El origen
Cuando el aeródromo alemán de Estalingrado, conocido como "Stalingradjki" o "sth", quedó al alcance de las armas ligeras soviéticas, se tuvo la certeza de que cualquier despegue podría ser el último.
Los últimos aviones en salir de Estalingrado fueron tres: Dos Heinkel 111, que llevaban las cartas, y un Junkers 52 cargado de heridos. Las sacas de correo no sólo incluían las últimas cartas, sino todas las escritas en meses anteriores, pues desde el cerco no existía un correo de campaña regular con el exterior.
Existen varias versiones sobre el origen de las cartas:
1- Las cartas, en número de 250.000 fueron halladas en un avión
al término de la guerra.
2- Las cartas fueron halladas en 1954 en los archivos del ejército,
con las direcciones y los remites censurados.
3- Sólo se encontraron extractos de las cartas. Las sacas fueron
confiscadas por el Ministerio de Propaganda a fin de realizar una selección
con vistas a un libro que mostraría al pueblo alemán el valor,
la abnegación y el patriotismo de los defensores de Estalingrado,
ya que su rendición había supuesto una catástrofe nacional.
La lectura de las primeras cartas, en las que sus autores, expresándose
libremente al conocer su destino, cuestionaban al Estado Mayor y al mismo
Hitler por la dirección de la campaña hizo inviable el proyecto.
Las cartas fueron destruidas por orden de Goebbels.
El Estado mayor utilizó el material de las cartas para redactar un
informe sobre la moral de combate de los soldados en Estalingrado con los
siguientes resultados: la mitad de las cartas demostraba una "actitud
negativa y desleal" hacia el mando, a un tercio le era indiferente
y únicamente el 2% aprobaba la dirección de la campaña.
El libro
En 1954 se publica el libro "Letze Briefe auf Stalingrad" (Las
últimas cartas
de Estalingrado). Una colección de 39 cartas y fragmentos de gran
impacto emocional escritas por soldados alemanes en Estalingrado. Aunque
en su introducción hace referencia a los orígenes anteriormente
citados, son ficción. Pero eso no significa que no sean verdad.
El autor de estas cartas fue un corresponsal de guerra alemán llamado
Heinz Schroeter, que informó desde el cerco de Estalingrado. También
escribió el mejor libro sobre la batalla, llamado "Estalingrado,
hasta la última bala". Schroeter escribió las cartas
desde el punto de vista de los soldados alemanes con los que había
convivido durante el asedio. Estaba al corriente de cómo pensaban
y sentían, por lo que su libro refleja fielmente como serían
las cartas de haber sido escritas.
Las cartas recogidas en esta web proceden de "Last Letters From Stalingrad",
traducidas por Franz Schneider and Charles Gullans. La editorial es William
Morrow and Company, de Nueva York.
En la introducción del citado libro puede leerse: "Eres un soldado
alemán víctima de un plan militar magistral que ha fallado.
Has sido desprovisto de toda ayuda exterior y abandonado hasta la muerte
en la ciudad de Estalingrado en los primeros meses de 1943. Congelado, hambriento,
enfrentadote a una muerte segura tienes la oportunidad de enviar una última
carta a casa. ¿A quién escribirías?¿Qué
dirías?¿Qué pensamientos cruzan por tu mente cuando
sabes que vas a morir?"
También Anthony Beevor, en su reciente obra "Estalingrado",
considera las "Últimas cartas"
como una obra de ficción bien escrita.
De las cartas auténticas únicamente sobrevivieron los pocos
extractos realizados por los analistas que no fueron incorporados a este
libro.
Los soviéticos capturaron grandes cantidades de cartas en el curso
de la liquidación de la bolsa de Estalingrado (algunas procedentes
de aviones derribados y otras de soldados alemanes prisioneros) pero ninguna
de esas cartas era accesible en la época en que se publicó
el libro (1954).
Las cartas auténticas nunca han sido publicadas.
Durante los años 70 y 80, "Las últimas cartas de Estalingrado"
se leyeron en un programa de radio estadounidense durante tres semanas antes
de la Navidad, con música de fondo del villancico "El tamborilero".
Su impacto emocional en la audiencia fue profundo.
También se ha realizado una adaptación de las cartas el teatro
por Matthew Mills, y
un concierto, compuesto por Ariel Saphira y música de David Tanenbaum.