Contador

Alucinante documento rescatado de Internet

El texto completo fue rescatado de un portal del Bierzo, ir� agregando cositas nuevas, si teneis algo que aportar, apoyos, ideas quejas o propuestas este es mi correo

Ciudadano del Bierzo: [email protected]

Firmar el Libro de visitas Ver libro de visitas Foro rescatado de la edici�n original

Iban un Alcalde,
un Constructor y
una Camarera...

Por Francisco José Marqués Vuelta

Descarga el archivo completo en PDF aqu�

Como ya estoy MUY cansado de oír interesadas versiones del “cuento”, voy a explicar lo que me ha estado sucediendo últimamente en Magaz de Arriba, localidad en la que resido, perteneciente al Ayuntamiento de Arganza. Lo que explico, por supuesto, es la pura verdad. Y la acompaño de documentos para que nadie pueda decir que me invento lo que digo. Yo no miento...

En el año 2001, después de 15 años viviendo en Barcelona, regresé a El Bierzo, la tierra en la que nací y donde sigo manteniendo muchísimos amigos, además de mis familiares más directos.

Como mis padres tienen una casa justo en el límite entre Magaz de Abajo y Magaz de Arriba (pueblo en el que nació mi madre, abuelos y bisabuelos), aquí pasamos mucho tiempo, especialmente durante las vacaciones escolares de mis hijos y sobrinos.

Desde que mi familia y yo venimos por Magaz, la mayoría me ha tratado como un vecino más. Y así, por ejemplo, para las Fiestas de San Pedro, Patrón de este pueblo, siempre se nos ha solicitado nuestra colaboración económica y, por supuesto, siempre hemos ayudado. No sólo yo, particularmente, sino también mis padres y mis hermanas, como familias independientes. Y lo hacemos encantados, que conste.

Como pasamos largas temporadas por aquí, yo siempre he intentado tener buena relación con mis vecinos y, con la mayoría, lo he conseguido. Consciente del “poder” que tiene la familia Cascallana en mi pueblo, y para vivir lo más cómodo posible, también he tratado de crear relaciones de amistad con ellos. Como cuando fui a visitar a Gabino Cascallana, el Alcalde, al Hospital que tiene la Mutua Fremap en Fuenlabrada (Madrid), donde estaba ingresado por una operación en su hombro. Ya sé que no tenía ninguna obligación, pero a mí me han educado para ser amable.

Hace unos cinco años, la hija del Alcalde, Susana Cascallana, me explicó una historia sobre los insultos que recibía de algunos jóvenes que iban por su bar. Según ella, le daban problemas y trataban de desprestigiarla. Yo, inocentemente, la creí.

Fue ella quien me pidió que yo elaborara un escrito para enviar a la prensa. Y lo hice únicamente con la versión que ella me había relatado. Y reconozco mi error. Pero el artículo que escribí lo hice de forma abstracta, sin referirme a nadie en concreto, simplemente exponiendo unas actitudes que, de ser ciertas, a mí no me gustaban.

Como por entonces estaba de viaje, le hice llegar a Susana Cascallana el borrador a través de un familiar y ella le dio el visto bueno. Incluso, en algún párrafo, ella quería ver que yo me estaba refiriendo a alguna persona en concreto, así que, como esa no era mi intención, lo eliminé del escrito final.

Lo envié a Bierzo 7 y lo publicaron. Pero ella estuvo mostrando el primer escrito, el borrador, a varios vecinos de Magaz, porque a ella le gustaba más. Especialmente aquel párrafo en el que ella creía ver que yo me refería a una persona concreta. Y yo no sabía ni siquiera a quién me estaba refiriendo. Sólo criticaba un comportamiento. Por eso titulé el artículo “Magaz de Arriba, por ejemplo”.

En cualquier caso, si aquel escrito mío ofendió a alguien, y si sirve de algo ahora, le pido disculpas por la parte que me toca. Pero, sin pretender justificarme, quiero aclarar que lo redacté por encargo. Fue Susana Cascallana quien me explicó la historia, que yo ni siquiera conocía, y la creí. Yo simplemente quería frenar los rumores interesados, los insultos, los cotilleos crueles y la manipulación maquiavélica, de los que yo creía que ella era la víctima. Me equivoqué y lo lamento.

El 26 de enero de 2003 asumí la culpa de un siniestro en la Plaza de la Iglesia, en el pueblo de Magaz de Arriba, donde se habían encontrado rotos varios bolardos. Digo “asumí” porque aún no estoy completamente seguro de que hubiera sido yo el culpable de aquel daño. Además, en el lugar del siniestro, había restos también de un vehículo marca Mercedes. Pero como yo tenía un lateral de mi coche, un Honda Accord, algo rozado, supuse que yo también había roto alguno de esos pivotes, tal y como aseguraban el Alcalde y su hija.

Entregué el parte de accidente a mi compañía de seguros, que por entonces era Grupo Vitalicio. Tengo constancia de que el Ayuntamiento también estuvo reclamando por los mismos daños a la compañía MAAF, aseguradora de un vehículo Mercedes que, al parecer, también había golpeado los pivotes. Pero no sé si esa compañía llegó a pagar alguna cantidad más.

Lo cierto es que, el 5 de mayo de 2004, mi compañía, Grupo Vitalicio, pagó al Ayuntamiento de Arganza una indemnización de 718 � para que fueran reparados esos bolardos rotos. Nunca los arreglaron y, a fecha de hoy, aún siguen tirados en la plaza.

ADJUNTO EL CERTIFICADO DE MI COMPAÑÍA ASEGURADORA COMO DOCUMENTO NÚMERO 1.

En el verano de 2004, a solicitud del propio Alcalde, me di de alta en el censo de Magaz de Arriba. Fue él quien, en las oficinas del Ayuntamiento de Arganza, le dijo a su Secretario que me censara “en la calle La Matega, sin número, de Magaz de Arriba”. Y fue el Alcalde, Gabino Cascallana, quien firmó mi alta como nuevo vecino, sabiendo perfectamente dónde estaba y está situada la casa de mis padres.

Desde entonces he recibido varios correos del Ayuntamiento de Arganza, dirigidos a mí, indicando la dirección en Magaz de Arriba.

En mayo de 2006 realicé gestiones en la Comisaría de Policía de Ponferrada para renovar mi DNI y mi pasaporte. Para ello solicité un certificado de empadronamiento en el Ayuntamiento de Arganza y el Secretario me lo expidió sin problemas. Por eso, en mi actual DNI, consta mi dirección en Magaz de Arriba.

SE ADJUNTA COPIA DEL REVERSO DE MI D.N.I. COMO DOCUMENTO 2.

