El Vino/3

Abastecimiento y Consumo Alimentarios en el Reino de Granada (1482-1510)
Teresa de Castro

  

Consumiendo vino
**Cristianos nuevos
**Guerreros, trabajadores y enfermos
**Casados, esclavos, vagamundos y mujeres
**¿Y los ricoshombres?
**¿Códigos prácticos?


Consumiendo Vino


Contamos con la suerte de que las referencias sobre el vino nos permiten diferenciar dentro de la masa general de consumidores a algunos en particular, en especial aquellos grupos para los que este consumo era mayor o más identificativo. Asimismo la reglamentación distingue claramente a bebedores musulmanes de cristianos, de manera que obtenemos un panorama todavía más rico de cuál era la valoración e importancia de este producto entre todas los grupos sociales, religiosos y profesionales de la época.

1. Cristianos Nuevos

Mudéjares y moriscos se muestran como grandes consumidores de vino, tanto en público como en privado. En los municipios en los que existía una gran concentración de población musulmana ésta fue una de sus preocupaciones esenciales, la cual no sólo quedó plasmada en la legislación del concejo sino también en la real. Ahora bien, siendo indudable lo que acabamos de afirmar es nuestra obligación interpretar el porqué de esta insistencia temática por parte de los concejos.

La primera noticia al respecto la ofrecen las Ordenanzas de Guadix, datadas por Carlos Asenjo Sedano en 1495. En ellas se dice «que qualquier moro... que fuera fallado en la taverna comprando o beviendo vino della, o llevandolo para su casa, o se lo fallaren en su casa o en otra casa o heredamiento alguno, o le hallaren bebido, que, por cada vez... pague de pena quatro reales». Nos serviremos de una carta enviada por el arzobispo Talavera a sus nuevos feligreses granadinos en marzo de 1498 -en la que se prohíbe dar vino a los moros, degollar las carnes a su manera, utilizar los baños públicos, servirse de parteras musulmanas y alquilarles casas a moros para celebraciones- para ver cuáles son los motivos aducidos: «entendiendo que asi cunple a seruiçio de Dios, nuestro señor, e a saluaçion de las animas de los christianos e christianas moradores en esta grande e nonbrada çibdad de Granada». En realidad la explicación es tan general que igual hubiese valido otra frase, al estilo «porque es nuestra voluntad». Si buscamos la lógica de las prohibiciones expuestas, la cosa se aclara en algunos puntos: se tratan de prácticas típicamente musulmanas que es conveniente ir abandonando como paso previo o posterior a la conversión: es el caso de lo tocante a las carnes y a los baños; mientras que otras son reflejo de la voluntad segregacionista imperante en el momento, pero sigue quedando sin explicar el tema del vino.

Desde luego, vino se bebía en al-Andalus pero su consumo, aunque extendido, no estaba generalizado y desde luego no era un elemento significativo de su cultura, de manera que no se trata de una cuestión religiosa(19). ¿Cuál podría ser entonces la explicación? La información expuesta por aquéllos que editaron las normas también es muy indicativa. En la misma Granada pero en abril de 1500 se prohíbe beber vino en las tabernas y venderlo en «cueros de vino ni botas para se juntar en los carmenes e heredades a se enborrachar». Por otra parte la Real Provisión de Doña Juana de julio de 1505 dirigida al corregidor de Guadix solicitándole que ponga remedio al exceso de los moriscos dice que «habían venido en tomar desorden de beber vino, que diz que todas las fiestas e domingos había muchos de ellos borrachos e se mataban a cuchilladas sin lo poder remediar, que si no se remediase e proveyese sobre ello, que se esperaban recrecer algun daño e escandalo». Su efectividad no debió ser mucha porque diez años después volvió a editarse una cédula condenando a los moriscos que se emborrachasen fuera de sus casas o huertas a un día de cárcel, aduciendo que: «se embriagan de manera que caen publicamente por las calles e los cristianos viejos se burlan de ellos, e por estar borrachos se causan algunos escandalos»(20).

Queda claro que los motivos básicos de esta normativa son de orden público y urbanidad: se trata de evitar enfrentamientos entre grupos de personas que hayan bebido. Ello explica igualmente la existencia de las prohibiciones sobre asistir a tabernas y bodegones de casados, dar o vender vino a esclavos o despacharlo antes de la misa, jugar en las tabernas, tener putas o de cantar y bailar.

Pero ello no deja de ser una simple consecuencia de los efectos del alcohol cuando se abusa de él. ¿Por qué separar entonces a borrachos mudéjares o moriscos de los que no lo son? Aparte de lo dicho, cabe pensar que ese orden público aludido se entendiese en sentido amplio: ¿Por qué no pensar que de una reunión festiva en un carmen en el que abundase el vino nacieran conspiraciones contra el poder político de la ciudad, por qué no pensar que un simple enfrentamiento entre borrachos de ambas comunidades acabara siendo una nueva rebelión? Creemos que en estos primeros años, con todas las rebeliones acaecidas, en los que el hostigamiento de la piratería norteafricana y los asaltos de andalusíes emigrados en busca de sus correligionarios eran constantes, en los que permanece siempre latente el miedo al ataque de allende, se favorecieron medidas para conseguir la pacificación individual y comunitaria de la población sometida.

