Leonardo da Vinci



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Leonardo da Vinci
La Gioconda

1503-1506
Oleo sobre madera; 77 x 53 cm

Leonardo da Vinci, uno de los grandes genios del Renacimiento italiano, naci� en 1452 en Vinci, siendo hijo natural de un notario florentino. Criado en Florencia ingres� como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio, uno de los talleres m�s prestigiosos de Florencia, hacia 1469. Con 20 a�os ya es un maestro independiente inscripto como pintor en la Compa�ia de San Lucas, interes�ndose mucho por descubrir nuevas t�cnicas para trabajar al �leo. Sin embargo, continu� ligado al taller de Verrocchio hasta pr�cticamente su marcha de Florencia. Entre sus primeras obras destaca la"Anunciaci�n" pintada para el convento de San Bartolom� de Monteolivetto, no lejos de Florencia (hoy en la Galler�a degli Uffizi, Florencia); la "Virgen del clavel" y la inconclusa "Adoraci�n de los magos".

Leonardo da Vinci
Anunciaci�n

1472 - 1475
�leo sobre tabla; 98 x 217 cm


Leonardo da Vinci
Adoraci�n de los magos

1481 - 1482
Ocre amarillo y tinta marr�n sobre tabla; 246 x 243 cm

En 1482 se traslada a Mil�n, ofreciendo sus servicios a Ludovico Sforza, Duque de Mil�n, en una carta en la que se presenta como arquitecto, escultor, pintor, ingeniero artillero e hidr�ulico. Hab�a llegado como embajador de Florencia, dentro del plan de los Medici de difusi�n del arte florentino como motivo de prestigio e instrumento de propaganda cultural. De esta etapa datan dos de sus obras capitales: la "Virgen de las rocas" y "La �ltima cena", esta �ltima pintada en el refectorio del convento de Santa Mar�a delle Grazie, en Mil�n. En esta ciudad estuvo durante 17 a�os, trabajando en variados proyectos de todo tipo, tanto art�sticos como cient�ficos, en los que el deseo de experimentar era su principal objetivo. Esto no le imped�a realizar encargos ocasionales para Florencia, que frecuentemente dejaba inacabados. Tras la invasi�n de Mil�n por las tropas francesas en 1499, regresa a Florencia para trabajar como ingeniero militar.

Leonardo da Vinci
Virgen de las rocas

1483 - 1486
�leo sobre tabla; 199 x 123 cm

Leonardo da Vinci
Estudio para el angel de la Virgen de las rocas



Leonardo da Vinci
La �ltima cena

1495 - 1498
T�mpera al huevo sobre yeso; 460 x 880 cm



A pesar del grave deterioro que presenta esta monumental obra, producido por la ocurrencia de Leonardo de experimentar una nueva t�cnica, en lugar de la tradicionalmente empleada en la pintura al fresco, deterioros aumentados por humedades y restauraciones mal ejecutadas, aun puede percibirse el extraordinario verismo con que da Vinci interpreta el tema b�blico, muy distinto de toda otra representaci�n anterior. Leonardo, retornando al texto de las Escrituras, trata de hacer visible el momento en que el Cristo pronuncia las palabras: "Yo os aseguro que uno de vosotros me entregar�" y los ap�stoles, muy afligidos, preguntan: "�Acaso soy yo, Se�or?" (Mateo 26, 21-22). Es esta acci�n la que introduce el movimiento en la escena; los pr�ximos a Jes�s retroceden asustados al escuchar la revelaci�n. Algunos parecen argumentar su inocencia; otros discuten acerca de lo dicho por Jes�s; otros m�s le miran esperando una explicaci�n. Ubicado delante de Pedro, que murmura algo al oido de Juan, Judas, el cuarto de la izquierda, es el �nico que no gesticula ni pregunta; inclinado sobre sobre la mesa con su brazo derecho, busca con la mirada alg�n indicio de sospecha o de ira en la serena y resignada figura del Cristo en el centro de la agitada escena. Todo este movimiento dram�tico est� ordenado por una sabia composici�n que agrupa con toda naturalidad a los doce ap�stoles en cuatro grupos de tres, relacionados mediante sus gestos y ademanes. Posee una armon�a y equilibrio perfectos; la perspectiva del sal�n conduce la visi�n hacia la figura del Cristo, cuya silueta se recorta contra la ventana central del fondo; el magistral dibujo es el soporte mediante el cual Leonardo nos muestra, con profunda penetraci�n, las conductas y reacciones humanas. Hasta los m�nimos detalles de ropajes, el bordado del mantel, el servicio de la mesa, nos colocan ante un trozo de realidad palpitante y sorprendente.