Pero, a pesar de que he intentado integrarme en el pueblo, desde que vine a vivir para Magaz, tengo frecuentes problemas con la camarera del único bar de esta localidad, que resulta ser la hija del Alcalde. Con ella y con un constructor que se pasa las tardes completas en el Bar Tívoli.

Con ese hombre ya he tenido dos discusiones porque tiene la mala costumbre de hacer comentarios insultantes sobre mí, siempre a mis espaldas. En febrero de 2005 tuve con él una agria conversación en la que acabó metiéndose también la camarera del bar. Tras esa charla privada, hice un escrito dirigido al Alcalde de Arganza intentando que intermediara para que, tanto su propia hija como su amigo, el constructor, dejaran de molestarme. También recibió ese escrito, sellándolo en el Ayuntamiento, sin que pusieran problemas por estar censado en Magaz de Arriba.

ESCRITO AL ALCALDE DE ARGANZA EN FEBRERO DE 2005. DOCUMENTO 3.

En dos ocasiones he tenido que pedir sendas Hojas de Reclamaciones por el mal trato que, de vez en cuando, me da esa camarera en su local. Las dos veces se negó a entregarme esos documentos de uso público, por lo que en ambas ocasiones tuve que llamar al cuartel de la Guardia Civil en Cacabelos para que vinieran ellos al Bar Tívoli a exigírselas. Y así lo hicieron.

ADJUNTO COPIA DE LA PRIMERA RECLAMACIÓN COMO DOCUMENTO 4. LA SEGUNDA HOJA DE RECLAMACIONES QUEDÓ EN SU BAR, PERO ELLA DEBERÍA HABERLA ENTREGADO EN LA JUNTA O EN LA OFICINA DEL CONSUMIDOR. ESAS HOJAS OFICIALES VAN NUMERADAS.

Aunque la camarera siempre explica, orgullosa, que en la primera ocasión no la sancionaron porque era su palabra contra la mía, lo cierto es que en aquella ocasión tuvo que venir la Guardia Civil para exigirle la Hoja de Reclamaciones ya que ella, con muy malas formas, se había negado a entregármela. Eso sí que es demostrable.

Y lo que es cierto, también, es que en días posteriores a aquella discusión fue mi propia familia quien me insistió para que le retirase la queja en la Junta de Castilla y León. Y, por mediación de mis familiares, que saben llegar a mi fibra sensible y no querían tener problemas con los Cascallana, yo mismo retiré la queja que le había puesto a la camarera de ese bar. Por eso, y no por otra cosa, es por lo que no la sancionaron.

ADJUNTO MI ESCRITO A LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN. DOCUMENTO 5.

Pero con Susana Cascallana también he tenido escasas temporadas de buen trato, aunque suelen durar muy poco tiempo, debido a la soberbia casi enfermiza de esa mujer. Por ejemplo, en noviembre de 2005 la invité a ella y a su hijo a un concierto del grupo argentino Les Luthiers, que actuaban en Ponferrada. Como ese es uno de los grupos más inteligentes y más cultos que yo conozco, un quinteto de reconocido prestigio internacional, me pareció una buena forma de “educar” a esa mujer. Pero probablemente al día siguiente, o a los pocos días, ya me estaba haciendo desprecios en público, otra vez.

Pasado el tiempo, el jueves 16 de noviembre de 2006, invité a Susana Cascallana a un concierto de Javier Krahe, en la Sala Tararí de Ponferrada. Fuimos juntos y yo le presenté a los músicos y al cantante, con quienes tengo relación personal. Después de aquel concierto, le presté a Susana Cascallana un libro y un disco de Javier Krahe y, sabiendo que actuarían otra vez el sábado día 18 de noviembre, ella me preguntó a ver si volveríamos a ir y si yo le regalaría ese libro que le presté para que Krahe pudiera firmárselo, dedicado a ella. Yo, en un gesto de amabilidad con Susana Cascallana, le respondí que sí a ambas preguntas.

Al día siguiente, en su bar, como suele hacer cuando hay otras personas delante, sólo recibí otra vez desprecios y malas palabras porque, según la camarera, no quiere que otros clientes sepan que, de vez en cuando, ella y yo tenemos buen trato. Prefiere que todo el pueblo piense que me odia y así, con sus maquiavélicas artimañas, y siempre a mis espaldas, ella puede seguir insultándome, menospreciándome o burlándose de mí, mientras a mí pretende hacerme ver que nos llevamos bien. Pero sólo “a escondidas”.

Este es un “arte” que Susana Cascallana domina muy bien, pero no sólo conmigo...

Como el sábado día 18 volvía a actuar Javier Krahe en Ponferrada, ella, en privado, para que nadie la viera hablar conmigo, o por mensajes de móvil, me preguntó a ver si volveríamos juntos al concierto. Pero aquel día no me estaba gustando nada su actitud, así que le dije que yo sí iría, pero que quería ir solo. Y no la volví a invitar. También le pedí que, si ella iba por su cuenta, que no llevase mi libro para que Javier Krahe se lo firmase. Que retiraba mi ofrecimiento de la noche anterior. Así que, fui solo.

• Por si alguno, en estas invitaciones o temporadas de buena relación, ve (o le dicen que vea) un intento de romance por mi parte, le diré que mi corazón está muy bien acomodado y feliz junto al de otra persona. Y no precisamente en Arganza... Eso lo saben varios amigos míos y la propia Susana Cascallana también lo sabe perfectamente. Mi único propósito, con esos gestos de amabilidad, es llevarme bien con mis vecinos. Incluso con el Alcalde y con su hija. En cualquier caso, si mi intención fuera la de recibir algún tipo de favor de esa mujer o de su padre, mala táctica estoy usando y he usado. A mí me parece mejor estrategia la que usan muchos otros vecinos, que responden “Amén” y aplauden todo lo que dice o hace esa mujer. Yo no.

Después de aquel fin de semana el pasado noviembre, yo estuve de viaje, trabajando, y el jueves día 7 de diciembre regresé de Madrid. Subí al único bar de mi pueblo y Susana Cascallana estaba charlando con el “famoso” constructor, como es habitual. Yo le hice a la camarera un gesto con la cabeza porque quería hablar en privado con ella sobre su comportamiento, además de otros temas. Ella, disimuladamente, para que no la viera Lucinio Mauriz (así se llama el “célebre” empresario), me hizo el típico gesto cerrando todos los dedos de su mano derecha excepto el medio, con la palma de la mano hacia sí misma. Efectivamente, ese gesto que todos conocemos, con el dedito en punta...