2. Guerreros, Trabajadores y Enfermos

El vino es definido o identificado como alimento necesario para ciertas "profesiones" que exigen un duro esfuerzo físico. Es el caso de los maestros canteros y tapiadores, con sus "tapiales" y albañiles, así como los yeseros, carpinteros y los peones de obras en general. Los que trabajaban en Baza y su término en 1497, debían cobrar un sueldo estipulado del que debía descontarse cierta cantidad para el alimento, si bien los trabajadores que llevaban el suyo propio debían recibir del patrón el vino; sorprende que éste se dé aparentemente de forma gratuita como si de agua se tratase. También los segadores y peones granadinos exigían en 1501 como parte de su jornal la entrega gratuita de la comida o del vino, hecho que motivó la redacción de una ordenanza a propósito para regular la situación(21).

Está claro que en los meses de primavera y verano, en los que las temperaturas aumentaban a la par que el trabajo en los campos, se producía una mayor demanda. De esta manera, mientras el concejo de Antequera redactaba la ordenanza sobre la veda de meter vino foráneo y sacar el de la ciudad se aduce que incluso así faltará pues «no bastará segun el gasto de la çibdad que agora ay, y más en el verano al tienpo del coger de los panes, donde vyene mucha gente estranjera». En Loja, en julio de 1505, después de que el personero denunciase la entrada de ciertas cargas de vino, hubo una votación de los miembros del cabildo, en la cual Francisco de Hontiveros dijo: «que por quanto en esta çibdad ay poco vino e que los más vesinos desta çibdad tienen mucha neçesidad dello, e quel vino blanco que ay es caro, que no se vende menos de a ocho, e que para segar los panes agora, si se diese lugar para meter vino blanco, seria bien de todo el pueblo porque valdria a quatro maravedis, o poco más o menos, e los labradores reçibirian en ello mucho provecho porque harian sus hasiendas a menos costas»(22).

Por su parte los soldados, el ejército en general, fueron siempre grandes consumidores de vino, y a ellos van destinados, sea en las fortalezas sea en expediciones militares concretas, una serie de medidas generales de abastecimiento que nunca olvidaron incluir este producto. De todos son conocidos los esfuerzos hechos por la monarquía castellana para abastecer a las fortalezas costeras del reino de Granada(23) o las puestas en marcha cuando se preparaban expediciones de hostigamiento contra plazas norteafricanas, tales como la de Mazalquivir u Orán. En Loja el año 1505, con motivo de la primera expedición, el cabildo envió a un diputado a Málaga para comprar las 200 arrobas de vino que necesitaban los soldados; en 1509 también se puso en marcha una labor de acopio, la cual había sido ordenada por una cédula real de don Fernando. Otro documento real mandaba a Málaga hacer las diligencias necesarias para proveer a la ciudad argelina, hecho que provocó carestía de vino en la ciudad.

Si dejamos de lado a estos dos grupos humanos, ¿quien más podría consumir el vino con fines revitalizadores? Lógicamente los enfermos. Ello queda plasmado en la normativa concejil de una forma un tanto pintoresca. El 30 de junio de 1505 el personero de Loja requirió al cabildo «que por quanto en esta çibdad ay muchos enfermos, en espeçial de dolençia de camaras, e tienen nesçesidad de vino tinto, y en esta çibdad no lo ay, que manden dar liçençia para que se pueda meter vino tinto en esta çibdad, que es nesçesario para la salud de los dichos enfermos». Aunque la disposición podría ser simplemente una excusa para meter vino foráneo, merece la pena llamar la atención sobre que los enfermos son de cámaras, es decir, sufren de cólicos, malestar estomacal para el que no debería ser muy conveniente consumir un agua no especialmente bondadosa; lo cierto es que este pasaje refleja las tendencias dietéticas de una época en las que el vino ejercía un papel de reconstituyente y digestivo. El Libro del vino de Arnaldo de Vilanova, escrito en 1500, recoge una serie de recetas dedicadas a la preparación de vinos medicinales; al hablar del vino de pasas, entre otras virtudes tiene la de fortalecer el estómago, eliminar su mucosidad y las nauseas, y también la de recuperar de dolencias como la disentería(25).

3. Casados, Esclavos, "Vagamundos"... y ¡Mujeres!

Casados, solteros, viudos, hombres en general encontraban en las tabernas, y mesones un lugar de expansión socializadora en la que el consumo de vino era el elemento central. El texto más significativo es el de las ordenanzas de Baza al afirmar que los cristianos nuevos y viejos se emborrachan y maltratan a sus mujeres, se matan, dejan de trabajar y de ocuparse de sus haciendas. Este hecho, en una sociedad como la granadina de los años que analizamos, tenía una importancia vital, pues el abuso del vino producía altercados, disturbios y enfrentamientos cuyo resultado podía ser la muerte, el abandono del hogar, el maltrato de las esposas o un sinfín más de comportamientos indeseables para el orden público. Las medidas contra este desorden adoptadas por el concejo -que se muestra aquí cual juez de familia- se centrarán en prohibirles ir a comer y a beber a las tabernas a cualquier hora.

