Miguel Ángel Buonarroti



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Miguel Ángel Buonarroti
David

1502 - 1504
Mármol; 4.10 m de altura
Florencia, Italia


Miguel Ángel nació en Caprese (actualmente llamado Caprese Michelangelo), cercano a Florencia, en 1475; hijo de Ludovico Buonarroti y de Francesca di Neri, quien fallece cuando Miguel Ángel tenía seis años. Con una precoz habilidad para el dibujo, a los trece años ingresó al taller del pintor Doménico Ghirlandaio, y comienza a frecuentar el jardín de los Médicis para dibujar las estatuas clásicas de la colección de Lorenzo el Magnífico, quien lo distingue inme-diatamente con su protección y afecto. El contacto con el círculo de poetas e intelectuales humanistas que rodeaba a Lorenzo, amplió la formación del joven Miguel Ángel más allá del aprendizaje de los oficios de las artes plásticas que recibiera en el taller de Ghirlandaio. Aunque como escultor su formación es casi au-todidáctica, en realidad sus primeras obras conocidas son esculturas y hasta los últimos días de su vida seguía esculpiendo en piedra; se condideraba a sí mismo, ante todo, como un escultor y llegó a escribir que no había ninguna idea que no puediera ser expresada en mármol. Su pasión por la escultura le exigía elegir personalmente los bloques de mármol en la misma cantera y realizar la talla directa a cincel desde el comienzo, sin recurrir a ayudantes que hicieran el trabajo grueso de desgajar el material sobrante.

Contemplando la colección de los Médicis, Miguel Ängel trató de aprender de los escultores antiguos, el modo de representar la belleza del cuerpo humano en movimiento; como Leonardo no se conformó con esta observación e investigó la anatomía humana por si mismo, diseccionando cadaveres y dibujando con modelos vivos hasta que la figura humana no tuviera secretos para él. Lo que lo diferencia de Leonardo en este tema, es que para da Vinci la anatomía fue uno de los muchos fascinantes tópicos para investigar en la naturaleza; para Miguel Ángel fue "el tema", a cuyo completo dominio se abocó en forma excluyente.

Miguel Ángel
Virgen de la escalera

ca.1490; Mármol; 55.5 x 40 cm


Primera obra escultórica de Miguel Ángel realizada cuando contaba unos dieciseis años, este relieve mariano presenta un motivo poco común en la iconografía religiosa: la representación de la Virgen amamantando a su Hijo.

Pronto su fama equiparó a la de Leonardo y en Florencia se rumoreaba que este joven artista no sólo igualaba a los admirados maestros de la antigüedad sino que realmente los había superado. La ciudad lo honró encargándole a él y a Leonardo, la pintura de un gran fresco sobre un episodio de la historia florentina en una pared de la sala de juntas del Ayuntamiento. Toda Florencia aguardaba con impaciencia los bocetos de estos dos genios compitiendo por el encargo. Sin embargo, la obra nunca llegó a completarse; en 1506 Leonardo regresó a Milán y Miguel Ángel recibe un halago aun mayor: el papa Julio II lo llama a Roma para que realice un mausoleo digno de un jefe de la Iglesia.

Miguel Angel
Piedad

1498-1499; Mármol; 174 cm de alto


Encargada por el cardenal francés Jean de Lagraulas con destino a una capilla lateral de la basilica de San Pe-dro del Vaticano, esta obra no sólo es notable por su per-fección sino también por su audacia en la traducción simbólica de la escena. Hasta entonces, las "Pie-ta" (escenas del descendimiento de Cristo de la Cruz), eran representadas acentuando los ges-tos de dolor; Miguel Ángel nos presenta una madre juvenil y bellísima, sostenien-do sobre sus rodillas el cuerpo apolíneo y sereno de Cristo, trasladando el senti-miento religioso al campo de la belleza estética.

Miguel Ángel
Sagrada Familia con San Juan niño
(llamado "Tondo Doni")

ca. 1505-1507
Témpera sobre madera; diámetro 120 cm.


Michelangelo realizó esta famosa pintura por encargo de Agnolo Doni y Maddalena Strozzi, cuyo retrato pintó Rafael unos años antes. La obra muestra el estilo "escultórico" de la pintura de Miguel Ángel, con el vigoroso modelado de los cuerpos mediante la luz y la compleja posición de la Virgen. Los desnudos del fondo, cuyas poses y gestos están todos asociados a las esculturas clásicas, simbolizan la huma-nidad pagana, el mundo antes de la venida de Cristo; a la derecha un pequeño San Juan indica el pasaje, a través del bautismo, de la era pagana a la era cristiana.