Yo, entonces, hablé en voz alta. Le pregunté a ver si ya había acabado con el libro y el disco que le dejé “el día que fuimos juntos al concierto de Javier Krahe”. Ella, como avergonzada porque Lucinio se estuviera enterando de que había ido conmigo a aquella actuación, me dijo que sí. Y yo le pedí que, entonces, me los devolviera. Fue a su casa a por el libro y el disco y me los devolvió, pero ya de forma altiva, con desprecio. Aquella tarde, la camarera me arrojaba el cambio bruscamente, trataba de humillarme y, en alguna ocasión, señalándome, hacía un gesto con su dedo índice en la sien para decirles a otros clientes que yo estoy loco. O sea, lo de casi todos los días, cuando no la llevo a conciertos...

Como yo sabía que lo que le había ofendido es que hablase con ella delante de Lucinio Mauriz y que le exigiese la devolución del libro y el disco que le había prestado, le di la explicación por mi comportamiento. Y, para que otros clientes no se enteraran (yo no tengo ningún interés en formar espectáculos en su bar), le envié varios mensajes por el móvil, como era habitual entre nosotros. En ellos le decía que Lucinio Mauriz nunca ha tenido respeto por mí, así que yo no iba a tenerlo por él. Además, cuando Lucinio está en ese bar, parece que los demás clientes no existamos, así que, según le dije, yo tampoco tengo porqué fijarme en su presencia. También le expliqué que yo no tengo porqué estar callado o pasármelo mal en su bar para que Lucinio se lo pase bien. Y añadí que, lo que tendría que hacer Lucinio Mauriz, es dejar de pasarse las horas en el bar, tomando cubatas, y debería trabajar y dedicarse a poner el alumbrado público en el ayuntamiento de Arganza, que “para eso ha recibido una subvención de la Diputación de 30.000 � este año 2006”. Y en Magaz todos sabemos que ese alumbrado lo ha puesto otra persona, un profesional autónomo, que ya tiene un contrato de mantenimiento con el Ayuntamiento.

ALGUNAS DE LAS SUBVENCIONES RECIBIDAS POR CONSTRUCCIONES LUCINIO MAURIZ, S.L. EN LOS TRES ÚLTIMOS AÑOS. SON LAS QUE YO CONOCÍA EL DÍA 9 DE DICIEMBRE DE 2006, PUBLICADAS EN LA PÁGINA WEB DE LA DIPUTACIÓN, Y POR CUYO COMENTARIO TUVE TANTOS PERJUICIOS POSTERIORMENTE. DOCUMENTO 6.

Aquel jueves me fui del Bar Tívoli y ya no regresé por la noche. Tampoco el viernes pasé por ese local público, dispuesto a no volver nunca más, a no ser que fuera con algún familiar o por compromiso. Quiero insistir en que ése es el único bar que hay en mi pueblo y es el lugar público donde puedo reunirme con otros vecinos y familiares.

El sábado 9 de diciembre de 2006 recibí una llamada de un familiar. Me dijo que quería hablar conmigo de forma privada, así que lo invité a venir a mi casa. Hablamos sobre las 16:00 h. Me dijo que suponía que yo ya sabía de lo que él quería hablarme y yo le dije que me imaginaba que era por la charla que tuve el jueves con Susana Cascallana, la camarera del bar Tívoli. Me respondió que sí, pero que, en realidad, quien quería hablar conmigo sobre ese tema era Gabino Cascallana, el Alcalde.

Accedí a esa charla y subimos al Bar Tívoli, donde se encontraba Gabino jugando a las cartas. Susana Cascallana, su hija, la propietaria del bar, me miraba con cara cínica, con media sonrisa, como si ella hubiera conseguido que mi familiar o su padre me “doblegaran”. Una actitud típica en ella, cuando no la llevo a conciertos...

Para mantener la discreción, Gabino Cascallana se levantó de la mesa en la que estaba jugando y salió por una de las puertas del bar. Mi pariente y yo salimos por la otra. Nos reunimos en una nave que Gabino Cascallana tiene en Magaz de Arriba, cerca del bar, pero alejada de la mirada de otros vecinos.

Gabino Cascallana me preguntó a ver quién me había informado sobre esa subvención y yo le dije que aparece en la página web de la Diputación de León, porque esa información es pública. Haciendo honor a la frase latina “excusatio non petita acusatio manifiesta” (Quien da excusas no solicitadas, demuestra su culpabilidad), el propio alcalde me dijo que es cierto que esa subvención se solicitó de forma irregular. Querían comprar un camión con plataforma elevadora para el pueblo, así que solicitó a la Diputación de León esa cantidad de 30.000 � que, según aseguró el propio Gabino en aquella charla, no se ha gastado en la instalación de las farolas. Lo sobrante, según él, se invirtió en ese camión.

El Alcalde, visiblemente nervioso, me dijo que “si no hacemos las cosas así, este pueblo nunca recibiría nada”. Y me pidió por favor que no extendiera esa información por el pueblo, y menos a la prensa, porque estamos en época próxima a elecciones municipales y esa información le haría mucho daño políticamente. Aseguraba, como ha hecho tantas otras veces antes, que ya no se volvería a presentar a Alcalde, pero que quiere retirarse con la cabeza alta y no con dudas sobre su gestión. Yo le dije que mi intención no era hacerle daño a él. Que lo único que pretendía era parar los pies a su hija Susana y a Lucinio Mauriz, que hablan de mí a mis espaldas, insultándome

o burlándose y, cuando yo estoy en el bar, se ríen burlonamente y hacen gestos a otros clientes con desprecios hacia mí. Incluso, textualmente, le dije “Mira, Gabino, por mí como si te metes el dinero en el bolsillo, lo que tú hagas me da igual”. Gabino Cascallana me dijo que él mismo hablaría con Lucinio y con su hija para que, a partir de entonces, me trataran con respeto. Le recordé el escrito que ya había hecho en febrero de 2005 y que dejé en el Ayuntamiento de Arganza dirigido a él, como Alcalde. Él dijo que sí, que lo había recibido y que lo recordaba, pero añadió que “Yo no puedo con mi hija”... Debería llevarla a más conciertos, que la música amansa a las fieras. Al menos un rato...

Con muy buenas intenciones por ambas partes, Gabino fue al bar para hablar con su hija (supongo), yo fui a trabajar a Cacabelos y, más tarde, a cenar a mi casa. Después de cenar, sobre las 23:00 h. subí al Bar Tívoli para tomar algo. Era sábado y, por no ir a Ponferrada, preferí quedarme en el bar de mi pueblo, tranquilamente, muy cerca de mi casa, a unos 600 metros, tomando unas copas con mis vecinos.

