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¿Prohibir la venta de armas = menos asesinatos? Un comparativo Las Vegas - Chicago
Cuando el manoseado argumento del supremacista blanco quedó desechada, la izquierda volvió a exigir se prohíba la venta de ramas de fuego, como si éstas se dispararan solas. Pero en realidad restringir que se adquieran es la solución? La evidencia indica que no
OCTUBRE, 2017. Luego de la masacre en las Vegas durante un concierto de música country comenzaron los tuits a circular por la red y en los cuales no podía faltar (¿quién más?) el de Hillary Clinton quien culpó del hecho a la Asociación Nacional del Rifle la cual, aseguró, "le hubiera encantado que se usaran armas con silenciador" (sic). Así, sin evidencias ni nada, la fallida candidata presidencial no tardó ni tantito en politizar el asunto.
Hubo otros tuits igualmente
insensatos, como el de la cantante Ariana Grande quien, recordamos, se
presentaba en Manchester cuando ocurrió un atentado terrorista que mató
a varios de sus fans. Grande tuiteó: "¡Hay que prohibir la venta de
armas ya!" En aquella ocasión los atacantes no usaron armas de fuego
sino bombas, las cuales se encuentran prohibidas pero eso no impidió
para nada que fueran usadas para consumar ese atentado.
Pareciera inútil pero hay que recalcarlo: si el conductor de un
automóvil atropella deliberadamente a una persona, ¿por qué nadie exige
que se prohíba la venta de más vehículos si después de todo en Estados
Unidos cada año muere mucho más gente en accidentes viales que por el
uso de armas de fuego?
Después de todo, agregamos, durante los dos últimos años la cantidad de
atentados con autos y camiones que se convierten en armas mortales en
atentados terroristas han sido cada vez más comunes, desde Niza en
Francia hasta el más reciente en Barcelona. ¿Hemos escuchado que se
exija restringir y sacar del mercado a la Ford, a la General Motors o a
la Chrysler?
Al igual que los autos, las armas no se disparan solas; alguien apunta
hacia un objetivo específico y aprieta el gatillo del mismo modo en que
alguien maniobra su volante hacia un sitio y enseguida oprime el
acelerador.
Con todo y este atentado, Estados Unidos sigue siendo un sitio donde la
posibilidad de morir por herida de bala es mucho menor que en Honduras,
Brasil y, por supuesto, México, donde existe un control estricto de
armas y, en consecuencia, también se da un floreciente mercado negro.
Excepto por una ciudad: Chicago, Illinois.
De acuerdo a la página
DNAinfo.com, tan solo en el mes
de septiembre se registraron 56 muertes en la ciudad del viento, para un
total de 519 en lo que va de este 2017, es decir, casi la misma cantidad
de muertes en Las Vegas en una noche se tuvo en un mes en Chicago. La
diferencia, por supuesto, es que en el resto del 2017 ha habido menos de
80 muertes violentas en la ciudad del pecado, según reporta un recuento
del diario Las Vegas Sun.
Dicho de otro modo: en Las Vegas hasta el domingo había habido 79
muertes violentas durante este año; en comparación, en Chicago se han
cometido 482 por ciento más asesinatos en ese mismo lapso.
¿Y cuál es la cerecita en este pastel? !Que en Chicago existe un
estricto control de armas y los particulares tienen prohibido
adquirirlas!
Bueno, hay otra cerecita: el alcalde que implantó este estricto control
de armas es un tal Rahm Emmanuel, íntimo amigo de Barack Obama.
Todas las cifras coinciden en que el control de armas en esa urbe no ha
traído la paz social que tanto alegan los demócratas llegaría si se
prohíbe la venta de armas, coro al que se le suene unir Hollywood (al
cual, con la mayor de las hipocresías, en sus películas le encanta
glorificar las armas de fuego) y los medios, principales perritos
farderos de ese partido político.
Y de nuevo ¿por qué Chicago se ha vuelto a ser una ciudad igual o más
violenta que en los tiempos de Al Capone? Porque las armas no se
disparan solas, porque existe una brutal lucha territorial entre
pandillas y vendedores de droga y, tercero, porque la ciudadanía no
tiene manera de defenderse ante esas agresiones.
Es curioso cómo Hillary tiene tan corta memoria excepto para aquello que
le conviene. ¿Cuál fue la razón por la cual los terroristas musulmanes
asesinaron a casi 150 personas en Paris en noviembre del 2015? ¡Porque
los policías parisinos no portaban armas! De hecho, en los atentados
donde se impidió que el agresor cometiera más daños, entre ellos los de
la disco de Orlando y el ataque contra un legislador se debió a que
alguien que se encontraba cerca del lugar portaba un arma de fuego.
Cuando ocurre un atentado la izquierda rápidamente desempolva el mismo,
manoseado guión: primero se pregunta si el responsable es un "supremacista
blanco", pese a que de los últimos 30 ataques, solamente en uno de ellos
hubo un "supremacista blanco" (cuyos padres, por cierto, eran
simpatizantes de Hillary Clinton). Pero como en el caso de este ataque
se efectuó contra gente en su mayoría caucásica que asistía a un
concierto de música country, quedaba claro para los progres que
no podía utilizarse esa baraja.
¿Cuál es la cantaleta, entonces? Naturalmente: prohibir la venta de
armas, y colorín colorado, estas masacres se han acabado.
El asunto va por otro lado. Detrás de esa exigencia para prohibir la
venta de armas (¿no es curioso cómo ninguna celebridad ha expresado su
simpatía hacia las víctimas? ¿no se deberá a que la mayoría eran
blancas?) y es abolir la segunda enmienda que da a los norteamericanos
derecho a portar armas.
Esta enmienda señala específicamente que si los ciudadanos no están
conformes con su gobierno, ostentan el derecho a defender su libertad
mediante el uso de armas. Si se eliminara esta enmienda, como bien
señala el analista Victor Davis Hanson, "el gobierno norteamericano
podría ir despojando a la población de otras libertades", además que,
agrega, "alcanzar la paz mediante el control de armas es ilusorio y solo
estimula el mercado negro", que es, justamente, lo que está pasando en
Chicago.
Hasta el momento la hipótesis de que se trata de un Lone Wolf, o
asesino solitario, es la más viable en torno a este multiasesino. Habrá
que ver cómo consiguió las armas, si de forma legal o ilegal. Lo seguro
es que, de estar prohibida su venta, Stephen Paddock las habría
conseguido de cualquier modo, al igual que los delincuentes roban un
automóvil para cometer una fechoría.
Los demócratas que ya han empezado a culpar a Trump también "olvidaron"
mencionar que Nevada fue un estado ganado por ese partido en las pasadas
elecciones de noviembre y que en esa misma fecha se aprobó una ley que
despenaliza el uso de la mariguana en el estado.
¿Que pasará si se llega a saber que el asesino era habitual fumador de
la "yerba"? Seguramente, nada. Igual que se insistirá en la prohibición
de vender armas porque, como ya dijimos, se trata de una exigencia
política con aspiraciones totalitarias.
La restricción en la venta de armas no detendrá a esos sujetos, como ni
de lejos ha sucedido en Chicago, actualmente la ciudad más violenta de
los Estados Unidos.
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