Por otra parte un caso ocurrido en Granada explica lo dicho y manifiesta la prohibición y la valoración que tenían las tabernas y los que a ellas iban. El libro de ordenanzas de la ciudad contiene una disposición emitida el año 1508 en la cual se prohibía a los taberneros del Albaicín vender en otro sitio que no fuese la Calle Real, la que iba desde la iglesia de San Salvador hasta Puerta Elvira; ciertamente no hubiésemos reparado en ella si no fuese por la existencia de un documento de tres años después. Se trata de una cédula real de don Fernando en la que da licencia a los vecinos del mismo barrio para vender vino en sus propias casas. En la expositio los vecinos se quejaron de que iba en su perjuicio «por ser como son onbres casados que biven e bevieron syenpre onestamente e tienen conpradas sus casas en el dicho Albayzin e heredades e viñas en esa çibdad e en su termino. E en las dichas sus casas venden la mayor parte del año vino de su propia cosecha... Por que vos mando que sy las tales personas... son veçinos del... e biven onestamente ellos e sus mugeres e non resçiben en sus casas personas de mal bivir ni desonesto de que se siga mal exenplo, dispenseys con ellos e con la dicha hordenança». El texto habla por sí sólo evidenciando que la gente que va a las tabernas es gente de mal vivir que da mal ejemplo, de ahí que la presencia de hombres casados o de mancebos sea considerada poco edificante y, por tanto, un mal a evitar(27).

Las mujeres parecen ser las sufridoras del consumo del vino, pues su actitud es, a tenor de lo que dicen las propias fuentes, soportar estoicamente las borracheras de sus maridos, sus ausencias prolongadas del hogar familiar en las horas en las que precisamente se producía la reunión de sus miembros, así como sus abusos con ellas. Las mujeres no aparecen normalmente como consumidoras de vino, al menos no públicamente, salvo claro está las "mujeres enamoradas". Pero su consumo dentro del hogar tal vez, y sin llegar al de los hombres, podría ser considerable. Eso parece indicar un caso relatado por las actas de Vera en 1497, en el que la mujer de Lope de Alhamán aparece alcoholizada hasta tal grado que se solicita al cabildo que se le niegue el vino allá donde vaya a pedirlo(28).

La misma intención edificante y de paz social puede darse a la prohibición de la presencia de esclavos en las tabernas. Los motivos, normalmente no especificados, indican que allí se les encubrían de los robos y fechorías que hacían en casas de sus amos. Por otra parte puede pensarse que la mayor parte de estos esclavos formarían parte de aquellos musulmanes que habían caído en este estado tras las muchas sublevaciones que precedieron y sucedieron a la conquista de algunas ciudades y a la conversión general. La presencia de vagabundos, de personas sin oficio ni beneficio, completan el cuadro de los elementos humanos que poblaban las tabernas en estos años sin el beneplácito de las autoridades que intentaron sin éxito alejarlos de ellas; de igual forma y por el mismo motivo prohibieron la presencia de prostitutas o el juego de naipes y dados, o cualquier tipo de jaleo.

4. ¿Y los Ricoshombres?

Es sorprendente que a pesar de saber la afición de las clases mejor situadas social y económicamente sentían por los caldos de calidad sean tan escasas. Aparte de las medidas que favorecían su acceso a caldos seguramente de mayor calidad, y de la presencia de algunos vinos que sabemos que eran más apreciados, poco más puede decirse. Tan sólo en un caso vemos que el cabildo de Málaga en el año 1492, con motivo de la próxima celebración del Corpus Christi «Acordaron e mandaron quel mayordomo de la çibdad, o su teniente, aderesçe de beuer para los señores del cabilldo e los caualleros e honbres honrrados de la çibdad, con fruta, para el dia de Corpus Christi en la casa de cabilldo»(30).

5. Códigos ¿Prácticos?

Si tuviéramos que concluir este apartado con un párrafo que resumiera los objetivos de los concejos granadinos respecto a los consumidores de vino deberíamos recoger el mismo con el que iniciábamos el apartado que dedicamos a este producto en nuestra Memoria de Licenciatura, y que cobra aquí un significado pleno, pues como hemos visto no se trata sólo de una cuestión de mentalidad como veíamos allí sino de la aplicación de ésta a la práctica política en este punto concreto:

«Asaz cumple que la enbriaguez es madre de toda caloña, trovaçion de la cabeça, menguamiento del seso, tenpestad de la lengua, pestilenzia del cuerpo, quebrantamiento de la castidad, fealdad de la fama, corronpimiento de las vertudes del alma, rayz de los pecados. El vino a salud del cuerpo fue fallado, e no a la enbriaguez... Temperado lo vevamos por que en culpa no yncurramos»(31).


 

 
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