Dentro del Bar Tívoli había otros clientes y en la calle otros vehículos aparcados, como siempre. Pedí una copa y, al cabo de una hora aproximadamente, otra. Mientras tanto, como tengo por costumbre, leía y charlaba con otros vecinos sentado tranquilamente en la esquina que me era habitual, de espaldas a la puerta de entrada.

La camarera, Susana Cascallana, supongo que tras haber tenido una charla con su padre, se mostraba especialmente arisca conmigo. Me servía con malos modos y me arrojaba el cambio bruscamente (comportamiento bastante habitual en ella, cuando no la llevo a conciertos). De vez en cuando, mientras charlaba en voz baja con otros clientes, miraban hacia mí y se reían burlonamente.

La camarera en ningún momento me dijo que me fuera del bar ni que quería cerrar. Me servía mis copas que yo, por supuesto, iba pagando. Pero ella, a escondidas, desde la calle, por su móvil, sin decirme nada, llamó a la Guardia Civil.

Sobre las 00:15 h., sin previo aviso, me dijo por primera vez y de forma brusca y autoritaria “Hala, acaba la copa, que voy a cerrar”. Y yo, de espaldas a la puerta, le respondí, de forma educada, que acababa de servirme y cobrarme esa copa que tenía en las manos y que no pensaba irme hasta que no la acabara. Justo entonces, por mi espalda, apareció un agente de la Guardia Civil que me dijo que me fuera. Yo le repetí lo mismo que acababa de decirle a la camarera. El agente me quitó la copa de mi mano violentamente y volvió a decirme que saliera del bar para identificarme. Como no me parecía justo lo que estaba sucediendo, yo le entregué al agente mi DNI y le pedí a él su número de placa, pero ese guardia se negó a facilitármela. Nuevamente me dijo que saliera del bar, en un tono enfadado y con gestos autoritarios, más propios de un portero de discoteca que de un agente de la autoridad al servicio público. Pero, por supuesto, aunque yo ya me había identificado, salí a la calle. No soy tan necio como para enfrentarme a un Guardia Civil.

Susana Cascallana aprovechó para salir del bar y cerró la puerta de su local.

• Aquí me asalta una duda. Según se indica en la denuncia, yo era el último cliente que quedaba en el bar, pero yo sé que había alguno más. Los que probablemente ella usa como testigos para defender su versión. Unos testigos un tanto “contradictorios”, creo yo. Porque, o estaban y entonces yo no era el último cliente del bar, como ella aseguró en su denuncia, o no estaban y entonces no deberían hacer de testigos...

Cuando la camarera cerró su bar, aún tuvo la desfachatez de dirigirme una sonrisa, a espaldas de los agentes, con gesto cínico y “victorioso”. Los Guardias Civiles, ni a ella ni a los otros clientes con los que se fue a Ponferrada les pidieron que se identificasen, sólo a mí.

Entonces, los agentes me preguntaron a ver si el coche que se encontraba estacionado a la puerta del bar era el mío. Yo les dije que sí y ellos me pidieron la documentación del vehículo. Aunque yo no estaba conduciendo, me pidieron el recibo del seguro, la ficha técnica, el carnet de conducir y otros documentos que yo consideraba innecesarios. Como todo estaba en regla, fue entonces cuando uno de los agentes me dijo que retirase el coche de ese lugar, porque estaba mal estacionado. Yo les dije que todos los vecinos del pueblo estacionan ahí. Incluso la dueña del bar y su familia. El agente, con malos modos, volvió a insistir en que retirase el coche porque, si no, me denunciaría. Yo le dije que acababa de salir del bar y que había bebido, pero el agente insistía en que me llevase mi coche de allí.

Finalmente, y como mi casa está a unos 600 metros del bar, delante de los dos agentes (obligado por sus órdenes) y sin que me detuvieran, me subí en el coche y conduje hasta mi casa. El coche patrulla de la Guardia Civil salió circulando hacia Cacabelos, en sentido contrario.

• Quiero hacer hincapié en que esos agentes no llegaron a denunciarme por mal aparcamiento delante del bar Tívoli. Sólo me obligaron a retirar el coche, precisamente para no ser denunciado. Ni cumplimentaron la denuncia allí ni, por supuesto, me la ofrecieron para firmar.

Cuando ya había llegado a mi casa, habiendo conducido tranquilamente los 600 metros que me separaban del bar, sin cometer ninguna infracción ni imprudencia, con mi coche aparcado y yo en el interior de mi domicilio, para tratar de relajarme un poco, me serví la copa que no me habían dejado acabar en el bar Tívoli y le di un trago. Y fue en es momento cuando, en la calle, oí el sonido de una sirena de policía, sólo un segundo.

Salí y, de nuevo, vi a los dos agentes que me habían identificado en el Bar Tívoli, los que me quitaron la copa de mi mano con violencia, quienes me habían obligado a salir del local a la fuerza, aquellos que me pidieron todos los documentos de mi vehículo, los que me obligaron a retirar mi coche por estar mal aparcado, los que me permitieron (me lo ordenaron) conducir hasta mi domicilio... Y yo, que ya había llegado tranquilamente a mi casa y que pensaba que todo había sido un mal trago por la mala fe de una camarera, tuve que escuchar en mi propia casa a los agentes diciéndome “Y ahora le vamos a hacer la prueba de la alcoholemia”.

A mí aquello ya me pareció un ridículo exceso de celo y prácticamente un ensañamiento conmigo, y así se lo manifesté a los agentes. Intenté grabar la situación con mi móvil, pero no tenía batería, así que intenté volver a entrar en mi casa. Uno de los agentes se puso delante de mí para prohibirme el paso. Yo le pregunté a ver si estaba detenido por algo y él me dijo que no. Yo le dije “Entonces me puedo mover por donde quiera, y mucho más para volver a entrar en mi casa, de donde ustedes me han hecho salir”. Entré y puse mi móvil a cargar. Como los agentes seguían a la puerta, esperando a la furgoneta de Atestados que me iba a hacer la prueba de alcoholemia, yo cogí una cámara de vídeo con la intención de grabar lo que me estaba sucediendo. Busqué una cinta virgen, la introduje en la cámara y comencé a grabar. Salí otra vez a la calle con ella. Mi única intención con la cámara era grabar la voz de mi conversación con ellos. Nunca intenté grabar sus rostros ni el vehículo policial porque, además, en la calle no había luz suficiente para registrar imágenes. Mantenía la cámara de vídeo pegada a mi cuerpo.

