NACIONAL: La Lady y el Genlteman, otra plaga en el mapa nacional

La altanería y la prepotencia de funcionarios y mirreyes parece haberse acelerado los últimos años. Solo una recomendación, por favor, evitemos pedir autógrafos a estos claros representantes de la mediocridad, el despotismo y el racismo a la mexicana

Versión impresión

MAYO, 2016. A últimas fechas nos hemos estado llenando en México de Lords y Ladies, esto es, personajes prepotentes que sienten ostentar derechos divinos en su comportamiento social. Esta estirpe ve como poca cosa a sus semejantes y responde en forma tan déspota como violenta hacia cualquier observación contraria. En ocasiones porque es una reservación de boletos, en otra por ser detenidos por la autoridad, en unas más por enfrentárseles tras una infracción de tránsito.

En otros tiempos estos Lords y Ladies eran conocidos como júniors, pirruris o "hijos de papi". Hoy se les da el adjetivo muy certero de "mirreyes", jóvenes, a veces no tanto, extremadamente consentidos por sus padres quienes lo mismo suelen ser empresarios o altos funcionarios. En otras ocasiones son sus esposas, a veces sus primos, muchas otras veces familiares reclamando un lejano parentesco. El "no sabe usted con quién se mete" se ha convertido en su charola de presentación.

Lamentablemente, el reciente escándalo de #lady100pesos presentó una reacción preocupante. Quizá por el hecho de ser muy bonita y de lucir una sugestiva minifalda, la lady en cuestión se convirtió en heroína en las redes sociales e incluso ya ofreció una sesión de autógrafos. ¿Desde cuándo nos hemos puesto a festejar la vulgaridad, la altanería y el despotismo tanto de esos Lords como de esas Ladies? ¿Se trata de un fenómeno reciente producto del gobierno de Peña Nieto?

fasenlinea entrevistó de nuevo a la sicóloga Verónica Celis para formularse ésta y otras preguntas en torno al fenómeno Ladies and Gentlemen que sigue creciendo en México.

--En primer lugar, Verónica, te pregunto ¿qué sucede en México, por qué de repente a diario nos enteramos de casos como el de #lady100pesos? ¿Será acaso un producto de las redes sociales?
--De hecho esa es la respuesta. El influyentismo, el no-sabe-usted-con-quien-se-mete, se remontan en México a tiempos de la Colonia. Es el sentimiento de superioridad ante las autoridades y ha ocurrido por muchísimos años. La diferencia, como bien lo dices, es que hoy muchas de estas escenas son grabadas y subidas a la red cuando antes la única evidencia era en forma oral o en fotografías. Cuando hoy ves ebrio en un video al hijo de un funcionario insultando a todos porque le dijeron que se retirara de un bar, o cuando una diputada le mienta la madre a la empleada de una empresa de aviación porque llegó tarde a su vuelo y ya no puede abrirle la puerta del avión, los acusados quedan sin forma alguna de defenderse...

--Quizá sí lo hagan mediante la amenaza velada o cumplida, como ocurrió en Costa Rica contra quien filmó a un pervertido sexual en las calles...
--Es verdad, existe ese peligro, ¿pero a quién acusar cuando el video donde te exponen como un mirey o una mirreyna se hace viral? Este no es un fenómeno que reporten mucho los periódicos como nota principal, pero las redes sociales sí se alimentan frecuentemente con estos desplantes. Pero ni modo que quieras amenazar a los dueños de Youtube o de Facebook...

--Entonces no es un fenómeno nuevo...
--De ninguna manera. La diferencia es que antes si los guaruras te rompían la cámara o la nariz (eso pasó hace unas semanas con Lord Ferrari) hoy los celulares son menos visibles. Pero repito, esto ha ocurrido desde muchos años antes que se consumara la Independencia de México.

--¿Cuál es la interpretación sicológica que le das a casos como el de #lady100pesos?
--Esa situación la explicó perfectamente Emilio Lezama en una de sus columnas al escribir que estamos tan poco acostumbrados a hacer lo correcto que cuando alguien nos lo recuerda nos sentimos injuriados. Es totalmente cierto. ¿Cómo reaccionamos cuando nos detiene un agente de tránsito por habernos pasado un alto? Para no ir tan lejos ¿cuántas veces no se siente ofendido alguien a quien le pedimos que nos regrese el dinero que le prestamos?

