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Y DEMÁS/Historia

A diez años, comienzan a caer los mitos sobre Columbine

Más conocida por una película de Michael Moore, la matanza en la preparatoria Columbine es tristemente célebre por las razones equivocadas. Una década después ya hay autores que empiezan a enderezar la historia

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ABRIL, 2009. "¿Crees en Dios?", preguntó uno de los asesinos a una estudiante mientras le colocaba el cañón en la cabeza. Ante la respuesta afirmativa le descerrajó un disparo para luego comentar "¡lástima, la respuesta es incorrecta!" Es una escena que marca el infierno en que la preparatoria Columbine se convirtió aquella mañana a manos de dos adolescentes desquiciados, Eric Harris y Dylan Klebold, quienes tras asesinar a 15 personas, entre estudiantes y maestros, se pegaron un tiro en la biblioteca. De todas las matanzas escolares, se nos ha recordado, Columbine ejemplifica como pocas cómo una sociedad enferma ostenta un exagerado culto a las armas y, por cierto, nos remachan, es una muestra clara del racismo norteamericano.

Sin embargo la anécdota referida al principio nunca existió: fue parte del tsunami de rumores que procedieron a la masacre. Entre otras falsas destacan que ambos pertenecían a la "mafia de las gabardinas negras", un grupo de adolescentes neonazis, que fueron objeto de burlas en la escuela por parte de sus compañeros, que llevaban meses planeando los asesinatos y que sus padres jamás se habían preocupado por ellos. El objetivo central de Dave Cullen, autor del libro Columbine, es despejar lo que realmente pasó aquel 20 de abril de 1999. Otra invención referida es que los muchachos se la pasaron jugando boliche antes de realizar la masacre, como asegura Michael Moore en uno de sus filmes.

¿Quienes eran este par, según Cullen? Eric Harris era un adolescente retraído, pero difícilmente un paria, y lejos de ser una víctima del bullying éste tenía una página web en la que amenazaba a compañeros de clase que no le simpatizaban. Era también hosco, estaba obsesionado con la muerte, mantenía un diario donde dibujaba suásticas aunque las confundiera con un símbolo de rebeldía. Sin embargo, recordó uno de sus maestros, "era encantador y te podía convencer que él no era responsable de nada pese a tener todas las evidencias", recordó uno de sus maestros. Y dado que carecía de todo sentimiento, poseía una capacidad notable para mentir sin remordimiento alguno. 

Klebold pertenecía a una de las familias más pudientes y respetadas de la comunidad y llegaba llegaba al estacionamiento de la escuela en un BMW. Sufría frecuentes periodos de depresión, le fascinaban las muertes violentas y los videos snuff y gustaba vestirse en la moda que en México se conoce como darketo.

Ambos compartían la obsesión con las muertes violentas y, contrario a lo que se dice en el filme Bowling for Columbine, no escuchaban a Marylin Manson sino a Nine Inch Nails, grupo fundado por Tren Reznor y con cuyas letras suelen identificarse los adolescentes con tendencias suicidas o depresivas; Harris, en especial, gustaba de escuchar al grupo alemán Rammenstein. Ambos también pasaban horas con un video juego llamado Doom, y que aún hoy se encuentra disponible en la red. En éste, los participantes se ponen a cazar demonios, y cuando lo hacen sus cuerpos explotan en sangre. Cullen apunta otro detalle "olvidado" por Moore: su película favorita era Natural Born Killers, del director Oliver Stone, una de las cintas más violentas de los noventa; de hecho, a su plan le pusieron como título "operación NBK", que son las siglas del filme, un detalle más que se le pasó al quisquilloso Moore.

Pero si la matanza en el interior del plantel no era el objetivo de Harris y Klebold, ¿cuál era? En primer lugar, señala Cullen, los dos habían colocado pequeñas bombas caseras en la biblioteca y el comedor del plantel; el piso de uno se encontraba sobre el otro de manera que en esa hora del descanso, supusieron, se encontrarían llenas al máximo; también habían colocado bombas en sus automóviles. La idea era que, los sobrevivientes de las explosiones serían "cazados" al tratar de escapar, pero los artefactos no estallaron y ambos, desesperados, balearon a dos alumnos que pasaban cerca. 

A partir de entonces nada los detuvo: entraron al comedor y dispararon contra todo el que se moviera, enseguida subieron a la biblioteca --no sin antes rociar de balas todos los salones, aunque estuvieran vacíos-- donde continuó la matanza y en la que hubo más víctimas. Regresaron al comedor, dispararon a unos tanques de gas y hacia afuera, donde el área ya estaba resguardada por el comando SWAT. Cuando sus automóviles tampoco estallaron se dieron por vencidos, volvieron a la biblioteca, pusieron el cañón en sus cabezas y apretaron el gatillo.

Mucha de la información que fluyó y luego se tomó por cierta empezó como rumores. Uno de ellos fue propalado por la misma policía. que dio como un hecho que Harris y Klebold pertenecían a las "mafia de las gabardinas negras", un grupito autodenominado "nazi" que el departamento tenía fichado. La especulación surgió porque ambos portaban gabardinas de ese color al momento de la masacre, aunque el video tomado por la cámara del plantel muestra que sólo llevaban  puestas camisetas blanca y oscura. Sin embargo la conexión nunca fue comprobada. Otro mito es que los dos muchachos tenían la intención abierta de liquidar a alumnos de color pero de los 13 muertos, solamente uno no era de origen caucásico.

Tampoco fue, como se ha sugerido, el "inicio de masacres en instituciones escolares, otra barbaridad que nos llega del Norte", como escribió un columnista mexicano. Apenas tres años antes, un desquiciado mató a 14 niños y a una maestra en Escocia para luego pegarse un tiro. Lo que sucede es que Columbine se convirtió en un show mediático, una excusa para reforzar el control de armas pese a que Harris y Klebold las recibieron de un par de amigos adultos que las habían comprado legalmente.

Y es que detrás de las películas, las parrafadas sociológicas, las mesas de discusión, las páginas web y la información vertida en torno a Columbine, todo se resume a un grupo de adolescentes con profundos desequilibrios sicológicos pese a que los especialistas con quienes se sometieron a terapia no encontraron mayor problema con ellos. Una historia trágica, sí, pero por las razones que a una década de distancia apenas comienzan a clarificarse.


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© copyright, Derechos Reservados, 2009 

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1 comentarios

ersra_est escribe 23.04.09

Lo que hicieron estos dos tipos no tiene justificación alguna por eso me da coraje cuando escucho a gente que dice que mataron a sus compañeros de clase para desquitarse de una sociedad que no los comprendía, aunque eran unos adolescentes espero que hoy sigan pudriéndose en el infierno...

 

 

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