El agente más joven, el que más se estaba ensañando conmigo, me pidió que dejara de grabar y que le diera esa cinta. Yo le respondí que no, porque en esos momentos estaba en la calle, a la puerta de mi casa, y me parecía injusto todo lo que me estaba sucediendo aquella noche. El agente, bruscamente, me quitó mi cámara de mis manos y, sin ningún cuidado, estuvo tocando todos los botones de mi cámara hasta que, por fin, la pudo abrir. Sacó la cinta que yo estaba grabando y se quedó con ella. Me dijo que la iba a entregar a un juez por si en esa grabación hubiera indicios de algún delito.

Entonces le dije al agente que yo soy detective privado (y le mostré mi credencial expedida por el Ministerio del Interior) y que sé que tengo derecho a grabar mis propias conversaciones e incluso a grabar imágenes en lugares públicos. Que él me ha quitado de mis manos mi herramienta de trabajo, ha sacado violentamente la cinta de vídeo que estaba grabando y que quizá la haya estropeado.

Además, le aclaré que al día siguiente hablaría con un capitán de la Guardia Civil (cosa que efectivamente hice) para ver si el comportamiento de esos guardias era el normal. En ningún momento les “amenacé” con mi profesión, como parecía querer dar a entender el guardia, ni con que el capitán de la Guardia Civil fuera a ir a su Puesto de Cacabelos a reprenderles.

Sí que les dije que, si mi coche estaba mal aparcado a la puerta del bar y que si la hora de cierre de ese local era las 00:20 h., que yo, para evitar agravios comparativos, también les llamaría cuando viera otros vehículos estacionados en el mismo lugar o el bar abierto más tarde de esa hora. Y añadí que esperaba que fueran tan “eficaces” con su trabajo como lo estaban siendo conmigo. En ningún momento les dije que fuera a “dar guerra desde Magaz”, sino que yo denunciaría a otros coches mal aparcados a la puerta del bar, tal y como estaba mi coche momentos antes, cuando ellos mismos me obligaron a moverlo por estar mal estacionado. Supongo yo que la Ley es la misma para todos...

• En días siguientes he llamado al cuartel de Cacabelos cada vez que hay coches mal estacionados, pero sin tener en cuenta quiénes eran. No hice denuncias concretas, sino advirtiendo que, en el mismo lugar en el que me multaron a mí, siguen aparcando coches. Y lo hice para evitar agravios comparativos y para defenderme en el Juzgado. Pero, a día de hoy, la mayoría de los clientes de bar Tívoli aún siguen estacionando sus vehículos a la puerta. Se ve que soy yo el único que debe someterse a esa prohibición.

Después de una hora de espera, entrando de vez en cuando en mi casa, llegó la furgoneta de Atestados. Los otros dos agentes fueron mucho más amables que los dos primeros y uno de ellos se extrañaba por el lugar en el que me estaban haciendo la prueba: Mi propia casa, en un pueblo que no supera los 200 habitantes, en un camino sin salida, con mi coche bien aparcado... El encargado de hacerme la prueba, al verme fumar, amablemente me sugería que no lo hiciera, “porque la prueba le puede dar más alto”. Yo le respondí que todo aquello me estaba pareciendo muy injusto, que yo estaba en mi casa y que, “en mi casa, yo fumo y bebo y hago lo que me da la gana”.

La última prueba se me realizó a la 1:34 h., una hora y cuarto después de abandonar el bar Tívoli, de donde fui sacado por la fuerza. El índice de alcoholemia fue de 0’72. Un “grave” peligro para ver la tele y acostarme a dormir, que es lo que estaba intentando hacer en mi casa, si no me hubieran sacado de ella.

Quiero insistir en que, en el bar Tívoli, únicamente me había tomado una copa y media. Y eso después de cenar. El grado de alcoholemia, 0’72, es cierto que prohíbe conducir, pero no impide razonar. Es más, hace muy poco tiempo, incluso para conducir, habría dado negativo.

De todas formas, en ocasiones anteriores, cuando he estado largo rato en el bar, he preferido regresar a mi domicilio caminando y así evitar conducir. Al fin y al cabo, desde el bar Tívoli hasta mi casa tengo diez minutos a paso lento, un corto paseo. Este día, con los agentes de la Guardia Civil a mi lado, con más motivo habría hecho lo mismo, si no hubiera sido porque uno de ellos, con tono muy autoritario, me estaba obligando a llevarme el coche de aquella calle.

Cuando acabamos esas gestiones a la puerta de mi casa, el guardia que manejaba el alcoholímetro, le preguntó a su compañero, el que había llevado la voz cantante en todas las actuaciones, a ver si quería denunciarme por alguna cosa más. Ese agente, delante de sus compañeros, dijo que no, que no quería denunciarme por nada más. Tampoco por desobediencia, se entiende.

Pero el día 28 de diciembre de 2006, Santos Inocentes, me llegó una citación del Juzgado de Instrucción Nº 1 de Ponferrada en la que me hacían saber que había sido denunciado por los agentes de la Guardia Civil por presunta Desobediencia. Con ella llegaba también una copia de la denuncia por mal aparcamiento delante del bar, que aquel día no me pusieron.

SE ADJUNTA COPIA DE ESTAS DENUNCIAS COMO DOCUMENTOS 7.

En días siguientes, y únicamente para defenderme de esa denuncia por mal aparcamiento, llamé en varias ocasiones al cuartel de la Guardia Civil de Cacabelos para advertir que, en el mismo lugar en el que me habían denunciado a mí, delante del bar Tívoli, seguían aparcando “mal” otros coches.

En algunas ocasiones, por extraña casualidad, a los cinco minutos de mi llamada y sin que hubiese llegado a la zona ningún coche patrulla de la Guardia Civil, todos los clientes salían del bar para aparcar bien sus vehículos, como si hubieran sido avisados de mi llamada.

Así que, para evitar esas “extrañas casualidades”, empecé a grabar en vídeo a los automóviles que estaban tan mal aparcados como yo lo estaba el día 10 de diciembre, cuando los agentes de la Guardia Civil de Cacabelos me denunciaron a mí. Como en varias ocasiones me respondían desde León, los agentes de la autoridad me pedían que esperase por la zona para que les señalara dónde estaban los vehículos mal estacionados, porque ellos nunca los veían. Sólo me vieron a mí. Y allí esperé en varias ocasiones.

En una de ellas, a la puerta del bar, se encontraban estacionados el coche de la camarera (la que me había denunciado a mí), el del Alcalde (su padre) y el del constructor amigo de la familia. Tres en raya... Yo estaba sentado en la plaza, esperando a la Guardia Civil y ellos, desde la puerta del bar, me hacían burla como queriendo decirme que allí sí que podían aparcar ellos, pero yo no. El constructor, incluso, se tocaba la entrepierna y movía su mano mientras me miraba fijamente, en un gesto muy “gracioso” que yo ya había visto en los zoos...