--En el caso de los tránsitos o los policías nuestro enojo se debe a que sentimos que ellos tampoco respetan la ley y al mismo tiempo nos están exigiendo que la cumplamos...
--Es un problema cultural que hemos arrastrado por muchísimas generaciones. Pero es también una doble moral brutal cuando nos quejamos de los agentes de tránsito corruptos y luego andamos festejando a la #lady100pesos que le ofreció dinero a unos agentes de tránsito que simplemente estaban cumpliendo con su trabajo y no le aceptaron el soborno.

--O no les llegó al precio (risas)
--Mientras no ocurra ese arreglo, el acto de corrupción corresponde totalmente a esta muchachita. Desde un punto de vista moral, tan corrupto es el que acepta mil pesos de mordida que tres pesos.

--¿Lo ves tu como una crisis de valores familiares?
--Definitivamente. Hasta hace unos años los padres de estos júniors/mirreyes, como te dije, iban a los periódicos con la cara roja de vergüenza para pedir que no se publicara la nota pues estaba en juego el nombre de la familia. Como padres de familia nos hemos hecho más cínicos y echamos la culpa del comportamiento de nuestros hijos al gobierno, a la SEP, cuando la verdad es que no supimos ser buenos padres. O como dijo un amigo, muchos papás que antes les daban juguetes carísimos a sus hijos para que ya no estén jodiendo hoy les obsequian Ferraris o Porsches...

--¿Es entonces un fenómeno de las clases pudientes?
--Sí y no. Muchas veces se trata de gente que vive de las apariencias, de pedir prestado y de nunca pagar, este segundo segmento suele ser aún peor que el de los ricos-ricos porque tienen un teatrito que cuidar...

--O de los nuevos ricos...
--Ah, claro... los padres de estos muchachos suelen provenir de estratos sociales más bajos y por alguna circunstancia, que les va mejor económicamente o que consiguen un buen puesto burocrático, ascienden en la escala social. Muchos padres suelen inculcar eso a sus hijos, aquello que "ahora tenemos dinero, ya no somos de la pelusa".

--¿También has percibido cierto racismo en estos ladies y gentlemen?
--México es un país hiperracista, aunque nos duela, lo que sucede es que muchas personas suelen ocultar su racismo con el tener más dinero. Basta recordar a las señoras que humillan a su servidumbre que tiene que aguantarse porque no tiene otra fuente de ingreso. La diferencia es que a esas Ladies rara vez se les toman videos y las suben a las redes sociales. Pero al final el desprecio hacia el "prietito" es el mismo, ya sean miembros de la servidumbre o agentes de tránsito.

--Ahí está el caso, por ejemplo, de #Lordpanda, el vocalista de un grupo musical que reaccionó violentamente en cuanto se le acercó una fan gordita y morena...
---Otro caso reportado en las redes sociales. Y desafortunadamente vamos a ver muchos más en México. Pero por un lado es bueno que ahora sean más visibles, eso nos obligará a ir buscando soluciones contra este bullying arropado en prepotencia y billetes. La situación ya no puede seguir igual.

Textos relacionados

Ejemplar remedio contra la prepotencia de ladies altaneras [Junio, 2013]

Previo

El guarurismo, la prepotencia que no se irá

Los sectores público y privado gastan anualmente millones de pesos en contratarlos, ya sea para cuidar a altos funcionarios, hombres de negocios o mirreyes. Por ello su presencia seguirá siendo parte de nuestro panorama por mucho tiempo

¿Desea opinar sobre este texto?

[email protected]

3 opiniones

paco_meraz escribe 07.05.16

Tiene razón la licenciada Celis, es parte de nuestra cultura el pensar que por tener más somos más, el pensar que todas las personas tienen un precio, los lords y las ladies creen que el resto de la humanidad somos unos muertos de hambre quienes tenemos que soportar sus desplantes, lo que esta gente no sabe es que ese comportamiento exhibe su complejo de inferioridad y creo que la entrevista Celis estaría de acuerdo conmigo

juan_carvajal_moreno escribe 05.05.16

Esta lady está buenona, eso que ni qué