Salud Mental
SALUD MENTAL
Lllena tu vida de optimismo
Ser optimista consiste en subrrallar lo positivo de la realidad, en intentar que nuestros problemas nos ayuden a crecer y, sobre todo, en mirar siempre para delante. Ser optimista es una actitud vital que siempre nos aconseja que sigamos, sobre todo en momentos de adversidad. Su principal beneficio es que nos ayuda a ver las cosas desde una perspectiva más positiva. Por eso, es importante que conozcamos cuáles son sus claves y la mejor manera de aplicarlo a nuestra situación concreta. En este artículo te explicamos cómo puede ayudarte.El optimismo es la actitud o punto de vista que, a la hora de valorar un hecho, una situación, una persona o un objeto, resalta sus aspectos más favorables. La persona optimista es aquella que encuentra siempre un estímulo o un beneficio en la experiencia que afronta cotidianamente, incluso si a primera vista se trata de algo calificable como
.El optimismo consiste en subrrallar lo positivo, en dar una dimensión real y accesible a nuestros conflictos; supone aceptar nuestras posibilidades y limitaciones como punto de partida para aprovechar positivamente cualquier experiencia. Hay personas que son optimistas por naturaleza, pero el optimismo también puede desarrollarse cuando no forma parte de nuestro carácter. En cualquier caso hay que recordar que se trata de un enfoque, un punto de vista o un esfuerzo por encontrar en todo una posibilidad de aprender, de encontrar soluciones, pero también adeptarse a eso que no tiene solución y de aceptar que estar bien no es necesariamente estar contento sino ajustar nuestro estado de ánimo a la situación que vivimos. Cuando toca estar triste, eso es estar bien, tanto como cuando toca estar contento. Sin embargo, algo que no ayuda a nuestra salud mental es que, aún entendiendo esto, son muchas las ocasiones en las que somos incapaces de ser optimistas. Esto ocurre porque, a la hora de afrontar la realidad, afloran emociones y sentimientos que determinan nuestra manera de actuar y de ser. Cuando entramos en conflicto con algo, o nos enfrentamos a un problema serio, sulen aparecer emociones como el miedo, la desconfianza o la confusión. Estas emociones pueden generarnos una actitud derrotista, hacernos sentir incapaces de superar las dificultades y en definitiva, abocarnos al fracaso y a la frustración.
La realidad es siempre la misma, pero la percepción de esa realidad está condicionada por las emociones que se asocian a ella. Los estados depresivos, por ejemplo, son los que más comunmente afectan a nustra salud mental y suponen un filtro negativo en nuestra persepción: lo que predomina es la sensación de desesperanza y la dificultad para encontrar un sentido positivo a nuestra vida. En definitiva, ser optimista implica esfuerzo y determinación para no rendirse ante los problemas. En las situaciones difíciles, tanto externas como emocionales, hace falta reflexionar y autoevaluarse para, a partir de nuestras capacidades y limitaciones, establecer nuestras prioridades y objetivos. La búsqueda de metas realistas y que nos motiven, entendiendo siempre que cualquier objetivo implica esfuerzo, ayuda a evitar la sensación de impotencia y a contunuar cuando la vida nos impone caminos abruptos.
Para vivir con optimismo tenemos que valorar nuestros éxitos - la autoestima es la base del optimismo -, tratar de convertir la adversidad en un proyecto de cambio; el obstáculo, en indicación de que hay que buscar un camino alternativo, y los acontecimientos irreversibles, en pruebas a nuestra capacidad de adaptación.
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