Cuando llegó el coche patrulla de la Guardia Civil, era el propio Alcalde quien les decía a los agentes que en esa carretera siempre se había aparcado delante del bar, como si su propia multa le pareciera injusta, pero no la mía. Es más, el Alcalde, aquel día, me volvió a denunciar a mí, esta vez por estar aparcado detrás de la iglesia, donde aparca el cura cada Domingo, cuando va a dar la misa.

Yo, por supuesto, advertí que si también me llegaba esa multa, tendría que denunciar al párroco o a cualquiera que aparcara en ese lugar donde Gabino Cascallana me estaba denunciando a mí. Añadí que quizá, por decisión del Alcalde, a partir de ahora ya no se podrá estacionar en ningún lugar de Magaz de Arriba. O quizá soy yo el único que no puede aparcar o circular por ese pueblo... Entiendo yo que, no sólo en Magaz, sino en toda España, los ciudadanos somos iguales ante la Ley. Pero quizá en Arganza, para el Alcalde, los vecinos tenemos los derechos que él quiera concedernos. Depende de si somos buenos clientes del bar de su hija o de si lo votamos correctamente a él.

Cabe recordar que, durante las Navidades de 2005, fue el propio Gabino Cascallana quien llamó “caradura” a José Luis Prada (Prada a Tope) cuando éste se quejó porque todos sus clientes habían sido multados por mal aparcamiento delante del Palacio de Canedo.

Y quiero añadir, para que se pueda apreciar la diferencia, que el Palacio de Canedo es un Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento, declarado así por la Dirección General de Patrimonio. Y José Luis Prada un gran empresario con una trayectoria impecable y admirable (al menos para mí), conocido prácticamente en todo el mundo. Debería ser un orgullo para Arganza que Prada a Tope esté ubicado en este ayuntamiento. Pero a alguno parece que le da rabia. Y lo que sorprende es que uno de esos algunos sea el propio Alcalde...

Pero bueno, como se puede ver, el Palacio de Canedo no es lo mismo que el bar Tívoli y José Luis Prada no es lo mismo que Susana Cascallana. No, no es lo mismo.

SE ADJUNTAN LAS DECLARACIONES A LA PRENSA DEL ALCALDE DE ARGANZA CONTRA PRADA A TOPE. SERÍA INTERESANTE QUE CADA UNO CAMBIARA EL NOMBRE “PALACIO DE CANEDO” POR “BAR TÍVOLI” Y EL DE “JOSÉ LUIS PRADA” POR “SUSANA CASCALLANA” PARA COMPROBAR QUE LA SITUACIÓN ERA EXACTAMENTE LA MISMA. PERO EN ESTA OCASIÓN, DELANTE DEL BAR DE SU HIJA, EL ALCALDE NO TENÍA TANTO INTERÉS EN QUE LOS CLIENTES FUERAN DENUNCIADOS. DOCUMENTOS 8.

Pero la historia sigue. El 17 de enero de 2007 me llegó un escrito del Ayuntamiento de Arganza firmado por el Alcalde, padre de la camarera del bar Tívoli, dándome de baja en el censo municipal.

SE ADJUNTA ESTE ESCRITO OFICIAL. DOCUMENTO 9.

El día 19 de enero yo le respondí y, como era viernes y el Ayuntamiento ya estaba cerrado, entregué mi escrito de disconformidad el lunes día 22 de enero, seis días después del suyo, dentro del plazo de diez días que me concedía. El secretario del Ayuntamiento selló la entrada de mi documento.

MI RESPUESTA AL ALCALDE DE ARGANZA. DOCUMENTO 10.

Y, como ya no creo ni en el Ratoncito Pérez, ni en los Reyes Magos, ni en las casualidades, daba por supuesto que este repentino deseo del alcalde por “echarme” del pueblo se debía a la conversación que tuve con él sobre las subvenciones que ha estado recibiendo Lucinio Mauriz. Tampoco consideré casualidad la denuncia que me puso su hija, aquella misma noche, estando en su bar como cliente. Así que, como últimamente estaba teniendo muy mala suerte por mi comentario, pues me permití hacer una solicitud formal de información por escrito sobre aquellas subvenciones que conocía por entonces.

SOLICITUD AL AYUNTAMIENTO DE ARGANZA, QUE NUNCA TUVO RESPUESTA. DOCUMENTO 11.

Pero el día 2 de febrero de 2007 sí que recibí una Resolución de la Alcaldía dictada el 31 de enero de 2007, en el que insistía en despedirme de su censo y enviar mis datos personales al Ayuntamiento de Camponaraya donde, según él, yo tengo que estar censado. Lo dice Gabino, punto redondo... Por ganas, seguramente querría “censarme” en Guantánamo, pero no puede, mal que le pese...

RESOLUCIÓN DEL ALCALDE DE ARGANZA “ECHÁNDOME” DEL PUEBLO. DOCUMENTO 12.

La respuesta a esta resolución se la hizo llegar mi abogado al Ayuntamiento a través de la Junta de Castilla y León.

ESCRITO DE MI ABOGADO AL AYUNTAMIENTO, REFERIDA A LA BAJA EN EL CENSO. DOCUMENTO 13.

El día 14 de febrero de 2007, Día de los Enamorados, se celebró un Pleno en el Ayuntamiento de Arganza y la oposición preguntó al Alcalde por algunas de las subvenciones recibidas por el constructor Lucinio Mauriz. No quiso responder a esas preguntas.

RECORTES DE PRENSA DEL DÍA 15 DE ENERO DE 2007. DOCUMENTOS 14.

También le preguntaron por mi baja en el censo y por la indemnización recibida de mi compañía aseguradora para reparar los bolardos de la plaza y el Alcalde, hecho una furia, no sólo no respondió sino que, delante de varios periodistas, me insultó y dijo que aquellos bolardos los rompí por ir conduciendo borracho.

Pues ahora mismo quiero explicarle a Gabino Cascallana que para decir algo hay que demostrarlo. Aquel día yo no conducía borracho, sino que había una niebla muy espesa y, lamentablemente, no vi los pivotes. Si es que fui yo quien los rompió... Pero incluso podría asumir ese “crimen”, porque un accidente lo puede tener cualquiera. Venga, vale, Alcalde, yo rompí los bolardos y el “accidente” se produjo por conducir bebido. ¿Y qué? En el Pleno del Ayuntamiento nadie te preguntó eso. Te preguntaron a ver dónde está ese dinero que mi compañía te pagó a ti para que repararas los puñeteros pivotes.