Luego de pasar más de seis meses en las canteras de Carrara comprando y seleccionando los bloque de mármol, al regresar a Roma, Miguel Ángel se encontró con que el interés del Papa por su mausoleo había disminuido mucho. Ocurría que tal proyecto interfería con otro, también de Julio II, que le importaba más aun: la construcción de una nueva basílica de San Pedro, tarea encargada a Donato Bramante. Enojado y temeroso de un complot en su contra, Miguel Ángel abandonó Roma y se dirigió de regreso a Florencia, dejando al Papa una altanera carta en la que le decía que si necesitaba algo de él, podía ir a buscarlo allí.

Lo asombroso del caso fue que el Papa no perdió la calma ante tal desplante; por el contrario, realizó gestiones diplomáticas ante el gobierno florentino para que persuadieran a Miguel Ángel que regresara a Roma. El incidente muestra cuanto había variado ya a principios del siglo XVI, la consideración social de un artista genial, cuanto se había distanciado del artesano común, para que sus movimientos y proyectos podieran llegar a ser un asunto de Estado. El principal dignatario de Florencia, temeroso de que el Papa tomara represalias contra ellos, logró convencerlo para que volviera al servicio de Julio II y le dió una carta de recomendación en la que afirmaba que el arte de Miguel Ángel era incomparable y que, con sólo tratarle amablemente, realizaría obras que "asombrarían al mundo entero". Seguramente el mandatario florentino no se imaginaba cuan acertado estaba el tono diplomático de su misiva. Al llegar a Roma, el Papa de dió otro encargo: la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina. Esta capilla, hecha construir por Sixto IV, tenía sus paredes decoradas con frescos de los principales pintores de fines del s.XV, pero aun restaba cubrir la bóveda y la pared del altar. Miguel Ángel trató de eludir el pedido del Papa, argumentando que el era escultor, no pintor. Pero ante la insistencia comenzó a trabajar sin mucho entusiasmo y llamó ayudantes florentinos para que lo secundaran en la obra. Sin embargo, una vez construido el andamio, decidió encerrarse en la capilla, no permitir que nadie se acercara ni viera el avance de los trabajos y, solo, sin ayudantes, en cuatro años de incansable trabajo (1508-1512), realizó una obra que, efectivamente, "asombró al mundo entero".

Miguel Ángel
Cielorraso de la Capilla Sixtina

1508 - 1512
Fresco; Vaticano

Terminado su trabajo en la capilla, retomó el proyecto del sepulcro para Julio II y realizó cambios al proyecto original; pero, al fallecer el Papa en 1513, sus herederos aplazaron la obra durante más de dos décadas, para, finalmente, reducirla drásticamente a un retablo en la iglesia de San Pietro in Víncoli con siete figuras de las cuarenta originalmente previstas. En la actualidad el sepulcro es fundamentalmente el famoso "Moisés", feroz en el gesto de reprender a los sacrílegos israelitas. El conjunto debía integrarse con los "Prisionesros" o "Esclavos" pero nunca se colocaron; dos de ellos están el el Museo del Louvre, París, y otros cuatro, sin terminar, en la Galería de la Academia, en Florencia.

Miguel Ángel
Moisés

ca. 1515
Mármol; 2.35 m de altura.

Miguel Ángel
Sepulcro de Julio II

ca. 1542
Mármol

Miguel Ángel
Esclavo moribundo

ca. 1513
Mármol; 2.29 m de altura.

Durante los años siguientes la guerra entre el papa Clemente VII y el emperador Carlos V asola Italia y obliga a Miguel Ángel a cambiar de residencia más de una vez; sin embargo trabaja intensamente en los sepulcros de Lorenzo y de Giuliano de Médicis, sobrinos de Lorenzo el Magnífico, que como retablos gemelos se ubican en el interior de la Sacristía Nueva, diseñada también por Miguel Ángel, en la iglesia de San Lorenzo, en Florencia; obra de Filippo Brunelleschi. Para estos sepulcros realizó cuatro famosas obras: la Aurora y el Crepúsculo colocadas en el de Lorenzo y la Noche y el Día para el de Giuliano.

Miguel Ángel
Biblioteca Laurenziana

Vestíbulo

En 1524 inicia la construcción de la Biblioteca Laurenziana, junto a la iglesia citada. Ubicada en un primer piso, sobre los dormitorios de los monjes, se accede al salón de lectura por una escalinata ubicada en un estrecho vestíbulo en planta baja; en él, todas las reglas de la arquitectura clásica, refor-muladas en el siglo XV por Brunelleschi y Alberti, son alte-radas. Robustas columnas dóri-cas apareadas están embutidas en profundos nichos en la pared, elevados del nivel del suelo, bajo los cuales hay unas gráciles ménsulas; la misma escalera de extraño diseño, llena casi todo el reducido espacio. El efecto general es inquietante y lleno de simbolismos que ex-presan las inquietudes místicas que van ocupando el alma de Miguel Ángel y que hallan su más clara exposición en sus poemas.

