"Es
importante y necesario orar por los difuntos"
-Juan Pablo II, (Angelus 2.11.2003.)
LAS TRES IGLESIAS
Se llama Iglesia a la asociación de los fieles que
creen en Jesucristo.
La Iglesia se divide en tres grupos:
1.- Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están
en el cielo (día de todos los
santos).
2.- Iglesia militante: los
que estamos en la tierra
luchando por hacer el bien y evitar el mal.
3.- Iglesia purgante: los
que están en el purgatorio
purificándose
de sus pecados.
Juan Pablo II dijo en el Angelus del domingo, 2.11.2003:
"Es importante y necesario orar por los difuntos, porque, aunque
hayan muerto en gracia y en amistad de Dios, quizá necesiten
aún una última purificación para entrar en la alegría del cielo."
El Catecismo de la Iglesia Católica, C.I.C.,
de
1992, dice
cinco cosas acerca del Purgatorio:
1ª. - Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no
perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación,
para obtener la completa hermosura de su alma (1030).
2ª. - La Iglesia llama Purgatorio
a esa purificación, y ha hablado de
ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. Será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de
San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierta, el día en
que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el
fuego". -1Cor. 3, 14.
3ª. - La práctica de orar
por los difuntos es
muy antigua. El
libro 2º. de los Macabeos, nos dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer
sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados"
-2Mac.
12, 46.
4ª. - La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de
orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre, al morir, lo único
que les pidió al morir fué: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi
alma").
5ª. - San Gregorio Magno afirma:
"Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo
ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro
mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas leves que tenían
sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones
y limosnas por su eterno descanso".
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De San Gregorio se narran dos hechos interesantes:
Primero:
Ofreció
30 Misas por el alma de un difunto, y después el
muerto se le apareció en sueños para darle las gracias, porque
por esas Misas había logrado salir del purgatorio.
Segundo:
Un día
estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó
con Ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después
por qué se había quedado tanto tiempo con la Hostia elevada en sus manos, y
les respondió:
"Vi
que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios,
descansaban las benditas almas
del purgatorio".
(Desde tiempos de San Gregorio año 600
se ha
popularizado la costumbre de ofrecer Misas por
el descanso de las benditas almas.)
De San
Agustín se cuenta que alguien le preguntó:
"¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?".
Y él le respondió:
"Eso
depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el
Evangelio dice
que la medida que cada uno emplea para dar a
los demás, esa medida se
empleará para darle a él".
¿No rezaremos más por los difuntos? ¿No vamos a ofrecer
por ellos Misas, Comuniones, limosnas y otras buenas
obras?
SOBRE LA MUERTE
I. Todos los días vemos que se mueren personas que nos son queridas. Si
sucumben a una muerte súbita e imprevista, aun después de una vida poco
edificante, no desesperemos de su salvación; tal vez han invocado a Dios y
han obtenido el perdón de sus faltas en el último momento; con todo, tomemos
nuestras medidas para no ser sorprendidos en la misma forma.
Si estas
personas mueren con la muerte de los justos, tengámosles santa envidia.
¿Te
afliges de ver morir a tal pariente o a tal amigo? consuélate, es más
dichoso que tú si ha muerto santamente. Tú combates aún, él triunfa ya. Que
tu fe, tu esperanza y tu caridad te consuelen. -San Agustín
II. Dios quiere desapegarte de las personas que más amas, a fin de que te
pertenezcas por entero; quiere que pienses a menudo en la muerte. Escucha
qué te dice: Hoy es mi turno, mañana será el tuyo. ¿Qué estima tiene ahora
ese amigo de aquello que era el objeto de sus afanes? Un día estarás como él
en el lecho de muerte. Ten los sentimientos que entonces tendrás y
despreciarás lo que más amas.
III. No esperes la hora de la muerte para prepararte a morir bien. No
sabes cuándo ni cómo morirás: haz ahora todo lo que entonces quisieras haber
hecho. ¿Estarías dispuesto a morir en este momento? Pensemos en la muerte; esforcémonos para no estar eternamente
separados de nuestros parientes y amigos, que gozan de la gloria del
paraíso. Allí nos espera gran número de aquéllos que nos son queridos. -San Cipriano
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