CIUDAD DEL VATICANO, 2 julio 2001 (ZENIT.org).-
«¡Sí!, la Virgen María se ha aparecido en Kibeho
el día 28 de noviembre de 1981 y en el curso de los seis meses siquientes.
Hay más razones para creerlo que para negarlo».
Con estas palabras, recogidas en la «Declaración acerca del juicio
definitivo sobre las apariciones de Kibeho», dada a conocer el 29 de junio
por la "Sala de Prensa de la Santa Sede", el obispo de Gikongoro Augustin
Misago, declaró creíbles las afirmaciones de tres jóvenes ruandesas que
aseguran haber visto a la Virgen.
Monseñor Misago hizo la solemne declaración en una eucaristía concelebrada
con todos los obispos de Ruanda y el nuncio apostólico en Kigali, el
arzobispo Salvatore Pennacchio. Sin embargo, el obispo ruandés aclara que
no puede afirmar la veracidad de todas las personas que dicen haber
recibido apariciones.
Considera verdaderas las de la primera época (1982 y
1983) y las que duraron hasta 1989. La Señora se apareció a Alphonsine
Mumureke, Nathalie Mukamazimpaka, y Marie Claire Mukangango.
Las tres tenían respectivamente 17, 20 y 21 años.
Y, según la declaración,
"han correspondido satisfactoriamente a todos los criterios establecidos
por la Iglesia en materia de apariciones y revelaciones privadas".
«Por el contrario
--añade el documento
distribuido por la Sala de Prensa--, la evolución de los presuntos
videntes sucesivos [otras cuatro personas],
sobre todo tras acabar sus apariciones, deja ver situaciones personales
inquietantes, que han reforzado las reservas ya existentes respecto a
ellos».
El documento, además, no toma en consideración las supuestas visiones de
Jesús (que habrían tenido lugar a partir de 1982),
sobre las que quedan en
pie muchas perplejidades.
Se
anima en cambio la difusión del culto a las apariciones de la Virgen en
Ruanda, que ya fue autorizado en 1988, por parte del obispo Jean Baptiste
Gahamanyi, mediante la dedicación del Santuario de Kibeho a «Nuestra
Señora de los Dolores».
Uno de los hechos que ha influido en esta declaración es la visión previa
de los acontecimientos que tuvieron lugar trece años después en Ruanda,
cuando tuvo lugar el genocidio. Las jóvenes contaron que habían visto:
«Un río de sangre, personas que se
mataban las unas a las otras, cadáveres abandonados sin que nadie los
enterrara, un árbol en llamas, un abismo abierto, un monstruo y cabezas
decapitadas».
Esta visión espantosa fue la única de este tipo. En las demás, la
Señora, que tenía la piel oscura, animó a las jóvenes a la oración, el
ayuno y la penitencia.
En algunos casos, se las vio bailar ante la
Virgen. En la primera aparición, el 28 de noviembre de 1981, a las 12,35,
en el comedor de la escuela de Kibeho, dirigida por una congregación
local, Alphonsine Mumureke oyó una voz que la llamaba: «¡Hija mía!».
Se dirigió hacia el pasillo y vio a una mujer de gran belleza: «Tenía un
vestido blanco sin costuras y en la cabeza un velo también blanco. Tenía
las manos juntas a la altura del pecho, con los dedos hacia el cielo». La
joven le preguntó: «¿Quien eres?». La respuesta fue: «Ndi
Nyina Wa Jambo»
Es decir,
«Yo
soy la Madre del Verbo». Y siguió:
«Vengo
a tranquilizarte porque he escuchado tus oraciones. Querría que tus
compañeras tuvieran fe porque no creen con fuerza suficiente».
En enero de 1982, fue Nathalie Mukamazimpaka quien vio a la Virgen, hasta
el 3 de diciembre del año siguiente. El 2 de marzo de 1982 le tocó a
Marie Claire Mukangango, con gran estupor, porque estaba en el grupo de
las más críticas e incrédulas. En su caso, las apariciones duraron seis
meses, hasta el 15 de septiembre de 1982.
La última aparición a Alphonsine tuvo lugar el 28 de noviembre de 1989, a
siete años justos de la primera. Mientras tanto, el obispo nombró, en
1982, una comisión médica y luego una teológica, manteniendo una postura
favorable. Con el pasar de los meses, el número de videntes aumentó,
llegando a ser siete.
Otras tres jóvenes y un chico aseguraban recibir las apariciones de Jesús.
Pero a este segundo grupo no se le ha reconocido ninguna de las
apariciones.
En Kibeho, al sur de Ruanda, desde el inicio, se produjeron
conversiones, reuniones de oración, peregrinaciones, casos de curación,
fenómenos fuera de lo normal, durante aquellas apariciones que se dieron
en público.
La guerra étnica de mediados de los años noventa ha parecido a muchos la
realización de la profecía. El
conocido mariólogo francés, René Laurentin, comentando los hechos de
Kibeho, a mediados de los años ochenta, subrayaba que
«son
un alegre anuncio para Africa, para su Iglesia, para la africanización, en
el sentido positivo del término».
En 1990, durante la visita al país africano, Juan Pablo II exhortó a
los fieles a mirar a la Virgen como una guía sencilla y segura, pidiendo
un mayor empeño contra las divisiones locales, políticas y étnicas.
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