A mí no me gusta nada este estilo, pero ya que a ti, falto de argumentos, te encanta caer en el insulto y en las descalificaciones personales, te quiero recordar que en mi siniestro fueron sólo dos. Y fueron sólo bolardos... Podemos recordar todos juntos lo ocurrido hace unos 20 años cuando tú te llevaste por delante a cinco... cinco jóvenes vidas... ¡Y tú sí que ibas borracho! En lo único que coincidimos es que, en ambos casos, los daños han sido irreparables... En un caso, porque ya no se puede. En el otro porque a ti no te da la gana.

No creo que seas tú quién para auto-ensalzarte como juez moral de nada. Pero ni siquiera voy a seguir tu juego. Yo no soy tan ruin. Y yo sí que tengo argumentos y razones, así que no necesito insultarte.

Llevo 22 años con carnet de conducir y hago una media de 70.000 km. al año al volante. Y te aseguro (y puedo demostrarlo) que nunca he dado positivo en un control de alcoholemia mientras conducía.

Hay individuos que tienen por norma descalificar a sus vecinos para así anular el criterio y el honor de los demás. Tú, Gabino, eres de los que piensas que, insultando a los otros, te haces tú mejor.

Yo llevo demasiados años en Magaz escuchando insultos y adjetivos humillantes que han llegado a mí a través de mis familiares y amigos. Porque yo también los tengo en este pueblo, Alcalde, por mucho que a ti y a alguno más os moleste.

Y como estoy cansado de que me tachéis de loco, gilipollas o alcohólico, adjunto a este escrito el resultado de una analítica que me hice el pasado verano. Yo ya sé que esto es algo muy íntimo y privado y que no tendría porqué mostrarlo, pero lo hago voluntariamente para que mis vecinos, e incluso algunos familiares, vean que no estoy ni loco ni alcoholizado. Y para que vea el Alcalde que ni siquiera tengo alto el colesterol ni los triglicéridos, por si le importaba algo. No tengo enfermedades venéreas y he dado negativo en la prueba del SIDA, que también me hice. Para que veas, Alcalde... ¿Se necesita algún certificado médico más para poder vivir tranquilo en Magaz, sin recibir insultos ni humillaciones?

CHEQUEO MÉDICO Y RESULTADOS ANALÍTICOS. DOCUMENTO 15.

A ver si tú, Alcalde, tu socio constructor o tu hija, tan “perfectos” que sois, os atrevéis a mostrar en público documentos que certifiquen vuestra salud como lo estoy haciendo yo ahora.

Te ruego que NUNCA más me vuelvas a tratar de alcohólico porque, si me ponéis otra vez ese calificativo en público, y siempre a mis espaldas, a vuestro estilo, vosotros mismos os retrataréis como unos MENTIROSOS y unos MANIPULADORES.

Yo nunca he negado que beba. Como bebes tú, tu hija y, sobre todo, tu socio. De momento, Alcalde, beber unas copas no es delito. Y mucho menos lo es para mí, en exclusiva, como si fuera el único en España (o en Arganza) que tampoco tiene derecho a tomar una copa cuando estoy de descanso. Y si algún día me emborracho, es mi problema. Tú cuida de tu salud y deja en paz la mía.

Porque una cosa es beber y otra, como tú pretendes hacer creer, es ser un alcohólico. Insisto, yo NUNCA he dado positivo al volante, cosa que tú no puedes decir. Y yo nunca bebo cuando trabajo, cosa que tu hija o tu socio constructor tampoco pueden decir.

Es cierto que di positivo en mi casa, la noche del sábado 9 de diciembre de 2006. Esa ha sido la única vez que yo conduje tras haber bebido alcohol. Y fue porque tu hija, después de cobrarme las copas que me tomé en su bar, me denunció a la Guardia Civil intentando que me sancionaran, que me retirasen el carnet o cualquier otro castigo, cuanto más grande, mejor. Por eso aquel día los agentes de la Guardia Civil, tras la llamada de tu hija, la “ilustre” hija de un Alcalde, me identificaron en el bar Tívoli, me expulsaron del local con malos modos, me pidieron la documentación de mi coche, me denunciaron por estar mal aparcado, me obligaron a conducir, me denunciaron por Desobediencia, por dar positivo en mi casa una hora y cuarto después de salir del bar de tu hija... Todo muy “bonito”... Y toda la mala suerte de aquella noche ocurrió, ni más ni menos, porque aquella misma tarde tú y yo habíamos estado hablando sobre unas subvenciones que ha recibido y recibe tu socio constructor.

Pero, gracias a Dios, la verdad sólo tiene un camino y la Justicia, muchas veces, hace valer su poder.

Así, el día 5 de febrero de 2007 se celebró el Juicio en el que yo me defendía de las acusaciones de los Guardias Civiles que acudieron al bar de tu hija, obedeciendo sus órdenes.

Y el día 9 de febrero salió la Sentencia por la que me absuelven de esas acusaciones. Gabino, Susana, no siempre vosotros vais a tener la razón. Ni siquiera manipulando a los vecinos del pueblo o a los agentes de la autoridad.

SENTENCIA DEL JUZGADO DE INSTRUCCIÓN 1 DE PONFERRADA POR LA DENUNCIA DE LA GUARDIA CIVIL POR DESOBEDIENCIA. DOCUMENTO 16.

Y quiero destacar algunas afirmaciones de la Sentencia, para que no haya dudas sobre algunos hechos:

Los agentes de la autoridad acudieron a las 00:20 h. porque “la camarera del Bar Tívoli de la localidad de Magaz de Arriba llamó al Puesto de la Guardia Civil de Cacabelos”. Sin embargo, según dijo el propio guardia civil denunciante el día del Juicio, y así se recoge en la sentencia, “el horario de cierre del bar Tívoli es a las 2:30 horas”.

En los Fundamentos de Derecho se indica que “el denunciado se encontraba en el bar tomando una copa servida por la camarera del citado local (...) cuando llegaron los Agentes el denunciado no se encontraba alterado, estos acudieron por la llamada de Susana, estaba en horario de apertura, el Guardia manifestó que le quedaba todavía la mitad de la copa (...) les mostró el D.N.I., se sometió voluntariamente a la prueba de alcoholemia, entiende esta Juzgadora que si en algún momento hizo caso omiso a algún requerimiento de los agentes, éste fue debido ante la situación vivida”.

Y, aun en esa tensa situación, yo no falté al respeto ni a los agentes ni a la camarera. Lo dice la propia sentencia: “ni se metió ni ofendió a nadie”. Pero los agentes, al servicio de esa camarera hija de Alcalde, sí que me denunciaron por desobediencia, por estar mal estacionado y por beber en mi casa.