Leonardo da Vinci
Cabeza de Hombre de Perfil

Pluma y tinta marr�n sobre carbonilla o pastel negro

En Florencia recibi� el encargo de decorar un muro del sal�n del Consejo, para el que proyect� "La batalla de Anghiari", que habr�a de enfrentar a "La batalla de Cascina", encargada a Miguel �ngel en 1504. No es seguro si alguna de ellas lleg� a realizarse; de "La batalla de Anghiari" s�lo se conocen algunos bocetos de Leonardo. Por la misma �poca pinta su retrato m�s famoso: "La Gioconda". Seg�n Giorgio Vasari, es el retrato de la esposa del florentino Francesco del Giocondo, de nombre Mona Lisa; aunque algunos investigadores lo han puesto en duda, hasta ahora no han podido probar que fuera otro el modelo. En 1506 regres� a Mil�n y al a�o siguiente entr� al servicio de Luis XIII de Francia, para quien trabaj� como pintor e ingeniero. Entre 1513 y 1516 est� en Roma, pero consciente de que no puede competir con Miguel �ngel y Rafael en el favor del Papa, acepta la invitaci�n de Francisco I de Francia y se traslada all�, falleciendo en el castillo de Cloux, cerca de Amboise, en 1519.

Su pintura es testimonio de su inter�s por el claroscuro y el sfumato, la t�cnica con la que difumina los contornos, consiguiendo una excelente sensaci�n atmosf�rica como se aprecia en "La Gioconda". Su faceta como dibujante tambi�n es destacable, conserv�ndose una gran cantidad de apuntes. Al final de su vida sufri� una par�lisis en el brazo derecho que le imped�a pintar, pero no continuar dibujando y ense�ando. Leonardo represent� una ruptura con los modelos universales establecidos durante el Quattrocento. Se opuso al concepto de "belleza" ideal, defendiendo la imitaci�n de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla. As� no duda en trabajar sobre la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes o c�micos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte.

Leonardo da Vinci
Cabeza grotesca y
Caricatura del poeta Dante Alighieri

La perspectiva a�rea o atmosf�rica, como hoy se la conoce, es una caracter�stica inconfundible de su obra paisaj�stica. Leonardo fue el primero en considerar que la distancia se llenaba con aire y que �ste hac�a que los objetos lejanos perdiesen nitidez y se viesen azulados. Vivi� en una �poca en la que el humanismo y el estudio de los cl�sicos estaban de plena vigencia; sin embargo, parece que tuvo dificultades intentando aprender lat�n y griego, los idiomas cultos y la llave de acceso a la cultura filos�fica neoplat�nica que dominaba Italia y parte de Europa. Leonardo escribi� la mayor parte de sus escritos en toscano, un dialecto florentino. Pero escrib�a en espejo, es decir, de derecha a izquierda, (adem�s de que, seg�n ciertos indicios, era ambidextro). Es posible que esta preocupaci�n en dificultar la lectura de sus escritos - que nunca public� - se debiera al temor de que fueran encontradas her�ticas sus opiniones, investigaciones y descubrimientos. Recu�rdense sus estudios de la anatom�a humana mediante la disecci�n de cad�veres, pr�ctica condenada por la Iglesia; Leonardo confes� haber realizado m�s de treinta, al recibir la Extrema Unci�n en su lecho de muerte. Por otra parte, en una de sus p�ginas, puede leerse: "El sol no se mueve", que revelan que Leonardo se adelant� a las teor�as de Cop�rnico, las que, un siglo m�s tarde, pondr�an en apuros con la Inquisici�n, a Galileo Galilei.


Leonardo da Vinci
Estudio de anatom�a (laringe y pierna)

1510
Plumilla, tinta marr�n y aguada, con carboncillo sobre papel; 26 x 19.6 cm

La obra pict�rica de Leonardo no es muy abundante. El artista abandon� muchos de los proyectos que se le encargaban, por m�s prevenciones que tomaran los clientes mediante cl�usulas en los contratos. �l mismo no se defin�a como pintor, sino como ingeniero y arquitecto, incluso como escultor aunque no existe obra escult�rica realizada por Leonardo, excepto una peque�a maqueta para una estatua ecuestre de Ludovico Sforza. Tampoco actu� como arquitecto, sus dise�os de edificios e iglesias quedaron como bocetos en sus cuadernos de apuntes.


