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Troy, un DVD que arde en la vergüenza

Esta película impulsó la idea hollywoodense de que era posible vender una etiqueta cuyo argumento nada tenía que ver con la historia original. Troy fue, además, una desvergonzada intentona por posicionar a Brad Pitt como actor oscareable.  Ni uno ni lo otro: este DVD merece, como destino final, la pira de la ignominia

Troy
Brad Pitt, Diane Kruger, Sean Bean, Peter O'Toole
Dirigida por Wolfgang Peterssen
Universal Video/2003


AGOSTO, 2011. Conforme avanzó la primera década de este siglo Hollywood le perdió todo respeto a la memoria histórica de los espectadores al alterar a su antojo las historias que hemos conocido por décadas. Ninguna sola versión de Batman o Supermán correspondiente a la última década tiene nada que ver con la otra. Y si el Hulk de Ang Lee fracasa espantosamente, no importa, rehagamos su background como forma de enmendar la pifia, a ver para la próxima atrae más público a la sala. El colmo, por supuesto, fue esa porquería llamada The League of Extraordinary Men en la cual participa, inexplicablemente, Sean Connery, el mejor James Bond de la historia y donde Dorian Grey, Tom Sawyer y el Dr. Jekyll adquirían personalidades totalmente ridículas.

Prueba flagrante de ello la tenemos con Troy, uno de los peores filmes recientes, una tortura que asombrosamente apuntaba al Óscar cuando fue estrenada (¡de veras!) y que deseaba dar a Brad Pitt la posición de actor "serio" y compatible" para esa presea. Sorry: El viejo de la señora Jolie será un carita y todo lo que se quiera, pero es un actor malo cuya presencia invariablemente nos satura cuando la película va a poco menos de la mitad. Usted puede ver la mayoría de las cintas donde aparecen Tom Hanks, Harrison Ford o Robert DeNiro y cuando se prenden las luces de la sala queda uno satisfecho aunque con ánimos de ver más de ellos. Con Pitt sucede lo opuesto: en Meet Joe Black --donde Anthony Hopkins lo expone como un mediocre histrión-- Seven, Mr and Mrs Smith y The Curious Case of Benjamin Buttons, la presencia de Pitt ya nos tiene hartos aun si falta una cuarta parte de su conclusión. Y por supuesto que en tal sentido Troy no marca excepción alguna. La única razón de que se le diera aquí el rol de Aquiles era meter gente al cine.

Otra increíble torpeza que vemos en esta desafortunada versión de Troy es la ausencia de los dioses, similar a que, por ejemplo, en una cinta sobre la segunda guerra mundial se omitiera la participación de los ingleses, los franceses, los gringos o los rusos. ¿Por qué se dio semejante estulticia? Casi sin duda, a la plaga políticamente correcta que consideró adecuado quitar de en medio a seres que nada tienen que hacer en un mundo donde se supone que todos somos iguales. En La Iliada los dioses no sólo con consejeros sino que flirtean con las mortales y en ocasiones se las llevan al lecho, como fue el caso de Zeus. Esta vino a ser una estupidez similar a la que habría significado quitar a los Jedi en las historias de Star Wars; éstos poseen poderes que fácilmente los emparejan con los seres mitológicos que menciona Homero. Y, naturalmente, también cometen errores. Total, que al omitirlos este largometraje quedó convertida en mera aventura palomera sin nada, absolutamente nada que aportar

El esqueleto de la historia se mantiene igual. Al ver a Helena de Troya (Kruger, la novia de Nicholas Cage en National Treasure), Paris Alejandro (Orlando Bloom) queda prendado de ella pues se supone que la suya es una belleza superlativa... no olvidemos que ella nació de un huevo y no me pregunten más. Lo malo es que es la mujer de Melenao (Brendan Gleeson), Rey de Esparta. No importa: Paris decide robársela y le cuenta el secreto a su hermano Hector (Eric Hulk Bana) que la lleva de contrabando mientras van a bordo de una bote. Esta afrenta desata la ira de Melenao quien declara la guerra a Troya y se rompe una paz mucho más frágil que la habida entre Hitler y Stalin en los albores de la segunda guerra.

Recordemos que lo que escribió Homero es una historia épica y no un mero compendio de batallas. Peor ya sabemos cómo Hollywood se las ha gastado estos últimos años en que toma una etiqueta conocida cuyo argumento nada tiene que ver con la historia original; los estudios juegan así a lo seguro sin arriesgarse mucho, y además engañan flagrantemente al público, el cual difícilmente se quedaría callado si en un restaurante le ofrecieran un bistec con papas y en su lugar le dieran un pedazo de soya al que se le ha despojado del tubérculo por decisión exclusiva del chef. Es de esa manera como el nuevo Karate Kid nada tenía que ver de karateca, por ejemplo.

La mediocridad de Troy es tal que los comentarios adicionales de esta película --muchos de los cuales abundan más en las narraciones de Homero-- son más interesantes que la película misma. Y es que cuando una cinta donde una leyenda como Peter O'Toole no logra levantar la nave, es señal inequívoca de que nos encontramos ante un fracaso absoluto, como al final lo fue esta película en términos artísticos, de crítica y financieros.

 

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