Así que, aunque alguien diga lo contrario, no he sido yo quien, en un arrebato, he empezado a llamar a la Guardia Civil para denunciar a mis vecinos por aparcar delante del bar, sino que es la propia camarera de ese local quien cree que puede usar a los agentes de la autoridad a su antojo.

Lo mismo ocurrió durante las últimas fiestas de San Pedro, cuando alguien de ese entorno llamó a la Guardia Civil para denunciar a los jóvenes que tenían instaladas algunas bodegas por el pueblo. Jóvenes que, además, con su trabajo altruista, fueron quienes organizaron la fiesta de Magaz de Arriba, para beneficio de todos y, muy especialmente, del bar Tívoli. Parece que los propietarios de este bar quieren todos los beneficios en exclusiva.

Y, aunque a algunos les interesaba decir que me hicieron la prueba de la alcoholemia en la Plaza de la Iglesia, como también he oído que se comenta, la propia sentencia dice que tenía el coche “enfrente de su domicilio, los agentes le comunican que debe esperar a que venga otra patrulla para realizarle la prueba de la alcoholemia, y tras esperar cinco minutos, Francisco José entra en su casa”. Me expulsaron del bar Tívoli a las 00:20 h. y me hicieron la prueba de la alcoholemia a la

1:34 h., en mi domicilio.

Por eso, porque la Ley está incluso por encima de Gabino y de su hija, todos los vecinos de Magaz de Arriba deberíais saber que está prohibido estacionar delante del bar Tívoli. Y, si aparcáis allí, os arriesgáis a que os denuncie la Guardia Civil. Y, si movéis los coches para aparcarlos bien, os arriesgáis a que os hagan la prueba de la alcoholemia.

Y esta situación, aunque quieran echarme a mí la culpa, se debe a una denuncia de la camarera del bar de nuestro pueblo. Y yo soy el primero que lo lamenta.

Pero, si pensáis que este acoso e intento de derribo se acaba aquí, pues no.

El Alcalde, aparte de insultarme en un Pleno (yo ni soy político ni estaba allí) y tratar de darme de baja en el censo municipal, todavía ha dictado su penúltima orden ridícula.

El día 20 de febrero de 2007, a las 8:30 h., unos empleados del Ayuntamiento, con el camión municipal, han venido a casa de mis padres para quitar una farola que el propio Ayuntamiento había puesto unos meses antes. Una farola que se había instalado con los fondos recibidos por Lucinio Mauriz de la Diputación de León (30.000 �). Pero que ni fue colocada por este constructor ni ahora retirada por él.

DESAPARICIÓN DE UNA FAROLA. FOTOGRAFÍAS. DOCUMENTO 17.

Pero no es sólo eso, sino que, además, ha dado la orden de que se desconecten otras dos farolas más, las anteriores a llegar a la casa de mis padres por la calle La Matega, para que así estemos completamente a oscuras.

No tiene en cuenta el Alcalde que en La Matega residen más vecinos, a los que también ha quitado ese derecho a tener luz en su calle. Ahora, algunas personas del pueblo no podrán pasear de noche por esta zona, por el “terrible delito” de ser vecinos nuestros.

Quizá el Alcalde querría apagar todo el pueblo y dejar luz pública únicamente delante del bar Tívoli, el de su hija, para que todos tuviéramos que reunirnos allí en cuanto oscureciese... Pero, por si acaso, no voy a darle ideas... Él sólo, sin ayuda, ya hace muy bien el circo... Fofito y Miliki no lo harían mejor.

Llegados a este punto, yo creo que hasta el más lerdo se debe de estar dando cuenta de que este alcalde la ha tomado conmigo. Y todo por un fugaz comentario sobre una subvención de 30.000 � que hice el día 9 de diciembre de 2006.

Aquella noche me denunciaron a la Guardia Civil cuando yo estaba en el bar Tívoli, más tarde me volvieron a denunciar por aparcar al lado de la iglesia, intentan darme de baja en el censo, quitan una farola al lado de la casa de mis padres, me insultan en un Pleno municipal delante de periodistas...

Bueno, pues yo, como cualquiera, también supuse que aquel comentario mío sobre la dichosa subvención estaba trayendo demasiadas consecuencias perjudiciales para mí y para mi familia. Pero yo, en vez de asustarme o quedarme parado, como quizá esperaban ellos que hiciera, me puse a investigar aún más a fondo sobre la forma de actuar de este Alcalde nuestro. Ellos no me dejan en paz, yo a ellos tampoco.

Y descubrí que no sólo era ésa la subvención extraña. Lucinio Mauriz, amigo y socio del Alcalde en la compra, promoción y venta de varias fincas (antes rústicas y ahora urbanas) en Magaz de Arriba, entre el año 2000 y el 2007 ha recibido (que yo sepa) 357.082.77 � (59.413.574 Ptas.) en subvenciones públicas.

VISTA AEREA DE LAS FINCAS QUE TIENEN A MEDIAS EL ALCALDE Y EL CONSTRUCTOR. DOCUMENTO 18.

Entre el año 2001 y 2004, Lucinio Mauriz recibió 241.141,94 � (40.122.643 Ptas.) únicamente para construir el Edificio de Usos Múltiples de Arganza. Y, como cualquiera puede comprobar si se pasa por allí, la obra de este edificio municipal hace años que se encuentra parada y, actualmente, tiene construidas sólo cuatro paredes. No tiene tejado.

VISTAS DEL EDIFICIO DE USOS MÚLTIPLES EN LA ACTUALIDAD. DOCUMENTO 19.

Como este constructor sólo tiene dos empleados, supongo que no ha podido trabajar en el Edificio de Usos Múltiples porque, por esas mismas fechas, entre el año 2002 y el 2005, estuvo muy atareado construyendo la casa de Susana Cascallana, hija del Alcalde. Esa sí que la acabó a tiempo.

A los 241.141,94 � ya recibidos para ese Edificio Múltiple hay que añadir los 120.000 � (20 millones de pesetas) que va a recibir entre este año y el próximo.

SUBVENCIONES RECIBIDAS POR LUCINIO MAURIZ DESDE EL AÑO 2000. DOCUMENTO 20.

Quizá, cuando Gabino lea este escrito, dé la orden de apagar otra farola más en Magaz de Arriba. Hay gente que enciende velas a los Santos y otros apagan farolas por sus santos... Allá él...

Y eso es lo que me ha pasado últimamente... Bueno, de momento. Porque quizá el Alcalde, el constructor y la camarera, como los músicos de Bremen, ya están tramando alguna otra forma de ampliar el “cuento”.

Pero yo voy a seguir contándolo, no me van a callar...

Pueblos de Le�n

Hosted by www.Geocities.ws

1