En 1537 Miguel Ángel se instala definitivamente en Roma, donde realizará el "Juicio Final", en la pared del altar de la Capilla Sixtina, por encargo del papa Paulo III, quien le nombra pintor, escultor y arquitecto del Vaticano. En el "Juicio Final", Miguel Ángel reiterará tanto su cuestionamiento de las reglas clásicas -ausencia de perspectiva, espacio irreal y simbólico- como su admiración por la anatomía humana, lo que le llevó a desnudar al propio Cristo. La reacción moral no se hizo esperar y poco antes de la muerte del maestro se ordenó "tapar toda la parte obscena", siendo Volterra uno de los encargados de pintar vestimentas sobre los cuerpos desnudos. Tras fallecer Antonio da Sangallo asume en 1546 la dirección de las obras de la basílica de San Pedro del Vaticano; en ella, tras introducir algunos cambios al proyecto original, diseña la imponente cúpula; por estos trabajos, que le ocuparon sus últimos años de vida, se negó a recibir pago alguno, considerandolos como un servicio personal a la mayor gloria de Dios.

Miguel Ángel
Plaza del Capitolio

ca. 1542-1544

Alterna estos tra-bajos con el diseño de la escalinata y plaza del Capitolio, en Roma, y el Pa-lacio de los Conser-vadores. En estos años mantendrá una encendida amis-tad con la poetisa Vittoria Colonna, mujer de tempera-mento místico, cuya influencia llevará a Miguel Ángel a ex-presar en sus últi-mas obras y poe-mas una dolorosa fe y un ineludible de-seo de penitencia. La fama del maestro alcanzó en los últi-mos años de su vi-da un nivel que ningún artista había conocido antes. Giorgio Vasari (1511-1571), en sus famosas "Vidas", escribiendo sobre los pintores, escultores y arquitectos italianos desde Giotto hasta sus contemporáneos, le llamará divino y alabará sin reservas:

"Pero aquel que entre los muertos y los vivos se lleva la palma y eclipsa y supera a todos, es el divino Miguel Angel Buonarroti; el cual, no sólo posee el principado de una de estas artes, sino de las tres juntas; éste sobrepasa a todos y triunfa, no solamente sobre aquellos que casi dominaron la naturaleza, sino sobre los mismos artistas antiguos, notabilísimos, que tan admirablemente, fuera de toda duda, la dominaron, es único, puesto que triunfa sobre aquellos, sobre éstos y sobre ella, no pudiendo ser imaginada cosa alguna, por rara y dificil que sea, que con las cualidades de su divino ingenio, mediante la técnica, el dibujo, el arte, la inteligencia y la gracia, no pueda transferir sin esfuerzo."

Miguel Ángel falleció en Roma el 18 de febrero de 1564 a la edad de 89 años. Su sobrino Leonardo llevó en secreto el cadáver del genio hasta Florencia en el mes de marzo, celebrándose solemnes funerales por su alma en la iglesia de San Lorenzo, antes de ser enterrado en Santa Croce. La ajetreada vida de Miguel Ángel fue llevada a la novela por Irving Stone en "El tormento y el éxtasis" sirviendo de base a una película con el mismo título.

Miguel Ángel Buonarroti
Piedad

1550-1555; Mármol; 2.26 m de altura
Florencia, Museo de la Catedral.


Bien distante de la serena belleza de la primera "Piedad" las últimas esculturas de Miguel Ángel son dramáticas versiones del mismo tema, en las que se manifiesta, igual que en su poesía, los conflictos de un alma cuya encendida fe le llevó a cuestionar su propio arte, preguntandose si no había sido pecado. La figura de la izquierda, la Magdalena, fue rehecha por Tiberio Calcagni; el rostro de José de Arimatea, detrás de Cristo, algunos suponen que es el último autorretrato del maestro.

Miguel Ángel Buonarroti
Piedad Rondanini

Mármol; 1.95 m de altura



Su última obra, inconclusa, en la que quedaron las huellas de su incomparable cincel y cuya fuerte expresividad se ve acentuada aun más por el caracter de no terminado, de "non finito", recurso pictórico que creó Miguel Ángel y tantas veces utilizó y utilizaron muchos otros después de él.



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