Leonardo da Vinci
Retrato de Isabella d'Este

1499
Pastel amarillo, rojo y negro; 63 x 46 cm

Sin embargo, su prestigio en vida alcanz� dimensiones pr�cticamente desconocidas, s�lo comparable con el de Miguel Angel o Rafael. En Roma fue alojado en el palacio del Belvedere, la residencia de verano del Papa. El rey de Francia le invit� al final de su vida y trat� de acaparar sus escasas obras. Isabella d'Este, una de las mujeres m�s importantes de su �poca, le persigui� durante a�os para conseguir que terminara su retrato, del que s�lo ha quedado un dibujo en muy mal estado.

Tras su muerte, Leonardo se ha convertido en el paradigma del "hombre del Renacimiento", dedicado a m�ltiples investigaciones cient�ficas y art�sticas. Su vida personal es en gran parte un misterio; apenas han llegado indicaciones acerca de sus costumbres, gustos o defectos. Se sabe que era estrictamente vegetariano, por sus cartas y escritos sobre anatom�a, en los que llama a los omn�voros "devoradores de cad�veres". Sus disc�pulos no parecen haber recogido la herencia del maestro, al menos en el terreno pict�rico. La obra de los que trabajaron con �l es pr�cticamente desconocida y de escasa calidad. El proyecto, inacabado, que Leonardo realiz� para un "Tratado de la Pintura", fue recogido por Francesco de Melzi. El joven no lo orden� ni lo supo conservar para su publicaci�n. Al cabo de los a�os se consigui� una edici�n provisional, desordenada, sin coherencia, pero que progresivamente se trat� de completar para dar una orientaci�n general de las ideas de Leonardo acerca de la pintura, la arquitectura, el cuerpo humano, la bot�nica... todos los temas, en fin, que ocuparon su mente a lo largo de su vida.


Leonardo da Vinci
La Virgen con el Ni�o y Sta.Ana

1510
Oleo sobre madera; 168 x 130 cm

Leonardo no confiaba m�s que en lo que pod�a examinar por s� mismo. Toda la naturaleza despertaba su curiosidad y desafiaba su inventiva. Realiz� la disecci�n de cad�veres para explorar los secretos del cuerpo humano. Fue el primero en sondear los misterios del desarrollo del feto en el vientre materno; investig� las leyes del oleaje y de las corrientes marinas; pas� a�os observando y analizando el vuelo de los insectos y de los p�jaros para desarrollar una m�quina voladora que, estaba seguro, alg�n d�a se har�a realidad. Las formas de las nubes y de las piedras, las leyes del crecimiento de los �rboles y de las plantas, la armon�a de los sonidos, tambi�n fueron investigados por su notable talento. Desarroll� dise�os de fortificaciones, armas, un tanque de guerra, una campana de buceo y muchos otros ingenios; todo era objeto de sus b�squedas y su inventiva. Sin embargo, no cabe suponer que quisiera ser tenido por hombre de ciencia. Toda su exploraci�n de la naturaleza era, ante todo, un medio para enriquecer su conocimiento del mundo visible, para aplicarlo en su arte. Consideraba que dando a la pintura bases cient�ficas, se podr�a sacarla de su condici�n de humilde artesan�a, en la que se la ten�a desde la antig�edad, elev�ndola a la categor�a de una ocupaci�n honorable y noble. "El arte es cosa mental", escribi�. Intent� mostrar que la labor manual de pintar, y por la cual se la ubicaba al mismo nivel de la carpinter�a o cualquier otra artesan�a, era esencialmente el mismo trabajo que ten�a un poeta para escribir sus creaciones literarias. Esta preocupaci�n era compartida por muchos artistas de la �poca. Quien tal vez, fue influido en mayor medida por la obra de Leonardo fue Durero; al igual que el maestro italiano, Durero trat� de demostrar el car�cter cient�fico de la pintura. Tambi�n supo apreciar el inter�s de Leonardo por las proporciones del cuerpo humano, del caballo y de la arquitectura. Como Leonardo, Durero proyect� un Tratado sobre pintura y sobre proporciones que, igualmente, no lleg� a publicar. Ambos artistas, cada uno en su pa�s, dieron un vuelco a la pintura tal como se empezaba a delimitar tras la eclosi�n del Renacimiento y la dotaron de un aire de modernidad que se mantuvo vigente hasta el surgimiento del arte contempor�neo.



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