida "Bésame Mucho". Quizá eran discos sobrantes, tal vez al gerente, como Brezhnev, le cautivaba su estilo. ¿Pero a todos ellos? Lo dicho, la relación supermercados-Ray Conniff encierra un secreto de archicofradía, imposible de resolver mediante trazos lógicos.

Lo que no era tan inescrutable era su estilo: Conniff simplemente metió más melcocha a lo que hacían Glenn Miller y Tony Dorsett, para luego aderezarlo con algunos trompetazos y coros que sólo decían "pa-pa-pa" y alcanzaban tonos altos. No faltó quien quisiera incluirlo entre los maestros de las grandes orquestas, aunque ello quedaba muy lejos a Coniff; más bien se trataba de un representante kitsch que supo meterse en el gusto de quienes buscaban música diferente con sabor a más estatus. Parece increíble, aunque no tanto si recordamos que Conniff tuvo su mayor esplendor durante los sesenta, cuando muchas cosas "diferentes" eran consideradas avant-garde.

Cuando la popularidad de Conniff comenzó a disminuir en Norteamérica, decidió entrar al mercado latino, en especial con "Bésame Mucho", tema del que seguramente se enteró porque lo habían grabado los Beatles. Su éxito fue espectacular: apareció en Siempre en Domingo, por ejemplo,, e incluso se esmeraba en hablar en español durante las entrevistas. En una región kitsch como América latina, hubiera sido extraño que Ray Conniff no encontrara los vientos de aplauso que necesitaba.

Coniff falleció en el 2002 poco después de haberse caído en el garage de su casa en California. Con más de 70 discos en su carrera, su obituario fue pequeño. Quizá no haya sido el mejor exponente Muzak, pero sin su presencia muchas cosas de los años sesenta no se hubieran presentado, o quizá no al ritmo de "El Continental".

© copyright, Derechos Reservados, 2007 

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1  comentarios

barocioomar escribe 17.01.08

COMO DIJERA OBI WAN KENOBI. ESE ES UN NOMBRE QUE NO HABIA ESCUCHADO EN MUCHO TIEMPO, MUCHO TIEMPO.

COMO MUCHOS OTROS ARTISTAS RIDICULIZADOS POR LOS CRITICOS, NO ME CABE DUDA QUE RAY CONNIF MURIÓ CONSCIENTE DE LO QUE QUERIA EN LA VIDA, QUE SU MÚSICA FUERA CONOCIDA EN TODO EL MUNDO Y QUE ESO ADEMAS LO CONVIRTIERA EN UN HOMBRE RICO Y QUE DE PILO LO ESCUCHARAMOS CADA VEZ QUE VAMOS AL SUPERMERCADO, LA VERDAD NO CREO QUE ESE SEA UN DESTINO TAN MALO.

RAY CONNIF:  QUIENES VAMOS DE COMPRAS TE SALUDAMOS!!!

 

 

 

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